Por Miguel Gonzales Corrales
La gran Literatura vive siempre a partir de la
condición humana de la descripción de una problemática que es humana.
Mario Vargas Llosa
PREÁMBULO
La trayectoria de Mario Vargas Llosa en muy
amplísima, la cual no voy referir, puesto que es harto sabido por sus lectores
en cuanto a los aspectos biográficos, sociales y literarios que se le conoce.
Sin embrago, apelar a lo enteramente literario es abarcar un concepto de
estudios vastos como lo han hecho críticos y especialistas de sus obras,
empezando por José Miguel Oviedo, José Luis Martin, Wolfgag Luchting (1). Lo
más resaltante que se percibe en la escritura de sus obras literaria, sea
novelas, cuentos, ensayos y teatro, es una sola vertiente: el lenguaje claro y
directo que maneja a través de sus historias y personajes que hilvanan la
realidad juiciosa que puede dar a conocer.
Más que las historias mismas, está el tratamiento del lenguaje que se
combina mucho con el espacio temporal que ayuda a dar vida a sus personajes que
se ven envueltos en una realidad específica. Este tratamiento tiene su origen
desde sus cuentos: El desafío, El hermano menor, El abuelo, Día domingo. A lo
largo de la producción literaria de VLL, esos dos elementos han sido
fuertemente arraigados en todos sus libros. Sino, véase el enfoque con el que
trata «El pez en el agua», donde cuenta su dedicación apasionada, esa
alternancia de tiempos: la niñez/juventud y la adultez. Esos parámetros
insertos en su literatura le han dado frutos para poder desarrollar una obra
rica en temas reales de compromiso social como siempre ha defendido y forjar
enmarañadas historias como «La casa verde», «Conversación en la Catedral», «La
guerra del fin del mundo» y «Paraíso en la otra esquina», sus novelas más
complejas que ha escrito hasta la actualidad.
Más allá de admirar e
imbuirse por las técnicas novedosas de los escritores europeos de comienzos del
siglo XX (2) las cuales los escritores de La nueva novela americana imitaron,
se rescata el uso del lenguaje y VLL cuando se refiere al Perú de la cual
siempre quiso ocuparse, muestra esa faceta que lo hace especifico. No obstante,
su literatura, en general, abunda en recursos temáticos e investigativos de una
realidad que lo absorbe y le dejan un legado de obras de regular voluminosidad
cuyo factor fundamental es, justamente, el excesivo manejo lingüístico que
posee y le hace escribir novelas enormes. Una de estas, es justamente «La
guerra del fin del mundo», que en mi opinión, es la más bella representación
del ideal romántico teniendo en cuanta una estructura aventurezca (3), tal como
lo dice en 1981 en una entrevista que le hicieron Federico de Cárdenas y Peter
Elmore: «Creo que Antonio Conselheiro me ofreció la oportunidad de escribir una
novela de aventuras, algo que siempre quise hacer» (Coaguila, p. 128) que lo
lleva al límite de la imaginación y las distintas formas de aventuras que
tienen sus protagonistas en sus vidas pasadas, todo un icono de repertorio novelado que hace de la historia una aventura
épica por las guerra final que es un devenir trágico, que también se desprende
y deduce del título.
Por lo tanto, mencionar
la narrativa de «La Guerra del Fin del Mundo» es conocer desde dentro la
intromisión ficticio-histórico que nos lleva a una época de 1897 a 1899 donde
el conflicto entre lo rústico=habitantes de Canudos y la modernidad=la
Republica nos va a conmover y odiar una especie de colonización en la que los
invasores imponen sus decisiones para implantar sus deseos, aun tiranizando a
los caídos. Una historia que tiene su génesis en el extenso ensayo «Los
Sertones» de Euclides da Cunha y que Vargas Llosa con su capacidad de narrador,
pienso, desde mi punto de vista, al margen de los hechos históricos que se
literaturiza, escribió una gran novela.
LA ÉPICA LITERARIA
El tema de la épica como fondo en asuntos de narrativa, poesía o teatro
es un recurso literario que ha venido desde tiempos antiguos cuando se escribió
en Mahabarata (4). Las diferentes hazañas que realizan los personajes hacen que
la obra literaria tenga una riqueza única dentro de la trama, pues, incluyendo
su fábula, la hacen fundamental para que dicha obra sea apreciada y requerida
por el lector que al final es quien aprecia la literatura, sea el texto y la
creatividad del autor. En el caso de «La guerra del fin del mundo» (LGFM)
muestra una riqueza contextual, no por la voluminosidad del texto de casi 600
páginas, sino por el tratamiento que su autor le da a la obra. El lenguaje es
fundamental, pues desde la primera línea nos envuelve con la descripción
precisa del Antonio Vicente Mendes Maciel, conocido por todos como el Cosejero
o Conseheiro; así nos introduce Vargas Llosa en la novela: «EL HOMBRE era alto
y tan flaco que parecía siempre de perfil. Su piel era oscura, sus huesos
prominentes y sus ojos ardían como fuego perpetuo.». (ob. Cit, La guerra…, pág.
9). «Y en Bahía surgía el sombrío anacoreta, los cabellos crecidos hasta los
hombros, la barba descuidada y larga, la cara como una calavera, la mirada
fulgurante, monstruoso en su hábito azul de brin americano, sosteniéndose en el
clásico bastón en que se apoya el paso tardo de los peregrinos…» (ob. cit. Los
sertones, pág. 106), nótese la semejanza de la descripciones. Una entrada a la
novela para darnos a entender la actitud de un hombre endiosado por la más
ignorante gente que lo creía un profeta. Incluso, este personaje misterioso
alude si podrán llegar a salvo y con bien a 1900. Esa perspectiva, este avance
de la novela, descrito literariamente nos da a comprender, además, la magnitud
de los que estará por venir. El Conselheiro es un tipo idealizado por todos,
incluso por el mismo narrador omnisciente que le da todas las facultades de un
profeta en la tierra, un cristo brasileño que no es crucificado, pero que
adquiere las mismas características que el profeta hebreo. Entonces, a partir
de allí nos enfrascamos en una variedad de historias que nos harán ver y
comprender los diferentes personajes que estarán presentes a lo largo de la
historia hasta la masacre en Canudos. Leemos que el tiempo alterno, las
anacronías, tienen una riqueza buena en descripciones de los parajes de Brasil, en el poblado de
Bahía, donde generalmente se da los hechos. Lo épico se da a lo largo de la
novela en la invasión de Canudos para poblarla y someter a sus habitantes a la
modernidad de la República. Esa es la trama de toda la historia. Esto se
culmina con las descripciones de algunos lugares en la región donde muchos de
sus personajes vivieron y que son una influencia del libro de Da Cunha cuando
hace una ardua descripción de la geografía y clima de la región en las primeras
70 páginas del libro (5). Vargas Llosa toma los ejemplos de «Los sertones» para
aumentar las descripciones del espacio que ocupan sus personajes en una
historia poco conocida, incluso para la época en la que se publicó el libro,
(1981). Pero generalmente se aborda por menores de la historia y como fueron
los asuntos específicos, las truculencias que envolvieron a los políticos,
incluyendo la intervención del periodista miope quien quiere averiguar los
acontecimientos que los militares traman para invadir la región de Canudos.
Incluso, en las muchas meditaciones que
el conselheiro Antonio solia hacer en Los sertones, tiene incertidumbre del
futuro: «Ha de llover una gran lluvia de estrellas y ahí será el fin del
mundo. En 1900 se apagarán las luces. Dios dijo en el Evangelio: yo tengo
un rebaño que anda fuera del corral y es preciso que se reúnan porque hay un
solo pastor y un solo rebaño». (Da Cuunha 113). El subrayado es mío y como se
nota, de aquí Vargas Llosa toma esta parte para dar incluso el título a su
novela. Estos elementos encontrados aumentan los motivos por qué esta novela es épica.
En el libro «Los sertones»
se describe al Conselheiro como un hombre solo. Si leemos como los llamados
Maciéis eran gente que vivía por los alrededores de los sertones de
Quixeramobim (Da Cuunha, p.101) se percibe la osadía de esta gente brava y
activa y tanta es su gran presencia que poco a poco van llegando a Canudos
familias y gente que quiere estar al amparo de él «A diario llegaban a Canudos
tres, cinco, diez familias o grupos de peregrinos con sus minúsculos hatos de
cabras y sus carretas…» (Vargas Llosa, p. 87). Tal es el recurso que imita
Vargas Llosa cuando lo describe en la novela: un hombre también solo, pero que
nada lo quiebra, tanto así, que al final de la historia da a entender que
tampoco se lo atrapa, pues el asesino Joao Abade, cuando le preguntan los
soldados por el Conselheiro, él responde, de modo intrigante, los siguiente:
«—Lo subieron al cielo unos arcángeles— dice chasqueando la lengua—. Yo los
vi.», es decir, que tampoco se lo puede atrapar porque de alguna manera su
temple no se ve resquebrajado por la invasión de los republicanos quienes de
ningún modo podrán atraparlo para apresarlo o hacer escarnio de él; lo mismo en
el capítulo final de Da Cunha «De dos líneas»: «Obsérvese la ampliación en el
pasaje de lo singular y anatómico (el crimen y la locura investigados mas no
encontrados en el cráneo de Antonio Conselheiro) hacia el colectivo y social»,
de alguna manera las semejanzas en el final son acordes con la historia
verdadera de lo que fue la vida del Conselheiro Tal como se menciona en «Los
sertones» y esta especie de apostolado que tiene Antonio, una suerte de
delincuentes y gente de mal vivir que de alguna manera, como dice el texto de
Da Cunha: «Los hechos criminales que refiere no son más que episodios casi
permanentes de la vida turbulenta de los sertones. Parecidos a otros mil que
muestran con evidencia la prepotencia sin freno de los patrones de las aldeas y
la pecaminosa explotación a que someten a la bravura instintiva del
sertanejo.» (Da Cunha, 101). El escritor
arequipeño aprovecha esta fuente increíble de gente para crear a personajes
únicos en la novela, seres especiales que acompañan al Conselheiro en todos sus
preparativos para enfrentar la revuelta que se viene en contra de la Republica
que viene a instaurar sus bases y que ellos no lo permitirán, pues Antonio
prefiere vivir en la miseria con las personas que se siente cómo y con ello
arrastrar a los demás que le creen a ciegas. Esta forma paupérrima de vida que
afrontan ellos y que al final los va a llevar a la masacre, es una obsesión y
fanatismo de la gente por el pensamiento crédulo que le tiene por fe y
religiosidad por defender su libertad de la condena que sufrirían si la
Republica impusiera sus leyes; pues, muchos son asesinos y criminales que
serían juzgados inevitablemente. Toda esa gama de personajes que secundan la
labor de su maestro son el resultado de la ignorancia con la que se lucha a
ciegas sin saber un porvenir óptimo para ellos. Solo sabemos que en sus vidas
míseras nunca hubieran logrado adaptarse a una sociedad con leyes y ordenes que
seguir porque en su existencia libertaria en los sertones, sus borracheras,
asesinatos, prostitución, etc, son una manera de vivir al libre albedrío y una
República no encajaría correctamente en sus vidas, ya que sus costumbres son
más nómades que ordenadas. Antonio se vale de esto para tener el apoyo de ellos
y darles la paz que quisieran tener en un mundo menos corrupto que el de vivir
con libertad en las pampas de los sertones. Esta es la idea fundamental de la
novela, basada en la ideología del Antonio Conselheiro que describe Da Cunha.
Esta idea bárbara, pero que ofrece libertad, trata de difundirla Vargas Llosa
para que se note las injusticias de los colonizadores y diferenciar la historia
de gente simple que solo quiere vivir en paz, pero se defiende ante la amenaza
voraz de los Republicanos que quieren conquístar todo para enriquecerse y tener
más fundos donde explotar a más gente iletrada. Por eso hay una enorme
diferencia entre los personajes que repercuten en la labor de la historia,
siguiendo de cerca las ideas soñadoras del Conselheiro. Así tenemos a un
incondicional León de Natuba, un alfeñique deforme y con una cabellera tan
grande que apenas se le ve el rostro. Es tan fiel a Antonio que no lo deja en
ningún momento, lo atiende, incluso hasta en sus necesidades más básicas, desde
la comida hasta la defecación cuando su maestro no puede valerse por sí solo.
Los asesinos Joao Abade y Joao Grande quienes en sus vidas pasadas tuvieron
asesinatos con gente de mal vivir. Antonio los encuentra y los exhorta a llevar
una vida mejor. Ambos son como sus alguaciles que comandan a todo el grupo de
habitantes en Canudos. Horacio quien ayudaba a todos a quienes podía, Antonia
Sardelinha, una mujer que ejerció la prostitución y ahora tenía una pequeña
tienda. El Idiota, un muchacho que sufría de retraso mental y era fiel
compañero del León de Natuba. La Barbuda, una mujer alta y fuerte que tenía
bellos alrededor de la cara y estaba metida en todo lo relacionado a la vida
social de Canudos. Caifás, un hombre que gustaba conversar mucho y avisar los
chismes que sucedían en todo el poblado. El Beatito, un adolescente religioso
que siempre inculca la bondad de Dios a todos. Rufino quien era un hombre que
indagaba entre Canudos, María Quadrado, una mujer salida de los bajos estratos
sociales; y los Republicanos quienes querían obtener cualquier información para
terminar pronto con la invasión a Canudos. Entre otros personajes menores que
acompañan las decisiones religiosas y opositoras a la República. Otro personaje
convenenciero es el Varón de Caña Brava, quien busca tener más tierras y fundos
para aumentar sus propiedades, el periodista Miope quien trata de buscar
información para divulgar los pretextos de la gente de Canudos del por qué no
quieren acceder a la Republica y buscará información que beneficie a los del
Gobierno quienes buscan expandir el territorio brasileño. El coronel Moreira
César y los demás militares que acompañan la enmienda y el contraataque con los
pobladores de Canudos. Esta polaridad de elementos nos hacen percibir, según lo
que se describe en la novela, una contienda entre buenos= habitantes de
Canudos, religión, Dios / contra malos=Republica, militares, Demonios. Todo
esto provocará la guerra del fin del mundo, pues el Apocalipsis se acerca y no
habrá Dios que salve a nadie. De este modo se puede entender el pensamiento de
Antonio el Conselheiro, un profeta que muchos lo creen divino.
Otro aspecto resaltante
en la novela vargasllosiana es el elementos el mito y lo político. Ya el propio
Vargas Llosa lo dijo, al referirse a su obra y su temática: «Si algo quiere
demostrar esta novela es el fracaso de las ideología, explicar el fenómeno,
individual o social.» (Coaguila, p. 128), son elementos que reflejan la
política que él quiere dar a conocer. En lo referente al mito tiene un fondo de
leyenda al retratar elementos tan literarios, propios, a veces de la Edad
Media, como lo testifica el propio autor: «En el fondo, era una defensa de una
cultura hecha de fanatismo religioso, de tradición, de cosas como los romances
caballerescos. Privarlos de todo de todo eso es como convertirlos en zombis»,
(Coaguila, p. 132), como iba diciendo, entonces, esa fusión de la religiosidad
y la creencia que Antonio es una especie de Cristo brasilero que los llevara
por el bien común rumbo a un paraíso. Este aspecto también se lee en el libro
de Da Cunha (6) según las descripciones como lo aclara el escritor arequipeño, Antonio Conselheiro es un fanático religioso que trata de adquirir
poder divino ante gente ignorante, olvidada del resto del mundo en un lugar tan
primitivo y abandonado como los sertones, que le creen todo lo relacionado al
fin del mundo y el apocalipsis que se asoma. Por esta razón, Antonio le dice
que Dios está con él y que le ha pedido que la salve de la destrucción del
mundo que ellos conocen. Obviamente, estas razones se deducen de toda la
novela, por eso el Conselheiro no hace nada porque se siente un ser
sobrenatural y todos lo respetan, lo admiran y es intocable para el resto de gente.
Es una lucha entre el poder que quiere aniquilar a quienes tienen una condición
humana deplorable y que, obviamente, perderán lo que nunca supieron que traería
la Republica, solo se dejaron llevar por su ignorancia para que al final todo
acaba para ellos. Sin embrago, ese
aspecto social que es retratado en la novela entre los dos bandos, cuyo final
tiene una lucha cruenta, se ve retratado por un fanatismo religioso que tiene
un vínculo con Dios y que su profeta (el Conselheiro) aprovecha para que Dos le
dé un poder en la tierra y pueda enfrentar a los Republicanos de quienes él
sabía cómo eran, pero no había otro modo de convencer a la gente de los
sertones que a través del mito de la religión y que supo inculcarles de un modo
tan verídico que no hubo como eludir sus palabras, pues con Dios nadie podía
enfrentarse: «Predicaba con rauca voz, sin moverse, sobre los temas de siempre,
la superioridad del espíritu, las ventajas de ser pobre y frugal, el odio a los
impíos y la necesidad de salvar a Canudos para que fuera refugio de justos»
(Vargas Llosa, p. 87). Estas líneas retratan exactamente la mentalidad de
Antonio, un ser que expresaba muy bien sus ideas para convencer a toda es horda
de personas que tuvieron en sus vidas sucesos delictivos y de miseria extrema.
Implícitamente en el texto se halla la referencia al mito, aludiendo que el
mito es un hecho fantástico que tiene relación con dioses y la humanidad y que
exagera. Aun el mismo Vargas Llosa dice al respecto cuando se le pregunta si
creo personajes fabulosos, a lo que responde: «… Entonces, la ficción es
ficción, es mentira, es trampa, no es documento real. La verdad de la ficción
llega a través de la mentira que es la forma narrativa» (Coaguila, p. 130).
Entonces, LGFM es una novela de ficción que se rige por los cánones de la
investigación del libro de Da Cuhna (7), pero dentro de la temática, todo es
ficción, invención y exageración, en algunos casos de lo que expresa como
novela de aventuras y que sigue la línea de una novela del siglo XIX, pues su
estructura, aunque no la cronológica, pues tiene muchas alteraciones
temporales, nos sugiere un esquema novelado propio de otro tiempo como él lo
dice: «… las dificultades de escribir de gente no peruana, que no hablaba mi
idioma, que no era de mi época que vivía en un contexto histórico que no solo
podía conocer por libros… es una historia que cubre tantos años, un verdadero
chisporroteo de personajes que no acaban nunca» (Coaguila, p. 138). Que mejor
entendimiento de lo que estoy analizando que las palabras del propio autor.
Por lo tanto, los hechos que,
yo pienso, la hacen una novela épica tanto por sus recursos literarios como por el manejo del tiempo espacio y
lenguaje, así por lo que el propio Vargas Llosa fue diciendo de su obra, son
los elementos que a mi parecer he ido desentrañando. Solo queda leer de un modo
apasionado una novela llena de aventuras y conflictos sociales de unas personas
que vivieron en un tiempo difícil y que fueron tratados de modo literario como
alguna vez lo hicieron Tolstoi con «Guerra y paz» o Víctor Hugo en «Los
miserables». La semejanza literaria de las novelas mencionadas queda ya dicho.
EL TRANSFONDO HISTÓRICO
Como se entiende, cada documento histórico tiene la finalidad de
desentrañar el pasado, y cuando se quiere novelarlo requiere de investigación.
En LGFDM, es válido entender «Los serones» de Euclides da Cunha. Este documento
es el pilar de donde se forma la génesis de esta novela de dimensiones
titánicas cuyo compendio establece la revuelta de Canudos en contra de los
Republicanos quienes quieren expandir el gobierno brasileño. En palabras del
propio Vargas Llosa, explica: «La ideología que puede explicar una zona de la
realidad, pero nunca agotar la totalidad en ella, que es compleja, sutil,
imprevisible» (Coaguila, p. 129). Es evidente que el autor para explorar todas
las posibilidades de la historia y sus entramados tuvo que recurrir a las
entrañas de las ideas que originaron y sedujeron a Antonio Masiel para hacer lo
que hizo para oponerse a los Republicanos. «El heroísmo tiene en los sertones
tragedias espantosas para siempre perdidas. No hay quien las describa. Surgen
de una lucha que significa la insurrección de la tierra contra el hombre. Al
principio éste reza, con los ojos puestos en la altura. Su primer amparo es la
fe religiosa» (Da Cunha, p. 89), entonces nos percatamos que los sertones
forman una estadía y estrategia para la guerra. Es innegable que la historia
real entre adecuadamente en la historia épica de la novela. Todo el texto de
«Los sertones» es una explicación amplísima de las características de cada
sector y zona que pertenece a la región de Bahía a finales del siglo XIX, con
detalles históricos que se remontan a siglos pasados y esas características se
encuentran en la novela de la que estoy hablando, Vargas Llosa explica: «La
geografía es rigurosamente fiel. Esa región la he estudiado y visitado,
verificado cada uno de los sitios. He procurad ser muy fiel en las
descripciones, porque uno de los encantos de la región es su paisaje
absolutamente personal, donde hay una enorme austeridad que tiene mucho que ver
con las doctrinas de Antonio» (Caoguila, pp. 132,133), entonces, la novela para
que se muestre más épica todavía, al margen de la misma historia y la
fastuosidad de sus personajes, es el geográfico y los lugares donde trascienden
los hechos son fundamentales, puesto que le dan más vida a la trama en las
regiones por donde nacen y viven los protagonistas, sobre todo, aquellos que
acompañan al Conselheiro. Es decir, la novela aborda todos los aspectos que se
desprenden de la obra de Da Cunha como una guía fiel para que la narración sea
completa; el autor no se imagina un mundo imaginario de los sertones, ya que él
mismo los conoce personalmente para que la historia sea historia tal como se
retrata en el libro «Los sertones». Después de todo, la finalidad de la novela son varios puntos que se han venido
tratando por partes, en este estudio. Desde el inicio, hasta el final de lo que
he indagado y por cada segmento textual del que hablo, los hechos se
entrecruzan para relatarnos las hazañas de los pobladores, los Republicanos,
los personajes fieles a Antonio, la guerra que lleva al desenlace de la novela
y la geografía del espacio donde se desarrolla la historia. De uno u otro modo,
todo esos elementos son como ramificaciones que van como una corriente por
todos los puntos que se lo mire y, aun así, la historia perdura para ser leída
como un todo solamente dentro del conflicto de Canudos vs Republicanos.
Otro factor que preocupó a Vargas
Llosa fue la elaboración del Coronel Moreira César, al respecto dice: «… el
Coronel Moreira César- he tratado de ser lo más fiel posible a su historia
real. Pero incluso en su caso, que es el que más documentos ha dejado, el
elemento de la imaginación, de difamación o de exaltación ha entreverado
la realidad con la ficción» (Coaguila,
p. 132), como se entiende, Vargas Llosa tuvo que hallar otros documentos dejados
por él para entender mejor las campañas que solo se mencionan el libro «Los
sertones», como por ejemplo: «No era la acción severa de las leyes, era la
venganza. Diente por diente. Por esos aires aún flotaba el polvo de Moreira
César, quemado.» (Da Cunha, p. 357); «En ella se levantaban las mejores
viviendas, algunas de tejas y piso superior y entre éstas la de Antonio
Vila-Nova, donde días antes se habían encontrado restos de municiones de la
columna Moreira César.» (Da Cunha, p.365); «Esa herrería pobre del sertón tenía
una bigornia lujosa, del más fino acero fundido en Essen 336, uno de los
cañones tomados a la expedición Moreira César.» (Da Cunha, p. 367). Además,
Vargas llosa agrega sobre otros personajes: «Mucho más, por cierto, en el caso de Antonio y sus lugartenientes.
He sido fiel a los nombres de Joao Abade, Joao Grande, María Quadrado, el
beatito.» (Coaguila, p. 132). Incluso hay una descripción del León de Natuba
tal como aparece el LGFM: «La greña, demasiado crecida, le ocultaba la frente
estrecha y fugitiva; el rostro, donde el prognatismo era acentuado, desaparecía
en el espeso de la barba. Parecía una máscara inmunda. Llegó tambaleándose. El
paso claudicante, la cabeza lanuda, la cara oculta, la nariz chata sobre los
labios gruesos, entreabiertos por los dientes torcidos y salidos, los ojos
pequeñitos…» (Da Cuhna, p. 355). Ahora veamos las descripciones en la novela y
nótese las semejanzas entre el personaje real y el ficticio: «NACIÓ con las
pernas muy cortas y la cabeza enorme de modo que los vecinos de Natuba
pensaron que sería mejor para él y para
sus padres que el Buen Jesús se lo llevara… le pusieron León tal vez por burla,
seguramente por la inmensa cabeza que, más tarde, como para dar razón a los
bromistas, se cubría en efecto por tupidas crenchas que le tapaban las orejas y
zangoloteaban con sus movimientos. O, tal vez,
por su manera de andar animal sin duda alguna, apoyándose a la vez en
los pies y en las manos…» (Vargas Llosa, pp. 94,95). En toda la novela se leen
estas semejanzas con lo descrito en el texto de Da Cunha.
Ahora, se notará la parte
fundamental entre las descripciones de Antonio Mendes Massiel, el Conselheiro.
La historia de este personaje tan real como ficticio a la vez. Pues ese en el
inicio de la novela se ve la detallada descripción del personaje, así como su
pensamiento que es el tema fundamental de la guerra de Canudos descrito en «Los
sertones». Todas las proezas y hazañas que hace el Conselheiro por reunir un
grupo de gente criminal y paupérrima son fuentes reales que el autor de LGFM recrea de una manera detallada que
emplea páginas y páginas para mostrarnos ese mundo fanático e inquisitivo de
Antonio. Cuando se refiere a esa vida miserable que lleva a toda esa gente que
vive en Canudos, al respecto de Antonio, Vargas Llosa dice lo siguiente: «Esa
era la vida que defendía el Conselheiro y lo apoyaron bandoleros, campesinos,
vaqueros. En el fondo era una defensa de una cultura hecha de fanatismo
religioso, de tradición, de cosas como los romances caballerescos. Privarlos de
todos esto era convertirlos como zombis.» (Coaguia, p. 132). La idea esta clara y mencionar los aspectos
del Conselheiro en la obra de Da Cunha es realmente amplísima, lo que el autor
arequipeño realiza en el plano ficcional. En el libro de «Los sertones» se
menciona como los Massiel eran una familia de vándalos y de reyertas con mucha
gente: esa es la procedencia del Conselheiro. Sufre huidas desde muy joven (10
años) y padece miserias en los alrededores de los grandes sertones de Bahía por
donde deambula y es perseguido y encarcelado por asuntos de fanatismo y
exorcismo que dizque realizaba y alrededor de los 30 años comienza a adoptar la
figura con la que se lo conoce, como predicador, y llega a Canudos: «cara
muerta, rígida como una máscara, sin mirada y sin sonrisa; párpados caídos,
ojeras profundas; y la ropa tan singular; y su aspecto repugnante, de
desenterrado, dentro de la túnica tan ancha como una mortaja negra; y los
largos cabellos lacios cayendo sobre los hombros enmarañándose en los pelos
duros de la barba descuidada que le llegaba hasta la cintura.» (Da Cunha, p.
110), esta descripción es fundamental pues cuando se ve el dibujo que tiene
como presentación de la novela, se ve a un personaje con estas características.
Además, cotejemos con la novela: «El hombre era alto y tan flaco que parecía
siempre de perfil. Su piel era oscura, sus huesos prominentes y sus ojos ardían
con fuego perpetuo. Calzaba sandalias de pastor y la túnica morada que le caía
sobre el cuerpo…era imposible saber su edad, su procedencia, su historia, pero
algo había en su facha tranquila, en sus costumbres frugales, en su
imperturbable seriedad…» (Vargas Llosa, p. 9). Y así muchas referencias entre
«Los sertones» y LGFM por las semejanzas de lo histórico novelado.
Otro aspecto fundamental es el
histórico Canudos, que desde mi punto de vista, esta descripción que leí en los
sertones resume todo: «Canudos, lugar escogido por Antonio Conselheiro como su
centro de operaciones. Causaba dolor ver puestos a remate, en las ferias,
extraordinarias cantidades de ganado vacuno, caballar, caprino, etcétera,
además de otros objetos, por precios irrisorios, hasta casas y terrenos. El
anhelo era vender, conseguir algún dinero e ir a compartirlo con el Santo
Conselheiro.» (Da Cunha, p. 121). Obviamente la referencia de Canudos es
fundamental para el desarrollo de la historia, pues sin Canudos no habría
planeado tanto conflicto en contra de los Republicanos. Este pueblo grande que
es un marco referencial para toda la historia de la novela, prácticamente, es
el enlace fundamental de todo, pues la región de Canudos es amplia y abarca un
territorio imprescindible para la expansión del Brasil como país: «Canudos,
viejo establecimiento de ganado a orillas del Vaza-Barris, en 1890 era una
tapera de cerca de cincuenta ranchos de palo-a-pique … Así es que antes de la
llegada del Conselheiro, el oscuro lugarejo ya tenía, como la mayoría de los
que yacen desconocidos por nuestros sertones, muchos gérmenes de desorden y
crimen. Cuando aquél llegó, en 1895, estaba en plena decadencia: los campos
abandonados, los ranchos vacíos, y en lo alto de una explanada del cerro,
destejada, reducida a sus paredes externas, la antigua residencia señorial, en
ruinas... Su interesante topografía se amoldaba para la imaginación de aquellas
simples gentes al primer escalón, amplio y alto, de su subida a los cielos. . .
(Da Cunha, pp.120, 121) esta es la forma poética que Vargas Llosa emplea, no en
un episodio en el que se centra, sino, a lo largo de la historia, hasta el
final, incluso cuando termina la masacre, y no se sabe nada del Coselheiro, ese
tinte de muerte, se ve embellecido por el lenguaje dándole un toque
sobrenatural, mágico, humano y lindo de leer.
Al fin y al cabo, como apunta Gerard Génétte, todo hecho histórico,
cuando pasa al plano de la ficción, personajes, lugares y hechos, se vuelven
ficticios. Así es que, «La guerra del fin del mundo», es una magistral obra
literaria, digna de pertenecer al baluarte de las mejores obras de la literatura
mundial.
LA ESTRUCTURA TEXTUAL
Como ya he mencionado, una de las formas enriquecedoras de la novela es
el manejo lingüístico que de ella se desprende al leer, pues su excesiva
estructura gramatical se centra en las enormes descripciones y los innumerables
diálogos de los personajes que pareciera nunca acabar. Para una redacción sin
interrupciones de tres años de trabajo (8) el esfuerzo del lenguaje es titánico
para contar una historia página tras página y detallar todo los hechos que
sufrió la guerra de Canudos. Es por tal razón, que un elemento fundamental para
iniciar esta cuarta parte de mi trabajo es el discurso literario. Como bien he
estado explicando el aspecto lingüístico nos lleva por varias formas de trabajo
al entender las distintas historias en distintos planos de espacio que nos
enseña quienes fueron sus personajes. Por eso Van Dijk reconoce lo siguiente:
«… una gramática del texto puede solo dar cuenta de ciertas propiedades
lingüísticas (“gramaticales”) del discurso y no de aquellas estructuras como
las retoricas y las narrativas que requieren de descripciones en términos y
reglas de categorías de otras teorías. Emplearemos el término “estudios
discursivos” para referirnos al campo entero de la investigación sobre el
discurso, que incluye la lingüística del texto, la estilística, la retórica,
etc.». Como se entiende, Van Dijk, para un discurso literario, se requiere del
elemento lingüístico. LGFM, justamente hace una extraordinaria forma narrativa,
no con un estio canónico que requiere de la cronología en una historia de un
principio a un final. No. Aquí, como es conocido en el escritor arequipeño,
apela a las técnicas literarias que vienen desde «La casa Verde» y
«Conversación en la Catedral», algo de ello también hay en «Lituma en los Andes».
Toda esa estructura espacio temporal (anacronías) se confluye con el aspecto de
la investigación, es decir: Prosa + Investigación= Discurso literario.
Entonces, esta novela explora con su verborrea toda la amalgama de complejos
mundos individuales ligados a tiempos distintos y desembocar en el clímax
narrativo que es la masacre de Canudos. La historia no cobraría su fin último
si no tiene como elemento primordial la investigación sobre los hechos
históricos de la obra que refiere y describe muy bien Euclides da Cunha. Todo
esos elementos que dan origen a un gramática cargada de elementos descriptivos,
como prosopopeyas, cronografías, antítesis, hipérbole, metáforas, entre los
elementos retóricos y usuales en la narrativa, nos conlleva a ampliar su campo de
lectura en una obra monumental que para muchos será difícil de leer, pero
centrándose en la historia mismas basado de un hecho anterior en Brasil, podría
acomodarse a los moldes de un lector más atento.
Otro elemento
fundamental en la novela son los actos del habla en el contexto pragmático del
lenguaje. Muy bien lo define Van Dick cando explica: «Una de las tareas
principales de la pragmática es la de
señalar las condiciones bajo las cuales cada tipo de habla es adecuado… la
satisfacción es que cada persona haga algo y que el resultado y/o las
consecuencias de ese resultado sean idénticas a las que el agente quería causar
con su hacer.» (Van Dijk, pp. 59,60). Es
evidente que en todo este plano de los actos del habla son las consecuencias de
los Republicanos por gobernar hasta la región de Canudos y que los opositores,
la gente que apoya al Conselheiro, no daría su brazo a torcer así soporten las
peores formas de repelerlos, lo que llevo a la cruenta batalla de Canudos, al
final de la novela. Justamente lo que
dice Van Dick se asocia a este contexto, pues para que haya esa satisfacción de
la que habla, debe haber un contexto social que identifique a las personas
protagonistas de lo sucesos que se narran. Además, a esto se suma los
innumerables diálogos de los personajes, que asociados al entendimiento e ideas
de lo que escribió Da Cunha y que Vargas Llosa supo ordenar para referir
inquietudes republicanas, fanatismo religioso de Antonio, los delincuentes que
apoyan al Conselheiro, el periodista miope que se sumerge en la corrupción de
los medio de prensa que apoyan el poder (la Republica) y las descripciones que
hace de cada personaje basado en las ideas del libro de «Los sertones». Esta
confluencia de elementos, en los actos del habla, son precisos en LGFM. A esto
completamos con los macroactos del habla, pues, según Van Dick, son elementos,
formas de hablar que conlleva a otros menores que tengan relación en su
linealidad de comprensión. Es claro que en la novela de Vargas Llosa hay esa
concatenación que nos guía a través de los diferentes diálogos a secuencias que
nos harán entender por qué la historia va a tener un trágico final, una
masacre. Así, nos proporcionará semánticamente, lo que su autor nos da a
entender con su novela sea como texto literario, como aporte a la sociedad o
como una forma de entender un hecho histórico que marcó la tentativa entre el
poder y la debilidad que tiene una sociedad en el mundo y, en especial, lo que
aconteció en Canudos. Ya Vargas Losa dio un indicio de esto último que digo:
«Si algo quiere demostrar la novela es el fracaso de las ideologías, al
explicar el fenómeno humano, individual o social (Coaguila, p. 129).
Otro aspecto es los mitos
que se tocan en la historia y que está implícito: La idea del fin del mundo.
Toda esta realidad se presenta especifícame en la ideas que Antonio, el
Conselheiro, quien inculca a la gente que le rodea acerca de los malos=demonios
que son aquellos que vienen acabar con el mundo y la vida que conocen.
Entonces, en este aspecto tocamos el punto del mito basado en el fin del mundo
y las preguntas constantes que se hace el Consejero si llegarán con bien para
1899 o para el año 1900. Piensa que no llegaran y que su fin está cerca, pues
la masacre que intuye se aproxima y no lo deja en paz, pues motivar,
sugestionar y hacer ver a la gente que lo apoya que el fin se acerca y que
habrá que luchar contra lo que se viene, pues Dios así lo quiere; estas
inquietudes el Conselheiro las asume de un modo tremendo y tan vividos que no
los deja de exhortar con sermones grandilocuentes que los demás aceptan. A
partir de este punto, en la fábula del relato, se encuentra el punto mítico:
Dios=Yahvé
Conselheiro=Jesús
Personas
de Canudos=seguidores
Como se observa el esquema la presencia de Dos está en todo y se tiene a
su profeta quien es enviado para anunciar el fin del mundo. En toda esta
temática se observa la similitud bíblica de Yahvé, Jesús y sus seguidores. Toda
esa presencia hebrea se retoma en la gente que vive en Canudos, como si fuera
el pueblo judío en el pasado. Toda esta referencia es la formación que
Conselheiro emplea para atemorizar a su gente y no haya obstáculos que le
permitan que no le hagan caso. Como Jesús, Antonio no hace nada, solo sus
allegados se encargan de atenderlo: el León de Natuba que es una especie de
Pedro y el Beatito, alguien así como Juan. El símil está dado en estos
personajes que indefectiblemente es difícil de obviar. Todo esto es tal como
Nortthor Frye lo apunta en su libro «Anatomía
de la crítica», sobre las imágenes apocalípticas: «El mundo
apocalíptico, el cielo de la religión, presenta, en primer lugar, las
categorías de la realidad, según las formas del deseo humano tal como están
indicadas por las formas que asumen bajo la acción de la civilización humana».
La respuesta está aquí, en esta parte de la trama de la novela, puesto que todo
lo que se conoce de Jesús muy bien lo sabía el Conselheiro, pero toda la gente
que vivía en Canudos solo sabían de Jesús, mas no los detalles que se leen en
los Evangelios. Entonces, la vida de Jesús y la religión inmiscuida, propios de
la civilización humana de aquellos tiempos de finales del siglo XIX, son
conocidos, metidos en nuestra existencia, lo que esas personas aceptan con
normalidad, asumirlo en su vida actual, ya que para ellos, Antonio, el
Conselheiro, es la llegada de Jesús en estos tiempos malsanos para salvaros.
Según la novela, Antonio predicaba cerca del templo cada tarde (9) para toda su
gente y así ellos estén más cerca del catolicismo, según se lee la novela: «El
consejero predicaba cada atardecer desde un andamio del templo. A Canudos le
aguardaban pruebas más duras, no había que dejarse derrotar por el miedo, el
Buen Jesús ayudaría a los que tuvieran fe. Un tema frecuente seguía siendo el
fin del mundo… Era eso lo que indicaban las palabras de la Biblia. “¡No vine a
establecer la armonía! ¡Vine a atizar un Incendio!”» (Vargas Llosa, p.85). Esta
explicación es muy clara y similares a ella se ven en toda la novela de una
forma u otra. Pero esta religiosidad
exagerada, que llena de miedo a los pobladores de Canudos, que en su ignorancia
no saben discernir con claridad, lo que los lleva a creer todo lo que les dice
el Conselheiro, aceptan que todo será una realidad y que habrá que luchar
contra todo. Por eso Antonio cuando pide diligencias para la guerra que se
avecina contra los que impondrían la República, obedecen sin protesta. Así nos
percatamos, que la religión católica, en este caso, es un pretexto para hacer
realidad esa guerra que Antonio hace creer, pues él no desea a la Republica
porque sabe lo que eso significa y jamás toleraría que nadie trastorne la paz
que siente de su libre albedrío. Es decir, que su ideología política, su
conservadurismo y su pensamiento socialista lo emplea para utilizar a la gente
sin esperanza y accedan a lo que él les pida, pues contra la religión, que es
sagrada, nadie puede ni siquiera ofender. Y si esas enmiendas vienen de un ser
santo, que mejor que sentirse bendecido por colaborar con Dios. Como se
observa, la novela es enteramente política por donde se la quiera mirar. Es
decir, que el tema épico, como novela de aventura, tiene su funcionalidad y
trasfondo histórico centrado en la política. Y todo eso lo logra, como ya antes
mencioné, con el exquisitez del manejo del lenguaje, pues su estética la hace
imprescindible para retratar a personajes y descripciones.
Y para terminar esta parte
analizaremos la función estructural del texto. Si sabemos que el manejo
lingüístico es muy exigente en todo la historia, es merecedor hacer un esquema
general de los modos actanciales en su estructura interna. Esto nos lleva a
entender hacia qué direcciones van los personajes como modelos en la historia y
saber quiénes son los que pueden ser héroes y antihéroes como en toda historia
épica. Para tal razón se empleará un esquema actancial dado por Greimas (10).
Remitente
Objeto
Destinatario
Antonio Defender Canudos Pobladores de Canudos, fieles
al Conselheiro.
El conselheiro
Ayudante
Sujeto
Oponente
La religión (Fanatismo)
Libertad La República (Gobierno, Militares, periodismo)
Entonces, en el discurrir de
la historia los ejes centrales según la trama de tan inmenso relato queda
establecida del siguiente modo. Una visión heroica para una novela épica.
APUNTE FINAL
«La guerra del fin del mundo», en consecuencia, es una novela que
reafirma la capacidad narradora del
Vargas Llosa. Se entiende que una historia real acaecida en cualquier tiempo y
época puede ser reescrita con la novedades que la narratología ofrece en un
futuro cercano o lejano; esa es la riqueza de la literatura, que a través del
lenguaje pude funcionar cualquier forma y estilo de contar historias, ya sean
cortas o extensas. Se comprende que el arte literario fusiona todos los
requerimientos necesarios para escribir, siempre y cuando se posea el
ordenamiento y las pautas de una historia que busque enriquecer lo ignorado, es
decir, la literatura nos puede mostrar sucesos y hechos que se desconocen en
cualquier rincón del mundo, pero los hallazgos y posibilidades que puede
encontrar un escritor, cualquiera sea su procedencia, hace que en la lectura de
sus obras aprendamos lo que la historia, a veces, nos oculta, por circunstancias inciertas, y entendamos
hechos más específicos e ilustrativos que nos muestren temas interesantes, como
es el caso de la guerra de Canudos, en un Brasil de finales del siglo XIX, en
las pampas de los sertones de Bahía y que ahora es más abierto a su difusión.
Esa es la riqueza de la literatura cuando se advierte que se pueden hallar
temas de escritura desbordantes de magia, fantasía y grandeza en sus historias.
De este modo, la
literatura, nos enseña, una vez más, que a través de lo envolvente del lenguaje
las grandes obras literarias marcan un hito en la historia de la literatura
mundial. Algunas obras de este tipo son bien promocionadas por autores
conocidos; en otros casos, un lector encuentra novelas tan escondidas y
refugiadas en el olvido que las casualidades hace que uno encuentre una buena
novela histórica y aun así perviva ese encuentro con el pasado; solamente es
asunto de llegar a esas buenas obras que deben estar desperdigadas por alguna
librería o en estantes empolvados. Es así, que «La guerra del fin del mundo»
nos mueve en ese ambiente que lo puramente literario nos seduce y enseña el
valor que tiene leer una obra maestra.
NOTAS
1. Wolfgag Luchting cuando inicio a investigar las primeras novelas del
Nobel Peruano como «La ciudad y los perros» en traducción Alemana, creyó que se
trataba de un escritor barbón, de fachas de dandy, con cabello largo y algo
extravagante. Sin embargo, cuando lo conoció por primera vez se sorprendió al
ver a una persona pulcra en todo su aspecto. Entonces, pensó que las obras no
reflejan exactamente la presencia y formación culta de un escritor.
2. Los escritores del boom copiaron las técnicas espacio temporales de
escritores como Joyce, Kafka, Proust. Sin embargo, Vargas Llosa puso bastante
énfasis en realizar un acopio por elaborar un lenguaje perfecto que lo llevó a
especificar su labor como escritor, por ende, uno observa detalles propios de
la personalidad cuando describe sus personajes en relación a él: Odría, las
injusticias del Jaguar, defender las ideas del Conselheiro Antonio, plantear
sin diferencia las ideas de Flora Tristán, acometer el desafío de Pichulita
Cuéllar ante su emasculación, acceder que don Anselmo creara la Casa Verde,
presumir que las ideas de Roger Casement sean las correctas ante su
fusilamiento injusto, explicar sin pudores lo que les sucedió a Marito y Julia,
describir las apetencias desaforadas de Odilia o los episodio reveladores del
periodismo limeño. En todo ello repercute ese lenguaje claro y persistente de
contarlo todo. Por ello, Vargas en alguna oportunidad mencionó en el diario «El
País» en febrero de 2018 que uno de sus escritores a quien admiraba fue Pablo
Neruda, quien en su Canto General» alude en su lenguaje poético, sin eufemismos, a la
realidad americana. Lo mismo realiza él en sus novelas.
3. Como se sabe la novela termina con la destrucción del pueblo de
Canudos, con esa masacre y muchas muertes. Pero lo aventurezco está en el
tratamiento que el autor le da a la vida histórica que tuvieron los personajes.
Es decir, la riqueza radica en la trama misma y en los nombres cuya historia
está detrás de los personajes.
4. Hoy en día, se suele pensar que la Épica es un género literario. Sin
embargo yo no pienso eso. Tan mal es tratado el asunto de la épica que solo es
un tema dentro de la historia de las hazañas heroicas que tienen los
personajes. No se puede comparar la épica con toda la amplitud que tuene un
género literario que abarca los elementos como la narrativa, lírica y drama con
sus respectivas especies literarias. Por lo tanto, la épica no puede confundir
sus especies con la epopeya y prosopopeya que figuran dentro de los recursos
estilísticos. De ahí la diferencia que explico, por lo que la épica no puede
ser Género, aun cuando muchos textos, mal informado aluden a ello.
5. La edición que tengo a la mano consta de 410 páginas, incluyendo
notas, glosario y cronología.
6. Véase la notoriedad con que lo describe Da Cunha, como un religioso,
fanático y creyente para la época: «Por el contrario, lo fortaleció. Era el
profeta, el emisario de las alturas, transfigurado por el lado estupendo, pero
adscripto a todas las contingencias humanas, pasible del sufrimiento y de la
muerte, y con una función exclusiva: mostrar a los pecadores el camino de la
salvación». Claro está que en el tiempo de la publicación del libro, 1902, no
existían iglesias de otras religiones como hoy en día.
7. «Ahora son todos personajes de
ficción para mí…» (Ob. Cit. Coaguila, p.132).
8. «Comencé a escribirla en 1977, en un pisito de Churchill College, en
Cambridge y la terminé a finales de 1980» (Ob. Cit. CUETO, Pamela, OROZCO ZUMARÁN, Mariano).
9. Incluso, Vargas Llosa cuando viaja al mismo pueblo de Canudos, toma
algunas fotografías de las casas y del templo pequeño de cal blanca donde solía
predicar el verdadero Antonio Masiel.
10. Información extraída del libro de Tito Cáceres «Análisis de texto
literarios». Dicho tipo de estudio lo aprendí cuando estuve en la Universidad
de San Agustín cursando Literatura. Particularmente, me interesó esta
forma de análisis para estudiar textos
literarios, lo cual me ayudó a entender mejor las historias planteadas por los
autores en relación a la puesta de sus
personajes y comprender las imágenes que de ellas se pueden desprender en la
lectura.
BIBLIOGRAFÍA
CÁCERES CUADROS, Tito, (2005, julio), Análisis de textos literarios, Editorial UNSA, Arequipa, Perú.
COAGUILA, Jorge, (1997) Mario
Vargas Llosa entrevistas escogidas, entrevista por Federico de Cárdenas y
Peter Elmore: “La guerra del fin de Mario Vargas Llosa (1981), Fondeo editorial
cultura peruana, Lima Perú.
CUETO, Pamela, OROZCO ZUMARÁN, Mariano, (2011), MVLLL, Biografía de un Nobel, Editorial septiembre, Lima-Perú.
DA CUHNA, Euclides, Los sertones,
Biblioteca Ayacucho, Venezuela. Prólogo, notas y cronología, Walnice Nogueira
Galvao.
FRYE, Nortthor (1957), Anatomía de
la crítica. Monte Ávila Editores, Caracas, Venezuela.
VAN DIJK, Teun, (1980) Estructura
y funciones del Discurso, Siglo Veintiuno editores, Madrid, España.
VARGAS LLOSA, Mario, (1985), La
guerra el fin del mundo, Seix Barral, Barcelona, España.
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