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sábado, 25 de agosto de 2012

EL NEOBARROCO AMERICANO




Por: Miguel Gonzales Corrales.


Mientras España tuvo su Siglo de Oro que empezó con el Renacimiento y finalizó con el Barroco a mediados del siglo XVII, que fue el de mayor esplendor en las letras hispanas, tuvieron que pasar tres siglos más para que esta expresión literaria, la barroca, fuera recogida otra vez en el Nuevo Mundo. Aquí en América el barroco como tal por su enrevesado lenguaje literario y para lectores medianamente cultos, fue iniciado por uno de los mejores escritores latinoamericanos: el cubano Alejo Carpentier. A éste, le siguieron otros literatos de raigambre intelectual como José Lezama Lima, Miguel Ángel Asturias Severo Sarduy, Guillermo Cabrera Infante y Gabriel García Márquez; en la poesía aparecieron las figuras de Pablo Neruda, César Vallejo y Vicente Huidobro.
Severo Sarduy es quien ha precisado mejor el contenido de la palabra Neobarroco al decir: “Neobarroco: reflejo necesariamente pulverizado de un saber que sabe ya no está apaciblemente cerrado sobre sí mismo. Arte del destronamiento y la discusión”. Sin embrago, los máximos representantes de este neobarroco americano son los cubanos Alejo Carpentier y José Lezama Lima porque en sus obras hay aportes difíciles de captar si el lector no está atento y poseen temas muy cultos. Al respecto, José Lezama Lima afirma sobre el neobarroco: “No es un estilo degenerescente, sino plenario, que en España y la América Española representan adquisiciones de lenguaje, tal vez únicas en el mundo”. Quien ha seguido con detenimiento las obras de estos dos narradores, entiende que el más barroco de ellos es Carpentier, así se ve cuando uno lee “El siglo de las luces”, “Los pasos perdidos”, “El recurso del método”, incluyendo los contenidos que se dan en “El reino de este mundo”, donde Carpentier aplica su teoría de lo Real Maravilloso.
El mismo Lezama Lima, autor de su monumental “Paradiso”, reconoce que José Martí es el eslabón fundamental en la forja de esta expresión americana. Si el neobarroquismo es de expresión de frases desbordantes, continuas digresiones, abundantes citas, erotizantes alucinaciones llenas de hipérbaton e hipérboles, que van muy unidas, como por ejemplo en “Paradiso” del mismo Lezama Lima. Asturias, con “El señor presidente”, hace gala de esos atributos literarios, agregándole elementos sórdidos y siniestros. Cabrera Infante, con “Tres tristes tigres”, combina la nativa urbe con elementos imprescindibles de la cultura cubana. García Márquez, en “Cien años de soledad”, aparece una transformación mágica y mítica de la realidad concreta donde vivió que le da forma en la escritura densa y desbordante de fantasía, propia de lo real maravilloso, que antes propusiera Alejo Carpentier y que con el escritor colombiano llega a su más alta expresión (1). Severo Sarduy, en su novela “Cobra”, alcanza su nivel más alto de estilo barroco con una escritura drástica y densa en la historia que se narra, llena de citas y paragramas. En el caso de la poesía, mencionamos a Pablo Neruda con “Confieso que he vivido” y “Canto General”; César Vallejo con “Los heraldos negros” y “Trilce”; en el caso de Vicente Huidobro, su poemario “Altazor”.
Por lo tanto, el barroco, también es americano, como lo dijera Lezama Lima: “El primer americano que va surgiendo dominador de sus caudales es nuestro señor Barroco”. Así como Carpentier pretendía ir en busca de lo autóctono, de lo profundamente americano (2).
 NOTAS
1.    En mi trabajo literario “García Márquez: La intromisión de la fantasía en la realidad de Cien años de soledad”, pretendo dar un análisis muy profundo de los elementos real maravillosos, así como las ideas de las que están propuesta en “Cien años de soledad”.
2.    Carpentier plasmó todo su ideal autóctono de americano en un largo ensayo llamado “Problemática del tiempo y del idioma en la moderna novela latinoamericana”, (publicado en la revista de crítica literaria en mayo de 1975) en la que plantea, entre otros temas, su función y descubrimiento de temas que están oculto en lo profundo del continente de América e invoca, al final, sólo a encontrarlos, porque pueden servir como manantial de literatura.


Mercedes Cabello Carbonera: una escritora sin precedentes



Por: Miguel Gonzales Corrales.


Hablar de los escritores que han desarrollado el género literario de la narrativa, en la especie de la novela, en Perú es escarbar desde los primeros años de la época Republicana hasta estos primero años del siglo XXI y mencionarlos es una tarea muy ardua. Los más grandes exponentes peruanos de la novela destacan en esta etapa contemporánea como Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique, Alonso Cueto, Miguel Gutiérrez, Carlos Eduardo Zavaleta, Jaime Bayly, Oscar Colchado Lucio, Oswaldo Reynoso, Abelardo Sánchez León, opinión, creo, que es compartida  por los más entendidos.
Sin embargo, en el caso de la mujer peruana, como novelista, es curioso, porque sólo han destacado, diríase con fuerza, muy pocas, que han dejado en los anales de la literatura peruana sus obras como Clorinda Matto de Turner, María Nieves y Bustamante, Angélica Palma, Mercedes Cabello de Carbonera; y en la actualidad, Carmen Ollé, Laura Riesco (1), entre las más destacadas. Por lo general las mujeres cultivan el genero de la poesía, el, ensayo o con sutileza, el cuento. Realiza un estudio de cada una de las escritoras que mencioné sería un trabajo reconfortante para mí que lo haré en otra oportunidad. Ahora me referiré sólo, aunque para este caso, es la más destacada en la literatura femenina de nuestras letras, cuya trascendencia literaria, cultural e intelectual no ha sido objeto de olvido. Me refiero a la señora Mercede Cabello de Carbonera (Moquegua 1842 – Lima 1908) que cultivó el genero literario de la novela, así como la prosa en el ensayo, planteando en ellos temas, que posteriormente la crítica y la Teoría Literaria llamarías “de Tesis”. Mi deseo no es mencionar su producción literaria de un modo desordenado. Primero trazaré un esbozo de sus novelas para finalizar con sus ensayos, tan magistralmente elaborados.
Resaltaré que la obra narrativa de Mercedes Cabello, según mi punto de vista, y coincidentemente con otros estudiosos, inaugura la novela moderna en la literatura peruana. Se sabe que ella no curso estudios universitarios, ni de otra índole que se le asemeje. Fue de un espíritu hábil e inteligente porque su tiempo lo dedicó al estudio autodidacta para imbuirse de lecturas literarias, filosóficas, con un agudo sentido de la observación de la sociedad, sobre todo, cuando se trasladó a Lima en 1865. En la capital, su conocimiento, tanto empírico como cultural, la llevó a sopesar las realidades de la época en relación con Europa. Además, siguió los ideales, frecuentó el grupo literario que lideraba Manuel González Prada, de quien aprendió la agudeza crítica.
Mercedes Cabello empezó escribiendo, como toda mujer, algunos poemas secretos y artículos sueltos que publicó y firmó con el seudónimo de Enriqueta Pradel. Pero su observación fue más allá, a tal punto, de haber conocido la realidad novelística de Europa por lo que escribió sobre lo irreal del Romanticismo, al referirse, que es algo ideal y que no refleja la existencia humana real, sino lo soñador y superfluo. También opinó sobre el Naturalismo cuando dice que era la peor forma de expresarse del ser humano, de emplear elementos y situaciones sórdidas (2). Mercedes Cabello prefiere el Realismo porque encuent6ra el perfil idóneo para sus personajes novelescos, las situaciones tales como son porque no se denigra al ser humano, ni se le coloca en un pedestal para ilusionarse. Esta temática realista lo heredó de Honoré de Balzac, y en especial, de León Tolstoi, de quien admiró su literatura y coloca algunos cánones de él en sus primera novelas como “Sacrificio y recompensa”, “Los amores de Hortensia” y “Eleodora” (3). Además escribió un ensayo titulado “El conde León Tolstoi”, a quien lo ensalza y muestra gran admiración. No obstante, la escritora moqueguana no se quedó conforme con el trabajo que realizaba, a pesar de los estragos que dejó la derrota con Chile en la Guerra del Pacífico, ya que muchos intelectuales se sentían dolidos y con el ánimo desalentado para la creación, por lo que hubo un espacio prolongado donde no se publicaron obras desde 1874 a 1886 (4). Así es que ella prosiguió su labor de estudiosa, incluso cuando viajó a Buenos Aires en 1892 para reconocer de cerca la realidad socio-cultural de Argentina y aprender más fe lo que se ignoraba en Perú. De regreso a Lima y con una cultura amplia, escribe sus tres restantes novelas: “Blanca Sol”, “Las consecuencias” y “El conspirador” (5). Ésta, la mejor novela escrita por una mujer a finales del siglo XIX y pienso que de todos los tiempos, hasta ahora, a no ser que surja otra escritora que amplíe los dotes y conocimientos de la novela contemporáneas y pueda ir más allá de las fronteras peruanas, quizá como lo hace Mario Vargas Llosa. Estas tres últimas novelas, consideradas el segundo ciclo de su producción, es la que mejor logró.  Aquí se muestran rasgos del Naturalismo que alguna vez objetó. En estas novelas, la temática es decadente, cruda y muy profunda en la vida del ser humano, donde los sentimientos, la vergüenza, rebeldía, traición, ambición y seducción pecaminosa, ponen en juego una obra tal cual fue retratada y descrita por su autora, según como lo vislumbró y lo criticó, ya que no podía decir a viva voz lo que pensaba de los gobernantes de aquellos años, heredando el pensamiento crítico de González Prada cuando vapulea a los responsables por la derrota con Chile.
Mercedes Cabello también ahondó en el estudio empírico de la novela para mejorar los esquemas modernos. Observó detalles favorables y contrarios con la finalidad de crear una novela diferente a las que ya se venían escribiendo, en especial, en Hispanoamérica de la cuales Mercedes leyó y comparó, y partiendo de esas premias, superar lo que ya se había establecido en la época. Todo ese punto de vista os desarrollo y los dio a conocer en su ensayo “La novela moderna” que hasta entonces nadie había reparado, y en particular, una mujer. Todo su deseo de crear la novela adecuada culminó con “El conspirador”. No llegó a completar totalmente s u idea, pues los trastornos mentales que empezaba a sufrir se lo impidieron y que finalizó con su muerte en un manicomio. Pero su labor intelectual nunca cesó porque siempre se mantenía constate escribiendo sobre la realidad que le rodeaba, no sólo en la narrativa, sino a través del ensayo elucubrado, inteligente y agudo. Como ya mencioné, ella escribió “El conde León Tolstoi”, “La novela moderna”, “La poesía”, donde aborda sus inicios como poetisa y algunos artículos de su interés por la literatura. El ensayo que para mí tiene un mérito mayor es “Mujer, educación y literatura”. Es un texto amplio en el que aborda la igualdad de oportunidades de ambos “sexos”, como dice. La mujer no debe ser objeto de placer y lujo, sino una compañera con quien se comparte ideas y temas de conversación. Es por ello, que reclama a la mujer que no sea ignorante, para que ocupe un ligar en la sociedad y la cultura. Hoy en día se continúa con casos de este tipo y no está de más que se consideren las ideas de esta escritora moqueguana para que la sociedad aspire a algo más en todos los aspectos que se pueda. Seguramente en esto pensaba Mercedes Cabello, en su tiempo, cuando nadie le prestaba atención y para reforzar sus ideas menciona la filosofo Ernest Renán con su libro “Memorias íntimas” en el que enaltece la labor que debería tener la mujer en nuestras vidas. Mercede Cabello tiene razón cuando dice: “Mientras la mujeres sean ignorantes y fanáticas los hombres serán escéptico e inmorales” (6). Pienso que hay que tener en cuenta estas palabras porque todavía se dan casos así en nuestra sociedad actual.
En aquellos años de finales del siglo XIX la única mujer en Perú y quizá en Hispanoamérica, que se preocupó por defender a la mujer por darle el reconocimiento que merecía en la Ciencia Moderna, en le reclamo de programas de educación y sin discriminación sexual, fue Mercedes Cabello de Carbonera. Anterior a ella, de un modo casi efímero, fue Flora Tristán, quien estuvo en Perú entre 1833 y 1834 y que después escribiría “Peregrinaciones de una paria” (que me atrevería a llamar crónicas) donde hizo esta observada diferencia entre hombre y mujer porque convivió y se relacionó con personas de su entorno, plasmando así su experiencia e impresiones personales. Mercede Cabello, se centra en este aspecto y lo desarrolla como problemática social. Es así ue la escritora moqueguana cumple una función importante en las letras peruanas hasta que lamentablemente murió en un manicomio.
Han pasado los años y aún se recuerda la labor literaria de esta escritora ceñida a su realidad y a la mujer, que seguramente generaciones venideras la rememorarán para escribir mucho más al respecto.

NOTAS.
1.    La novela de Laura Riesco “Ximena de dos caminos” (1994) es considerada la mejor novela escrita por una mujer en el Perú, según Ricardo González Vigil.
2.    Mercedes Cabello en sus últimas novelas “Blanca Sol” y “El conspirador” toma elementos naturalistas, alejadas del realismo como había iniciado en sus primeras novelas.
3.    Estas tres primeras novelas forman parte de su primera etapa narrativa, con aires sentimentaloides, como lo resalta Mario Castro Arenas.
4.    En 1886 apareció la primera novela de Mercede Cabello, “Sacrificio y recompensa”.
5.    “El conspirador”, última novela, es el fruto de su madurez artística cuando todavía no había cumplido la meta que se propuso como novelista, según lo destaca Edmundo Bendezú en su libro: “La novela Peruana”, 1992.
6.    “Mujer, educación y literatura”, Mercedes Cabello de Carbonera, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 2000, Carlos Cornejo Quezada (Editor).