Translate

domingo, 22 de mayo de 2016

Las elecciones y los derechos laborales



Los desocupados, de Ricardo Carpani



Las elecciones y los derechos laborales
Por Henry Rivas Sucari



“En una sociedad basada en la explotación y la servidumbre, la naturaleza humana se degrada”.

Piotr Kropotkin



Es curioso que en estas elecciones el panorama de promesas se circunscribe al populismo barato, la demagogia estéril y la mentira o la calumnia disfrazada de crítica; no obstante, no se dice nada, en lo absoluto, sobre una reforma positiva al sistema que comprende los derechos laborales de los trabajadores peruanos.

Los adversarios, PPK y Keiko Fujimori, solo discuten sobre pequeñas costuras al modelo neoliberal. Las reformas que proponen, más que mejorar la condición, derecho y dignidad del trabajador peruano, siguen la lógica y filosofía de Alan García y su “cholo barato” con que intentaba, según él, animar a los inversionistas extranjeros.

Por ejemplo, debaten en una forma irrisoria sobre la CTS y el seguro de desempleo. PPK y su equipo proponen el segundo para los nuevos trabajadores. En consecuencia, entonces, el empresario peruano despedirá, paulatinamente, a sus empleados[1] para recontratarlos después con el denominado seguro de desempleo. Este es más barato y  reduce los costos laborales. Por lo tanto, para el equipo de PPK, ese es un incentivo mayúsculo para la empresa privada peruana, ya que, según ellos, los altos costos laborales peruanos alejan las inversiones.

¿Estará enterado PPK o Keiko que el Perú es uno de los países que presenta el mayor número de violaciones sistemáticas a los derechos laborales?[2]  Sí, estamos en la misma categoría, 4, con Nepal, Nigeria, Irán, Irak, Sierra Leona, entre otros. La descripción de esta categoría implica la participación de las empresas privadas y el Estado para no reconocer los derechos laborales de su población.

¿Estarán enterados que en el 2013 seis empresas trasnacionales de confecciones le escribieron al presidente Humala sobre su preocupación debido a que el Decreto Ley 22342 permite la violación sistemática de los derechos de los trabajadores textiles?
Por supuesto que están bien enterados, pero no se manifiestan. Esta norma viola los derechos de libre sindicación, negociar colectivamente, derechos por antigüedad, cobertura médica, retiro, etc. Además, permite a las grandes empresas textiles peruanas emplear operarios por corto tiempo, inclusive a solo  un mes; es decir, ponen en práctica la gran filosofía de desarrollo humano denominada como la del “cholo barato”, patentada por García.

Pero a nuestros candidatos más les importa negociar con los mineros informales o bailar en los programas de televisión basura que proponer medidas contra la explotación de los trabajadores.

No se han pronunciado, tampoco,  sobre la necesidad de una nueva ley sobre las utilidades de las empresas mineras. La ley Yanacocha (como la denominan por el increíble lobby congresal que la hizo aprobar)   limita  a 18 sueldos el derecho de los trabajadores sobre este ingreso. Esta medida no solo es injusta, sino arbitraria. ¿Con qué criterio se limita el derecho del trabajador minero a una plusvalía que le corresponde por su trabajo? ¿Acaso existe o hubo límites de ingreso por regalías a las empresas mineras?

Por ello, creo que es necesaria una nueva ley de reparto de utilidades para los trabajadores mineros. Se ha desvirtuado la misma con el tope de 18 sueldos y la entrega de los remanentes a los gobiernos regionales, esos que construyen estadios en pueblos pequeños o hacen monumentos a la maca.

Pero nuestros políticos son bastante tontos, o demasiado corruptos. No entienden que no existe mejor política que el dinero en los bolsillos de la gente.

Pero eso parece no importarles a nuestros candidatos, cuya preocupación máxima es la tranquilidad y “confianza” de los empresarios.  Por eso, jamás piensan en la “confianza y tranquilidad” del pueblo peruano. No toman en cuenta que los representantes de este sistema, o mayordomos, mejor dicho, como Toledo, García, Ollanta, terminan bajo el desprecio de sus votantes.

Lo peor es que la mayor parte de la población, que no tiene derechos laborales, CTS, vacaciones, etc., votará feliz por alguno de estos dos candidatos, pues cree que los representan. Los  explotados eligen a sus verdugos: la primera, Keiko, representante del gobierno cuya nueva constitución acabó con la estabilidad laboral y las conquistas de los trabajadores que costaron tantas muertes y sacrificios de ilustres peruanos; el segundo, PPK, aquel que apoyaba la denominada Ley Pulpín, que no es otra cosa que una explotación juvenil disfrazada legalmente. 

Esta elección se ha convertido en  una competencia por quién elimina los pocos derechos laborales que quedan. A nuestros candidatos no les importa la salud, la vivienda, la solidaridad, la educación, las vacaciones, el descanso o la participación de utilidades para los trabajadores peruanos. Solo les importa agacharse y ponerse de espaldas a las grandes corporaciones para obtener el favor de su capital. Por ello, las utilidades de las mineras tienen un tope (18 sueldos) para sus trabajadores, pero no para ellos. Y con el sobrante se dona, a veces, a las regiones o localidades para hacer creer que esas obras son la “caridad” de las empresas y no el sudor de sus empleados.

Nuestros candidatos no están interesados en resolver las injusticias de los trabajadores que en las tiendas por departamentos laboran 14 horas y cobrar por 8, porque les están haciendo un favor al darles un empleo.

Por ello, también, no nos sorprende que contribuyan a la idea de colonizar nuestro pensamiento para tomar como normal la idea de que está prohibido formar sindicatos. Y lo aceptamos muy bien, felices, creyendo que nos hacen un favor al enriquecerse con nuestro trabajo, que como decía Marx, es vida, y convertirlo en unas utilidades cuyas plusvalías no nos corresponden, porque hemos aprendido que es “normal” que nos compren la vida de nuestro trabajo por los centavos que nos hacen el favor de regalarnos.

A estos candidatos no les interesa defender los derechos laborales de sus electores ni la salud de su pueblo. No les interesa nada.  Es más, compiten por ver quién es el más fujimorista, y colaboran porque no quede ya un atisbo de dignidad en el trabajador.

Luego, aludirán a que ese eufemismo denominado “colaborador” disfrace su verdadero significado, por el de “esclavitud”, o la nueva categoría creada por García para el aplauso de los corifeos neoliberales, la del “cholo barato”.  

 ¿Cuándo dejaremos de verles la cara a nuestros verdugos para enfrentarnos a ellos, a esos canallas que parasitan al Perú? Yo creo que pronto. La dictadura empresarial ha recobrado su “confianza”, pues cualquiera de sus dos candidatos no moverá un alfiler para defender los derechos laborales; sin embargo, lo que no entienden es que somos la mayoría, y así como los pusimos, los podemos sacar. No en vano vivieron aquí un Vallejo y un Mariátegui, y ese tayta Arguedas que soñaba feliz con un país que rompa los grilletes de la explotación, donde uno pueda vivir feliz  todas las patrias.




[1] Antes se les llamaba “obreros”; luego, “trabajadores”, “empleados”; y ahora “colaboradores”, como eufemismo al concepto de “esclavo”.
[2] Según el Portal de la Confederación  Sindical Internacional, http://www.ituc-csi.org/nuevo-indice-global-de-los?lang=es