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jueves, 29 de junio de 2017



El Tormento

Rodrigo Canales








Quiero saber qué sientes, ahora que sabes que hoy vas a morir. Dime, ¿qué es lo que estás pensando en este momento? ¿Acaso tienes miedo? ¿Aún te quedan esperanzas? Estás cansado de todo esto ¿no es así? La suciedad de tantos meses te cubre de pies a cabeza, tus ropas ya no están tan blancas e inmaculadas como antes ¿no crees? ¿Qué pensarían de ti tus colegas? Esa no es la apariencia de lo que consideran un hombre de fe. Tus ojos están exhaustos, tanto tiempo los has mantenido abiertos, alerta, vigilándome. 
Hice que dormir sea aterrador, son pesadillas todo lo que podías soñar mientras te observaba desde algún rincón oscuro, donde la luz no llegaba a alcanzarme, y te despertabas sudando, en lágrimas y buscándome en la oscuridad. Siempre mantuviste esa pequeña daga contigo, incluso ahora te aferras fuertemente a ella. ¿Crees que podrás defenderte de mí con ella? ¡Insensato! Solo pudiste herirme porque estaba empapada con esa despreciable agua sagrada. Aún arden en mi piel las cicatrices que me ocasionaste. Su filo inútil no te servirá esta noche. Ahora estás solo, todos te abandonaron y creen que eres un demente. Estás aquí en esta pequeña y sucia habitación, solamente tienes una miserable vela y su triste luz es lo único que te separa de mí. Solo se necesita una brisa ligeramente fuerte para que esa llama se extinga, y te ponga a mi merced.

He disfrutado cada minuto destrozándose, cada momento quitándote los deseos de vivir. Me ha encantado la angustia que te causé. No sabes cómo me deleito en el horror que se muestra en tus ojos cuando me ves y la desesperación de saber que nadie más puede verme. Me fascina el dolor que sufres, la agonía de esta tortuosa vida que te obligo vivir. Te he arruinado por completo. Estás solo y abandonado.

Creo que empiezas a dudar, considéralo, tal vez sea mejor apagar la luz y terminar con todo esto. Ríndete al frío abrazo de la muerte, ¿no es acaso mejor la calma de la tumba a vivir siempre atormentado por mi perversa presencia? Cuando termine con tu cuerpo me apoderaré de tu alma. Poco a poco te arrastraré hasta lo más profundo, donde tus pesadillas más horribles parecerán sueños dulces. Conocerás dolor como nunca has sentido.

He esperado tanto este momento. Una vez que la luz se apague, podré disfrutar de esta noche como ninguna otra.





sábado, 24 de junio de 2017



El último demonio


Cuento escrito por  Karen Milagros Palacios Lopez 


Desperté atado  en un silla muy pequeña y de madera. Mire a mi alrededor y deduje que estaba encerrado en un  pequeño cuarto. No se como llegue aquí y mucho menos quién me había traído. Un ajuste de cuentas me pregunte, pero sabía que era eso casi imposible ; soy una persona humilde y modesta  que podrían quitarme. Pasaron dos horas creía  que me habían dejado encerrado , esperando mi lenta muerte, pero no fue así. Escuche las risas de un hombre al otro lado de la habitación, me asuste, pero eso no fue todo. También, escuchaba cómo afilaba  un hacha y un cuchillo ; sabía que esa  noche alguien moriría , ese sería yo.

De pronto se escuchó un trueno a las afueras del recinto   y empezaron a tocar la puerta de la casa donde me tenían recluido. Lo que contaré fue lo que realmente me asustó de aquella noche.

Como ya había dicho alguien toco la puerta de la casa de aquel hombre que me tenía recluido, sin embargo este se negó a abrir y siguió con su trabajo.  Las tocadas  empezaron a hacer más frecuentes cada segundo hasta que el hombre decidió abrir sus puertas. Se escuchó   unos gritos espantosos , la voz de aquel hombre se hizo más aguda  cada minuto,  lo estaban ahorcando, pero eso no fue todo. Se empezaron a escuchar golpes y puñetes en la sala , parecía que se estaba defendiendo de su agresor. El miedo se comenzó a apoderar las manos me sudaban y mi cuerpo temblaba ; sabía que debía mantenerme calmado. Tal vez esta pelea podría ser mi pase a escapar de esta prisión que ni yo mismo sé porqué estoy aquí. Solo tenía la mirada puesta en la puerta de salida de la vieja habitación.  La pelea se escuchaba cada vez  más aterradora, parecía que el hombre peleaba por su vida. Me empezaba a preguntar cuanto tiempo mas duraria esto , pero mis pensamientos fueron interrumpidos cuando la pared,  de mi lado izquierdo, fue derrumbada de un solo golpe, ya no sabía qué hacer, este era mi fin. Cuando la pared se destruyó subí la mirada hacia arriba y me di cuenta de la clase de monstruo que había entrado a aquella casa. Él era grande, peludo, con unos grandes cuernos , unos dientes muy afilados y unas garras de gran tamaño. El monstruo tenía en sus manos al hombre que me raptó  , este estaba sangrando.



El hombre era de mediana estatura y gordo. El monstruo ignoro mi presencia, tomó un hacha de aquel ensangrentando hombre que seguía luchando por su vida y le dio un hachazo en su estómago. Las sangre y las tripas de aquel hombre salieron volando, por suerte no me callo nada a mi. Por dentro estaba aterrado, pero si el monstruo se  percataba eso quizás me mataba así que solo me inmute a mirarlo. El monstruo vio que su objetivo estaba ya cumplido así que  dejo caer el cadáver del hombre a los escombros de la pared  y se fue  lentamente dando fuertes pisadas. Sabía que mi momento había llegado , podía ser libre, pero como iba dejar a aquel hombre morirse en esta putrefacta casa. Me inmute a dar un solo movimiento solo me quede mirando como seguía desanngrando aquel hombre  hasta que alguien viniera por ayuda.




Curioso, trataba de aprender


Cuento escrito por Sebastian Carrillo Cortez

Supongo que soy especial. Nací de una manera única. No he visto ni conozco a nadie que haya nacido de la manera que nací yo. Lo primero que sentí fue que era llevado, transportado por una carretera que pareciese haber sido fusilada a quemarropa. Antes de poder ver, lo segundo que sentí fue mi mitad inferior siendo enterrada por otros hombres que no pude identificar. Luego, como si una chispa, un pequeño destello me hubiera dado la vida, me da la vista.
Veo concreto por un par de horas, luego vi por primera vez a un semejante, sólo que parecía de alguna manera moverse, luego los vi de nuevo encima de estructuras que le permitían moverse aún más rápido. Los llamé humanos.
Mi rango de visión se limita a un círculo, fuera de ello, apenas noto siluetas de un azul oscuro como cuando no veía. La noche, como oí que mis semejantes lo llamaban, era todo lo que conocía. Como mis semejantes, curioso, trataba de aprender. Pero mi condición no me lo permitía. Sólo me quedaba escuchar con mucha atención lo que mis semejantes, los humanos, comentaban entre ellos. ¿Qué es el día? ¿Qué es el sol, la luna, las nubes? ¿Qué son los aviones, trenes? ¿Qué son los postes de luz?
Una vez vi a un semejante pasar bajo mi vista, pero no se movía como los demás. Era lento, largo y lento, tanto así que parecía que no se movía, pero sí lo hacía. — Dentro de todos los semejantes que se me han cruzado, este es más...como yo —pensé. Se movía lento, pero se movía. Empecé a creer que yo también podía. — Tal vez ese semejante recién estaba aprendiendo —pensé. Traté y traté por mucho tiempo.

Despierto de nuevo otra noche. Estuve tranquilo, ya no trataba de moverme. Encontré inútil seguir intentándolo. De pronto siento que me muevo. Avanzo, retrocedo. ¡Me muevo! No a mi voluntad, pero a quién le importa. Lo logré. Veo a mis semejantes corriendo, como celebrando mi hazaña. Luego, siento una pequeña chispa que como cuando me dio la vista, ahora me da eterna oscuridad.


El asesino y el espejo


Cuento escrito por Rodrigo Canales Zorrilla


Solamente cuando se arrodilló a su lado y lo abrazó, pudo darse cuenta de que todo era real, que su hermano había sido asesinado. Tenía el rostro triste y pálido, las manos frías y el corazón atravesado por una puñalada mortal. El hombre no podía creerlo. La habitación no había sido muy grande, apenas estaba iluminada por una triste vela casi consumida en el aparador. Había un viejo camastro en un rincón, un pequeño baúl a su lado y en una de las paredes un misterioso espejo alto que llegaba hasta el techo. Fue en el suelo de aquella habitación donde encontró su cadáver. En ese momento algo en su mente había cambiado. Quizá haya sido el dolor o la aflicción, o tal vez la desesperación y la angustia lo que hizo que su realidad se volviera diferente. Algo dentro de él le exigía buscar al culpable. La tristeza dio lugar a la ira y ésta clamaba venganza. Había encontrado en ese lugar a un hombre de barba oscura y desaliñada, quien le dijo haber visto, por el espejo, al asesino cuando hubo cometido el crimen. Fue el hombre de la barba quien le señaló hacia el oeste, en la dirección del pueblo abandonado. El hombre supo que ahí encontraría al asesino.

El recuerdo de su hermano había cruzado por su mente entre mil pensamientos mientras el hombre caminaba. La lluvia caía sobre el polvoriento camino a medida que se adentraba en los dominios de la noche. Con cada paso se acercaba al pueblo abandonado, con cada paso oía al viento susurrar su nombre. Caminaba con paso decidido, casi con rabia, y en sus ojos se hallaba una mezcla de odio alimentado por venganza y la desolación de aquellos cuya realidad ha sido desgarrada por la tragedia.
Abrumado por sus recuerdos caminaba, cuando un rayo quebró el cielo iluminando al solitario forastero. Llevaba un sombrero ancho que ocultaba su rostro, ropas de viaje muy desgastadas, botas negras, y en su cinturón, una daga en cuyo afilado borde se reflejó la luz del cielo en la oscuridad de la noche. A no mucha distancia el hombre pudo ver la silueta del pueblo, mas no pudo distinguir ninguna luz, ni percibir movimiento alguno.

Fueron las carretas destrozadas y los barriles viejos quienes dieron la bienvenida al hombre cuando llegó a la entrada del pueblo. No había sido un pueblo grande, aunque sí famoso por los cristales, vidrios y espejos que elaboraban sus artesanos. Acaudalados mercaderes e incluso príncipes de lejanos lugares llegaban ocasionalmente para adquirir los más finos y puros cristales, así como los espejos más pulcros en los que jamás se hubieran reflejado. Era un pueblo que prosperaba y florecía a la luz de un cálido futuro. Hasta que la guerra estalló, cada vez menos visitantes llegaban, y poco a poco los artesanos se marcharon buscando mejor suerte, los jóvenes partieron a la guerra con la promesa de traer riquezas y no regresaron, más y más casas fueron quedando vacías y la vida fue cada vez más difícil. Finalmente, resignados, los últimos pobladores se marcharon a los poblados vecinos y dejaron atrás el pueblo a su suerte. Ahora solo el viento pasea melancólico entre las casas derruidas y las posadas olvidadas. Sin embargo, a pesar de todo, en la parte más occidental del pueblo se encuentra la última casa que se mantiene aún en pie. Una edificación inmensa con amplios salones que están cubiertos de polvo, largos pasadizos con paredes ahuecadas y elegantes escaleras  deterioradas por el tiempo.

El hombre contempló la soledad del pueblo desde la entrada y se convenció por el panorama devastado que este era el lugar idóneo para un asesino. Caminó lentamente por las calles desérticas buscando alguna pista, algún rastro qué seguir para encontrar al homicida, registró cada casa y posada, cada establecimiento, cada calle y callejón, pero no encontró más que fierros oxidados, maderas podridas y cristales destrozados. Cuando finalmente llegó a la parte occidental y encontró la casa inmensa, algo en su interior le dijo que finalmente sabía dónde se encontraba su objetivo.

La puerta había desaparecido muchos años atrás, por lo que el hombre pudo entrar sin hacer ruido, sin embargo el suelo de los pasadizos crujía fuertemente, quejándose por haber sido despertados tras tantos años de sueño. El hombre continuó avanzando, indiferente al ruido, no le importaba que el asesino supiera que él iba a cazarlo. Evaluó los antiguos salones, y en sus grandes mesas y refinadas sillas no encontró más que polvo y telarañas. Inspeccionó los largos pasadizos, pero en sus despintadas paredes carcomidas por el tiempo, solo el olvido habitaba desde hace mucho. Al no encontrar rastros, el hombre subió por las escaleras que llevaban a la segunda planta.

No había pasadizos ni salones en esta planta, era un espacio amplio que quizá sirvió en algún momento como taller. Las ventanas entreabiertas aún se movían al compás del viento y solo se oían las gotas de lluvia caer sobre la madera. El suelo estaba repleto de muebles y vidrios rotos, había cortinas descolgadas y sucias al lado de algunas ventanas y solo había dos habitaciones. El instinto susurró en los oídos del hombre, y le dijo que encontraría al asesino en la habitación de la derecha. Lentamente, el hombre tomó la daga de su cinturón y, despacio, empujó la puerta. El suelo de la habitación habían algunas ropas viejas, maderas astillas y todo estaba cubierto de una fina capa de polvo. En la pared frente a la puerta había una ventana de bisagras oxidadas, que dejaba pasar entre sus vidrios rotos algunas gotas de lluvia y un poco de la luz insignificante de afuera que apenas si alcanzaba para aclarar un par de esquinas y un trozo del suelo. Por lo demás, la habitación parecía estar vacía. El hombre ingresó cautelosamente aguzando el oído mientras buscaba algún movimiento en la habitación con la mirada. Pensó que el asesino podría haber saltado por la ventana, pero ésta no se había movido en medio siglo y, como comprobó el hombre al tratar de abrirla, no tenía intención de moverse por al menos medio siglo más. ¿Acaso el hombre de la barba desaliñada mintió cuando dijo que vio al asesino en el espejo? ¿Acaso solamente quería alejarlo del lugar? Fue en ese momento que sintió una presencia a su derecha detrás de él. En la esquina más oscura de la habitación, en la esquina que podía ocultar cualquier cosa en sus tinieblas, había alguien de pie. El hombre sabía que al voltear lo vería, había encontrado al asesino. Giró lentamente y retrocedió un poco poniendo algo de distancia entre los dos. Observó la esquina detenidamente, y en cuanto sus ojos se acostumbraron a la densa oscuridad de ese siniestro rincón, pudo verlo. Al igual que el hombre, el asesino llevaba una daga en la mano, estaba armado y listo para matar. El hombre lo observó con desconcierto y profundo desprecio, pues en su rostro pudo ver unos ojos hundidos, una nariz desviada y una oscura barba desaliñada.

El hombre de la barba no mintió, sí había visto al asesino de su hermano, lo vio en el espejo alto de aquella habitación, había visto su propio reflejo y luego señaló en la dirección del pueblo abandonado para despistarlo. El hombre no podía dar crédito a sus ojos, había tenido al asesino frente a él unas horas antes y no pudo darse cuenta. Aunque no entendía por qué ni cómo había podido llegar el hombre de la barba desaliñada tan rápido hasta ese pueblo, poco le importaban los detalles, pues lo único que el hombre deseaba en ese momento era la venganza. Aferrado fuertemente a su daga, el hombre se preparó para el combate y el asesino de la barba lo imitó, ambos sabían que solo uno quedaría vivo esa noche. La intensa mirada del hombre estaba fija sobre el asesino y éste se la devolvía con la misma agudeza. Es curioso, pensó el hombre, cómo parece casi estar imitándolo, incluso en medio de la tensión previa al combate, hasta su respiración está en sintonía con la de él.
Pasaron varios minutos en aquella situación, mirándose fijamente, respirando, sin atreverse a lanzar el primer ataque y sin atreverse a bajar la guardia ni mostrar signo alguno de indecisión. La lluvia había cesado y las nubes empezaban a despejarse y el hombre seguía mirando fijamente al asesino con la daga en la mano, sin la certeza de cuando sería el momento ideal para lanzar su ataque. En ese momento, de entre las oscuras nubes un tímido rayo de luz de luna se lanzó valientemente sobre el rostro del asesino, solo para rebotar y caer en el suelo a los pies del hombre.
Su desconcierto fue tal, que el hombre apartó la vista de los ojos del asesino para fijarse en el rayo de luz que había a sus pies, el pequeño haz de luz plateada reposaba en el suelo de madera en un ángulo imposible desde la entrada de la ventana. Un horror espantoso se apoderó del hombre y comprendió que el asesino nunca atacaría primero, nunca se movería a menos que él se moviera, nunca respiraría más rápido o más lento que él, y nunca haría algo diferente, pues así no se comportan los reflejos. Alzó la vista lentamente con el miedo en la sangre y vio que el haz de luz también estaba a los pies del asesino, podía ver sus botas negras, sus ropas desgastadas de viaje, su rostro sucio, su oscura barba desaliñada y su sombrero ancho.

No se supo que sucedió jamás con aquel hombre, dicen algunos que se quedó mirando aquel espejo, intentando comprender el porqué de sus acciones, por qué decidió ver en el espejo alto su reflejo con otros ojos al principio, por qué se vio como asesino, por qué se vio después como testigo, y por qué señaló a su propio reflejo en la dirección de ese pueblo olvidado. Y todo para verse a sí mismo reflejado como todos ellos al final. Cuando las autoridades se dirigieron al pueblo en los días siguientes para arrestarlo por cometer fratricidio, no pudieron encontrarlo. El pueblo se hallaba tan deshabitado como siempre y en la casa solo se hallaron huellas que llevaban a la habitación de la segunda planta. Y en la habitación, un gran espejo en una esquina.


A unos kilómetros de ahí, en la parte más alejada de una ciudad bulliciosa, un hombre vestido con ropas claras camina por un largo pasadizo, el suelo y las paredes son de roca sólida y hay habitaciones con puertas de hierro a lo largo. Este hombre lleva un cuenco de madera con alimentos, un cuenco que introduce en una habitación por la abertura que hay en la puerta. El hombre da media vuelta y regresa por el pasadizo hasta el final, donde una pesada puerta de metal lo espera. Una vez fuera, usa un enorme candado para asegurar la puerta, y se aleja perdiéndose entre la multitud que camina por las calles de la ciudad. Del otro lado de la puerta, en una de las habitaciones, un cuenco de comida empieza a enfriarse. A su lado una persona murmura para sí, tiene los brazos atados y está arrodillada en una esquina entre las frías paredes de piedra. Es un hombre tembloroso que no deja de mecerse de un lado a otro, tiene la mirada perdida y una barba desaliñada.


Mi tragedia por una herencia


Cuento escrito por Alisson Nicole Salas Figueroa 



Que recuerde… mi vida nunca fue normal siempre lo pienso que hubiera sucedido si no me adoptaban mis padres, si sería bueno o malo, porque mi vida es una tragedia solo me adoptaron porque quisieron una herencia y luego dejarme tirado, un niño en la edad de la adolescencia y cuyo fin es pintar e imaginar un mundo distinto, bueno así me considero yo. Creo que la única persona que me quiso fue mi abuela adoptiva influyó en mí, pero como todo lo bueno en mi vida se fue rápido, quizás las personas que no me conocen me dirán pesimista, pero la verdad no lo creo, bueno mis padres me lo dicen cuando aparecen que es una vez al mes, creo si mas no lo recuerdo una vez aparecieron después de tres meses, bueno esta semana vienen a darme una noticia, según ellos buena, pero creo que para mí no lo será o quizás sí depende. 

Llegaron mis padres, la típica mi madre con bolsas carísimas de alguna tienda de un país europeo seguro, mi padre como siempre serio y formal, que dirán que saldrá de sus maravillosas bocas, mi madre quiere decir algo se nota, pero la interrumpe mi padre, el cual dice Ricardo tenemos algo importante que decirte así que luego de cenar hablaremos, ya lo sabía bueno a esperar. Estamos cenando viene Margarita, la ama de llaves a servir con la otra chica, quien diría que antes la que cocinaba era mi madre y ni para contratar a alguien tenía pasamos de vivir en rústico lugar llamado Barrios altos a las casuarinas de La Molina, y todo por la dichosa herencia, lo peor estamos en pleno siglo XXI y que esas cosas existan parece de antaño, pero lo que si no ha cambiado el olvido de mis padres hacia mí, el único regalo que le agradezco son los cuadernillos y una caja de lápices que me dieron, me la pasando creando y dibujando ahí; me llamo mi madre diciendo: Ricardo despierta; como siempre en la nubes mal hicimos en adoptarte, me consume una rabia cada vez que lo recalca, tenía 5 años cuando me adoptaron, vivía en un orfanato , aún no sé qué hicieron para adoptarme si ni dinero teníamos como ahora, ahora que lo pienso creo que le dieron dinero por lo bajo al encargado de dar el visto bueno de la adopción, bueno no sería raro ver alguien hacer eso el país cada día que pasa es más corrupto, ese no es mi tema pero me gustaría mucho hacer algo para cambiar el país cada día decae ante mis ojos. Vuelvo a la tierra me llamo mi padre veo la comida y me percato que ni la toque, creo que divague mucho en mi mente como siempre, escucho a Margarita decir joven Ricardo lo llama su padre, me apuro para ir, llego y tomo asiento lo miro y ya sé que viene el fluido verbal, comienza a hablar, y me dice Ricardo como sabrás siempre has tenido profesores particulares en casa, bueno tu madre y yo decidimos mandarte al colegio a estudiar este último año de tu secundaria, pues vemos que quieres el dibujo y como sabrás el único que puede administrar la empresa eres tú según el testamento, odio esa dichosa herencia, me ha traído nada más que problemas, la obtuvieron con engaños, pues resulta que el papá de mi madre estaba muy enfermo y como él y mi madre estaban peleados, mi “abuelo” dijo que dejaría todo al hijo que mi madre tuviera, pues el sabía la situación de pobreza en la estaba mis padres pero no pensaba darles ni un sol, mis padres fueron muy malos con él y solo lo buscaban por el dinero, entonces la idea de adoptarme y hacerme pasar como su hijo de sangre fue de padre, que irónico verdad, el hombre serio que es hoy pero un ambicioso de lo peor; vuelvo a la realidad, mi padre me termina diciendo eso es todo puedes retirarte.

 Que horrible, lo que me dijo mi padre quiero ser libre y no hacer algo que me disgusta hago todo lo que me dicen, estoy cansado, harto, y abrumado, creo que mi única opción es huir de esta mansión, no aguanto más esta vida en este lugar, quiero ser libre tener una vida normal que no me mantengan solo por una herencia, sino porque me quieren, quizás he pensado en suicidarme pero la verdad lo considera tonto e inútil, por eso mi mejor opción es huir, lo haré hoy en la noche mientras todos duermen, pienso mientras más pronto mejor, tengo exactamente 5 horas para conseguir las llaves de la puerta principal y del portón, alistar una mochila con lo necesario y conseguir dinero. Está pasando el tiempo solo me quedan dos horas, el dinero lo conseguiré debajo del colchón de mi madre es el dinero que siempre le quita a mi padre para sus viajes y cosas materiales; entre al cuarto de mis padres sigilosamente, me encuentro con las joyas de mi madre, no lo tocó ella se daría cuenta, busco el dinero y me fijo un lado del colchón está roto seguro está ahí el dinero, me cerco y meto mi mano debajo y encuentro el dinero reviso es lo necesario para sobrevivir unos meses, miro mi reloj y me queda una hora no puede ser, piensa rápido Ricardo corro hasta los cuartos de servicio y diviso un manojo de llaves en cada una está escrito algo, saco las que dicen portón y P.P.(puerta principal),ya que son las que necesito. Ya tengo todo listo solo esperar que todos se duerman y poder huir. Pasa el tiempo y no hay ruido, miro la hora y son las 12:00 a.m., es el momento justo para huir, salgo de mi habitación bajo a la sala principal, llegó a la puerta principal la abro y salgo, recorro todo el jardín hasta el portón, esta puerta también la abro y lo primero que sale de mi mente es “LIBERTAD, SOY LIBRE”, no puedo creer que fue fácil, ahora seguir mi camino sin mirar atrás.




No es por nada


Cuento escrito por Megumi Kuwae Yabiku


Si había algo que Jimmy sabía con certeza sobre ese chico japonés de apellido Tsukishiro, que transfirieron a principios de año, era que no era muy bueno…en nada. Y Jimmy no decía esto por ser una mala persona o porque no le agradara el chico, era porque realmente no sobresalía en nada, y todos se habían dado cuenta de esto.
De hecho, su falta de habilidad era algo bastante sorprendente.
El japonés no tenía muchos amigos, salvo un grupo extraño, que constituía de un chico que pertenecía al club de vóley masculino del colegio (muy buena persona, pensó Jimmy, se habían cruzado algunas veces y era bastante simpático), otro chico que, la verdad, Jimmy nunca veía en clases, y parecía estar molesto todo el tiempo, y una chica a la que jamás había escuchado hablar; y que siempre seguían a Tsukishiro a todas partes.
Aparte de su extraña selección de amigos, el chico no era bueno en ninguna materia. Siempre reprobaba los exámenes, y era forzado a tomar unos suplementarios. Se tropezaba en todas las clases de gimnasia, y honestamente, Jimmy pensaba que el entrenador se había rendido completamente en hacer que Tsukishiro aprenda a jugar básquet.
En ese contexto, y en cualquiera, Tsukishiro era simplemente malo. Y su apariencia sólo alimentaba la lástima que les daba a todos en el colegio.
Tsukishiro era un chico alto y delgado, bastante pálido para el gusto de cualquiera, como si su piel nunca hubiese conocido el sol o el calor. Su cabello era algo largo, lo suficiente para hacerse una pequeña cola, y de un profundo negro. Siempre andaba encorvado, de manera que pareciera estar cargando con una mochila invisible llena de gigantescas rocas. Y sumándole puntos extras a su apariencia enfermiza, sus ojos parecían cansados, y hasta viejos. Pero no un cansado y viejo por haberse quedado despierto la noche en vela, sino porque pareciese que había ido hasta el final del mundo y de regreso. Como si hubiese presenciado el mismísimo apocalipsis.
Sin embargo, pensó Jimmy, aunque Tsukishiro tuviese todas las cualidades para que los demás empiecen a molestarlo, nadie lo hacía. Ninguno de sus compañeros parecía meterse con él. Como si hubiesen hecho un acuerdo tácito de no fastidiarlo. Tampoco es que Jimmy se esté quejando de que nadie comience una pelea con el transferido, era sólo que le parecía bastante extraño.
Y así, sumido en sus pensamientos, Jimmy no reparó cuando el director de su colegio entraba cautelosamente al aula y pedía la atención de los alumnos.
-Buenos días – dijo el director al momento que sacaba un pañuelo de su chaqueta de un color antiguo y se secaba unas muy vistosas gotas de sudor de la cara. – He venido a presentar a su nuevo compañero de clases antes de que empiece el día.
Al momento, múltiples susurros se escucharon en el salón. Faltaba poco menos de 4 meses antes de que acabara el año escolar, y ¿querían ingresar a un nuevo alumno? Además, Tsukishiro tampoco había llegado hace tanto tiempo.
El director parecía más nervioso mientras escuchaba a los alumnos.
-¡Atención! – exasperó. – Sé que es un poco inesperado a estas alturas del año… - hizo una pausa para mirar a su alrededor. – Pero sus padres se han hecho presentes con unas circunstancias especiales a las cuales no hemos sido capaces de negarnos.
-¿Eso significa que lo han sobornado? – gritó un chico al final del salón.
-¡Seguro que sí! – rió otra.
-¡Ese no es el caso! – sollozó el director. – Sólo…dejaré que se presente y me iré cuando llegue su profesor de la mañana.
En ese momento, el director hizo unas señas para que pasara adelante el nuevo estudiante, que estaba en el pasillo. Cuando entró, con aire de suficiencia y paso confiado, tomó el mundo dio un suspiro de reconocimiento y sorpresa.
-¿Estoy viendo doble?
-¿Creo que no?
-¡Dios, si es igualito a Tsukishiro!
Y exactamente, era la réplica exacta del chico. Salvo por sus ojos, que parecían mucho más joviales que los de Tsukishiro, mucho menos cansados.
-¡Hola! – saludó el chico. – Como muchos ya lo habrán notado, soy el hermano gemelo menor de Nobuyuki, Koji – sonrió Koji, haciendo alusión al primer nombre de Tsukishiro, que Jimmy había olvidado hasta ahora. - ¡Espero que nos llevemos bien…en lo que sobra de año!
Jimmy podía haber jurado que, durante toda la mañana, cuando tenía la cara escondida tras las manos, había escuchado a Tsuki…Nobuyuki murmurar algo como:
-Estoy tan fregado.


La primera semana desde que llegó Koji fue realmente ajetreada, con el susodicho irradiando energía de cada fibra de su ser. Resulta ser que, en realidad, lo único en lo que tenían en común los gemelos era la apariencia, puesto que sus personalidades eran totalmente distintas. Nobuyuki era mucho más lúgubre que su hermano menor, y la verdad, parecía más fastidiado que nunca desde que llegó. Jimmy empezaba a pensar que era cosa de familia, pero parecía que los gemelos siempre estaban discutiendo sobre algo en voz baja durante toda la hora del almuerzo. Aunque para Koji le era mucho más fácil hacer amigos, éste insistía en acompañar a su hermano y amigos, cuales nombres, Jimmy al fin aprendió, eran Dean, Lucian y Noir, a todas partes.
Pero eso no era la único que había pasado en la caótica semana, no. Lo que realmente sorprendió a los demás era de qué manera la llegada del hermano menor había cambiado a Nobuyuki.
Es decir, ¡había empezado a mostrar un poco de inteligencia!
Bueno, no era un súbito cambio en su inusual forma de ser, no es que de repente era el mejor alumno del curso, pero era suficiente para llamar la atención de los demás.
Jimmy había notado que esto se debía a que el menor de los Tsukishiro parecía susurrarle algo al oído a su hermano, cosa que lograba hacer con disimulo puesto que ambos se sentaban en la parte trasera de la clase, siempre que éste se equivocaba con algo. Y acto siguiente, Nobuyuki se autocorregía, de manera bastante molesta, y dejaba a Koji con una gran sonrisa de satisfacción en el rostro.
De manera que, ahora Nobuyuki era capaz de recitar los textos de Lengua sin equivocarse, hablar de manera casi fluida en inglés e italiano, y aplicar correctamente los fundamentos de Matemáticas. Jimmy recordó una clase que tuvierno de Historia Universal, un debate donde cada uno representaría un país, y que había prácticamente sido de los gemelos atacándose mutuamente, pero con muy buenos fundamentos. Nobuyuki lo había hecho tan bien que nadie se lo creía. Excepto, claro, sus tres amigos, que parecían casi al borde las lágrimas, nadie sabe por qué, y Koji, que aunque humillantemente derrotado por su hermano mayor, parecía estar muy orgulloso de haber dado tanta batalla. Cabe decir que casi toda la clase reprobó el debate porque, o no se atrevían a meterse en la guerra verbal entre los hermano, o porque se habían quedado embelesados ante una discusión tan bien…discutida. En ningún momento se faltó el respeto y nunca gritaron; y sin embargo, parecía un duelo a muerte.
Su habilidad con los deportes era algo que, asimismo, parecía incrementarse mientras más tiempo pasaba desde la llegada de Koji.
Ahora ya no parecía que estaba a punto de desmayarse en cada clase de gimnasia. Corría mucho más rápido que antes, al menos más rápido que las chicas, y su resistencia a ejercicios de larga duración era, por creces, mayor que la de los demás. En el evento deportivo que tuvieron un mes luego de que llegara Koji, fueron los gemelos los que lograron que ganara su clase. Participaron, entre los dos, en todas las pruebas. Claro que esto fue, Jimmy escuchó, obra del puro capricho de Koji. En fin, debido a la renovada, y bastante útil, habilidad de Nobuyuki con los deportes, obtuvieron bastantes puntos en muchas pruebas, si es que no las ganaron.
- ¿No crees que es un poco extraño? – le preguntaron una vez a Jimmy. – Llegó Koji casi terminando el año y repentinamente Tsukishiro muestra algo de mejora.
- ¡Es cierto! – exclamó una chica a la cual jimmy no conocía. – Además, ¿no creen que ahora se ve mejor?
En efecto, cuando miraban a Nobuyuki, lo que se esperaba era que pareciera aún más enfermizo con la repentina y molesta llegada de su gemelo, pero era todo lo contrario. Parecía, de cierta forma, más aliviado. Se le veía un poco más seguro, ya no se encorvaba, y miraba a la gente a los ojos cuando le hablaban.
Sin duda, parecía diferente.
Pero diferente no es siempre malo.


Jimmy estaba muy equivocado. No, no en el hecho de que diferente no es siempre malo, en el hecho de que Nobuyuki ¨parecía diferente¨. Era porque es enteramente diferente.
No que de la nada fuera un engreído o que se sintiese superior a los demás, no era nada de eso.
Aunque todos, internamente, se esperaban algo parecido, con el cambio de Nobuyuki, la forma en la que se enteraron fue un poco aterradora para todos.
Todo comenzó cuando faltaba ya casi un mes para el fin de clases, y los del salón estaban preparando una pequeña fiesta de Navidad. Sería bueno como actividad de integración, pensaron.
Pues sí, en algo tuvieron razón. Todos se repartieron las tareas en orden de lograr una existosa, todos se esmeraron en hacer algo que recordaran por mucho tiempo, después de todo, era su última fiesta juntos como alumnos de último año de preparatoria.
Bueno, se dividieron en grupos de manera que cada uno pudiese trabajar con lo que le sea más cómodo. Había un grupo de decoradores, un grupo que se encargaría de las bebidas y la comida, otro que estaría a cargo del entretenimiento y otro que, como no querían hacer otra cosa, eran los encargados de ir a comprar los materiales que se necesiten. Jimmy estaba en el grupo de los decoradores porque, inesperadmente, era muy bueno con manualidades. Nobuyuki, por otro lado, estaba en el grupo que compraba las cosas, con sus amigos, mientras que Koji había decidido, extrañamente sin su hermano, pertenecer al grupo del entretenimiento.
Llegó el día de la fiesta. Habían acordado que la celebrarían en la tarde, con permiso del director, el cual, desde que transifiró a Koji, no les negaba nada.
El salón estaba irreconocible, en el buen sentido.
Habían sacado los pupitres, cayendo en cuenta de que en realidad, tenían un aula bastante grande, y los habían reemplazado por un improvisado escenario, muchas sillas adornadas con lazos de Navidad, y una mesa larga al final donde estaban la comida y bebidas (que, claro, incluía ponche). Las paredes estaban decoradas con guirnaldas verdes y rojas, junto con algunos copos de nieve hechos de papel. También consiguieron, a duras penas por la exigencia del mismo, una máquina de nieve falsa, que en el momento estaba haciendo su trabajo en una esquina, dándole al aula un ambiente más especial, y un poco más frío. Y por supuesto, había un gran árbol de Navidad, cortesía del director, el cual destacaba por los cientos de luces de clores que colgaron, junto con todos los regalo que habían llevado los alumnos.
Al principio, todos simplemente estaban junto a la mesa de comida, pero en cuanto se hizo cargo el equipo de entretenimiento, todos se relajaron muchísimo.
Todo iba bien, pensó Jimmy. Todos se estaban divirtiendo, se reían de los actos de comedia o cantaban a todo pulmón con los alumnos que se atrevieron a cantar en el escenario.
Sin embargo, el que no aparecía por ningún lado era Koji. Era extraño, si alguno de los gemelos pensaba faltar a la fiesta sería Nobuyuki, no Koji. No el Koji que se había ganado el cariño de todos en tan poco tiempo, y que disfrutaba todos los días como si fuese el último. Y pese a todo, al gemelo menor no se le veía por ningún lado, y hasta Nobuyuki, que había estado en una silla hablando con sus amigos, estaba empezando a preocuparse un poco mientras la fiesta llegaba a su fin.
Cuando todos hubieron intercambiado su regalo con la persona que le tocó, empezaron a recoger sus cosas para irse. Por suerte, Koji le había pedido a Nobuyuki que dejara su regalo en su lugar, ya que tal vez no llegaría a tiempo. Fue una suerte, porque sino Jimmy se hubiera quedado sin regalo. Koji le había dado un termo bastante bonito, de metal y con figuras geométricas que iban desde lo bajo hasta desvanecerse en la mitad, no tan bien envuelto en papel de regalo completamente rojo. Un regalo bastante útil, pero lo raro era que tenía una dedicatoria que decía ¨úsala cuando creas necesario¨ junto a una representación bastante mala de si mismo. Además, comprobó Jimmy, el termo estaba lleno de lo que parecía agua con abundante hielo.
Jimmy no reparó mucho en eso y guardó su termo en su maletín.
A Jimmy, por su parte, le había tocado darle un regalo Nobuyuki, y decidió por darle una elegante navaja rusa que encontró en una tienda de antigüedades. Jimmy no dudó mucho en dársela, sólo pensó que se vería bien en él. Al parecer, a Nobuyuki le gustó bastante y lo buscó para darle las gracias, mientras Jimmy le pedía que lo hiciera en su lugar también para su hermano.
Cuando todos ya se estaban despidiendo, Koji entró por la puerta, empapado de agua, y con un extraño traje de color rojo brillante, que parecía uno de esos cheongsam chinos.
-¡Koji! ¿Dónde estabas? – preguntó un chico, el más cercano a la puerta. - ¿Y por qué estás mojado? Ni siquiera está lloviendo afuera.
-Preparación mental – fue lo único que le respondió.
Mientras todos pensaban en lo que dijo, Koji se movió velozmente, tanto que muchos tardaron en comprender qué pasaba, y sólo golpeó a su hermano.
-¡Hey!
-¡¿Qué haces?!
Nobuyuki, que se había caído y chocado contra la mesa de comida, se tocó el labio que le había partido su hermano y secó un poco de la sangre que le salía.
Parecía muy alterado.
-¿Qué piensas hacer, Koji? – preguntó en el tono más amenazador que todos en el aula habían escuahdo.
-Si tú no vas a hacer nada, lo haré yo – respondió, poniéndose nuevamente en una posición que indicaba que volvería a atacar.
Jimmy, ni nadie, entendía que pasaba. Koji era el chico más educado y dulce de la clase, ¡probablemente hasta del colegio! Y de la nada atacaba a su hermano, con un puñetazo tan fuerte que hizo que la mesa contra la que había chocado Nobuyuki se partiera a la mitad.
Ahora, era turno de Nobuyuki de enfadarse.
-¡Hablaste con ellos! – reclamó gritando, no era una pregunta, era un regaño.
-¡Claro que lo hice! – gritó Koji. - ¡¿Cuándo pensabas decírmelo?!
-¡Nunca! ¡Iba a resolverlo de alguna manera sin que te dieras cuenta, Koji! – aulló mientras se ponía de pie con la ayuda de sus amigos, que miraban preocupados entre los gemelos.
-Koji, creo que este no es el mejor momento para…
-¡No digas nada, Noir! ¡Es asunto de familia!
-¡Cálmate, Koji! – se interpuso Lucian, el delincuente.
-Hay que hablar esto afuera, estás asustando a los demás…
-¡No me importa que los demás se enteren! ¡Por mí, pueden saberlo todo!
-¡Koji, no!
Pero muy tarde, Koji estaba en camino al escenario, tomando el micrófono que todavía no habían guardado los de entretenimiento.
-¡¿Quieren saber por qué me transferí aquí?! – Koji esperó en el silencio de los demás, que tomó como afirmativa. Todos querían saber qué estaba pasando. - ¡Vine porque me dijeron que mi hermano gemelo, el cual no había visto desde la infancia, estaba haciendo el ridículo en una preparatoria en medio de la nada, para no dañarme!
En este punto, todo era extraño. ¿No había visto? ¿Qué todo era fingido?
-¡Koji, este no es el momento! – exasperó Dean.
-¡Es el único momento! ¡Claro que no dejaré que mi hermano pase la eternidad en la miseria por mí! – lloró.
Todo lo que podía sentir Jimmy por Koji, era pena. El chico estaba llorando con todo lo que podía sobre como ahora podía protegerse a sí mismo, que ya no necesitaba nada, y que quería que todo fuese como era antes.
Nobuyuki se fue acercando lentamente al escenario, sujetó el micrófono de las manos de su hermano, y le dio un ligero golpe en la cabeza con él.
- Esto es por el puñetazo – le dijo, dándole una media sonrisa antes de voltearse a los demás.
- Siento todo lo que ha pasado con mi hermano, pero tiene razón. Es mejor que sepan esto por mí y no por otros.
Empezó, primero contando la historia de su familia. Resulta que no eran simples japoneses, eran hijos de un famoso mafioso. Un yakuza, sería el término más adecuado.
- Mis padres tenían poder – explicó. – En sus días.
Los padres de los gemelos habían sido derrocados por uno de sus subordinados, que había convocado algo parecido a un ¨golpe de estado¨. Por suerte, escaparon, y se refugiaron en un departamento muy lejos de allí. Vivieron, los cuatro, una vida no muy cómoda, con el constante peligro de que los rastrearan en cualquier momento.
Lo cual, eventualmente, lograron.
Era un día cualquiera, Nobuyuki tenía un examen de ingreso para un colegio de la zona, y no podía perdérselo. Iba a estar bien aunque dejara de preocuparse tanto, le decía su dulce madre, pues era un niño muy inteligente. Koji, en cambio, se quedaba en casa para ayudar a su madre, o iba con su padre a ayudarlo a buscar trabajo. No era mucho de estudios, y sus padres estaban de acuerdo en que busque lo que lo haga más feliz.
Nobuyuki fue, dió el examen, y regresó contento a su casa, le había ido muy bien. Sin embargo, al llegar, encontró todo desordenado, las paredes ahuecada, las ventanas rotas, y sin su madre.
Después de eso, se enteraron de que su madre había muerto al tratar de huir aquellos que los encontraron. Empezaron a mudarse mucho, a veces hasta dos viajes por año. Su padre estaba destruido, y pronto lo declararon incapaz de cuidar a sus hijos. Los separaron a los dos, a hogares adoptivos diferentes, hasta que escucharon que su padre murió por depresión, unos tres años después. Se encontraron en el funeral y nunca más se volvieron a ver.
Hasta que claro, Koji lo encontró en una escuela en otro continente y decidió seguirlo.
- Algo así fue lo que pasó con nosotros – continuó Nobuyuki, mientras acariciaba la espalda de su hermano, aún llorando sentado en el piso.
Hubo silencio en el aula, no era información fácil de digerir. Tampoco era una historia que sonara realista.
-¿Cómo sabemos que no estás mintiendo? – preguntó alguien débilmente.
-No lo hace.
Todos se voltearon hacia los tres amigos que se habían quedado en la parte de atrás.
-Nosotros somos los hijos de los que quieren que Nobuyuki tome el cargo de su padre – explicó Dean.
-Hace años ya que la facción que hizo el golpe de estado fue destruida – dijo Lucian.
-Todos estos años hemos tratado de convencer a Nobuyuki de que se hiciera cargo – siguió Noir. – Pero temía que, si se hacía cargo, lastimaran a su hermano, a Koji.
Ahora todos miraban a Nobuyuki, incluso Koji.
-Esa era información que no quería que los demás escucharan – conestó Nobuyuki, un poco avergonzado.
-¿Es cierto? – sollozó Koji. - ¿Me lo escondiste porque no querías que me pasara algo? ¿No porque pensabas que no importaba lo suficiente?
-¡No! No, no, Koji – se inclinó Nobuyuki para acercarse a Koji. – Es cierto que pretendí no ser bueno en relativamente nada (no ser bueno en nada puede ser un poco difícil, a decir verdad). Pero tienes que entender. Si alguno nos encontraba, por destacar en algo, nunca me perdonaría si algo te pasara a ti.
Pasó un súbito momento en el que todos en el salón soltaron un pequeño suspiro, algunos de ternura, otros de exasperación.
-Rayos, por eso rompieron la mesa…
-¡Oh vamos, tienes que admitir que eso fue un poco lindo!
-Sólo quiero saber si es seguro para nosotros ahora que sabemos esto…
-Es completamente seguro, chicos – dijo Dean. – Nuestros padres se encaragán de que estén a salvo.
Mientras Nobuyuki y Koji se alzaban, de repente avergonzados porque recordaron lo que acaba de pasar en público, caminaron un poco cabizbajos hacia la puerta, mientras el humor de los alumnos cambiaba un poco de tenso a uno de curiosidad.
Jimmy recordó entonces su termo.
-¡Nobuyuki! – llamó para captar su atención.
El gemelo mayor se detuvo mientras el menor se excusaba para ir al baño primero.
-Ten toma esto – le dijo mientras le entragaba el termo. – Creo que los ojos de Koji están bastante hinchado por el llanto – rió un poco.
-Creo que tienes razón – concordó Nobuyuki. – Hey, una pregunta…
-¿Sí?
-¿Cómo es que no están tan alterados por todo lo que acaban de escuchar?
-Ah…- suspiró Jimmy. – En realidad, esperábamos algo así.
-¿El hecho de que seamos hijos de mafiosos era algo que esperaban? – preguntó Nobuyuki, alzando una ceja.
-No precisamente – respondió Jimmy. – Pero siempre supimos que había algo diferente en ustdes, algo misterioso.
-¿En serio? – suspiró. – Entonces, estoy muy agradecido de haberlos tenido como compañeros, el poco tiempo que tuvimos juntos.
-Yo también – repondió Jimmy, al tiempo que extendía su mano para estrecharla con Nobuyuki. – Sé que ya vamos a acabar el año, pero si necesitas hablar de algo, siempre puedes contar conmigo – sonrió.
Nobuyuki se le quedó mirando un tiempo, estrechándole la mano, antes de responder.
-Gracias, Jimmy – le djo. – Definitivamente lo tomaré en cuenta.


Muchos años después, Jimmy se encuentra en la oficina de su esposo, jefe de una organización que, antes mafiosa, ahora se dedica a ayudar a las personas, Nobuyuki Tsukishiro, mientras recuerda cómo lo conoció y la manera en que, obviamente, se había enamorado a primera vista. Porque, no es por nada que Jimmy se la pasara observándolo cada vez que podía en la ecuela. Cómo, después de la preparatoria, empezaron a salir, para luego mudarse definitivamente a Japón, junto a Koji, con quien atiende a una universidad cercana. Mientras que Nobuyuki, Dean, Lucian y Noir, se encaragn del ahora, negocio familiar.









Una gran aventura

Cuento escrito por   Margory Gianella De La Cruz Conorana


Estela salió temprano contando sus pasos, tal como lo había aprendido esa mañana, enajenada levantaba sus manos junto al viento tratando de alcanzar las nubes. La gente la notaba pasar, como se ve venir a una tormenta a la espera de la calma. Una señora que la miraba no pudo evitar comentarle a su marido la preocupación que le generaría perder de esa manera a su niña, la soledad que conlleva vivir de esa manera.
La desaparición de su hija la tomó con una calma cansada. Fueron muchas las ocasiones en las que tuvo que recorrer las calles de la ciudad buscándola, preguntando a los vecinos por el paradero de Estela. La familia ya agotada de las constantes dificultades que atravesaban con la crianza de la pequeña la había abandonado hace muchos años, sin su padre, quien tampoco contribuyó en su formación.
Sus salidas de exploración formuladas por su mente despierta e hiperactiva la llevaban a numerosas aventuras. Un día estaba luchando junto a los valientes soldados de una conocida guerra civil y otro jugaba a ser la primera persona en pisar la luna. Su imaginación no tenía límites y le permitía escapar de una realidad de la que solo su madre era testigo. Un día decidió llevar a cabo su más grande aventura, conocer cuál es el río más largo de la ciudad. Ver el libro que encontró un día caminando por la iglesia de su casa, le permitió ver que la naturaleza era hermosa e imprevista así como ella, por eso necesitaba verla. Descubrir su comportamiento, su forma de desarrollarse.
A medida que las horas pasaban, empezaba a preocuparse cada vez más. El lugar donde frecuentemente encontraba a la niña estaba vacío. Por más que preguntaba a la gente si la había visto nadie le daba razón de su paradero. Llego la noche y no supo que más hacer, ni la policía pudo encontrarla. El sonido de su nombre llamado a gritos enturbió las celebraciones de ese día. Las festividades de la ciudad no atenuaron la pérdida de una de las personas más querida por todos.

El cuerpo de la niña fue encontrado la mañana siguiente. Parecía dormida, desprovista de todo dolor que debió sentir al momento de su muerte. La madre lloraba sin cesar, recordando que ya nadie más le hablará de sus aventuras ni contará sus pasos. La ciudad no fue ajena a tal desgracia y le rindió un sentido homenaje que no pudo acallar el dolor de la madre.




Dulce  Halloween

Cuento escrito por   Karen Milagros Palacios López


Ella despertó dando un  grito  que se escuchó  hasta el primer piso del edificio. Su mamá corrió hasta su habitación para averiguar qué  le pasaba - nada- contestó  ella. Siempre era la misma respuesta, su mamá ya estaba cansada de escuchar los gritos de su hija cada mañana . Todos los vecinos  se quejaban de los comportamientos de Lucía , sin embargo nadie sabía la cruda realidad que ella  vivía todas las noches. Lucía y su mamá vivían en un departamento  ubicado en los Suburbios, Estados Unidos ,  se mudaron  a esta zona luego de que falleció el padre de Lucía ; las razones de su muerte  siempre fueron un misterio. El calvario de Lucía empezó en el primer halloween que pasó en los Suburbios.  Lucía, todos los años,  en halloween ,  se alquilaba  un gran vestido , gorra  y zapatos . Esa noche , ella salió a las ocho de su casa para pedir dulces  , sin embargo no conocía bien el vecindario  y se desvió por una zona solitaria. A la mitad de  camino , ella  vio  una gran reja, oxidada, y por encima pasaban volando unos cuervos, algunos se quedaban parados sobre las rejas y  otros seguían volando por los aires. Lucía, curiosa, entró y se dio cuenta que estaba en un bosque.   

En medio del bosque  ,  ella   vio un viejo piano ,  se acercó hacia el  y  al abrir la tapa que cubría  las teclas , del piano,  salió volando viejas partituras , eran tres. Lucía  sabía tocar el piano, se animó a utilizar una de las partituras y empezó. Mientras ella tocaba ,  los cuervos  empezaron a pararse sobre el piano, al parecer la melodía que emite  aquel instrumento  les gusto . Lucía se empezó a impresionar de lo que sucedió , ya que no solo los cuervos estaban parados sobre el piano  , sino,  que,  volaban alrededor de ella  formando un círculo. La muchacha  le tuvo  un poco de temor a los cuervos, pensaba que le podían hacer daño en cualquier momento, pero igual siguió tocando el piano.  Sin embargo, ella  perdió el control del piano ,  se empezó a escuchar   una melodía chillosa . Los cuervos sacaron  sus afiladas garras  y lastimaron  a la muchacha . Lucía dio un fuerte grito que se escuchó  por todo el bosque.  Ella logró escapar de los cuervos, pero llegó a un abismo. Lucía  se dio cuenta del peligro que afrontaba;  intentó frenar para no caer, pero  su vestido era tan largo que se tropezó con el y cayó a las profundidades. Ella   sintió  como el aire pasaba por su cara y  todo el peso de su vestido  hizo    que su caída sea  más rápida .


Todo lo que sucedió después,  no lo recordó  , ya que se quedó inconsciente y tuvo  por seguro que iba a morir. Al despertar,  su  vista estaba  nublada, solo vio  que al frente suyo había una  choza,  pequeña  y   abandonada. A sus costados, ella  vio los mismos árboles que estaban en la entrada del  bosque.  Lucía se levantó y se dio  cuenta de dos cosas: primero, sus heridas, hechas por los cuervos, ya no estaban. Segundo, ella no se encontraba por completo en un bosque, ya que estaba parada sobre una pista, parecía una carretera. Ella creyó que ya no estaba en el bosque , pero aún tenía muchas preguntas en su cabeza. Para acabar con sus dudas, Lucía  entró a la choza lo más rápido que pudo por temor a que los cuervos vuelvan. Adentro, ella  se aventuró por cada rincón que encontró y se daba cuenta que la choza se iba extendiendo más conforme caminaba. Lucía  pensó que ya lo habia visto todo, pero no era así. En el segundo piso, ella  escuchó una voz que  salía de un cuarto y que le dijo :  “Vamos, entra, atrévete,  si puedes. “  Lucía entró y se encontró con una mujer que parecía una princesa , por la corona que llevaba. La princesa  portaba  un vestido negro y en su hombro izquierdo estaba parado un cuervo . Lucía,  vio  al cuervo y  retrocedió un paso , ya que  sus mirada era muy penetrante para ella.

La princesa vio  que Lucía estaba intimidada ,  se aprovechó  de eso para llevar a cabo su vil plan. Primero, empezó a caminar  alrededor de Lucía ; pasaba su varita sobre su cara mientras se reía. Luego, empezó a hacerle muchas preguntas:
-       ¿ Quien te ha dado permiso para entrar a mi bosque ? pequeña ingenua- preguntó  ella
-       Nadie, solo entre por curiosidad , no sabía que esto sucedería- respondió Lucía
-       Interesante- respondió la princesa - Sabes qué les pasa a las mocosas como tu cuando se atreven a entrar a mi bosque- dijo ella  con tono más fulminante
-       No lo se - respondió Lucía 
-       ¡ Mueren ! - respondió la princesa. Ella le enseñó  sus uñas  y  lastimó el labio de Lucía con una de ellas.
-       No, no , no me mate - respondió Lucía, estaba apunto de llorar

La princesa  vio  las lágrimas de Lucía caer y  pensó que podía jugar con los sentimientos de aquella joven , logrando manipularla en vez de matarla , le sería más divertido.
-       Bueno, sé que no tienes la culpa de haber entrado al bosque.  A veces,  soy algo torpe  y dejo  la reja abierta - dijo la princesa
-       ¿ En serio? Entonces podré  salir de aquí- dijo Lucía
-        ¡ No ! - respondió la princesa con un tono lleno de burla 
-       ¿ Entonces? -  preguntó Lucía
-       Haremos un pacto- dijo la reina- dime lo que más deseas en la vida y yo misma te  lo daré

Lucía, se quedó pensando por unos minutos , sabía lo que le pediría  a  tan maliciosa mujer. Quizás,   ella  le diría que fue lo que le causó  la muerte a su padre, temía a las consecuencias, pero, era la única solución.

Entonces Lucía le respondió a la princesa :

-       ¿ Por qué murió  mi padre? - dijo Lucía, con tono muy seguro
-       Interesante, pero no te daré la respuesta - respondió la princesa
-        ¡ Que ! - dijo Lucía , muy amarga-  Me prometiste que me concederías cualquier deseo que yo pida- argumento 
-       Tranquila- dijo la princesa ,con una pequeña risa - si te dire  que  le causó la muerte  a tu padre , pero no ahorita. La respuesta te la  enviare a  traves  señales - respondió
-       ¿ Señales? - dijo Lucía
-       Sí, señales.  Por ahora  te regresare a tu casa y no le dirás a nadie lo que vistes en el bosque, lo que pasó  ahorita y mucho menos como llegastes acá, entendido- dijo la princesa
-       Entendido- respondió Lucía

La princesa tomó su varita mágica ,  lo  puso sobre la cabeza de Lucía y la regresó a su casa. Lucía despertó en su cama, ya había amanecido . Ella preguntó  qué tenía la princesa preparado para ella.  Ese mismo día, a la hora del almuerzo,  vio unos  gusanos en la sopa y  empezó a gritar- ¿ Qué sucede? - preguntó su mamá - no ves los gusanos que tiene esta sopa- respondió Lucía- ¿ Qué gusanos? no veo nada  más que  fideos- dijo su mamá. Lucía miró  el plato,  los gusanos habían  desaparecido y  su mamá se dirigió de nuevo a la cocina. En el comedor , Lucía se quedó sola y  pensó que solo se trataba de un susto por lo sucedido en halloween, pero  en la sopa apareció una fecha escrita en sangre que decía : 7 de mayo. Ella casi volvió  a gritar del susto y  solo se tapo la boca , con sus manos,   para que su mama no la escuche llorar.  La fecha en el plato era el día que falleció el papá de Lucía , las señales estaban empezando.

Así fue como empezó una serie de acontecimientos , en la vida de Lucía,  que le trajeron muchas pesadillas y sustos . Primero, fue lo  de la sopa, todos los días era lo mismo. Ella  veía gusanos en el plato que luego desaparecen   de un momento a otro , evitaba gritar , ya que sabía  que su mamá no los vería. Al pasar unos  meses, Lucía  tuvo  una serie de pesadillas, en el cual soñaba que un hombre, disfrazado de la muerte , la perseguía , en  su casa  , con   un hacha,   y al final del sueño este la termina  matando tirándole el hacha en el pecho.

Lucía, todas las mañanas, debido a las pesadillas,   despertaba   dando fuertes gritos . Al año siguiente,  no solo eran pesadillas y gusanos, sino que escuchaba unas  voces. Ella , al principio, no entendía las palabras exactas de esas voces que sonaban en su mente . Al pasar unos  días ,  Lucía empezó a entender  una que otra palabra. Logró identificar que la voz le pertenecía a una mujer y a un hombre en una discusión. Esto era perturbador para ella , en algunos momentos, sobre todo,  cuando estaba en el instituto , ya que no se podía concentrar , sus notas empezaron a bajar. Su mamá se preguntaba que tenía su hija que desde el halloween la notaba muy distinta.

Sin embargo, en  una noche todo cambió , el sueño terminó  diferente a lo que ella se esperaba: todo comenzó igual vio a la muerte, con su  hacha,  en la puerta de su casa, esperándola . Ella lo vio y sintió mucho miedo , las manos le temblaban y sudaban, pero ya cansada de todos los sustos que se estaba llevando , luego del halloween , decidió desafiarlo. Lucía pensó en  quitarle  a la muerte  aquella túnica que  cubría su identidad . Ella corrió contra la muerte, sin embargo  este  se defendió  con su hacha y le hizo  un pequeño corte en el brazo. Lucía se dio  cuenta que no había forma de descubrir su identidad atino a correr lo más rápido que pudo , no pudo entrar a ninguna  habitación para esconderse, todo  estaba con llave. Subió al segundo piso , pero todo estaba cerrado . Lucía ya estaba cansada de que la muerte siempre la asesine en sus sueños. Sintió  que aquella princesa la había engañado y que nunca le dio una señal sobre la muerte de su padre , que todo fue una farsa , para solo darle una lección y que no entrara mas al bosque.

Lucía  subió al techo de su casa, la muerte la alcanzó, como siempre, ya no había más salida , solo morir. Esta se le fue acercando poco a poco , con su hacha, dispuesta a matarla de un solo hachazo hasta que fue interrumpido esto por una misteriosa mujer , que también llevaba un hacha,  quien mato a la muerte. La mujer desapareció de inmediato , saltó  por los techos para escaparse . Lucía, con un poco de miedo, movió el cadáver y descubrió  quién se escondía bajo esa túnica negra , era su padre. Ella, con  lágrimas en los ojos , abrazó al cadáver , hasta que vio que su polo se mancho  de sangre, esto no la asustó, pero  cuando miró de nuevo al cadáver,  ya no estaba. Lucía despertó,  gritando, como todos los días.  Su mamá corrió hasta su habitación para averiguar qué pasaba- nada- contestó  Lucía,  su mamá salió  amarga de la habitación.


Lucía, más calmada ,  se cambió  para irse a la escuela, pero no encontraba sus  zapatos. Ella buscó sus zapatos, debajo de su cama, pero encontró una pala en su lugar, esto la asustó. Lucía escuchó  una voz que le dijo : ¡ Ve al jardín y encontrarás tu respuesta ! Lucía, desesperada, corrió al jardín que estaba a la espalda de su edificio. Ella, en el jardín ,  vio como unos gusanos empezaron a salir de sus zapatos  y en el aire volaban unos cuervos  ; no lo dudo más y   cabo lo más rápido que pudo. Finalmente, luego de cinco minutos, la pala chocó contra algo. Lucía   sacó toda la tierra que lo cubría , era el cuerpo de su papá. Él  sostenía un hacha entre las manos, aún se podían ver manchas de sangre en su ropa. Lucía tenía en su cabeza  muchas interrogantes , pero lo que ella se preguntaba, sobre todo, era: “¿Como el cadáver de papá  puede estar en este jardín si nunca planeamos mudarnos hasta que el murió?”  Los pensamientos de Lucía  fueron interrumpidos por su mamá , quien dio un grito de furia y desesperación en un tono que ella jamás había escuchado. Lucía  empezó   a recordar la voz de aquella mujer que oía en sus pensamientos , desde el año pasado, era semejante a la de su madre , en ese momento. Lucía tuvo un dolor de  cabeza insoportable  , cierra los ojos, sintió  que estaba  volviendo a su último sueño y identifica  a la mujer que mató a la muerte, era su madre.