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lunes, 18 de junio de 2012

NOCTURNO A SOLANGE[1]



Poema escrito por Henry Rivas






“Toda dificultad eludida  se convertirá más tarde
 en un fantasma   que perturbará nuestro reposo”.
Frédéric Chopin

Desde mis noches ahogadas invoco tu nombre
Solange, refugio en el medio día
Voz hiriente y tersa
Laguna azul, viento violeta.
Solange, en las voces de la noche
En la comprensión de mi débil figura
Estás ahí
Solange,
Nombre suave y etéreo
Tus cabellos rubios  rozan mis mejillas
Juegas a la luz dormida
A los inquietantes desgarros
En mi corazón de difunto
Solange,
No te vayas de mi cuerpo
No desaparezcas con el abominable frío
Escucharemos música, y llorarás hiriente
Con el corazón deshecho,
Pero feliz como solo yo lo he sido.

Nocturno, en los inviernos de Marbella
En las lluvias que ahogan mi garganta
Cómo he querido tu silueta Solange
Acompasada entre la ventana y la muerte
Nocturno entre las teclas del infinito
De lo oscuro y lo funesto
De la revolución sangrienta
Y el amor perdurable
Del amor inocente y la pasión explosiva
Solange,
Nocturno
Frío
Muerte
Amor,
No te apartes jamás de mi cuerpo
No te desvanezcas entre los compases del viento
Nuestras lágrimas están empapadas de  música
De tiempo
Y la cruel enfermedad
Y agonía
Solange
Dulce niña
Nocturno
Piano
Dios
Y el infinito que no se conmueve
Con esta melodía dedicada
A un gran amor
Y la apostura estridente del invierno y el frío
A la apostura siniestra con que te espera la muerte. 


[1] En su lecho de muerte, Chopin no recibió a George Sand, solo a Solange, quien le acompañó en los últimos momentos de febril agonía.

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