No es por
nada
Cuento escrito por Megumi Kuwae Yabiku
Si
había algo que Jimmy sabía con certeza sobre ese chico japonés de apellido
Tsukishiro, que transfirieron a principios de año, era que no era muy bueno…en
nada. Y Jimmy no decía esto por ser una mala persona o porque no le agradara el
chico, era porque realmente no sobresalía en nada, y todos se habían dado
cuenta de esto.
De
hecho, su falta de habilidad era algo bastante sorprendente.
El
japonés no tenía muchos amigos, salvo un grupo extraño, que constituía de un
chico que pertenecía al club de vóley masculino del colegio (muy buena persona,
pensó Jimmy, se habían cruzado algunas veces y era bastante simpático), otro
chico que, la verdad, Jimmy nunca veía en clases, y parecía estar molesto todo
el tiempo, y una chica a la que jamás había escuchado hablar; y que siempre
seguían a Tsukishiro a todas partes.
Aparte
de su extraña selección de amigos, el chico no era bueno en ninguna materia.
Siempre reprobaba los exámenes, y era forzado a tomar unos suplementarios. Se
tropezaba en todas las clases de gimnasia, y honestamente, Jimmy pensaba que el
entrenador se había rendido completamente en hacer que Tsukishiro aprenda a
jugar básquet.
En
ese contexto, y en cualquiera, Tsukishiro era simplemente malo. Y su apariencia
sólo alimentaba la lástima que les daba a todos en el colegio.
Tsukishiro
era un chico alto y delgado, bastante pálido para el gusto de cualquiera, como
si su piel nunca hubiese conocido el sol o el calor. Su cabello era algo largo,
lo suficiente para hacerse una pequeña cola, y de un profundo negro. Siempre
andaba encorvado, de manera que pareciera estar cargando con una mochila
invisible llena de gigantescas rocas. Y sumándole puntos extras a su apariencia
enfermiza, sus ojos parecían cansados, y hasta viejos. Pero no un cansado y
viejo por haberse quedado despierto la noche en vela, sino porque pareciese que
había ido hasta el final del mundo y de regreso. Como si hubiese presenciado el
mismísimo apocalipsis.
Sin
embargo, pensó Jimmy, aunque Tsukishiro tuviese todas las cualidades para que
los demás empiecen a molestarlo, nadie lo hacía. Ninguno de sus compañeros
parecía meterse con él. Como si hubiesen hecho un acuerdo tácito de no
fastidiarlo. Tampoco es que Jimmy se esté quejando de que nadie comience una
pelea con el transferido, era sólo que le parecía bastante extraño.
Y
así, sumido en sus pensamientos, Jimmy no reparó cuando el director de su
colegio entraba cautelosamente al aula y pedía la atención de los alumnos.
-Buenos
días – dijo el director al momento que sacaba un pañuelo de su chaqueta de un
color antiguo y se secaba unas muy vistosas gotas de sudor de la cara. – He
venido a presentar a su nuevo compañero de clases antes de que empiece el día.
Al
momento, múltiples susurros se escucharon en el salón. Faltaba poco menos de 4
meses antes de que acabara el año escolar, y ¿querían ingresar a un nuevo
alumno? Además, Tsukishiro tampoco había llegado hace tanto tiempo.
El
director parecía más nervioso mientras escuchaba a los alumnos.
-¡Atención!
– exasperó. – Sé que es un poco inesperado a estas alturas del año… - hizo una
pausa para mirar a su alrededor. – Pero sus padres se han hecho presentes con
unas circunstancias especiales a las cuales no hemos sido capaces de negarnos.
-¿Eso
significa que lo han sobornado? – gritó un chico al final del salón.
-¡Seguro
que sí! – rió otra.
-¡Ese
no es el caso! – sollozó el director. – Sólo…dejaré que se presente y me iré
cuando llegue su profesor de la mañana.
En
ese momento, el director hizo unas señas para que pasara adelante el nuevo
estudiante, que estaba en el pasillo. Cuando entró, con aire de suficiencia y
paso confiado, tomó el mundo dio un suspiro de reconocimiento y sorpresa.
-¿Estoy
viendo doble?
-¿Creo
que no?
-¡Dios,
si es igualito a Tsukishiro!
Y
exactamente, era la réplica exacta del chico. Salvo por sus ojos, que parecían
mucho más joviales que los de Tsukishiro, mucho menos cansados.
-¡Hola!
– saludó el chico. – Como muchos ya lo habrán notado, soy el hermano gemelo
menor de Nobuyuki, Koji – sonrió Koji, haciendo alusión al primer nombre de
Tsukishiro, que Jimmy había olvidado hasta ahora. - ¡Espero que nos llevemos
bien…en lo que sobra de año!
Jimmy
podía haber jurado que, durante toda la mañana, cuando tenía la cara escondida
tras las manos, había escuchado a Tsuki…Nobuyuki murmurar algo como:
-Estoy tan fregado.
La
primera semana desde que llegó Koji fue realmente ajetreada, con el susodicho
irradiando energía de cada fibra de su ser. Resulta ser que, en realidad, lo
único en lo que tenían en común los gemelos era la apariencia, puesto que sus
personalidades eran totalmente distintas. Nobuyuki era mucho más lúgubre que su
hermano menor, y la verdad, parecía más fastidiado que nunca desde que llegó.
Jimmy empezaba a pensar que era cosa de familia, pero parecía que los gemelos
siempre estaban discutiendo sobre algo en voz baja durante toda la hora del
almuerzo. Aunque para Koji le era mucho más fácil hacer amigos, éste insistía
en acompañar a su hermano y amigos, cuales nombres, Jimmy al fin aprendió, eran
Dean, Lucian y Noir, a todas partes.
Pero
eso no era la único que había pasado en la caótica semana, no. Lo que realmente
sorprendió a los demás era de qué manera la llegada del hermano menor había
cambiado a Nobuyuki.
Es
decir, ¡había empezado a mostrar un poco de inteligencia!
Bueno,
no era un súbito cambio en su inusual forma de ser, no es que de repente era el
mejor alumno del curso, pero era suficiente para llamar la atención de los
demás.
Jimmy
había notado que esto se debía a que el menor de los Tsukishiro parecía
susurrarle algo al oído a su hermano, cosa que lograba hacer con disimulo
puesto que ambos se sentaban en la parte trasera de la clase, siempre que éste
se equivocaba con algo. Y acto siguiente, Nobuyuki se autocorregía, de manera
bastante molesta, y dejaba a Koji con una gran sonrisa de satisfacción en el
rostro.
De
manera que, ahora Nobuyuki era capaz de recitar los textos de Lengua sin
equivocarse, hablar de manera casi fluida en inglés e italiano, y aplicar
correctamente los fundamentos de Matemáticas. Jimmy recordó una clase que
tuvierno de Historia Universal, un debate donde cada uno representaría un país,
y que había prácticamente sido de los gemelos atacándose mutuamente, pero con
muy buenos fundamentos. Nobuyuki lo había hecho tan bien que nadie se lo creía.
Excepto, claro, sus tres amigos, que parecían casi al borde las lágrimas, nadie
sabe por qué, y Koji, que aunque humillantemente derrotado por su hermano
mayor, parecía estar muy orgulloso de haber dado tanta batalla. Cabe decir que
casi toda la clase reprobó el debate porque, o no se atrevían a meterse en la
guerra verbal entre los hermano, o porque se habían quedado embelesados ante
una discusión tan bien…discutida. En ningún momento se faltó el respeto y nunca
gritaron; y sin embargo, parecía un duelo a muerte.
Su
habilidad con los deportes era algo que, asimismo, parecía incrementarse
mientras más tiempo pasaba desde la llegada de Koji.
Ahora
ya no parecía que estaba a punto de desmayarse en cada clase de gimnasia.
Corría mucho más rápido que antes, al menos más rápido que las chicas, y su
resistencia a ejercicios de larga duración era, por creces, mayor que la de los
demás. En el evento deportivo que tuvieron un mes luego de que llegara Koji,
fueron los gemelos los que lograron que ganara su clase. Participaron, entre
los dos, en todas las pruebas. Claro que esto fue, Jimmy escuchó, obra del puro
capricho de Koji. En fin, debido a la renovada, y bastante útil, habilidad de
Nobuyuki con los deportes, obtuvieron bastantes puntos en muchas pruebas, si es
que no las ganaron.
-
¿No crees que es un poco extraño? – le preguntaron una vez a Jimmy. – Llegó
Koji casi terminando el año y repentinamente Tsukishiro muestra algo de mejora.
-
¡Es cierto! – exclamó una chica a la cual jimmy no conocía. – Además, ¿no creen
que ahora se ve mejor?
En
efecto, cuando miraban a Nobuyuki, lo que se esperaba era que pareciera aún más
enfermizo con la repentina y molesta llegada de su gemelo, pero era todo lo
contrario. Parecía, de cierta forma, más aliviado. Se le veía un poco más seguro,
ya no se encorvaba, y miraba a la gente a los ojos cuando le hablaban.
Sin
duda, parecía diferente.
Pero diferente no es siempre malo.
Jimmy
estaba muy equivocado. No, no en el hecho de que diferente no es siempre malo,
en el hecho de que Nobuyuki ¨parecía diferente¨. Era porque es enteramente
diferente.
No
que de la nada fuera un engreído o que se sintiese superior a los demás, no era
nada de eso.
Aunque
todos, internamente, se esperaban algo parecido, con el cambio de Nobuyuki, la
forma en la que se enteraron fue un poco aterradora para todos.
Todo
comenzó cuando faltaba ya casi un mes para el fin de clases, y los del salón
estaban preparando una pequeña fiesta de Navidad. Sería bueno como actividad de
integración, pensaron.
Pues
sí, en algo tuvieron razón. Todos se repartieron las tareas en orden de lograr
una existosa, todos se esmeraron en hacer algo que recordaran por mucho tiempo,
después de todo, era su última fiesta juntos como alumnos de último año de
preparatoria.
Bueno,
se dividieron en grupos de manera que cada uno pudiese trabajar con lo que le
sea más cómodo. Había un grupo de decoradores, un grupo que se encargaría de
las bebidas y la comida, otro que estaría a cargo del entretenimiento y otro
que, como no querían hacer otra cosa, eran los encargados de ir a comprar los
materiales que se necesiten. Jimmy estaba en el grupo de los decoradores
porque, inesperadmente, era muy bueno con manualidades. Nobuyuki, por otro
lado, estaba en el grupo que compraba las cosas, con sus amigos, mientras que
Koji había decidido, extrañamente sin su hermano, pertenecer al grupo del
entretenimiento.
Llegó
el día de la fiesta. Habían acordado que la celebrarían en la tarde, con
permiso del director, el cual, desde que transifiró a Koji, no les negaba nada.
El
salón estaba irreconocible, en el buen sentido.
Habían
sacado los pupitres, cayendo en cuenta de que en realidad, tenían un aula
bastante grande, y los habían reemplazado por un improvisado escenario, muchas
sillas adornadas con lazos de Navidad, y una mesa larga al final donde estaban
la comida y bebidas (que, claro, incluía ponche). Las paredes estaban decoradas
con guirnaldas verdes y rojas, junto con algunos copos de nieve hechos de
papel. También consiguieron, a duras penas por la exigencia del mismo, una
máquina de nieve falsa, que en el momento estaba haciendo su trabajo en una
esquina, dándole al aula un ambiente más especial, y un poco más frío. Y por
supuesto, había un gran árbol de Navidad, cortesía del director, el cual
destacaba por los cientos de luces de clores que colgaron, junto con todos los
regalo que habían llevado los alumnos.
Al
principio, todos simplemente estaban junto a la mesa de comida, pero en cuanto
se hizo cargo el equipo de entretenimiento, todos se relajaron muchísimo.
Todo
iba bien, pensó Jimmy. Todos se estaban divirtiendo, se reían de los actos de
comedia o cantaban a todo pulmón con los alumnos que se atrevieron a cantar en
el escenario.
Sin
embargo, el que no aparecía por ningún lado era Koji. Era extraño, si alguno de
los gemelos pensaba faltar a la fiesta sería Nobuyuki, no Koji. No el Koji que
se había ganado el cariño de todos en tan poco tiempo, y que disfrutaba todos
los días como si fuese el último. Y pese a todo, al gemelo menor no se le veía
por ningún lado, y hasta Nobuyuki, que había estado en una silla hablando con
sus amigos, estaba empezando a preocuparse un poco mientras la fiesta llegaba a
su fin.
Cuando
todos hubieron intercambiado su regalo con la persona que le tocó, empezaron a
recoger sus cosas para irse. Por suerte, Koji le había pedido a Nobuyuki que
dejara su regalo en su lugar, ya que tal vez no llegaría a tiempo. Fue una
suerte, porque sino Jimmy se hubiera quedado sin regalo. Koji le había dado un
termo bastante bonito, de metal y con figuras geométricas que iban desde lo
bajo hasta desvanecerse en la mitad, no tan bien envuelto en papel de regalo
completamente rojo. Un regalo bastante útil, pero lo raro era que tenía una
dedicatoria que decía ¨úsala cuando creas necesario¨ junto a una representación
bastante mala de si mismo. Además, comprobó Jimmy, el termo estaba lleno de lo
que parecía agua con abundante hielo.
Jimmy
no reparó mucho en eso y guardó su termo en su maletín.
A
Jimmy, por su parte, le había tocado darle un regalo Nobuyuki, y decidió por
darle una elegante navaja rusa que encontró en una tienda de antigüedades.
Jimmy no dudó mucho en dársela, sólo pensó que se vería bien en él. Al parecer,
a Nobuyuki le gustó bastante y lo buscó para darle las gracias, mientras Jimmy
le pedía que lo hiciera en su lugar también para su hermano.
Cuando
todos ya se estaban despidiendo, Koji entró por la puerta, empapado de agua, y
con un extraño traje de color rojo brillante, que parecía uno de esos cheongsam chinos.
-¡Koji!
¿Dónde estabas? – preguntó un chico, el más cercano a la puerta. - ¿Y por qué
estás mojado? Ni siquiera está lloviendo afuera.
-Preparación
mental – fue lo único que le respondió.
Mientras
todos pensaban en lo que dijo, Koji se movió velozmente, tanto que muchos
tardaron en comprender qué pasaba, y sólo golpeó a su hermano.
-¡Hey!
-¡¿Qué
haces?!
Nobuyuki,
que se había caído y chocado contra la mesa de comida, se tocó el labio que le
había partido su hermano y secó un poco de la sangre que le salía.
Parecía
muy alterado.
-¿Qué
piensas hacer, Koji? – preguntó en el tono más amenazador que todos en el aula
habían escuahdo.
-Si
tú no vas a hacer nada, lo haré yo – respondió, poniéndose nuevamente en una
posición que indicaba que volvería a atacar.
Jimmy,
ni nadie, entendía que pasaba. Koji era el chico más educado y dulce de la
clase, ¡probablemente hasta del colegio! Y de la nada atacaba a su hermano, con
un puñetazo tan fuerte que hizo que la mesa contra la que había chocado
Nobuyuki se partiera a la mitad.
Ahora,
era turno de Nobuyuki de enfadarse.
-¡Hablaste
con ellos! – reclamó gritando, no era una pregunta, era un regaño.
-¡Claro
que lo hice! – gritó Koji. - ¡¿Cuándo pensabas decírmelo?!
-¡Nunca!
¡Iba a resolverlo de alguna manera sin que te dieras cuenta, Koji! – aulló
mientras se ponía de pie con la ayuda de sus amigos, que miraban preocupados
entre los gemelos.
-Koji,
creo que este no es el mejor momento para…
-¡No
digas nada, Noir! ¡Es asunto de familia!
-¡Cálmate,
Koji! – se interpuso Lucian, el delincuente.
-Hay
que hablar esto afuera, estás asustando a los demás…
-¡No
me importa que los demás se enteren! ¡Por mí, pueden saberlo todo!
-¡Koji,
no!
Pero
muy tarde, Koji estaba en camino al escenario, tomando el micrófono que todavía
no habían guardado los de entretenimiento.
-¡¿Quieren
saber por qué me transferí aquí?! – Koji esperó en el silencio de los demás,
que tomó como afirmativa. Todos querían saber qué estaba pasando. - ¡Vine
porque me dijeron que mi hermano gemelo, el cual no había visto desde la
infancia, estaba haciendo el ridículo en una preparatoria en medio de la nada,
para no dañarme!
En
este punto, todo era extraño. ¿No había visto? ¿Qué todo era fingido?
-¡Koji,
este no es el momento! – exasperó Dean.
-¡Es
el único momento! ¡Claro que no dejaré que mi hermano pase la eternidad en la
miseria por mí! – lloró.
Todo
lo que podía sentir Jimmy por Koji, era pena. El chico estaba llorando con todo
lo que podía sobre como ahora podía protegerse a sí mismo, que ya no necesitaba
nada, y que quería que todo fuese como era antes.
Nobuyuki
se fue acercando lentamente al escenario, sujetó el micrófono de las manos de
su hermano, y le dio un ligero golpe en la cabeza con él.
-
Esto es por el puñetazo – le dijo, dándole una media sonrisa antes de voltearse
a los demás.
-
Siento todo lo que ha pasado con mi hermano, pero tiene razón. Es mejor que
sepan esto por mí y no por otros.
Empezó,
primero contando la historia de su familia. Resulta que no eran simples
japoneses, eran hijos de un famoso mafioso. Un yakuza, sería el término más adecuado.
-
Mis padres tenían poder – explicó. – En sus días.
Los
padres de los gemelos habían sido derrocados por uno de sus subordinados, que
había convocado algo parecido a un ¨golpe de estado¨. Por suerte, escaparon, y
se refugiaron en un departamento muy lejos de allí. Vivieron, los cuatro, una
vida no muy cómoda, con el constante peligro de que los rastrearan en cualquier
momento.
Lo
cual, eventualmente, lograron.
Era
un día cualquiera, Nobuyuki tenía un examen de ingreso para un colegio de la
zona, y no podía perdérselo. Iba a estar bien aunque dejara de preocuparse
tanto, le decía su dulce madre, pues era un niño muy inteligente. Koji, en
cambio, se quedaba en casa para ayudar a su madre, o iba con su padre a
ayudarlo a buscar trabajo. No era mucho de estudios, y sus padres estaban de
acuerdo en que busque lo que lo haga más feliz.
Nobuyuki
fue, dió el examen, y regresó contento a su casa, le había ido muy bien. Sin
embargo, al llegar, encontró todo desordenado, las paredes ahuecada, las
ventanas rotas, y sin su madre.
Después
de eso, se enteraron de que su madre había muerto al tratar de huir aquellos
que los encontraron. Empezaron a mudarse mucho, a veces hasta dos viajes por
año. Su padre estaba destruido, y pronto lo declararon incapaz de cuidar a sus
hijos. Los separaron a los dos, a hogares adoptivos diferentes, hasta que
escucharon que su padre murió por depresión, unos tres años después. Se
encontraron en el funeral y nunca más se volvieron a ver.
Hasta
que claro, Koji lo encontró en una escuela en otro continente y decidió
seguirlo.
-
Algo así fue lo que pasó con nosotros – continuó Nobuyuki, mientras acariciaba
la espalda de su hermano, aún llorando sentado en el piso.
Hubo
silencio en el aula, no era información fácil de digerir. Tampoco era una
historia que sonara realista.
-¿Cómo
sabemos que no estás mintiendo? – preguntó alguien débilmente.
-No
lo hace.
Todos
se voltearon hacia los tres amigos que se habían quedado en la parte de atrás.
-Nosotros
somos los hijos de los que quieren que Nobuyuki tome el cargo de su padre –
explicó Dean.
-Hace
años ya que la facción que hizo el golpe de estado fue destruida – dijo Lucian.
-Todos
estos años hemos tratado de convencer a Nobuyuki de que se hiciera cargo –
siguió Noir. – Pero temía que, si se hacía cargo, lastimaran a su hermano, a
Koji.
Ahora
todos miraban a Nobuyuki, incluso Koji.
-Esa
era información que no quería que los demás escucharan – conestó Nobuyuki, un
poco avergonzado.
-¿Es
cierto? – sollozó Koji. - ¿Me lo escondiste porque no querías que me pasara
algo? ¿No porque pensabas que no importaba lo suficiente?
-¡No!
No, no, Koji – se inclinó Nobuyuki para acercarse a Koji. – Es cierto que
pretendí no ser bueno en relativamente nada (no ser bueno en nada puede ser un
poco difícil, a decir verdad). Pero tienes que entender. Si alguno nos
encontraba, por destacar en algo, nunca me perdonaría si algo te pasara a ti.
Pasó
un súbito momento en el que todos en el salón soltaron un pequeño suspiro,
algunos de ternura, otros de exasperación.
-Rayos,
por eso rompieron la mesa…
-¡Oh
vamos, tienes que admitir que eso fue un poco lindo!
-Sólo
quiero saber si es seguro para nosotros ahora que sabemos esto…
-Es
completamente seguro, chicos – dijo Dean. – Nuestros padres se encaragán de que
estén a salvo.
Mientras
Nobuyuki y Koji se alzaban, de repente avergonzados porque recordaron lo que
acaba de pasar en público, caminaron un poco cabizbajos hacia la puerta,
mientras el humor de los alumnos cambiaba un poco de tenso a uno de curiosidad.
Jimmy
recordó entonces su termo.
-¡Nobuyuki!
– llamó para captar su atención.
El
gemelo mayor se detuvo mientras el menor se excusaba para ir al baño primero.
-Ten
toma esto – le dijo mientras le entragaba el termo. – Creo que los ojos de Koji
están bastante hinchado por el llanto – rió un poco.
-Creo
que tienes razón – concordó Nobuyuki. – Hey, una pregunta…
-¿Sí?
-¿Cómo
es que no están tan alterados por todo lo que acaban de escuchar?
-Ah…-
suspiró Jimmy. – En realidad, esperábamos algo así.
-¿El
hecho de que seamos hijos de mafiosos era algo que esperaban? – preguntó
Nobuyuki, alzando una ceja.
-No
precisamente – respondió Jimmy. – Pero siempre supimos que había algo diferente
en ustdes, algo misterioso.
-¿En
serio? – suspiró. – Entonces, estoy muy agradecido de haberlos tenido como
compañeros, el poco tiempo que tuvimos juntos.
-Yo
también – repondió Jimmy, al tiempo que extendía su mano para estrecharla con
Nobuyuki. – Sé que ya vamos a acabar el año, pero si necesitas hablar de algo,
siempre puedes contar conmigo – sonrió.
Nobuyuki
se le quedó mirando un tiempo, estrechándole la mano, antes de responder.
-Gracias, Jimmy – le djo. – Definitivamente
lo tomaré en cuenta.
Muchos
años después, Jimmy se encuentra en la oficina de su esposo, jefe de una
organización que, antes mafiosa, ahora se dedica a ayudar a las personas,
Nobuyuki Tsukishiro, mientras recuerda cómo lo conoció y la manera en que,
obviamente, se había enamorado a primera vista. Porque, no es por nada que
Jimmy se la pasara observándolo cada vez que podía en la ecuela. Cómo, después
de la preparatoria, empezaron a salir, para luego mudarse definitivamente a
Japón, junto a Koji, con quien atiende a una universidad cercana. Mientras que
Nobuyuki, Dean, Lucian y Noir, se encaragn del ahora, negocio familiar.
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