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sábado, 24 de junio de 2017



No es por nada


Cuento escrito por Megumi Kuwae Yabiku


Si había algo que Jimmy sabía con certeza sobre ese chico japonés de apellido Tsukishiro, que transfirieron a principios de año, era que no era muy bueno…en nada. Y Jimmy no decía esto por ser una mala persona o porque no le agradara el chico, era porque realmente no sobresalía en nada, y todos se habían dado cuenta de esto.
De hecho, su falta de habilidad era algo bastante sorprendente.
El japonés no tenía muchos amigos, salvo un grupo extraño, que constituía de un chico que pertenecía al club de vóley masculino del colegio (muy buena persona, pensó Jimmy, se habían cruzado algunas veces y era bastante simpático), otro chico que, la verdad, Jimmy nunca veía en clases, y parecía estar molesto todo el tiempo, y una chica a la que jamás había escuchado hablar; y que siempre seguían a Tsukishiro a todas partes.
Aparte de su extraña selección de amigos, el chico no era bueno en ninguna materia. Siempre reprobaba los exámenes, y era forzado a tomar unos suplementarios. Se tropezaba en todas las clases de gimnasia, y honestamente, Jimmy pensaba que el entrenador se había rendido completamente en hacer que Tsukishiro aprenda a jugar básquet.
En ese contexto, y en cualquiera, Tsukishiro era simplemente malo. Y su apariencia sólo alimentaba la lástima que les daba a todos en el colegio.
Tsukishiro era un chico alto y delgado, bastante pálido para el gusto de cualquiera, como si su piel nunca hubiese conocido el sol o el calor. Su cabello era algo largo, lo suficiente para hacerse una pequeña cola, y de un profundo negro. Siempre andaba encorvado, de manera que pareciera estar cargando con una mochila invisible llena de gigantescas rocas. Y sumándole puntos extras a su apariencia enfermiza, sus ojos parecían cansados, y hasta viejos. Pero no un cansado y viejo por haberse quedado despierto la noche en vela, sino porque pareciese que había ido hasta el final del mundo y de regreso. Como si hubiese presenciado el mismísimo apocalipsis.
Sin embargo, pensó Jimmy, aunque Tsukishiro tuviese todas las cualidades para que los demás empiecen a molestarlo, nadie lo hacía. Ninguno de sus compañeros parecía meterse con él. Como si hubiesen hecho un acuerdo tácito de no fastidiarlo. Tampoco es que Jimmy se esté quejando de que nadie comience una pelea con el transferido, era sólo que le parecía bastante extraño.
Y así, sumido en sus pensamientos, Jimmy no reparó cuando el director de su colegio entraba cautelosamente al aula y pedía la atención de los alumnos.
-Buenos días – dijo el director al momento que sacaba un pañuelo de su chaqueta de un color antiguo y se secaba unas muy vistosas gotas de sudor de la cara. – He venido a presentar a su nuevo compañero de clases antes de que empiece el día.
Al momento, múltiples susurros se escucharon en el salón. Faltaba poco menos de 4 meses antes de que acabara el año escolar, y ¿querían ingresar a un nuevo alumno? Además, Tsukishiro tampoco había llegado hace tanto tiempo.
El director parecía más nervioso mientras escuchaba a los alumnos.
-¡Atención! – exasperó. – Sé que es un poco inesperado a estas alturas del año… - hizo una pausa para mirar a su alrededor. – Pero sus padres se han hecho presentes con unas circunstancias especiales a las cuales no hemos sido capaces de negarnos.
-¿Eso significa que lo han sobornado? – gritó un chico al final del salón.
-¡Seguro que sí! – rió otra.
-¡Ese no es el caso! – sollozó el director. – Sólo…dejaré que se presente y me iré cuando llegue su profesor de la mañana.
En ese momento, el director hizo unas señas para que pasara adelante el nuevo estudiante, que estaba en el pasillo. Cuando entró, con aire de suficiencia y paso confiado, tomó el mundo dio un suspiro de reconocimiento y sorpresa.
-¿Estoy viendo doble?
-¿Creo que no?
-¡Dios, si es igualito a Tsukishiro!
Y exactamente, era la réplica exacta del chico. Salvo por sus ojos, que parecían mucho más joviales que los de Tsukishiro, mucho menos cansados.
-¡Hola! – saludó el chico. – Como muchos ya lo habrán notado, soy el hermano gemelo menor de Nobuyuki, Koji – sonrió Koji, haciendo alusión al primer nombre de Tsukishiro, que Jimmy había olvidado hasta ahora. - ¡Espero que nos llevemos bien…en lo que sobra de año!
Jimmy podía haber jurado que, durante toda la mañana, cuando tenía la cara escondida tras las manos, había escuchado a Tsuki…Nobuyuki murmurar algo como:
-Estoy tan fregado.


La primera semana desde que llegó Koji fue realmente ajetreada, con el susodicho irradiando energía de cada fibra de su ser. Resulta ser que, en realidad, lo único en lo que tenían en común los gemelos era la apariencia, puesto que sus personalidades eran totalmente distintas. Nobuyuki era mucho más lúgubre que su hermano menor, y la verdad, parecía más fastidiado que nunca desde que llegó. Jimmy empezaba a pensar que era cosa de familia, pero parecía que los gemelos siempre estaban discutiendo sobre algo en voz baja durante toda la hora del almuerzo. Aunque para Koji le era mucho más fácil hacer amigos, éste insistía en acompañar a su hermano y amigos, cuales nombres, Jimmy al fin aprendió, eran Dean, Lucian y Noir, a todas partes.
Pero eso no era la único que había pasado en la caótica semana, no. Lo que realmente sorprendió a los demás era de qué manera la llegada del hermano menor había cambiado a Nobuyuki.
Es decir, ¡había empezado a mostrar un poco de inteligencia!
Bueno, no era un súbito cambio en su inusual forma de ser, no es que de repente era el mejor alumno del curso, pero era suficiente para llamar la atención de los demás.
Jimmy había notado que esto se debía a que el menor de los Tsukishiro parecía susurrarle algo al oído a su hermano, cosa que lograba hacer con disimulo puesto que ambos se sentaban en la parte trasera de la clase, siempre que éste se equivocaba con algo. Y acto siguiente, Nobuyuki se autocorregía, de manera bastante molesta, y dejaba a Koji con una gran sonrisa de satisfacción en el rostro.
De manera que, ahora Nobuyuki era capaz de recitar los textos de Lengua sin equivocarse, hablar de manera casi fluida en inglés e italiano, y aplicar correctamente los fundamentos de Matemáticas. Jimmy recordó una clase que tuvierno de Historia Universal, un debate donde cada uno representaría un país, y que había prácticamente sido de los gemelos atacándose mutuamente, pero con muy buenos fundamentos. Nobuyuki lo había hecho tan bien que nadie se lo creía. Excepto, claro, sus tres amigos, que parecían casi al borde las lágrimas, nadie sabe por qué, y Koji, que aunque humillantemente derrotado por su hermano mayor, parecía estar muy orgulloso de haber dado tanta batalla. Cabe decir que casi toda la clase reprobó el debate porque, o no se atrevían a meterse en la guerra verbal entre los hermano, o porque se habían quedado embelesados ante una discusión tan bien…discutida. En ningún momento se faltó el respeto y nunca gritaron; y sin embargo, parecía un duelo a muerte.
Su habilidad con los deportes era algo que, asimismo, parecía incrementarse mientras más tiempo pasaba desde la llegada de Koji.
Ahora ya no parecía que estaba a punto de desmayarse en cada clase de gimnasia. Corría mucho más rápido que antes, al menos más rápido que las chicas, y su resistencia a ejercicios de larga duración era, por creces, mayor que la de los demás. En el evento deportivo que tuvieron un mes luego de que llegara Koji, fueron los gemelos los que lograron que ganara su clase. Participaron, entre los dos, en todas las pruebas. Claro que esto fue, Jimmy escuchó, obra del puro capricho de Koji. En fin, debido a la renovada, y bastante útil, habilidad de Nobuyuki con los deportes, obtuvieron bastantes puntos en muchas pruebas, si es que no las ganaron.
- ¿No crees que es un poco extraño? – le preguntaron una vez a Jimmy. – Llegó Koji casi terminando el año y repentinamente Tsukishiro muestra algo de mejora.
- ¡Es cierto! – exclamó una chica a la cual jimmy no conocía. – Además, ¿no creen que ahora se ve mejor?
En efecto, cuando miraban a Nobuyuki, lo que se esperaba era que pareciera aún más enfermizo con la repentina y molesta llegada de su gemelo, pero era todo lo contrario. Parecía, de cierta forma, más aliviado. Se le veía un poco más seguro, ya no se encorvaba, y miraba a la gente a los ojos cuando le hablaban.
Sin duda, parecía diferente.
Pero diferente no es siempre malo.


Jimmy estaba muy equivocado. No, no en el hecho de que diferente no es siempre malo, en el hecho de que Nobuyuki ¨parecía diferente¨. Era porque es enteramente diferente.
No que de la nada fuera un engreído o que se sintiese superior a los demás, no era nada de eso.
Aunque todos, internamente, se esperaban algo parecido, con el cambio de Nobuyuki, la forma en la que se enteraron fue un poco aterradora para todos.
Todo comenzó cuando faltaba ya casi un mes para el fin de clases, y los del salón estaban preparando una pequeña fiesta de Navidad. Sería bueno como actividad de integración, pensaron.
Pues sí, en algo tuvieron razón. Todos se repartieron las tareas en orden de lograr una existosa, todos se esmeraron en hacer algo que recordaran por mucho tiempo, después de todo, era su última fiesta juntos como alumnos de último año de preparatoria.
Bueno, se dividieron en grupos de manera que cada uno pudiese trabajar con lo que le sea más cómodo. Había un grupo de decoradores, un grupo que se encargaría de las bebidas y la comida, otro que estaría a cargo del entretenimiento y otro que, como no querían hacer otra cosa, eran los encargados de ir a comprar los materiales que se necesiten. Jimmy estaba en el grupo de los decoradores porque, inesperadmente, era muy bueno con manualidades. Nobuyuki, por otro lado, estaba en el grupo que compraba las cosas, con sus amigos, mientras que Koji había decidido, extrañamente sin su hermano, pertenecer al grupo del entretenimiento.
Llegó el día de la fiesta. Habían acordado que la celebrarían en la tarde, con permiso del director, el cual, desde que transifiró a Koji, no les negaba nada.
El salón estaba irreconocible, en el buen sentido.
Habían sacado los pupitres, cayendo en cuenta de que en realidad, tenían un aula bastante grande, y los habían reemplazado por un improvisado escenario, muchas sillas adornadas con lazos de Navidad, y una mesa larga al final donde estaban la comida y bebidas (que, claro, incluía ponche). Las paredes estaban decoradas con guirnaldas verdes y rojas, junto con algunos copos de nieve hechos de papel. También consiguieron, a duras penas por la exigencia del mismo, una máquina de nieve falsa, que en el momento estaba haciendo su trabajo en una esquina, dándole al aula un ambiente más especial, y un poco más frío. Y por supuesto, había un gran árbol de Navidad, cortesía del director, el cual destacaba por los cientos de luces de clores que colgaron, junto con todos los regalo que habían llevado los alumnos.
Al principio, todos simplemente estaban junto a la mesa de comida, pero en cuanto se hizo cargo el equipo de entretenimiento, todos se relajaron muchísimo.
Todo iba bien, pensó Jimmy. Todos se estaban divirtiendo, se reían de los actos de comedia o cantaban a todo pulmón con los alumnos que se atrevieron a cantar en el escenario.
Sin embargo, el que no aparecía por ningún lado era Koji. Era extraño, si alguno de los gemelos pensaba faltar a la fiesta sería Nobuyuki, no Koji. No el Koji que se había ganado el cariño de todos en tan poco tiempo, y que disfrutaba todos los días como si fuese el último. Y pese a todo, al gemelo menor no se le veía por ningún lado, y hasta Nobuyuki, que había estado en una silla hablando con sus amigos, estaba empezando a preocuparse un poco mientras la fiesta llegaba a su fin.
Cuando todos hubieron intercambiado su regalo con la persona que le tocó, empezaron a recoger sus cosas para irse. Por suerte, Koji le había pedido a Nobuyuki que dejara su regalo en su lugar, ya que tal vez no llegaría a tiempo. Fue una suerte, porque sino Jimmy se hubiera quedado sin regalo. Koji le había dado un termo bastante bonito, de metal y con figuras geométricas que iban desde lo bajo hasta desvanecerse en la mitad, no tan bien envuelto en papel de regalo completamente rojo. Un regalo bastante útil, pero lo raro era que tenía una dedicatoria que decía ¨úsala cuando creas necesario¨ junto a una representación bastante mala de si mismo. Además, comprobó Jimmy, el termo estaba lleno de lo que parecía agua con abundante hielo.
Jimmy no reparó mucho en eso y guardó su termo en su maletín.
A Jimmy, por su parte, le había tocado darle un regalo Nobuyuki, y decidió por darle una elegante navaja rusa que encontró en una tienda de antigüedades. Jimmy no dudó mucho en dársela, sólo pensó que se vería bien en él. Al parecer, a Nobuyuki le gustó bastante y lo buscó para darle las gracias, mientras Jimmy le pedía que lo hiciera en su lugar también para su hermano.
Cuando todos ya se estaban despidiendo, Koji entró por la puerta, empapado de agua, y con un extraño traje de color rojo brillante, que parecía uno de esos cheongsam chinos.
-¡Koji! ¿Dónde estabas? – preguntó un chico, el más cercano a la puerta. - ¿Y por qué estás mojado? Ni siquiera está lloviendo afuera.
-Preparación mental – fue lo único que le respondió.
Mientras todos pensaban en lo que dijo, Koji se movió velozmente, tanto que muchos tardaron en comprender qué pasaba, y sólo golpeó a su hermano.
-¡Hey!
-¡¿Qué haces?!
Nobuyuki, que se había caído y chocado contra la mesa de comida, se tocó el labio que le había partido su hermano y secó un poco de la sangre que le salía.
Parecía muy alterado.
-¿Qué piensas hacer, Koji? – preguntó en el tono más amenazador que todos en el aula habían escuahdo.
-Si tú no vas a hacer nada, lo haré yo – respondió, poniéndose nuevamente en una posición que indicaba que volvería a atacar.
Jimmy, ni nadie, entendía que pasaba. Koji era el chico más educado y dulce de la clase, ¡probablemente hasta del colegio! Y de la nada atacaba a su hermano, con un puñetazo tan fuerte que hizo que la mesa contra la que había chocado Nobuyuki se partiera a la mitad.
Ahora, era turno de Nobuyuki de enfadarse.
-¡Hablaste con ellos! – reclamó gritando, no era una pregunta, era un regaño.
-¡Claro que lo hice! – gritó Koji. - ¡¿Cuándo pensabas decírmelo?!
-¡Nunca! ¡Iba a resolverlo de alguna manera sin que te dieras cuenta, Koji! – aulló mientras se ponía de pie con la ayuda de sus amigos, que miraban preocupados entre los gemelos.
-Koji, creo que este no es el mejor momento para…
-¡No digas nada, Noir! ¡Es asunto de familia!
-¡Cálmate, Koji! – se interpuso Lucian, el delincuente.
-Hay que hablar esto afuera, estás asustando a los demás…
-¡No me importa que los demás se enteren! ¡Por mí, pueden saberlo todo!
-¡Koji, no!
Pero muy tarde, Koji estaba en camino al escenario, tomando el micrófono que todavía no habían guardado los de entretenimiento.
-¡¿Quieren saber por qué me transferí aquí?! – Koji esperó en el silencio de los demás, que tomó como afirmativa. Todos querían saber qué estaba pasando. - ¡Vine porque me dijeron que mi hermano gemelo, el cual no había visto desde la infancia, estaba haciendo el ridículo en una preparatoria en medio de la nada, para no dañarme!
En este punto, todo era extraño. ¿No había visto? ¿Qué todo era fingido?
-¡Koji, este no es el momento! – exasperó Dean.
-¡Es el único momento! ¡Claro que no dejaré que mi hermano pase la eternidad en la miseria por mí! – lloró.
Todo lo que podía sentir Jimmy por Koji, era pena. El chico estaba llorando con todo lo que podía sobre como ahora podía protegerse a sí mismo, que ya no necesitaba nada, y que quería que todo fuese como era antes.
Nobuyuki se fue acercando lentamente al escenario, sujetó el micrófono de las manos de su hermano, y le dio un ligero golpe en la cabeza con él.
- Esto es por el puñetazo – le dijo, dándole una media sonrisa antes de voltearse a los demás.
- Siento todo lo que ha pasado con mi hermano, pero tiene razón. Es mejor que sepan esto por mí y no por otros.
Empezó, primero contando la historia de su familia. Resulta que no eran simples japoneses, eran hijos de un famoso mafioso. Un yakuza, sería el término más adecuado.
- Mis padres tenían poder – explicó. – En sus días.
Los padres de los gemelos habían sido derrocados por uno de sus subordinados, que había convocado algo parecido a un ¨golpe de estado¨. Por suerte, escaparon, y se refugiaron en un departamento muy lejos de allí. Vivieron, los cuatro, una vida no muy cómoda, con el constante peligro de que los rastrearan en cualquier momento.
Lo cual, eventualmente, lograron.
Era un día cualquiera, Nobuyuki tenía un examen de ingreso para un colegio de la zona, y no podía perdérselo. Iba a estar bien aunque dejara de preocuparse tanto, le decía su dulce madre, pues era un niño muy inteligente. Koji, en cambio, se quedaba en casa para ayudar a su madre, o iba con su padre a ayudarlo a buscar trabajo. No era mucho de estudios, y sus padres estaban de acuerdo en que busque lo que lo haga más feliz.
Nobuyuki fue, dió el examen, y regresó contento a su casa, le había ido muy bien. Sin embargo, al llegar, encontró todo desordenado, las paredes ahuecada, las ventanas rotas, y sin su madre.
Después de eso, se enteraron de que su madre había muerto al tratar de huir aquellos que los encontraron. Empezaron a mudarse mucho, a veces hasta dos viajes por año. Su padre estaba destruido, y pronto lo declararon incapaz de cuidar a sus hijos. Los separaron a los dos, a hogares adoptivos diferentes, hasta que escucharon que su padre murió por depresión, unos tres años después. Se encontraron en el funeral y nunca más se volvieron a ver.
Hasta que claro, Koji lo encontró en una escuela en otro continente y decidió seguirlo.
- Algo así fue lo que pasó con nosotros – continuó Nobuyuki, mientras acariciaba la espalda de su hermano, aún llorando sentado en el piso.
Hubo silencio en el aula, no era información fácil de digerir. Tampoco era una historia que sonara realista.
-¿Cómo sabemos que no estás mintiendo? – preguntó alguien débilmente.
-No lo hace.
Todos se voltearon hacia los tres amigos que se habían quedado en la parte de atrás.
-Nosotros somos los hijos de los que quieren que Nobuyuki tome el cargo de su padre – explicó Dean.
-Hace años ya que la facción que hizo el golpe de estado fue destruida – dijo Lucian.
-Todos estos años hemos tratado de convencer a Nobuyuki de que se hiciera cargo – siguió Noir. – Pero temía que, si se hacía cargo, lastimaran a su hermano, a Koji.
Ahora todos miraban a Nobuyuki, incluso Koji.
-Esa era información que no quería que los demás escucharan – conestó Nobuyuki, un poco avergonzado.
-¿Es cierto? – sollozó Koji. - ¿Me lo escondiste porque no querías que me pasara algo? ¿No porque pensabas que no importaba lo suficiente?
-¡No! No, no, Koji – se inclinó Nobuyuki para acercarse a Koji. – Es cierto que pretendí no ser bueno en relativamente nada (no ser bueno en nada puede ser un poco difícil, a decir verdad). Pero tienes que entender. Si alguno nos encontraba, por destacar en algo, nunca me perdonaría si algo te pasara a ti.
Pasó un súbito momento en el que todos en el salón soltaron un pequeño suspiro, algunos de ternura, otros de exasperación.
-Rayos, por eso rompieron la mesa…
-¡Oh vamos, tienes que admitir que eso fue un poco lindo!
-Sólo quiero saber si es seguro para nosotros ahora que sabemos esto…
-Es completamente seguro, chicos – dijo Dean. – Nuestros padres se encaragán de que estén a salvo.
Mientras Nobuyuki y Koji se alzaban, de repente avergonzados porque recordaron lo que acaba de pasar en público, caminaron un poco cabizbajos hacia la puerta, mientras el humor de los alumnos cambiaba un poco de tenso a uno de curiosidad.
Jimmy recordó entonces su termo.
-¡Nobuyuki! – llamó para captar su atención.
El gemelo mayor se detuvo mientras el menor se excusaba para ir al baño primero.
-Ten toma esto – le dijo mientras le entragaba el termo. – Creo que los ojos de Koji están bastante hinchado por el llanto – rió un poco.
-Creo que tienes razón – concordó Nobuyuki. – Hey, una pregunta…
-¿Sí?
-¿Cómo es que no están tan alterados por todo lo que acaban de escuchar?
-Ah…- suspiró Jimmy. – En realidad, esperábamos algo así.
-¿El hecho de que seamos hijos de mafiosos era algo que esperaban? – preguntó Nobuyuki, alzando una ceja.
-No precisamente – respondió Jimmy. – Pero siempre supimos que había algo diferente en ustdes, algo misterioso.
-¿En serio? – suspiró. – Entonces, estoy muy agradecido de haberlos tenido como compañeros, el poco tiempo que tuvimos juntos.
-Yo también – repondió Jimmy, al tiempo que extendía su mano para estrecharla con Nobuyuki. – Sé que ya vamos a acabar el año, pero si necesitas hablar de algo, siempre puedes contar conmigo – sonrió.
Nobuyuki se le quedó mirando un tiempo, estrechándole la mano, antes de responder.
-Gracias, Jimmy – le djo. – Definitivamente lo tomaré en cuenta.


Muchos años después, Jimmy se encuentra en la oficina de su esposo, jefe de una organización que, antes mafiosa, ahora se dedica a ayudar a las personas, Nobuyuki Tsukishiro, mientras recuerda cómo lo conoció y la manera en que, obviamente, se había enamorado a primera vista. Porque, no es por nada que Jimmy se la pasara observándolo cada vez que podía en la ecuela. Cómo, después de la preparatoria, empezaron a salir, para luego mudarse definitivamente a Japón, junto a Koji, con quien atiende a una universidad cercana. Mientras que Nobuyuki, Dean, Lucian y Noir, se encaragn del ahora, negocio familiar.





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