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miércoles, 19 de agosto de 2020

LA ÉPICA HISTÓRICA EN LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO

   

Por Miguel Gonzales Corrales



La gran Literatura vive siempre a partir de la condición humana de la descripción de una problemática que es humana.

 

                                                                                                                 Mario Vargas Llosa



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PREÁMBULO

  La trayectoria de Mario Vargas Llosa en muy amplísima, la cual no voy referir, puesto que es harto sabido por sus lectores en cuanto a los aspectos biográficos, sociales y literarios que se le conoce. Sin embrago, apelar a lo enteramente literario es abarcar un concepto de estudios vastos como lo han hecho críticos y especialistas de sus obras, empezando por José Miguel Oviedo, José Luis Martin, Wolfgag Luchting (1). Lo más resaltante que se percibe en la escritura de sus obras literaria, sea novelas, cuentos, ensayos y teatro, es una sola vertiente: el lenguaje claro y directo que maneja a través de sus historias y personajes que hilvanan la realidad juiciosa que puede dar a conocer.  Más que las historias mismas, está el tratamiento del lenguaje que se combina mucho con el espacio temporal que ayuda a dar vida a sus personajes que se ven envueltos en una realidad específica. Este tratamiento tiene su origen desde sus cuentos: El desafío, El hermano menor, El abuelo, Día domingo. A lo largo de la producción literaria de VLL, esos dos elementos han sido fuertemente arraigados en todos sus libros. Sino, véase el enfoque con el que trata «El pez en el agua», donde cuenta su dedicación apasionada, esa alternancia de tiempos: la niñez/juventud y la adultez. Esos parámetros insertos en su literatura le han dado frutos para poder desarrollar una obra rica en temas reales de compromiso social como siempre ha defendido y forjar enmarañadas historias como «La casa verde», «Conversación en la Catedral», «La guerra del fin del mundo» y «Paraíso en la otra esquina», sus novelas más complejas que ha escrito hasta la actualidad.

            Más allá de admirar e imbuirse por las técnicas novedosas de los escritores europeos de comienzos del siglo XX (2) las cuales los escritores de La nueva novela americana imitaron, se rescata el uso del lenguaje y VLL cuando se refiere al Perú de la cual siempre quiso ocuparse, muestra esa faceta que lo hace especifico. No obstante, su literatura, en general, abunda en recursos temáticos e investigativos de una realidad que lo absorbe y le dejan un legado de obras de regular voluminosidad cuyo factor fundamental es, justamente, el excesivo manejo lingüístico que posee y le hace escribir novelas enormes. Una de estas, es justamente «La guerra del fin del mundo», que en mi opinión, es la más bella representación del ideal romántico teniendo en cuanta una estructura aventurezca (3), tal como lo dice en 1981 en una entrevista que le hicieron Federico de Cárdenas y Peter Elmore: «Creo que Antonio Conselheiro me ofreció la oportunidad de escribir una novela de aventuras, algo que siempre quise hacer» (Coaguila, p. 128) que lo lleva al límite de la imaginación y las distintas formas de aventuras que tienen sus protagonistas en sus vidas pasadas, todo un icono de repertorio  novelado que hace de la historia una aventura épica por las guerra final que es un devenir trágico, que también se desprende y deduce del título.

            Por lo tanto, mencionar la narrativa de «La Guerra del Fin del Mundo» es conocer desde dentro la intromisión ficticio-histórico que nos lleva a una época de 1897 a 1899 donde el conflicto entre lo rústico=habitantes de Canudos y la modernidad=la Republica nos va a conmover y odiar una especie de colonización en la que los invasores imponen sus decisiones para implantar sus deseos, aun tiranizando a los caídos. Una historia que tiene su génesis en el extenso ensayo «Los Sertones» de Euclides da Cunha y que Vargas Llosa con su capacidad de narrador, pienso, desde mi punto de vista, al margen de los hechos históricos que se literaturiza, escribió una gran novela.

 

LA ÉPICA LITERARIA

El tema de la épica como fondo en asuntos de narrativa, poesía o teatro es un recurso literario que ha venido desde tiempos antiguos cuando se escribió en Mahabarata (4). Las diferentes hazañas que realizan los personajes hacen que la obra literaria tenga una riqueza única dentro de la trama, pues, incluyendo su fábula, la hacen fundamental para que dicha obra sea apreciada y requerida por el lector que al final es quien aprecia la literatura, sea el texto y la creatividad del autor. En el caso de «La guerra del fin del mundo» (LGFM) muestra una riqueza contextual, no por la voluminosidad del texto de casi 600 páginas, sino por el tratamiento que su autor le da a la obra. El lenguaje es fundamental, pues desde la primera línea nos envuelve con la descripción precisa del Antonio Vicente Mendes Maciel, conocido por todos como el Cosejero o Conseheiro; así nos introduce Vargas Llosa en la novela: «EL HOMBRE era alto y tan flaco que parecía siempre de perfil. Su piel era oscura, sus huesos prominentes y sus ojos ardían como fuego perpetuo.». (ob. Cit, La guerra…, pág. 9). «Y en Bahía surgía el sombrío anacoreta, los cabellos crecidos hasta los hombros, la barba descuidada y larga, la cara como una calavera, la mirada fulgurante, monstruoso en su hábito azul de brin americano, sosteniéndose en el clásico bastón en que se apoya el paso tardo de los peregrinos…» (ob. cit. Los sertones, pág. 106), nótese la semejanza de la descripciones. Una entrada a la novela para darnos a entender la actitud de un hombre endiosado por la más ignorante gente que lo creía un profeta. Incluso, este personaje misterioso alude si podrán llegar a salvo y con bien a 1900. Esa perspectiva, este avance de la novela, descrito literariamente nos da a comprender, además, la magnitud de los que estará por venir. El Conselheiro es un tipo idealizado por todos, incluso por el mismo narrador omnisciente que le da todas las facultades de un profeta en la tierra, un cristo brasileño que no es crucificado, pero que adquiere las mismas características que el profeta hebreo. Entonces, a partir de allí nos enfrascamos en una variedad de historias que nos harán ver y comprender los diferentes personajes que estarán presentes a lo largo de la historia hasta la masacre en Canudos. Leemos que el tiempo alterno, las anacronías, tienen una riqueza buena en descripciones de  los parajes de Brasil, en el poblado de Bahía, donde generalmente se da los hechos. Lo épico se da a lo largo de la novela en la invasión de Canudos para poblarla y someter a sus habitantes a la modernidad de la República. Esa es la trama de toda la historia. Esto se culmina con las descripciones de algunos lugares en la región donde muchos de sus personajes vivieron y que son una influencia del libro de Da Cunha cuando hace una ardua descripción de la geografía y clima de la región en las primeras 70 páginas del libro (5). Vargas Llosa toma los ejemplos de «Los sertones» para aumentar las descripciones del espacio que ocupan sus personajes en una historia poco conocida, incluso para la época en la que se publicó el libro, (1981). Pero generalmente se aborda por menores de la historia y como fueron los asuntos específicos, las truculencias que envolvieron a los políticos, incluyendo la intervención del periodista miope quien quiere averiguar los acontecimientos que los militares traman para invadir la región de Canudos. Incluso, en las  muchas meditaciones que el conselheiro Antonio solia hacer en Los sertones, tiene incertidumbre del futuro: «Ha de llover una gran lluvia de estrellas y ahí será el fin del mundo. En 1900 se apagarán las luces. Dios dijo en el Evangelio: yo tengo un rebaño que anda fuera del corral y es preciso que se reúnan porque hay un solo pastor y un solo rebaño». (Da Cuunha 113). El subrayado es mío y como se nota, de aquí Vargas Llosa toma esta parte para dar incluso el título a su novela. Estos elementos encontrados aumentan los motivos  por qué esta novela es épica.

            En el libro «Los sertones» se describe al Conselheiro como un hombre solo. Si leemos como los llamados Maciéis eran gente que vivía por los alrededores de los sertones de Quixeramobim (Da Cuunha, p.101) se percibe la osadía de esta gente brava y activa y tanta es su gran presencia que poco a poco van llegando a Canudos familias y gente que quiere estar al amparo de él «A diario llegaban a Canudos tres, cinco, diez familias o grupos de peregrinos con sus minúsculos hatos de cabras y sus carretas…» (Vargas Llosa, p. 87). Tal es el recurso que imita Vargas Llosa cuando lo describe en la novela: un hombre también solo, pero que nada lo quiebra, tanto así, que al final de la historia da a entender que tampoco se lo atrapa, pues el asesino Joao Abade, cuando le preguntan los soldados por el Conselheiro, él responde, de modo intrigante, los siguiente: «—Lo subieron al cielo unos arcángeles— dice chasqueando la lengua—. Yo los vi.», es decir, que tampoco se lo puede atrapar porque de alguna manera su temple no se ve resquebrajado por la invasión de los republicanos quienes de ningún modo podrán atraparlo para apresarlo o hacer escarnio de él; lo mismo en el capítulo final de Da Cunha «De dos líneas»: «Obsérvese la ampliación en el pasaje de lo singular y anatómico (el crimen y la locura investigados mas no encontrados en el cráneo de Antonio Conselheiro) hacia el colectivo y social», de alguna manera las semejanzas en el final son acordes con la historia verdadera de lo que fue la vida del Conselheiro Tal como se menciona en «Los sertones» y esta especie de apostolado que tiene Antonio, una suerte de delincuentes y gente de mal vivir que de alguna manera, como dice el texto de Da Cunha: «Los hechos criminales que refiere no son más que episodios casi permanentes de la vida turbulenta de los sertones. Parecidos a otros mil que muestran con evidencia la prepotencia sin freno de los patrones de las aldeas y la pecaminosa explotación a que someten a la bravura instintiva del sertanejo.»  (Da Cunha, 101). El escritor arequipeño aprovecha esta fuente increíble de gente para crear a personajes únicos en la novela, seres especiales que acompañan al Conselheiro en todos sus preparativos para enfrentar la revuelta que se viene en contra de la Republica que viene a instaurar sus bases y que ellos no lo permitirán, pues Antonio prefiere vivir en la miseria con las personas que se siente cómo y con ello arrastrar a los demás que le creen a ciegas. Esta forma paupérrima de vida que afrontan ellos y que al final los va a llevar a la masacre, es una obsesión y fanatismo de la gente por el pensamiento crédulo que le tiene por fe y religiosidad por defender su libertad de la condena que sufrirían si la Republica impusiera sus leyes; pues, muchos son asesinos y criminales que serían juzgados inevitablemente. Toda esa gama de personajes que secundan la labor de su maestro son el resultado de la ignorancia con la que se lucha a ciegas sin saber un porvenir óptimo para ellos. Solo sabemos que en sus vidas míseras nunca hubieran logrado adaptarse a una sociedad con leyes y ordenes que seguir porque en su existencia libertaria en los sertones, sus borracheras, asesinatos, prostitución, etc, son una manera de vivir al libre albedrío y una República no encajaría correctamente en sus vidas, ya que sus costumbres son más nómades que ordenadas. Antonio se vale de esto para tener el apoyo de ellos y darles la paz que quisieran tener en un mundo menos corrupto que el de vivir con libertad en las pampas de los sertones. Esta es la idea fundamental de la novela, basada en la ideología del Antonio Conselheiro que describe Da Cunha. Esta idea bárbara, pero que ofrece libertad, trata de difundirla Vargas Llosa para que se note las injusticias de los colonizadores y diferenciar la historia de gente simple que solo quiere vivir en paz, pero se defiende ante la amenaza voraz de los Republicanos que quieren conquístar todo para enriquecerse y tener más fundos donde explotar a más gente iletrada. Por eso hay una enorme diferencia entre los personajes que repercuten en la labor de la historia, siguiendo de cerca las ideas soñadoras del Conselheiro. Así tenemos a un incondicional León de Natuba, un alfeñique deforme y con una cabellera tan grande que apenas se le ve el rostro. Es tan fiel a Antonio que no lo deja en ningún momento, lo atiende, incluso hasta en sus necesidades más básicas, desde la comida hasta la defecación cuando su maestro no puede valerse por sí solo. Los asesinos Joao Abade y Joao Grande quienes en sus vidas pasadas tuvieron asesinatos con gente de mal vivir. Antonio los encuentra y los exhorta a llevar una vida mejor. Ambos son como sus alguaciles que comandan a todo el grupo de habitantes en Canudos. Horacio quien ayudaba a todos a quienes podía, Antonia Sardelinha, una mujer que ejerció la prostitución y ahora tenía una pequeña tienda. El Idiota, un muchacho que sufría de retraso mental y era fiel compañero del León de Natuba. La Barbuda, una mujer alta y fuerte que tenía bellos alrededor de la cara y estaba metida en todo lo relacionado a la vida social de Canudos. Caifás, un hombre que gustaba conversar mucho y avisar los chismes que sucedían en todo el poblado. El Beatito, un adolescente religioso que siempre inculca la bondad de Dios a todos. Rufino quien era un hombre que indagaba entre Canudos, María Quadrado, una mujer salida de los bajos estratos sociales; y los Republicanos quienes querían obtener cualquier información para terminar pronto con la invasión a Canudos. Entre otros personajes menores que acompañan las decisiones religiosas y opositoras a la República. Otro personaje convenenciero es el Varón de Caña Brava, quien busca tener más tierras y fundos para aumentar sus propiedades, el periodista Miope quien trata de buscar información para divulgar los pretextos de la gente de Canudos del por qué no quieren acceder a la Republica y buscará información que beneficie a los del Gobierno quienes buscan expandir el territorio brasileño. El coronel Moreira César y los demás militares que acompañan la enmienda y el contraataque con los pobladores de Canudos. Esta polaridad de elementos nos hacen percibir, según lo que se describe en la novela, una contienda entre buenos= habitantes de Canudos, religión, Dios / contra malos=Republica, militares, Demonios. Todo esto provocará la guerra del fin del mundo, pues el Apocalipsis se acerca y no habrá Dios que salve a nadie. De este modo se puede entender el pensamiento de Antonio el Conselheiro, un profeta que muchos lo creen divino.

          Otro aspecto resaltante en la novela vargasllosiana es el elementos el mito y lo político. Ya el propio Vargas Llosa lo dijo, al referirse a su obra y su temática: «Si algo quiere demostrar esta novela es el fracaso de las ideología, explicar el fenómeno, individual o social.» (Coaguila, p. 128), son elementos que reflejan la política que él quiere dar a conocer. En lo referente al mito tiene un fondo de leyenda al retratar elementos tan literarios, propios, a veces de la Edad Media, como lo testifica el propio autor: «En el fondo, era una defensa de una cultura hecha de fanatismo religioso, de tradición, de cosas como los romances caballerescos. Privarlos de todo de todo eso es como convertirlos en zombis», (Coaguila, p. 132), como iba diciendo, entonces, esa fusión de la religiosidad y la creencia que Antonio es una especie de Cristo brasilero que los llevara por el bien común rumbo a un paraíso. Este aspecto también se lee en el libro de Da Cunha (6) según las descripciones como lo aclara  el escritor arequipeño, Antonio Conselheiro es un fanático religioso que trata de adquirir poder divino ante gente ignorante, olvidada del resto del mundo en un lugar tan primitivo y abandonado como los sertones, que le creen todo lo relacionado al fin del mundo y el apocalipsis que se asoma. Por esta razón, Antonio le dice que Dios está con él y que le ha pedido que la salve de la destrucción del mundo que ellos conocen. Obviamente, estas razones se deducen de toda la novela, por eso el Conselheiro no hace nada porque se siente un ser sobrenatural y todos lo respetan, lo admiran y es intocable para el resto de gente. Es una lucha entre el poder que quiere aniquilar a quienes tienen una condición humana deplorable y que, obviamente, perderán lo que nunca supieron que traería la Republica, solo se dejaron llevar por su ignorancia para que al final todo acaba para ellos.  Sin embrago, ese aspecto social que es retratado en la novela entre los dos bandos, cuyo final tiene una lucha cruenta, se ve retratado por un fanatismo religioso que tiene un vínculo con Dios y que su profeta (el Conselheiro) aprovecha para que Dos le dé un poder en la tierra y pueda enfrentar a los Republicanos de quienes él sabía cómo eran, pero no había otro modo de convencer a la gente de los sertones que a través del mito de la religión y que supo inculcarles de un modo tan verídico que no hubo como eludir sus palabras, pues con Dios nadie podía enfrentarse: «Predicaba con rauca voz, sin moverse, sobre los temas de siempre, la superioridad del espíritu, las ventajas de ser pobre y frugal, el odio a los impíos y la necesidad de salvar a Canudos para que fuera refugio de justos» (Vargas Llosa, p. 87). Estas líneas retratan exactamente la mentalidad de Antonio, un ser que expresaba muy bien sus ideas para convencer a toda es horda de personas que tuvieron en sus vidas sucesos delictivos y de miseria extrema. Implícitamente en el texto se halla la referencia al mito, aludiendo que el mito es un hecho fantástico que tiene relación con dioses y la humanidad y que exagera. Aun el mismo Vargas Llosa dice al respecto cuando se le pregunta si creo personajes fabulosos, a lo que responde: «… Entonces, la ficción es ficción, es mentira, es trampa, no es documento real. La verdad de la ficción llega a través de la mentira que es la forma narrativa» (Coaguila, p. 130). Entonces, LGFM es una novela de ficción que se rige por los cánones de la investigación del libro de Da Cuhna (7), pero dentro de la temática, todo es ficción, invención y exageración, en algunos casos de lo que expresa como novela de aventuras y que sigue la línea de una novela del siglo XIX, pues su estructura, aunque no la cronológica, pues tiene muchas alteraciones temporales, nos sugiere un esquema novelado propio de otro tiempo como él lo dice: «… las dificultades de escribir de gente no peruana, que no hablaba mi idioma, que no era de mi época que vivía en un contexto histórico que no solo podía conocer por libros… es una historia que cubre tantos años, un verdadero chisporroteo de personajes que no acaban nunca» (Coaguila, p. 138). Que mejor entendimiento de lo que estoy analizando que las palabras del propio autor.

     Por lo tanto, los hechos que, yo pienso, la hacen una novela épica tanto por sus recursos literarios  como por el manejo del tiempo espacio y lenguaje, así por lo que el propio Vargas Llosa fue diciendo de su obra, son los elementos que a mi parecer he ido desentrañando. Solo queda leer de un modo apasionado una novela llena de aventuras y conflictos sociales de unas personas que vivieron en un tiempo difícil y que fueron tratados de modo literario como alguna vez lo hicieron Tolstoi con «Guerra y paz» o Víctor Hugo en «Los miserables». La semejanza literaria de las novelas mencionadas queda ya dicho.

 

EL TRANSFONDO HISTÓRICO

Como se entiende, cada documento histórico tiene la finalidad de desentrañar el pasado, y cuando se quiere novelarlo requiere de investigación. En LGFDM, es válido entender «Los serones» de Euclides da Cunha. Este documento es el pilar de donde se forma la génesis de esta novela de dimensiones titánicas cuyo compendio establece la revuelta de Canudos en contra de los Republicanos quienes quieren expandir el gobierno brasileño. En palabras del propio Vargas Llosa, explica: «La ideología que puede explicar una zona de la realidad, pero nunca agotar la totalidad en ella, que es compleja, sutil, imprevisible» (Coaguila, p. 129). Es evidente que el autor para explorar todas las posibilidades de la historia y sus entramados tuvo que recurrir a las entrañas de las ideas que originaron y sedujeron a Antonio Masiel para hacer lo que hizo para oponerse a los Republicanos. «El heroísmo tiene en los sertones tragedias espantosas para siempre perdidas. No hay quien las describa. Surgen de una lucha que significa la insurrección de la tierra contra el hombre. Al principio éste reza, con los ojos puestos en la altura. Su primer amparo es la fe religiosa» (Da Cunha, p. 89), entonces nos percatamos que los sertones forman una estadía y estrategia para la guerra. Es innegable que la historia real entre adecuadamente en la historia épica de la novela. Todo el texto de «Los sertones» es una explicación amplísima de las características de cada sector y zona que pertenece a la región de Bahía a finales del siglo XIX, con detalles históricos que se remontan a siglos pasados y esas características se encuentran en la novela de la que estoy hablando, Vargas Llosa explica: «La geografía es rigurosamente fiel. Esa región la he estudiado y visitado, verificado cada uno de los sitios. He procurad ser muy fiel en las descripciones, porque uno de los encantos de la región es su paisaje absolutamente personal, donde hay una enorme austeridad que tiene mucho que ver con las doctrinas de Antonio» (Caoguila, pp. 132,133), entonces, la novela para que se muestre más épica todavía, al margen de la misma historia y la fastuosidad de sus personajes, es el geográfico y los lugares donde trascienden los hechos son fundamentales, puesto que le dan más vida a la trama en las regiones por donde nacen y viven los protagonistas, sobre todo, aquellos que acompañan al Conselheiro. Es decir, la novela aborda todos los aspectos que se desprenden de la obra de Da Cunha como una guía fiel para que la narración sea completa; el autor no se imagina un mundo imaginario de los sertones, ya que él mismo los conoce personalmente para que la historia sea historia tal como se retrata en el libro «Los sertones». Después de todo, la finalidad de la  novela son varios puntos que se han venido tratando por partes, en este estudio. Desde el inicio, hasta el final de lo que he indagado y por cada segmento textual del que hablo, los hechos se entrecruzan para relatarnos las hazañas de los pobladores, los Republicanos, los personajes fieles a Antonio, la guerra que lleva al desenlace de la novela y la geografía del espacio donde se desarrolla la historia. De uno u otro modo, todo esos elementos son como ramificaciones que van como una corriente por todos los puntos que se lo mire y, aun así, la historia perdura para ser leída como un todo solamente dentro del conflicto de Canudos vs Republicanos.

  Otro factor que preocupó a Vargas Llosa fue la elaboración del Coronel Moreira César, al respecto dice: «… el Coronel Moreira César- he tratado de ser lo más fiel posible a su historia real. Pero incluso en su caso, que es el que más documentos ha dejado, el elemento de la imaginación, de difamación o de exaltación ha entreverado la  realidad con la ficción» (Coaguila, p. 132), como se entiende, Vargas Llosa tuvo que hallar otros documentos dejados por él para entender mejor las campañas que solo se mencionan el libro «Los sertones», como por ejemplo: «No era la acción severa de las leyes, era la venganza. Diente por diente. Por esos aires aún flotaba el polvo de Moreira César, quemado.» (Da Cunha, p. 357); «En ella se levantaban las mejores viviendas, algunas de tejas y piso superior y entre éstas la de Antonio Vila-Nova, donde días antes se habían encontrado restos de municiones de la columna Moreira César.» (Da Cunha, p.365); «Esa herrería pobre del sertón tenía una bigornia lujosa, del más fino acero fundido en Essen 336, uno de los cañones tomados a la expedición Moreira César.» (Da Cunha, p. 367). Además, Vargas llosa agrega sobre otros personajes: «Mucho más, por cierto,  en el caso de Antonio y sus lugartenientes. He sido fiel a los nombres de Joao Abade, Joao Grande, María Quadrado, el beatito.» (Coaguila, p. 132). Incluso hay una descripción del León de Natuba tal como aparece el LGFM: «La greña, demasiado crecida, le ocultaba la frente estrecha y fugitiva; el rostro, donde el prognatismo era acentuado, desaparecía en el espeso de la barba. Parecía una máscara inmunda. Llegó tambaleándose. El paso claudicante, la cabeza lanuda, la cara oculta, la nariz chata sobre los labios gruesos, entreabiertos por los dientes torcidos y salidos, los ojos pequeñitos…» (Da Cuhna, p. 355). Ahora veamos las descripciones en la novela y nótese las semejanzas entre el personaje real y el ficticio: «NACIÓ con las pernas muy cortas y la cabeza enorme de modo que los vecinos de Natuba pensaron  que sería mejor para él y para sus padres que el Buen Jesús se lo llevara… le pusieron León tal vez por burla, seguramente por la inmensa cabeza que, más tarde, como para dar razón a los bromistas, se cubría en efecto por tupidas crenchas que le tapaban las orejas y zangoloteaban con sus movimientos. O, tal vez,  por su manera de andar animal sin duda alguna, apoyándose a la vez en los pies y en las manos…» (Vargas Llosa, pp. 94,95). En toda la novela se leen estas semejanzas con lo descrito en el texto de Da Cunha.

  Ahora, se notará la parte fundamental entre las descripciones de Antonio Mendes Massiel, el Conselheiro. La historia de este personaje tan real como ficticio a la vez. Pues ese en el inicio de la novela se ve la detallada descripción del personaje, así como su pensamiento que es el tema fundamental de la guerra de Canudos descrito en «Los sertones». Todas las proezas y hazañas que hace el Conselheiro por reunir un grupo de gente criminal y paupérrima son fuentes reales que el autor de  LGFM recrea de una manera detallada que emplea páginas y páginas para mostrarnos ese mundo fanático e inquisitivo de Antonio. Cuando se refiere a esa vida miserable que lleva a toda esa gente que vive en Canudos, al respecto de Antonio, Vargas Llosa dice lo siguiente: «Esa era la vida que defendía el Conselheiro y lo apoyaron bandoleros, campesinos, vaqueros. En el fondo era una defensa de una cultura hecha de fanatismo religioso, de tradición, de cosas como los romances caballerescos. Privarlos de todos esto era convertirlos como zombis.» (Coaguia, p. 132).  La idea esta clara y mencionar los aspectos del Conselheiro en la obra de Da Cunha es realmente amplísima, lo que el autor arequipeño realiza en el plano ficcional. En el libro de «Los sertones» se menciona como los Massiel eran una familia de vándalos y de reyertas con mucha gente: esa es la procedencia del Conselheiro. Sufre huidas desde muy joven (10 años) y padece miserias en los alrededores de los grandes sertones de Bahía por donde deambula y es perseguido y encarcelado por asuntos de fanatismo y exorcismo que dizque realizaba y alrededor de los 30 años comienza a adoptar la figura con la que se lo conoce, como predicador, y llega a Canudos: «cara muerta, rígida como una máscara, sin mirada y sin sonrisa; párpados caídos, ojeras profundas; y la ropa tan singular; y su aspecto repugnante, de desenterrado, dentro de la túnica tan ancha como una mortaja negra; y los largos cabellos lacios cayendo sobre los hombros enmarañándose en los pelos duros de la barba descuidada que le llegaba hasta la cintura.» (Da Cunha, p. 110), esta descripción es fundamental pues cuando se ve el dibujo que tiene como presentación de la novela, se ve a un personaje con estas características. Además, cotejemos con la novela: «El hombre era alto y tan flaco que parecía siempre de perfil. Su piel era oscura, sus huesos prominentes y sus ojos ardían con fuego perpetuo. Calzaba sandalias de pastor y la túnica morada que le caía sobre el cuerpo…era imposible saber su edad, su procedencia, su historia, pero algo había en su facha tranquila, en sus costumbres frugales, en su imperturbable seriedad…» (Vargas Llosa, p. 9). Y así muchas referencias entre «Los sertones» y LGFM por las semejanzas de lo histórico  novelado.

  Otro aspecto fundamental es el histórico Canudos, que desde mi punto de vista, esta descripción que leí en los sertones resume todo: «Canudos, lugar escogido por Antonio Conselheiro como su centro de operaciones. Causaba dolor ver puestos a remate, en las ferias, extraordinarias cantidades de ganado vacuno, caballar, caprino, etcétera, además de otros objetos, por precios irrisorios, hasta casas y terrenos. El anhelo era vender, conseguir algún dinero e ir a compartirlo con el Santo Conselheiro.» (Da Cunha, p. 121). Obviamente la referencia de Canudos es fundamental para el desarrollo de la historia, pues sin Canudos no habría planeado tanto conflicto en contra de los Republicanos. Este pueblo grande que es un marco referencial para toda la historia de la novela, prácticamente, es el enlace fundamental de todo, pues la región de Canudos es amplia y abarca un territorio imprescindible para la expansión del Brasil como país: «Canudos, viejo establecimiento de ganado a orillas del Vaza-Barris, en 1890 era una tapera de cerca de cincuenta ranchos de palo-a-pique … Así es que antes de la llegada del Conselheiro, el oscuro lugarejo ya tenía, como la mayoría de los que yacen desconocidos por nuestros sertones, muchos gérmenes de desorden y crimen. Cuando aquél llegó, en 1895, estaba en plena decadencia: los campos abandonados, los ranchos vacíos, y en lo alto de una explanada del cerro, destejada, reducida a sus paredes externas, la antigua residencia señorial, en ruinas... Su interesante topografía se amoldaba para la imaginación de aquellas simples gentes al primer escalón, amplio y alto, de su subida a los cielos. . . (Da Cunha, pp.120, 121) esta es la forma poética que Vargas Llosa emplea, no en un episodio en el que se centra, sino, a lo largo de la historia, hasta el final, incluso cuando termina la masacre, y no se sabe nada del Coselheiro, ese tinte de muerte, se ve embellecido por el lenguaje dándole un toque sobrenatural, mágico, humano y lindo de leer.

     Al fin y al cabo, como apunta Gerard Génétte, todo hecho histórico, cuando pasa al plano de la ficción, personajes, lugares y hechos, se vuelven ficticios. Así es que, «La guerra del fin del mundo», es una magistral obra literaria, digna de pertenecer al baluarte de las mejores obras de la literatura mundial.

 

LA ESTRUCTURA TEXTUAL

Como ya he mencionado, una de las formas enriquecedoras de la novela es el manejo lingüístico que de ella se desprende al leer, pues su excesiva estructura gramatical se centra en las enormes descripciones y los innumerables diálogos de los personajes que pareciera nunca acabar. Para una redacción sin interrupciones de tres años de trabajo (8) el esfuerzo del lenguaje es titánico para contar una historia página tras página y detallar todo los hechos que sufrió la guerra de Canudos. Es por tal razón, que un elemento fundamental para iniciar esta cuarta parte de mi trabajo es el discurso literario. Como bien he estado explicando el aspecto lingüístico nos lleva por varias formas de trabajo al entender las distintas historias en distintos planos de espacio que nos enseña quienes fueron sus personajes. Por eso Van Dijk reconoce lo siguiente: «… una gramática del texto puede solo dar cuenta de ciertas propiedades lingüísticas (“gramaticales”) del discurso y no de aquellas estructuras como las retoricas y las narrativas que requieren de descripciones en términos y reglas de categorías de otras teorías. Emplearemos el término “estudios discursivos” para referirnos al campo entero de la investigación sobre el discurso, que incluye la lingüística del texto, la estilística, la retórica, etc.». Como se entiende, Van Dijk, para un discurso literario, se requiere del elemento lingüístico. LGFM, justamente hace una extraordinaria forma narrativa, no con un estio canónico que requiere de la cronología en una historia de un principio a un final. No. Aquí, como es conocido en el escritor arequipeño, apela a las técnicas literarias que vienen desde «La casa Verde» y «Conversación en la Catedral», algo de ello también hay en «Lituma en los Andes». Toda esa estructura espacio temporal (anacronías) se confluye con el aspecto de la investigación, es decir: Prosa + Investigación= Discurso literario. Entonces, esta novela explora con su verborrea toda la amalgama de complejos mundos individuales ligados a tiempos distintos y desembocar en el clímax narrativo que es la masacre de Canudos. La historia no cobraría su fin último si no tiene como elemento primordial la investigación sobre los hechos históricos de la obra que refiere y describe muy bien Euclides da Cunha. Todo esos elementos que dan origen a un gramática cargada de elementos descriptivos, como prosopopeyas, cronografías, antítesis, hipérbole, metáforas, entre los elementos retóricos y usuales en la narrativa, nos conlleva a ampliar su campo de lectura en una obra monumental que para muchos será difícil de leer, pero centrándose en la historia mismas basado de un hecho anterior en Brasil, podría acomodarse a los moldes de un lector más atento.

            Otro elemento fundamental en la novela son los actos del habla en el contexto pragmático del lenguaje. Muy bien lo define Van Dick cando explica: «Una de las tareas principales de la  pragmática es la de señalar las condiciones bajo las cuales cada tipo de habla es adecuado… la satisfacción es que cada persona haga algo y que el resultado y/o las consecuencias de ese resultado sean idénticas a las que el agente quería causar con su hacer.» (Van Dijk, pp. 59,60).  Es evidente que en todo este plano de los actos del habla son las consecuencias de los Republicanos por gobernar hasta la región de Canudos y que los opositores, la gente que apoya al Conselheiro, no daría su brazo a torcer así soporten las peores formas de repelerlos, lo que llevo a la cruenta batalla de Canudos, al final de la novela.  Justamente lo que dice Van Dick se asocia a este contexto, pues para que haya esa satisfacción de la que habla, debe haber un contexto social que identifique a las personas protagonistas de lo sucesos que se narran. Además, a esto se suma los innumerables diálogos de los personajes, que asociados al entendimiento e ideas de lo que escribió Da Cunha y que Vargas Llosa supo ordenar para referir inquietudes republicanas, fanatismo religioso de Antonio, los delincuentes que apoyan al Conselheiro, el periodista miope que se sumerge en la corrupción de los medio de prensa que apoyan el poder (la Republica) y las descripciones que hace de cada personaje basado en las ideas del libro de «Los sertones». Esta confluencia de elementos, en los actos del habla, son precisos en LGFM. A esto completamos con los macroactos del habla, pues, según Van Dick, son elementos, formas de hablar que conlleva a otros menores que tengan relación en su linealidad de comprensión. Es claro que en la novela de Vargas Llosa hay esa concatenación que nos guía a través de los diferentes diálogos a secuencias que nos harán entender por qué la historia va a tener un trágico final, una masacre. Así, nos proporcionará semánticamente, lo que su autor nos da a entender con su novela sea como texto literario, como aporte a la sociedad o como una forma de entender un hecho histórico que marcó la tentativa entre el poder y la debilidad que tiene una sociedad en el mundo y, en especial, lo que aconteció en Canudos. Ya Vargas Losa dio un indicio de esto último que digo: «Si algo quiere demostrar la novela es el fracaso de las ideologías, al explicar el fenómeno humano, individual o social (Coaguila, p. 129).

          Otro aspecto es los mitos que se tocan en la historia y que está implícito: La idea del fin del mundo. Toda esta realidad se presenta especifícame en la ideas que Antonio, el Conselheiro, quien inculca a la gente que le rodea acerca de los malos=demonios que son aquellos que vienen acabar con el mundo y la vida que conocen. Entonces, en este aspecto tocamos el punto del mito basado en el fin del mundo y las preguntas constantes que se hace el Consejero si llegarán con bien para 1899 o para el año 1900. Piensa que no llegaran y que su fin está cerca, pues la masacre que intuye se aproxima y no lo deja en paz, pues motivar, sugestionar y hacer ver a la gente que lo apoya que el fin se acerca y que habrá que luchar contra lo que se viene, pues Dios así lo quiere; estas inquietudes el Conselheiro las asume de un modo tremendo y tan vividos que no los deja de exhortar con sermones grandilocuentes que los demás aceptan. A partir de este punto, en la fábula del relato, se encuentra el punto mítico:

 

Dios=Yahvé

 

                                                                      Conselheiro=Jesús        

                                                         

                                      Personas de Canudos=seguidores

 

Como se observa el esquema la presencia de Dos está en todo y se tiene a su profeta quien es enviado para anunciar el fin del mundo. En toda esta temática se observa la similitud bíblica de Yahvé, Jesús y sus seguidores. Toda esa presencia hebrea se retoma en la gente que vive en Canudos, como si fuera el pueblo judío en el pasado. Toda esta referencia es la formación que Conselheiro emplea para atemorizar a su gente y no haya obstáculos que le permitan que no le hagan caso. Como Jesús, Antonio no hace nada, solo sus allegados se encargan de atenderlo: el León de Natuba que es una especie de Pedro y el Beatito, alguien así como Juan. El símil está dado en estos personajes que indefectiblemente es difícil de obviar. Todo esto es tal como Nortthor Frye lo apunta en su libro «Anatomía  de la crítica», sobre las imágenes apocalípticas: «El mundo apocalíptico, el cielo de la religión, presenta, en primer lugar, las categorías de la realidad, según las formas del deseo humano tal como están indicadas por las formas que asumen bajo la acción de la civilización humana». La respuesta está aquí, en esta parte de la trama de la novela, puesto que todo lo que se conoce de Jesús muy bien lo sabía el Conselheiro, pero toda la gente que vivía en Canudos solo sabían de Jesús, mas no los detalles que se leen en los Evangelios. Entonces, la vida de Jesús y la religión inmiscuida, propios de la civilización humana de aquellos tiempos de finales del siglo XIX, son conocidos, metidos en nuestra existencia, lo que esas personas aceptan con normalidad, asumirlo en su vida actual, ya que para ellos, Antonio, el Conselheiro, es la llegada de Jesús en estos tiempos malsanos para salvaros. Según la novela, Antonio predicaba cerca del templo cada tarde (9) para toda su gente y así ellos estén más cerca del catolicismo, según se lee la novela: «El consejero predicaba cada atardecer desde un andamio del templo. A Canudos le aguardaban pruebas más duras, no había que dejarse derrotar por el miedo, el Buen Jesús ayudaría a los que tuvieran fe. Un tema frecuente seguía siendo el fin del mundo… Era eso lo que indicaban las palabras de la Biblia. “¡No vine a establecer la armonía! ¡Vine a atizar un Incendio!”» (Vargas Llosa, p.85). Esta explicación es muy clara y similares a ella se ven en toda la novela de una forma u otra.  Pero esta religiosidad exagerada, que llena de miedo a los pobladores de Canudos, que en su ignorancia no saben discernir con claridad, lo que los lleva a creer todo lo que les dice el Conselheiro, aceptan que todo será una realidad y que habrá que luchar contra todo. Por eso Antonio cuando pide diligencias para la guerra que se avecina contra los que impondrían la República, obedecen sin protesta. Así nos percatamos, que la religión católica, en este caso, es un pretexto para hacer realidad esa guerra que Antonio hace creer, pues él no desea a la Republica porque sabe lo que eso significa y jamás toleraría que nadie trastorne la paz que siente de su libre albedrío. Es decir, que su ideología política, su conservadurismo y su pensamiento socialista lo emplea para utilizar a la gente sin esperanza y accedan a lo que él les pida, pues contra la religión, que es sagrada, nadie puede ni siquiera ofender. Y si esas enmiendas vienen de un ser santo, que mejor que sentirse bendecido por colaborar con Dios. Como se observa, la novela es enteramente política por donde se la quiera mirar. Es decir, que el tema épico, como novela de aventura, tiene su funcionalidad y trasfondo histórico centrado en la política. Y todo eso lo logra, como ya antes mencioné, con el exquisitez del manejo del lenguaje, pues su estética la hace imprescindible para retratar a personajes y descripciones.

     Y para terminar esta parte analizaremos la función estructural del texto. Si sabemos que el manejo lingüístico es muy exigente en todo la historia, es merecedor hacer un esquema general de los modos actanciales en su estructura interna. Esto nos lleva a entender hacia qué direcciones van los personajes como modelos en la historia y saber quiénes son los que pueden ser héroes y antihéroes como en toda historia épica. Para tal razón se empleará un esquema actancial dado por Greimas (10).

 

  Remitente                       Objeto                                    Destinatario

   Antonio                          Defender Canudos                 Pobladores de Canudos, fieles al Conselheiro.

  El conselheiro                

 

 

Ayudante                           Sujeto                                    Oponente

La religión (Fanatismo)   Libertad                          La República (Gobierno, Militares, periodismo)

 

      

       Entonces, en el discurrir de la historia los ejes centrales según la trama de tan inmenso relato queda establecida del siguiente modo. Una visión heroica para una novela épica.  

                                          

APUNTE FINAL  

«La guerra del fin del mundo», en consecuencia, es una novela que reafirma la capacidad  narradora del Vargas Llosa. Se entiende que una historia real acaecida en cualquier tiempo y época puede ser reescrita con la novedades que la narratología ofrece en un futuro cercano o lejano; esa es la riqueza de la literatura, que a través del lenguaje pude funcionar cualquier forma y estilo de contar historias, ya sean cortas o extensas. Se comprende que el arte literario fusiona todos los requerimientos necesarios para escribir, siempre y cuando se posea el ordenamiento y las pautas de una historia que busque enriquecer lo ignorado, es decir, la literatura nos puede mostrar sucesos y hechos que se desconocen en cualquier rincón del mundo, pero los hallazgos y posibilidades que puede encontrar un escritor, cualquiera sea su procedencia, hace que en la lectura de sus obras aprendamos lo que la historia, a veces, nos oculta,  por circunstancias inciertas, y entendamos hechos más específicos e ilustrativos que nos muestren temas interesantes, como es el caso de la guerra de Canudos, en un Brasil de finales del siglo XIX, en las pampas de los sertones de Bahía y que ahora es más abierto a su difusión. Esa es la riqueza de la literatura cuando se advierte que se pueden hallar temas de escritura desbordantes de magia, fantasía y grandeza en sus historias.

          De este modo, la literatura, nos enseña, una vez más, que a través de lo envolvente del lenguaje las grandes obras literarias marcan un hito en la historia de la literatura mundial. Algunas obras de este tipo son bien promocionadas por autores conocidos; en otros casos, un lector encuentra novelas tan escondidas y refugiadas en el olvido que las casualidades hace que uno encuentre una buena novela histórica y aun así perviva ese encuentro con el pasado; solamente es asunto de llegar a esas buenas obras que deben estar desperdigadas por alguna librería o en estantes empolvados. Es así, que «La guerra del fin del mundo» nos mueve en ese ambiente que lo puramente literario nos seduce y enseña el valor que tiene leer una obra maestra.

 

   

 NOTAS

1. Wolfgag Luchting cuando inicio a investigar las primeras novelas del Nobel Peruano como «La ciudad y los perros» en traducción Alemana, creyó que se trataba de un escritor barbón, de fachas de dandy, con cabello largo y algo extravagante. Sin embargo, cuando lo conoció por primera vez se sorprendió al ver a una persona pulcra en todo su aspecto. Entonces, pensó que las obras no reflejan exactamente la presencia y formación culta de un escritor.

2. Los escritores del boom copiaron las técnicas espacio temporales de escritores como Joyce, Kafka, Proust. Sin embargo, Vargas Llosa puso bastante énfasis en realizar un acopio por elaborar un lenguaje perfecto que lo llevó a especificar su labor como escritor, por ende, uno observa detalles propios de la personalidad cuando describe sus personajes en relación a él: Odría, las injusticias del Jaguar, defender las ideas del Conselheiro Antonio, plantear sin diferencia las ideas de Flora Tristán, acometer el desafío de Pichulita Cuéllar ante su emasculación, acceder que don Anselmo creara la Casa Verde, presumir que las ideas de Roger Casement sean las correctas ante su fusilamiento injusto, explicar sin pudores lo que les sucedió a Marito y Julia, describir las apetencias desaforadas de Odilia o los episodio reveladores del periodismo limeño. En todo ello repercute ese lenguaje claro y persistente de contarlo todo. Por ello, Vargas en alguna oportunidad mencionó en el diario «El País» en febrero de 2018 que uno de sus escritores a quien admiraba fue Pablo Neruda, quien en su Canto General» alude en su lenguaje poético, sin eufemismos, a la realidad americana. Lo mismo realiza él en sus novelas.

3. Como se sabe la novela termina con la destrucción del pueblo de Canudos, con esa masacre y muchas muertes. Pero lo aventurezco está en el tratamiento que el autor le da a la vida histórica que tuvieron los personajes. Es decir, la riqueza radica en la trama misma y en los nombres cuya historia está detrás de los personajes.

4. Hoy en día, se suele pensar que la Épica es un género literario. Sin embargo yo no pienso eso. Tan mal es tratado el asunto de la épica que solo es un tema dentro de la historia de las hazañas heroicas que tienen los personajes. No se puede comparar la épica con toda la amplitud que tuene un género literario que abarca los elementos como la narrativa, lírica y drama con sus respectivas especies literarias. Por lo tanto, la épica no puede confundir sus especies con la epopeya y prosopopeya que figuran dentro de los recursos estilísticos. De ahí la diferencia que explico, por lo que la épica no puede ser Género, aun cuando muchos textos, mal informado aluden a ello.

5. La edición que tengo a la mano consta de 410 páginas, incluyendo notas, glosario y cronología.

6. Véase la notoriedad con que lo describe Da Cunha, como un religioso, fanático y creyente para la época: «Por el contrario, lo fortaleció. Era el profeta, el emisario de las alturas, transfigurado por el lado estupendo, pero adscripto a todas las contingencias humanas, pasible del sufrimiento y de la muerte, y con una función exclusiva: mostrar a los pecadores el camino de la salvación». Claro está que en el tiempo de la publicación del libro, 1902, no existían iglesias de otras religiones como hoy en día.

7.  «Ahora son todos personajes de ficción para mí…» (Ob. Cit. Coaguila, p.132).

8. «Comencé a escribirla en 1977, en un pisito de Churchill College, en Cambridge y la terminé a finales de 1980» (Ob. Cit.  CUETO, Pamela, OROZCO ZUMARÁN, Mariano).

9. Incluso, Vargas Llosa cuando viaja al mismo pueblo de Canudos, toma algunas fotografías de las casas y del templo pequeño de cal blanca donde solía predicar el verdadero Antonio Masiel.

10. Información extraída del libro de Tito Cáceres «Análisis de texto literarios». Dicho tipo de estudio lo aprendí cuando estuve en la Universidad de San Agustín cursando Literatura. Particularmente, me interesó esta forma  de análisis para estudiar textos literarios, lo cual me ayudó a entender mejor las historias planteadas por los autores en relación a la puesta  de sus personajes y comprender las imágenes que de ellas se pueden desprender en la lectura.

 

BIBLIOGRAFÍA

CÁCERES CUADROS, Tito, (2005, julio), Análisis de textos literarios, Editorial UNSA, Arequipa, Perú.

COAGUILA, Jorge, (1997) Mario Vargas Llosa entrevistas escogidas, entrevista por Federico de Cárdenas y Peter Elmore: “La guerra del fin de Mario Vargas Llosa (1981), Fondeo editorial cultura peruana, Lima Perú.

CUETO, Pamela, OROZCO ZUMARÁN, Mariano, (2011), MVLLL, Biografía de un Nobel, Editorial septiembre, Lima-Perú.

DA CUHNA, Euclides, Los sertones, Biblioteca Ayacucho, Venezuela. Prólogo, notas y cronología, Walnice Nogueira Galvao.

FRYE, Nortthor (1957), Anatomía de la crítica. Monte Ávila Editores, Caracas, Venezuela.

VAN DIJK, Teun, (1980) Estructura y funciones del Discurso, Siglo Veintiuno editores, Madrid, España.

VARGAS LLOSA, Mario, (1985), La guerra el fin del mundo, Seix Barral, Barcelona, España.

    

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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