Por Miguel Gonzales Corrales
I
Cuando conocí el verdadero significado de la palabra Literatura en su
contexto amplio, tal como es la ciencia literaria, me cambió el concreto que yo
tenía respecto a ella. Cuando enseñan el concepto de Literatura en el colegio
uno piensa que leer un relato, una novela o poesía, incluso teatro, es lo único
que cuenta porque se tiene que entender, una actividad inútil y parca para los
estudiantes en Perú que se sienten presionados por una calificación en el
curso, lo que nadie desea (hay algunas Excepciones). Por eso cuando se actúa de
este modo inapropiado y si el profesor que enseña no lee, peor aún, no hay
entrega para enseñar el curso de Literatura uno piensa que ya tiene idea del
valor significativo de los diez caracteres que forman la palabra. Es mucho más
que un signo lingüístico en nuestra habla española. Los profesores te dicen que
Literatura proviene del latín Literae
que es Letra, indican una serie de preguntas de acuerdo a lo entendido o
señalan registros teóricos, retóricos estéticos que el alumno no entiende, pues
no está acostumbrado a leer... pero lo que uno no sabe es el profundo análisis
y conocimiento que encierra toda eta ciencia humanística, pues, pienso que es
una ciencia que aborda todos los esfuerzo de comprender las creaciones
literarias que fueron la primera manifestación escrita que el hombre conoció
desde sus tiempos antiguos. En estos escritos el hombre puso de manifiesto sus
emociones, cualesquiera que sean, desde sus miedos más incomprendidos hasta las
emociones y veneraciones de sus deidades.
Este trabajo no pretende
ser un ensayo académico que aspira a demostrar un objetivo respecto a algún
texto literario, mucho menos ilustrar pedagógicamente a unos estudiantes en
particular. No es así. Solo deseo expresar mis ideas desde un plano subjetivo
que a lo largo de varios años fui aprendiendo el valor de la expresión
literaria en todos sus aportes, hasta hoy en día. También el papel del escritor, en sus
diversas formas de trabajo literario, como una profesión, la dedicación que
merece este esfuerzo y el arduo trabajo a través de ideas y planteamientos que
enriquecen el valor de esta manifestación escrita. No como un oficio que mucha
gente dice: «tienes tu inspiración» para
crear algo literario. No es un estro que permita iluminar para crear
algo nimio; al contrario, es inventar, ficcionalizar una obra literaria que
tiene un cimiento en una idea y culmina
con una edificación, breve o extensa, de expresiones descriptivas,
dialogadas y retóricas como fin último de lo que fue un trabajo de meses. Esa
es la labor de un escritor que dio origen, posteriormente, al estudio profundo
de obras literarias como lo ideo al comienzo Aristóteles con su «Arte poética»
cuando analizó las obras de los primeros poeta griegos, aun con las ideas iban
dedicadas a sus doses como se creían en aquellos tiempos antiguos. Pero ya allí
estaban los cimientos del análisis literario. Y si agregamos las cartas de que
el romano Catón envió a un tal Pisón sobe algunas observaciones de poetas
latinos de la época.
Siguiendo
la historia de la Literatura, seguramente, un especialista sabrá al respecto
para explicar una clase. Pero uno se pegunta ¿Cuán beneficioso es la literatura
para el saber humano?, ¿por qué se lee libros que al final son una simple
lectura y luego queda en el olvido? y ¿para qué te sirve la literatura? Son
cuestionamientos que los peruanos suelen decir a menudo y uno lo escucha con
tanto desdén que se queda asombrado por tales expresiones y es aquí,
justamente, donde reparo cuando dije inicialmente hay personas que no conocen
el valor verdadero de una obra literaria. Y si tengo que responder a las tres
interrogantes anteriores, tendría que poner en boca de todas esas personas que
no tienen idea de lo que dicen. La expresión bien cierto el aporte del escritor
Ucraniano Ilva Eremburg, cuando dice: «La literatura educa al lector, lo ayuda
a vivir mejor, perfecciona sus sentimientos, hace al hombre más atento hacia su
prójimo, a sus camaradas, a todos los hombres. Las novelas, los relatos, las
poesías, son, por así decirlo, el cimiento emocional de la sociedad». Es una
reflexión verdadera, pues uno lee para sensibilizarse con el mundo que le rodea
y entender el valor de la vida misma en muchas circunstancias, done uno se
encuentre. No es leer y dejar atrás una historia que te cautivó o no. Se lee
para encontrar el valor que una sociedad tiene y te muestra. Justamente te
educa para que se aprenda a vivir y saber quiénes son las mejores personas que
pueden ofrecer una amistad. Penosamente en Perú muchas personas carecen de este
aporte que la Literatura ofrece para quienes leen. Y si sumamos que la
literatura fortalece tu cultura, pues a través de ella se aprende muchos temas
que en tu escolaridad, quizá, nunca enseñaron, pero la literatura lo hace, a
nivel mundial. Todos estos aportes, a los que puedo llamar valores, hacen que
la Literatura sea fundamental en la vida y coexistencia del ser humano. Así se
respondería a las tres preguntas que muchos suelen decir sin saber exactamente
qué significa leer una obra literaria.
II
¿Que hace de especial una obra literaria cuando se abren las primeras
páginas y el lector se queda subyugado por una historia que te atrapa de
principio a fin? Así sucede cuando se lee «Cien años de soledad» de Gabriel
García Márquez. La magia y el esfuerzo radican en el manejo del lenguaje que a
través de su neobarroquismo engalana la historia con un manejo de expresiones
ricas en metáforas e hipérboles tan fastuosas de una realidad llena de mitos y
creencias populares que son llevadas a la Literatura. Pero no solo es esto, es
ubicar en el espacio temporal de la historia una trama sorprendente cuyos
personajes, los nombres, los lugares y la fantasía sean elementos únicos e
imprescindibles en la historia que jamás se han contado. Lo mismo sucede con
«Pedro Paramo» de Rulfo, «El reino de este mundo» de Carpentier o la simpleza
mística de «Hombres de maíz» de Asturias. Acaso este misticismo social, estas
creencias tan populares de gente de precaria educación, no sirvieron para
engrandecer la Literatura en un mundo globalizado de guerras, imperialismos y
espejismo que la conducta humana no fue creando en épocas y siglos. Y si vemos
un caso más alejado, en el siglo XIX, en el otro lado del mundo, Gógol ¿no creo
historias tan sobrenaturales del pueblo ucraniano, de su gente en «Veladas en
la granja de Dikanka» o su famosa «Almas muertas»? Así también lo hizo con
descripciones de una sociedad francesa del siglo XIV el alemán Patrick Süskin
en «El perfume». Leyendo nos damos cuenta la importancia que la Literatura
registra en muchas escenas cualquiera sea el siglo para demostrarnos que
existen sociedades – mundos- distintos que cada escritor crea dentro de su
papel interno, envuelto en una vorágine de ideas que sacan a flote lo que jamás
nadie imaginó. Otro caso es Tolkien con su trilogía «El señor de los anillos» o
su fastuosa «Sarmarilion» que dio origen a la creación de la Tierra Media
basando sus historias en mitos y creencias germanas para dar vida a esas
novelas que no son más que el producto de imaginación basada en hechos creados
por los hombre en pasados remotos. Estas obras literarias son unos
ejemplos de lo que son capaces los
escritores de crear, pues es un trabajo de varios años, obras que quedarán en
la posteridad de la humanidad hasta siempre… y si ya no se imprime en papel como
una vez lo pronosticó Bill Gates por el avance de la tecnología, también
quedarán registrados en las memorias de los ordenadores o de cualquier aparato
digital. Aunque más bello y artístico es leer una obra con el esplendor de los
empastados y compaginaciones que son producto desde que apareció la imprenta en
1492. Aunque con el desarrollo de la tecnología no se puede competir,
igualmente, se seguirá almacenando Literatura para que culturice y eduque al
ser humano, aunque haya algunos insensatos que no prefieran aspirar un poquito
más de lo que pueden hacer.
Hay un aspecto
fundamental en el desarrollo de una obra literaria que tiene que enfrentar el
escritor cuando emprende la tarea de escribir contenidos precisos. Es decir,
sin importar la magnitud de la obra literaria, tiene que expresar las ideas las
cuales se han planteado y tienen que desarrollar para quedar satisfecho de lo
que desea. Aunque hay quienes dicen que no quedan complacidos con lo que
terminan al final. Borges decía que no escribía novelas porque eran muy
tediosas y para que contar en muchas páginas lo que podía hacerlo en pocas, por
tal razón solo se dedicó, exclusivamente, al cuento. A veces compartía
historias con su inseparable Bioy Casares como «Crónica de Bustos Domeq»,
«Nuevos cuentos de Bustos Domeq» y «Seis problemas para Isidro Parodi». Así
mismo, el mismo Bioy Casares escribió novelas cortas como «La invención de
Morel» o «Dormir al sol», las cuales no eran difíciles de escribir y cómodas
para que el lector las lea de un tirón. En otros casos, hay escritores que explican
que escribían obras de más de mil páginas y durante la corrección iban
descartando hasta quedarse con seiscientas u ochocientas. Es el caso Vargas
Llosa en novelas como «Conversación en la Catedral» o «La guerra del fin del
mundo» de las cuales dijo había escrita como mil páginas en ambos casos. Lo
mismo pasó con el argentino Tomas Eloy Martínez cuando escribió su obra «La novela de Perón». Según él explicó
que esa obra iba ser de más de mil páginas, pero cuando se la dio a un
compañero para que la lea, este le dijo que sea condescendiente con los
lectores, por lo que la redujo a casi seiscientas, según la editorial de
publicación. Un caso curioso (seguramente no es el único) fue «Lord Jim» de
Conrad, cuando exprsó que su obra realmente era un cuento, pero mientras la iba
escribiendo se fue alargando hasta que terminó en una novela extensa. Las
circunstancias que cada escritor tiene cuando escribe una obra son disimiles,
pues la explicación de ello radica que cada quien tiene una concepción distinta
de su mundo subjetivo. Sin importar la extensión de una obra literaria sea
cuento, nouvelle o novela, poesía o teatro, el escritor cumple su objetivo de
contar, poetizar sus impresiones de acuerdo a sus ideas y experiencias en su
vida, las realidades que tiene que decir a través del lenguaje y si sus
expresiones literarias van más allá de lo que expresa forma parte de su
ideología y de la finalidad que desea que el lector sepa. Y que más que una
obra literaria exprese mundos distintos, leyes distintas y formaciones
distintas (sin importar si el escritor fue o no a una Universidad), lo que
cuenta es el manejo del lenguaje y expresar de un modo coherente las ideas que
son infinitas. Es aquí donde se percibe, no la capacidad de narrar de un autor,
sino la forma cómo contar la historia, larga o breve, y a través de ella
hilvanar las escenas que tienen una concatenación secuencial para que la
historia bien armada, como un rompecabezas, pueda fluir y, al final, los
personajes muestren ese conflicto social que tiene la sociedad en muchos casos
y que la literatura repara en ellos con tanto detalle, gracias a la observación
de los escritores cuyas cesibilidades son especiales y más hondas que las
personas comunes que solo viven y se centran en sus trabajos arduos, mecánicos
y egocéntricos. El escritor no, el indaga las conciencias de los hombres y su
pensamientos más nobles o siniestros. Un
caso así es ver conciencias como «Frankenstein» de Shilley, un monstruo creado
con partes humanas, pero de sentimientos nobles que buscaba compañía y amistad
en un mundo donde la gente lo despreciaba. No sucede lo mismo con «Drácula» de
Stocker, pues ese personaje siniestro buscaba maldad y aprovecharse del débil
para gobernar y vivir. Es por ello que la literatura nutre de sensibilidad los
pensamientos del hombre en sus aspectos Psicológicos, sin importar el tipo de
narración que se emplee, siempre los personajes de una obra narrativa cobran
vida porque existen y no hay nada que se les pueda contradecir en sus diferentes
formas de vida y conciencia que se descubre al leerlos. Y tienen vida porque
así queda grabado en la mente de la gente que leyó a personas como Julian
Sorel, Chichikov, Ema Bobary, Cuasimodo, Jean Valjean, Andrei, Raskolnikov,
Aungust Dupin, el viejo pescador Santiago, Quijote, don Juan Tenorio, Filleas
Fogg, el capitán Nemo, Frodo, Oliver Twis, el doctor Jekil y Mr. Hayde, Dorian
Gray, entre los europeos. En Hispanoamérica tenemos el Conselheiro, Pedro
Páramo, la familia Buendía, José Cemi, Juntacadaveres, Artemio Cruz, el niño
Ernesto, Efraín y María, Johnny Carter, el mudito, Erdosain y el Astrologo,
María y Efeain, Víctor Huges, Makandal y la lista es muy enorme. Todos estos
personajes de distintas novelas son seres que ya tienen vida y los encontraremos
en todas las épocas y siglos venideros porque siempre van a vivir y que han
sido productos de la creación humana, de escritores que, como dioses, los
inventaron para que las obras literarias pervivan siempre y los lectores,
nosotros, disfrutemos de los que les sucede.
El
teatro tiene una secuencia similar a la narrativa, no obstante, la diferencia
radica en la forma de escritura, ya que entre narrativa y teatro hay
diferencias, pero la trama e intriga son semejantes. Sin embrago, el caso de la
poesía es distinta porque el poeta explora sentimientos tan hondos, tan
místicos y una intrincada red de psicologismos propios de cada autor que
explora los sentimientos inagotables que posee el ser humano. La poesía se
escribe en versos, pero la fusión de emociones cuando se las plasma en el papel
es amplísima. Según la percepción del poeta, uno escribe en todos los sentidos
posibles, sin dirección alguna, siguiendo una métrica, un ritmo y una eufonía que el poeta explora en
dimensiones tan íntimas, sorprendentes que tiene las emociones
humanas y apelando al lenguaje con un léxico, por lo general, amplísimo que
logre sensibilizar al lector para conmoverlo porque el poeta pone la palabra
necesaria en el verso adecuado para impactar con el significado correcto la
emoción que quiere expresar y doblegar la insensibilidad, para dar paso a la
armonía y encontrar oculto los sentimiento que un lector no sabía que tenía y
los descubre porque el poeta es un indagador del alma y pensamiento humanos.
Esto es estética. A mí siempre me sucede lo mismo cuando enseño en clases. Los
estudiantes confunden hablar bonito (estética) con la forma correcta de
expresar el castellano. Y siempre les explico la diferencia: que yo pronuncio y
expreso bien mis ideas de acuerdo al manejo correcto de la gramática española,
en su buena sintaxis, ortografía y acentuación. En cambio, el manejo de la
estética en la poesía es distinto porque se elabora un rubro preciso en
eufonía, ritmo y concatenación lírica que dan armonía al poema, eso es hablar
(declamar) bonito. Esta diferencia, por lo general, las personas no lo saben y
suelen confundirlo como expliqué. Y cada vez que enseño Literatura o Lingüística
pongo en claro esta diferencia que notan los estudiantes cuando comparto con
ellos trabajos de exposición y declamación. Porque notan la sensibilidad lírica
y las emociones que despierta el poeta en los versos que siente. No importa el
poemario al que se aluda, las emociones están allí, así sea un «Canto general»
de Neruda, «Trilce» de Vallejo o «Una temporada en el infierno» de Rimbaud,
«Azul» de Rubén Darío, incluso los poemas de Borges. La poesía en sus
diferentes vertientes emocionales, cualquiera sea el pensamiento del autor,
tiene un solo propósito: conmover con la palabra precisa.
III
La producción literaria es inagotable. Es fuente de aprendizaje porque
lo ha sido siempre en cualquier tiempo y época. La Literatura ha enseñado un conocimiento
discreto para aprender el pensamiento de la humanidad. A través de ella un
lector atento puede entender las muchas posibilidades de adentrarse en formas
distintas de enseñanza. Incluso, personas que no terminaron siquiera el colegio
en una Educación Básica Regular, aprendieron mucho de novelas, cuentos y
teatro, porque no decir también de la poesía, como manantial cristalino de la
enseñanza del lenguaje. Un caso particular fue José Carlos Mariátegui, quien no
terminó la Educación Primaria, lo hizo solo hasta Segundo Grado. Sin embargo, a
través de lecturas pudo conocer el manejo del idioma español, aprendió a leer
correctamente e incrementó el proceso deductivo y la fuerza de la razón
crítica, se convirtió en un clásico del pensamiento peruano de la primera mitad
del siglo XX. Su incursión en el ensayo y el teatro lo hicieron uno de los
pensadores más importantes de Perú en Hispanoamérica. Solamente por estudiar
solo, un autodidacto, y con recomendaciones de Manuel González Prada y su gran amigo
Abraham Valdelomar. Así, desde muy joven incursionó en las letras de nuestro
país. Fue creador de la revista más importan de todos los tiempos en la cultura
americana, «Amauta», además del libro de ensayos más importante, «7 ensayos de interpretación de la realidad
peruana», influyente en el pensamiento de Perú, lo que lo puso a la altura de
otros pensadores de la época quienes eran académicos. Mariátegui no lo fue,
pero todo ese proceso que he mencionado lo logró gracias a la Literatura que él
solo leyó. Seguramente, como Mariátegui hay muchos casos. Ese es el papel e influencia que la Literatura
muestra en el pensamiento y la educación de quien quiere aprender. Muchas
personas no lo notan de este modo, por eso a veces su desdén. En nuestra
sociedad, piensan que la Literatura no sirve para nada, expresión literal de
nuestra gente que muestra su desprecio. Sin embrago, la literatura cobra un
desenvolvimiento tan grande y majestuoso en todo esto, que incluso tenemos un
Premio Nobel, justamente en Literatura en 2010, en la persona de Mario Vargas
Llosa quien le dio la importancia de lo que estoy hablando. No así, hay otras
profesiones en Perú que son disputadas por los estudiantes como las mejores y
más entables como Medicina, Derecho, Economía, Matemática, cualquier
Ingeniería, pero ninguno de las personas que han salido de esas profesiones
tienen un logro Nobel como en Medicina, Química, Física Economía. En cambio sí en lo literario, la profesión
que nadie acepta, excepto los que tienen aspiraciones humanísticas. Así en
Hispanoamérica el logro mejor que hay es en Literatura y no en las ciencias que
ya mencioné. Así notamos los pocos elegidos con este galardón en Hispanoamérica:
Gabriela Mistral (1945), Miguel Ángel Asturias (1967), Pablo Neruda (1971),
Gabriel García Márquez (1982), Octavio paz (1990).
En estos tiempos tan
importantes donde la tecnología avanza a pasos agigantados, el papel humanista
de la Literatura cobra mayor importancia. Ya se celebran eventos importantes,
pero aún hay gente reacia a esto y justamente quienes asisten a estos eventos
son personas que tienen un cierto nivel cultural hacia arriba. Debemos
agradecer a Vargas Losa quien dio inicio al Hay Festival en Arequipa, un evento
magno de las letras que cobra mucha importancia a través del pensamiento libre,
ideas novedosas y filosofías que estudia el pensamiento real de distintas
sociedades y donde se reúnen muchos pensadores, incluyendo literatos.
Los tiempos han cambiado, es cierto desde las
primeras manifestaciones literarias, desde el «Gilgamech», los vedas,
«Ramayana», «La Biblia», desde el teatro griego y sus epopeyas, los cantares de
gesta y las obras que revolucionaron la Literatura desde el Renacimiento hasta
las corrientes literarias desde el siglo XVI al XX, en donde aparecieron
escritores que dieron a conocer obras maestras que marcaron la Literatura y que
siguen siendo un muestrario para
generaciones venideras hasta este XXI. Y aún sí, la Literatura sigue siendo la misma:
educar, enseñar, difundir ideas, defender cánones para que los lectores sigan aprendiendo
y que influyen en los bisoños literatos que después crearán sus obras, en
cualquiera de los tres géneros literarios. Ese es el papel fundamental de la
Literatura. Desde sus orígenes nadie imaginó que esto pudiera suceder, pero se
ha logrado porque la inteligencia del ser humano lo ha desarrollado, aun cando
en siglos pasados las mujeres eran vedadas de escribir, pero inclusive con
seudónimos, hacían oír su voz que las letras les ha otorgado. Es así, a lo
largo del tiempo nadie les ha quitado mérito, al contrario, han revolucionado
con sus escritos. Un caso trascendental es
Flora Tristán quien con «Peregrinaciones de una Paria» y «La Unión Obrera», da inicio a las ideas de
la labor de la mujer obrera para
trabajar en fábricas y ganarse el sustento como los hombres. En su tiempo fue
indigna de ello, en Francia, cuyo libro se publicó después en Londres. Todo esto fue producto del pensamiento de
personas (Literatos) que nos han enseñado lo que podemos hacer, decir, opinar y
defender nuestras posiciones ideológicas. «En Paraíso en la otra esquina»,
Vargas Llosa pinta muy bien el retrato de una mujer pujante, luchadora, que
sola, aprendió a darle valor a la mujer como ser humano, ante el machismo y
autoritarismo masculino en un siglo XIX, donde imperaba este pensamiento, sobre
todo cuando lo comprobó en su estadía, en Arequipa. Así de fundamental fue la
repercusión de la literatura y, es seguro, que lo será hasta que exista el
último hombre sobre la tierra (apelando un poco a la Ciencia Ficción).
En mi caso personal,
puedo agradecer a la literatura, aparte de ser escritor y publicar mis novelas
y cuentos, la enseñanza que me dio para mi preparación. A través de muchos
libros que he leído, fui descubriendo distintas sociedades que no pensé que
existieran, incluso, en el pasado. Aprendí un poco de la historia medieval que
los libros de la misma historia no muestran, conocí formas distintas de conocer
las sociedades en épocas alternas de varios países de Europa y América, solo
con leer a los autores que reflejaban sus sociedades, sus pensamiento,
describían sus pueblos y ciudades, un retrato variado de todo un conglomerado
de personas de muchos lugares, incluyendo la lejana Rusia. Cuando estoy en
clase, a veces, los alumnos me preguntan si yo he salido de Perú. Yo les
respondo que no. Entonces, ellos preguntan cómo sé de esos lugares. Es allí
donde les respondo todo lo que la Literatura me enseñó, tal como lo estoy
diciendo. Es tan grato apreciar este aprendizaje que enseña la lectura que no
tiene precio en el mundo, jamás lo tendrá y será inmortal para las mentes que
deseen aprender y que los libros literarios te demostrarán, si es que no
exagero mi opinión.
Desde este punto de
vista, aparecieron las obras literarias de Compromiso Social, justamente porque
a lo largo de muchas épocas el ser humano, a parte de ficcionalizar una
historia, lo hace también con la Literatura Comprometida, con la sociedad a la
que pertenece. En teatro, poesía y novela hay casos donde se escribe con tal
furor para denunciar en las distintas sociedades, lo que no marcha bien, desde
los gobernantes, la política y la gente misma.
Hay muchas novelas que desde el pasado han repercutido en este modelo de
literatura que no es corriente literaria y menos es un factor que quiera
ofender a nadie. No, solo se cuenta la verdad y el literato cuenta su verdad.
Lo que muchos no dicen, la Literatura te lo hace saber, te lo explica y te hace
reflexionar para que las personas que lean tomen conciencia del papel que
juegan en una sociedad. Una obra literaria bien armada te muestra descripciones
especificas donde su fábula es desentrañar lo que está oculto y los personajes
completan la acción para saber cuál es el papel que le corresponde a un
individuo en una sociedad determinada. Vargas Llosa en un empecinado en este
tipo de literatura con novelas como «La ciudad y los perros», «Conversación en
la Catedral», «Lituma en los Andes», «Elogio de la madrastra», «La guerra del
fin del mundo», «La fiesta del Chivo», «El sueño del celta». Así como él, en el
pasado, en Hispanoamérica, hubo muchos escritores que hablaron al respecto.
Desde México, sino veamos algunos casos como «Los de debajo» de Azuela, «Pedro
Páramo» de Juan Rulfo, «El águila y la serpiente» de Martín Luis Guzmán, «La
región más transparente» de Fuentes, «El señor presídete» de Asturias, «El
otoño del patriarca» de García Márquez, «Yo el supremo» de Roa Bastos, «El
recurso del método» de Carpentier, Vargas Llosa en «Conversación en la
Catedral» y «La fiesta del chivo»; incluso en la poesía, «Canto General» de
Neruda es una muestra de ello, imprescindible por su vastedad americana, pero
en el capítulo V, “La arena traicionada”, el titulo lo dice todo, los
dictadores son una mezcla de traición al pueblo que los vio crecer. Pero este
tema ya viene desde tiempo atrás, con el mismo Azuela, «El matadero» de
Echevarría, «Amalia» de Mármol, «Civilización y barbarie: vida de Facundo
Quiroga» de Sarmiento.
Así entendemos la
resonancia de la Literatura de compromiso, incluso las que llegan de las
esferas europeas. La novelas de Balzac, de Zolá, de Benito Pérez Galdós, de
Dickens, Tanckeray, Wells, Jane Austen, los escritores de la Generación de 98
española, la generación italiana del Verismo; contempráneos, Joyce, Sartre,
Camus, más adelante, Camilo Cela, Saramago, Kertez, Grass, Hesse y muchos
otros. Pero también la literatura nuestra, la peruana, es un conglomerado de
escritores quienes desde sus inicios han marcado un hito en la literatura,
sobre todo, de compromiso social, marcada por los infortunios que nuestra sociedad
ha ido formando a los largo de siglos. Lo que ha tenido soportar, al menos, la
gente que habita en los sectores más populares de nuestra orbe, sea cualquiera,
de los veinticuatro departamentos de la que está constituida nuestra patria. Si
nos remontamos hasta la época del virreinato encontramos las crónicas dejadas
por los primeros conquistadores españoles quienes describieron todo lo que
ellos vieron en unas tierras desconocidas y la que pintaban con exageraciones
tremendas; como fuere, todo empieza con este nuevo tipo de escritura narrativa
que fue cobrando vida para que, finalmente, llegara a convertirse en una
especie literaria dentro de la Género Narrativo: La crónica. Todo esto en el
siglo XVI cuando en Europa, en pleno Renacimiento, ya existía la Novela, Poesía
y Teatro. Las crónicas del Inca Garcilaso y Guamán Poma de Ayala fueron el
pináculo de esta narrativa que contaba historias de creación del mundo místico
andino, divinidades, culturas, costumbres, ritos y hábitos carniceros, en unos
casos, que impresionaron para conocer un poco más el origen de los pueblos
aborígenes de una América ignota. Solo para contar el conflicto social de la
época en la que se escribían.
Desde esos años lejanos
ya había el compromiso social, pues las Crónicas (aparece como una nueva forma
literaria en cuanto a narrativa se refiere, en el siglo XVI) mostraron esas
culturas que no eran más que el conflicto social que tenían los aborígenes en
una sociedad primitiva. América tuvo un desarrollo lento, pero en todo ello, los
escritores más se dedicaron a destacar los conflictos que fueron desarrollando
a lo largo de su historia hasta este siglo XXI.
Así en los siglo XVII y XVIII la producción literaria se había
anquilosado por causa de la Corona Española, pues solo se permitieron libros
que venían de España y los escritores que fueron desarrollando Literatura lo
hicieron a escondidas a través de panfletos y poesías llamadas pasquines. Hasta
la llegada de la Independencia que tuvo su antecedente en la revista Mercurio
Peruano. Pero ya en el siglo XIX, libre de cualquier presión española, más
allá de 1850, aparecen novelas de
escritores que defendieron el origen de nuestro pueblo que se vio arrastrada
desde la época de la conquista cuando los españoles diezmaron la raza india de los
incas, pero descrita en un tiempo más moderno: la inagotable lucha e imposición
del gamonal mestizo en contra de los indios que siempre han sido maltratados.
Cuando uno lee novelas como «Aves sin nido» de Turner o «El padre Horán» de
Aréstegui o las novelas más refinadas como las de Mercedes Cabello de
Carbonera, María Nieves y Bustamante o las tradiciones de Ricardo Palma, fueron
de uno y otro lado, la forma más elocuente de retratar el Perú dieciochesco. En
lo que más se centraron fueron en observar y meditar las revueltas de las
nuevas clases sociales que se fueron formando, disuelto el Virreinato y lo que
quedó de ella. Las nuevas clases sociales se retrataron tal como fueron en ese
momento. Es aquí, tomando estos modelos e ideas que se desarrolló una Literatura
más densa y elaborada, de rigor profundo, en describir diversa sociedades del
Perú, ya que este es multicultural en todos sus aspectos. Es así, cuando llega
el siglo XX y los literatos que aparecen,
su producción literaria fue más intensa y profunda dando vida a personajes que
vivían en mundos tan disimiles. Grandeza - no creo exagerar- fueron las
narraciones que dejaron Palma, González Prada, Mariátegui, Valdelomar y las
narraciones de Vallejo. Luego el Indigenismo con obras magistrales dejadas por
Arguedas, López Albújar, Alegría. Lo que ellos retrataban eran las injusticias
bien sabidas por nosotros si hemos leído novelas como «Yawar Fiesta», «Todas
las sangres» o la fascinante «El mundo es ancho y ajeno». Así hasta la llegada
de la generación del 50 donde la
migración de los pobladores de la sierra se fue asentándo en las capitales de
los departamentos, ciudades en proceso de crecimiento. Escritores como Vargas
Llosa, Ribeyro, Bryce, Gálvez Ronceros, Zavaleta, Vargas Vicuña, Scorza, Congrais,
Miguel Gutiérrez, dieron inicio a una literatura intensa y profunda, en la que
apareció una mezcla de personas en las ciudades: gente pobre, andina y los
mestizos blanquiñositos que los discriminaban, quienes a su vez sufrían sus
propios conflictos personales como tan bien los narra Bryce en sus novelas. Lo
mismo en la poesía de estos años, dejada por Varela, Heraud, Belli, Rose,
Sologuren, Eielson, Corcuera, Delgado, Pollarollo, Cisneros, Watanabe, entre
otros.
A partir de este
momento todo es una eclosión literaria porque los escritores que llegan después
vienen siguiendo una línea muy distinta a los escritores antes mencionados,
pero tienen un encuentro coincidente: retratar la realidad social del Perú,
cualquiera sea la década en la que comienzan a publicar. Mencionaría a
muchísimos escritores actuales partiendo desde Alonso Cueto, Peter Elmore,
Cronwel Jara, Oswaldo Reynoso, Thais, Baily, Pimentel, Roncagliolo, Cisneros,
Requifo, Gamboa… Hay algunas novelas actuales que muestran los rezagos que
dejaron las matanzas del terrorismo en más de diez años. Algunas novelas bien logradas
de ese retrato interno que sacude hasta los tuétanos quienes recuerdas esa
etapa oscura de nuestra vida social. Social y de compromiso asumido por algunos
literatos en sus obras literarias. Ahora, este factor trascendental que
heredamos y que ha sido analizado por diversos críticos literarios mayores de
distintas épocas, hasta ahora, nos muestran la idea de lo fundamental que es la
Literatura, una vez más, en nuestra vidas, tan arraigado a nuestros
pensamientos, que ese compromiso es tan nuestro que lo entendemos, lo sentimos
y lamentamos que solo la Literatura nos lo hace reflexionar a través de
personajes tan humanos que están inmiscuidos en ese asunto este es un factor social
que ha ido llenando nuestra Literatura
de obras muy interesantes que muestran los defectos y los errores que ha tenido
nuestra vida política y la gente de nuestro pueblo, en muchos casos muy
ignorante, hasta analfabeta, que hemos registrado, y nos ha sumido en un
balance unitario: escribir sobre nuestra patria del pasado y presente. Análisis
muy concienzudos que nuestras letras nos están heredando en los anales de la
historia cultural. De ningún modo serían hechos desvalorados, pues esa narrativa
y poesía la puede leer cualquier peruano que se identifica con nuestra gente
que bien pudiera ser cualquier persona que pudiera ser conocido de alguien en
la esquina de un barrio cualquiera de Perú. Esa es la idea que hemos tenemos
cuando un lector atento entiende con mesura y buen juicio lo que la Literatura
siempre ha hecho: ficcionalizar hechos tomados de la realidad para que nos haga
meditar sobre nuestra existencia.
Hemos estado tan enfrascados
en tomar en cuenta la Literatura de compromiso con nuestro pueblo como ya lo he
venido anotando, que no hubo espacio para que autores se dediquen a escribir
obras literarias sobre Ciencia Ficción o Fantásticas. Nuestra influencia sobre
la realidad tan como se palpa en el día a día ha hecho que muchos escritores
noveles continúen la herencia de los mayores y así sucesivamente. El caso de
literatura fantástica que se rastrea en sus orígenes son los cuentos escritos por
Clemente Palma con «Historietas malignas» y «Cuentos malévolos» que son una
influencia de Allan Poe. Desde allí la literatura fantástica se inicia en Perú.
Pero a lo largo del siglo XX no hubo mucha importancia a este tipo de narración
imbuidos por el realismo comprometido con el que se siguió escribiendo. Hubo
algunos escritores por allí que se dedicaron a este tipo de escritura. Yo
también he publicado libros de cuentos, muchos de ellos fantásticos y de
Ciencia ficción. Pero la verdad, todo no debería quedar centrado en lo
comprometido. La tónica de la Literatura fantástica y de Ciencia Ficción es muy
exigente, sobre todo, en el manejo del lenguaje y la temática sobrenatural y
futurista de las historias. Esta literatura es básicamente el pilar de las
hipótesis e ideas insinuadoras de lo que podría ser un futuro, pero que
retratan la idea de la ciencia. En Perú, los críticos y los escritores en
general, no ven como buena alterativa los libros que tienen esta temática. En
cambio para mí que me dedico a la Literatura como especialista es muy
consolidada como la comprometida, porque, no solo entretiene, sino nos muestra
visones de lo que podría suceder en el futuro, ya que la mente humana puede
pensar e imaginar profundamente estos aportes que no serían del todo
descabellados, sino un aspecto intelectual que nos ofrece todo escritor, quizá
visionario, cuando un ve que en una planicie se formará una ciudad y surge
luego Nueva York. Quizá alguien observó desde su cabaña la tierra gélida donde
habita e imagina que surgirá una ciudad y aparece posteriormente Moscú. Así
alguien imagina que puede vivir en una isla flotante y están los Uros del lago
Titicaca o escrutar unas montañas imponentes e inaccesibles y surge Macchu
Pichu. El papel del escritor es similar, analiza, razona, observa y ejecuta su
obra de lo que en algún siglo podrá ser. ¿Julio Verne no hizo eso? «De la
tierra a la luna» (1865), «Alrededor de la luna» (1870) no fueron una antesala
de la Era Espacial en la vida del ser humano, primero con Yuri Gagarin quien
dio la vuelta a la luna en 1950 y el primer hombre que pisó la luna con Neil
Angstrom en 1969. Obviamente, se percibe la distancia de años entre literatura
y la realidad. Así mismo, «Veinte mil leguas de viaje submarino» (1869)
menciona al poderoso submarino Nautilus con su inmortal capitán Nemo, ¿acaso no
antecedió a los submarinos que aparecieron durante la Segunda Guerra mundial?
Este papel intelectual, fundamental como el de Verne, favorece a cualquier
escritor que apele en la literatura de Ciencia Ficción. Lo mismo con la
literatura fantástica, de lo contrario no hubiera parecido «Drácula» de
Stocker, «Frankenstein» de Shilley o «El Golem» del austriaco Gustave Meyrink. O
quizá la crítica fantástica de la sociedad inglesa que hizo Jonathan Swift con
«Los viajes de Guliver». Estos son claros ejemplos de la Literatura Mundial,
¿por qué no se daría en nuestro país? Porque la crítica peruana está equivocada
en valorar solamente nuestra literatura de compromiso social, por cierto que es
muy valiosa como ya lo anoté anteriormente. No obstante, también puede haber
casos para escritores de este ingenio literario, pero la demasiada influencia
de compromiso no da pie a pensar en lo fantástico o Ciencia Ficción, a
excepción de algunos cuantos literatos que lo hacen con devoción, según sus
ideales literarios. Incluso, en los concursos literarios que se organizan en
Perú un escritor que presente obras de valor fantástico o Ciencia Ficción tiene
la seguridad que no será valorado como las otras de compromiso social. Este
aspecto es para pensarlo y entender que sí puede tener cabida la Ciencia
Ficción o el Fantástico en nuestra literatura nacional.
IV
Otro tema en la literatura que descubrí cuando estaba en la Universidad
y que un lector común no percibe, es acerca de las técnicas literarias. Todo
escritor cuando se enfrasca en la redacción de un texto y recrea una historia
en su totalidad, piensa en el modo cómo escribir las diferentes escenas que
dará curso a la trama y fija un tiempo y espacio en el que desarrolla toda su
historia. Justamente esto tiene que ver con lo años, fechas y siglos que nos remontan a lugares distintos
del pasado, presente y futuro. Es aquí donde las técnicas literarias cumplen na
función predominante y las diversas formas de atrapar la historia es a través
de esos recurso técnicos que nos trasladan a épocas inimaginables que solo el
poder de la literatura posee.
Cuando estuve en la universidad
se hablaba de técnicas de los escritores que más se leían en ese año de 1994
cuando fui descubriendo a autores que ignoraba que existían como el caso del
Boom latinoamericano y los que, según Emir Rodríguez Monegal, llamaba La nueva
novela latinoamericana. De todos ellos solo conocía a Vargas Llosa y solo a
través de la «Ciudad y los perros», pero solo por la película de 1984. Fui
conociéndolos poco a poco. Escuchaba a algunos compañeros que hablaban de ellos
e incluso de alumnos de años superiores
que los mencionaban con deleite como si fueran venerados. Fui comprando los
libros de esos autores y comencé a leerlos en el verano de 1995. Solo me bastó
tres meses para leer dichas obras: «La casa verde» de Vargas Llosa, «Cambio de
piel» de Fuentes, «Rayuela» y «El perseguidor» de Cortázar, «Cien años de
soledad» y «El otoño del patriarca» de García Márquez, «Juntacadaveres» y «El
astillero» de Onetti, «Paradiso» de Lezama Lima, «Ficciones» de Borges, «El
siglo de las luces» y «El reino de este mundo» de Carpentier, «El señor
Presidente» de Asturias, «Pedro Páramo» y «El llano en llamas» de Rulfo,
«Abadón, el exterminador» de Sábato, «Yo, el supremo» de Roa Bastos, «Los de
debajo» de Yáñez. Menciono a estos autores que fueron fundamentales en mi formación
literaria porque entendí de las técnicas literarias que todos hablaban. Aprendí
que había técnicas como El Flash Back donde los tiempos se alternan del pasado
al presente, según la historia que se cuenta. Eso lo aprendí leyendo «La casa
verde», «Cien años de soledad» y «Cambio de piel». Los vasos comunicantes, una
historia conlleva a otra, muy usada en los cuentos de Borges y Cien años de
soledad. Las caja china, en la que una historia conlleva a la otra y así
sucesivamente, el monólogo interior y el fluir de la conciencia de muchos de
esos personajes lo que se encuentra en casi todas las novelas que antes
mencioné. Aún Vargas Llosa, el más meticuloso de todos estos autores en la
escritura perfecta de las novelas, escribió «Cartas a un novelista», donde explica
todo estos detalles. Sin embargo, eso me pareció lo más interesarte, los
tiempos disimiles y las diacronías que emplean todos esos textos; además, no
importaba de qué país de Hispanoamérica fueran estos autores, el vínculo que
los unía fue el exilio, el reproche de la sociedad injusta y autoritaria, el
lenguaje común (castellano) y sus giros lingüísticos (habla coloquial, jerga,
la cual parecía que era la misma que yo hablaba con personas que me rodeaban en
el barrio por donde vivía y que nos une) que me hicieron comprender que
Hispanoamérica en un solo pueblo, sin fronteras, seducido por sus creencias y
mitos que nos heredaron nuestros antepasados y que los escritores muy bien
supieron darle forma literaria. Luego aprendí que estos autores emplearon y
aprendieron esas técnicas de otros autores anteriores, estadounidenses y europeos,
de comienzos del siglo XX como Faulkner, Virginia Woolf, Hemingway, Dos Pasos,
Marcel Proust, Flaubert, Kafka, Joyce de quienes, según oí a varios de ellos
(Vargas Llosa, García Márquez, Fuentes), estudiaban las obras de esos autores
al mínimo detalle, con lápiz, para que no pudiera olvidárseles nada. En fin,
las técnicas literarias ayudan a que el manejo del escritor, a través del
lenguaje, sea importante porque es un recurso fundamental en la estructura y
armazón de la novela para darle cuerpo, belleza estética, funcionalidad y
sentido de ser en los escenarios que se describen. Si la novela se escribe de
un modo cronológico, también lo es y han resultado muy buenas historias. Una
que recuerdo con mucho cariño es «María» de Jorge Isaacs cuyo lenguaje es poético,
lleno de artificios retóricos y con una cronología tal cual es la historia de
los personajes Efraín y María y la distancia que los separa como Inglaterra y
el valle del cauca. Siempre he leído novelas, en su mayoría, aparte de estas
latinoamericanas, que a través de segmentos textuales o capítulos, la trama es
atractiva, pues la secuencia temporal omitida por el desarrollo del clímax y la
fábula que se da a través de las descripciones y el conflicto que sufren los
personajes. El tiempo solo se hace referencia de acuerdos a las circunstancias
que acontecen en la historia. Al final de cuentas, entendí que las técnicas
literarias son meros recursos reemplazables que no son importantes, quizá
oportunos en momentos que se quiera emplear en la historia, según preferencia
del autor, pero el discurso literario de una obra es fundamental y si la
historia es bien contada, atrayente porque tiene los elementos narrativos
propios de convencer con lo que se cuenta, la obra será un triunfo para la Literatura.
Pero si no convence, pues lo que recrea es harto conocido por los lectores
incluso, por los más simples, habrá fracasado, ni siquiera como novela de
entretenimiento. Conozco un caso como es del mexicano Carlos Cuatemoc Sánchez,
cuyas novelas son tan simples, casos de la vía real que fracasan en este aspecto
de contar lo ya sabido. Vende muchos ejemplares porque son historias que todos
quieren por su contenido conocido. Pero si los lectores leyeran de igual modo
«El lobo estepario» de Hesse, «Rayuela» de Cortázar, «Ulises» de Joyce,
«Paradiso» de Lezama Lima, «Terra Nostra» de Fuentes los cuentos de Borges o,
finalmente, «La náusea» de Sartre, muchos de esos lectores desecharían estas
obras desde el inicio. Ahí radica la diferencia cuando uno se pregunta cuando
¿qué debería leer por mejor literatura? En el primer caso, porque el lenguaje
es sencillo y las historias son sencillas, porque gustan los amoríos y
experiencias de jóvenes cuyos conflictos los encuentra a la vuelta de la
esquina. En el segundo caso, no lo aceptarían
porque el trabajo del leguaje es más artificioso, más artísticos que el otro
caso de lenguaje prosaico, y al verse el lector (no todos) enfrentado a este
monumento tiene duda porque no entenderá, porque le resultará aburrido y no
disfrutara de la simpleza que quisiera porque prefiere lo simple. Ni qué decir
del barroquismo. Quizá a esto se refiera Cortázar cuando hablaba de los
lectores Hembra y Macho: Hembra, aquellos que no participaban de la lectura
porque leen por leer; Macho, porque analizaban y participaban de la lectura. He
aquí el papel fundamental del lector, lector cuando lee, analiza, interpreta, infiere,
conoce el lenguaje de su idioma en los distintos significados del léxico y en
aprender lo que el texto puede enseñar. Yo aprendí a leer así y de este modo me
sumerjo en las historias que hasta ahora leo.
Quiero
mencionar otro aspecto fundamental que entendí a la perfección y me sedujo
mucho. Me refiero a las obras literarias históricas, sobre todo en la narrativa
y el teatro. Cuando comencé a dedicarme por entero a la lectura y de todas las
obras que iba leyendo, llegaron a mi poder, sobre todo, novelas que tenían un
carácter histórico. Digo un carácter porque no son, obviamente, tratados de
historia ni mucho menos libros conceptuales que abordan la historia desde un
punto de vista académico o científico. Lo que me arajo de las obras histórica
fue el manejo de la documentación que los autores tienen para crear una novela,
a través de personajes ficticios y llegar a una trama en un periodo especifico
de una determinada historia que detalla aspectos fundamentales que la misma
historia en su derrotero no lo hace, pues apela a los hechos generales y
explicaciones históricas de un periodo determinado. En cambio la obra
literaria, como ficción, nos introduce en un mundo tan lleno de detalles como
específicamente son: la gente que vive en un lugar durante una época especifica
retratando todo lo que rodea esas circunstancias; también los instrumentos,
maquinarias y seres que intervienen en un periodo determinado señalado por
fechas que la historia no registra, pero que la concienzuda labor de un escritor
indaga hasta en los periodos más añejos que pueda encontrar para elucubrar una
historia interesante, intensa y precisa de los hechos que quiere contar. El
crítico francés Gerard Genett señaló alguna vez en su libro «Ficción y Dicción»
que todos los elementos históricos, reales, cuando pasan al plano de la
literatura, se convierten en ficción. Desde luego, tiene razón, pues en este
caso la Literatura recrea, reinventa, otra vez la historia que se quiere
contar, pero la diferencia de esta reinvención radica que las fechas y
acontecimientos existieron en alguna época detallada. Es aquí donde la labor
del escritor entra fundamentalmente para crear concatenadamente una labor titánica
de estudio, aprendizaje, concepción de la época que quiere citar, investigar
sucesos de diferentes modos que no desea dejar pasar por alto para que el
lector atento conozca hechos de lugar alguno, de su país o región que la
historia lo escribe de un modo general.
Es aquí donde la Literatura va más allá de su
poder artístico porque entran a tallar los personajes que le dan esa
vida a la historia de la que ya hablé anteriormente. Los personajes son quienes
comienzan a vivir esa parte de la historia que especifican en modo total toda
una gama de sucesos que confrontan sus sentimientos, emociones, conflictos,
guerras, política, amores, dudas, episodios truculentos que se mezclan en todo,
ambiciones y poderíos intensos que en este tipo de novelas son la fundamentación
del quehacer literario. Digo esto, porque cuando escribí mi novela histórica de
mi tierra, «Arequipa, perdida en la niebla del pasado», me demandó todo esto que
estoy explicando. Pero no hablaré de lo mío. Comencé a leer novelas históricas de
toda índole que iniciaron a gustarme demasiado, tomándolas como preferidas en
mi itinerario lector. Así descubrí, en primer lugar, aquellas que retratan la
Edad Media como «Ivanhoe» de W. Scott que me hizo entender la idiosincrasia de
un pueblo tan lejano y cercano a la vida actual y sobre todo, «Weverley». «El
Hereje» de Delibes, una mirada para saber cómo es la Edad Media en España y la
forma cómo la Santa Inquisición castigaba y perseguía a los condenados. Las
novelas de Alejandro Dumas que retratan la Alta Edad Media desde el siglo XIII
con su Trilogía de los Mosqueteros y «El conde de Montecristo» y la visión de
los palacetes y la vida cortesana de la gente de la nobleza parisina de esa
época. Y un contemporáneo suyo, Víctor Hugo, escribió dos Joyas de la
literatura «Los miserables» y «Nuestra señora de París», vivencias de la gente
y miserias de un pueblo que lucha por sus derechos ante una sociedad corrompida
e injusta. Y en el otro caso, el amorío paupérrimo de un Jorobado que no aspira
a nada más que una ilusión y la vida en sociedad de la gente pobre,
supersticiosa, el aspecto religioso y una clase alta imbuida por lujos y
banalidades, todo enfrascado en el reinado de Luis XI. O la visión histórica de
los monjes dedicados a una vida plena de devoción como «El nombre de la rosa»
de Eco. También me encantaron «Los idus de marzo» del norteamericano Wilden
Torton que relata los últimos días del
emperador Julio César, antes de su muerte. Igualmente «La catedral del mar» de
del barcelonés Idelfonso Falconés quien retrata la Barcelona de la edad media
durante la construcción de la Catedral de la Virgen del Mar. «La flecha negra»
de Stevenson quien se enfoca en retratar las diversas formas de la edad media
en una sociedad inglesa donde el conflicto y la devastación social son producto
de la delincuencia. En Hispanoamérica,
tenemos novelas históricas de Vargas Llosa como
«La guerra del fin del mundo», «La fiesta del Chivo» o «Paraíso en la
otra esquina». Tomás Eloy Martínez con «La novela de Perón», que no es más que
la vida del dictador argentino, sus anhelos, recuerdos con Eva Perón y el
último mitin que dirá cuando llegaba a Argentina después de un largo exilio en
Madrid. Augusto Roa Bastos con «Yo, el supremo», ambientada en la época del
dictador José Gaspar de Francia con personajes ficticios que emulan y
especifican todo su pensamiento imperioso ante los demás, ayudado por su
servidor zalamero Patiño. «Las lanzas coloradas» y «La isla de Robinsones» de
Uslar Pietri, ambas retratan la época alrededor en la vida de Simón Bolívar durante sus
peregrinaciones de libertad en el norte de Sudamérica. Otro autor que habla
históricamente de Bolívar, García Márquez, que cuenta los últimos días del
libertador en Santa Marta, Colombia, en su novela «El coronel en su laberinto».
Una novela que me gustó mucho también es de la escritora María Nieves y
Bustamante, «Jorge o el hijo del pueblo», sobre la vida social y mestiza de
Arequipa y la revuelta acaecida en 1858 donde se mezclan amor, política,
costumbres y guerra civil que dejaron muchos muertos en el centro de la ciudad.
Así, la lista es grande… Entonces, entendemos que la novela histórica es
fundamental para el aprendizaje de los lectores que buscan ir más allá de los
detalles simplemente históricos. Pues una novela histórica engloba el panorama
de nuestra vida cultural envuelta en un marco de detalles que descifran nuestra
vida en todos los aspectos que el hombre ha dejado huella por su paso en el
mundo y lo seguirá haciendo mientras halla Literatura que escribir y escritores
que se dediquen a la investigación para ser de ella perdurable.
V
Ahora voy a referirme a los Género Literarios. Realmente la primera
forma de escritura que el hombre aprendió a escribir, antes que cualquier otra
forma de pensamiento, fue Literatura. El hombre comenzó a escribir sobre la
concepción del mundo que le rodeaba, luego que dejó atrás la literatura oral.
Escribió, primero sobre las creencias que comenzaba a descubrir de los fenómenos
que no tenía idea de dónde provenían. Todos los elementos que no entendía y que
lo atemorizaba se lo atribuían a seres superiores a los que comenzó adorar (dioses). Y la primea forma de
escribir que concibió y entendió, según
su invención, fue el verso. Claro que no había clases de Géneros en aquellos
tiempos primitivos. Esa forma lírica,
fue la génesis de la literatura que contaba hazañas y fenómenos sobrenaturales
de personajes y monstruos que seguramente imaginaba o criaturas de aquellas
épocas remotas que hubieron existido. Pero el elemento que agregó a esas
hazañas fantásticas fue la exageración de lo que veía y contaba, la primera
forma de Hipérbole y Metáfora antigua. Objeto de esto son las primera historias
como «Gilgamesh», «El libro de los muertos», las poesías yámbicas y épicas de
la antigua Grecia, «El Ramayana», lo libros «Mahabarata» y Vedas hindúes, la
«Biblia», las historia de los sumerios en lengua cuneiforme “emegir”, en el sexto milenio A. d. C. La única aparición diferenciadora en este
tipo de escritura fue la aparición del Teatro en Grecia y el antiguo Japón,
distintas maneras de abordar el teatro, pero, también se las escribía en verso.
En fin, incluso Aristóteles desarrolló la primera forma de crítica y análisis
de la poesía en su «Arte poética». Por esa razón esta lírica primitiva forma
parte del primer momento histórico que tuvo a Literatura antigua, lo que
algunos llaman Clásica. Hasta la llegada de Roma donde aparece la termología
literaria y aun así se continuaba escribiendo en verso. En la Edad Media de
igual modo. Todos los textos medievales fueron escritos en versos. Hasta la
llegada del Renacimiento donde apareció una amplitud de formas de escritura, no
solo versales.
En el Renacimiento se
desarrollaron las Humanidades y en la Literatura aparecen distintas formas de
escritura. Se rescató el teatro Greco - Latino que en la Edad Media fue vedado
por ser pagana. Apareció la primera forma de novela en cuentos cortos y largos:
«El Decamerón» de Boccaccio, «Cuentos de Canterbury» de Chaucer, «El ingenioso
hidalgo don Quijote de la Mancha» y «Novelas ejemplares» de Cervantes, «El
criticón» de Gracián, «Historia de la
vida del Buscón, llamado don Pablos» de Quevedo. Aparece gran número de obras
literarias en verso, siguiendo un esquema de rima y el teatro comenzó a
desarrollarse como una fuente de distracción popular y las Crónicas con la
llegada de la conquista europea en América. En medio de todo esto ya fueron
apareciendo, tímidamente, los distintos géneros literarios, aun no clasificados
dentro de la Teoría literaria, que vendrá siglos después. Mi punto de vista,
solo considero tres formas de Géneros Literarios: Narrativo, Lírico y
Dramático. Eso pienso y cada uno con sus respectivas Especies Literarias. Jamás
he estado de acuerdo que agreguen a la Épica como otro Género. La razón es que
la Épica es un tema dentro de las historias de cada género antes mencionado,
que haya Etopeya, Epopeya o Cantares de Gesta, son, también temas dentro de las
hazañas de los personajes que desarrollan una historia, incluso, dentro de la
Poesía Épica. Por este motivo, no estoy de acuerdo que la Épica sea género. Es
como decir que lo Real Maravilloso en la Literatura Hispanoamérica sea un
Género Literario, cuando solo es un tema telúrico en varias obras como «El
reino de este mundo», «Hombre de maíz», «Cien años de Soledad» o las novelas de
Scorza en su ciclo «La guerra silenciosa», ya que son un conglomerado de hechos
exagerado que la fantasía literaria puede crear. Aun cuando la Épica fue dada
como Género por Aristóteles, pues, solo se conocía la lírica confundía las
acciones con el tema del texto. Pero Hegel fue quien, siglos después,
reconocería los tres géneros ya por la forma de redacción que los diferenciaba.
Sin embrago, debo
acotar un aspecto más que me pareció interesante dentro de la literatura y los
Géneros Literarios. El asunto es que alguna vez le oí a Gabriel García Márquez
explicar que el Periodismo, en sus distintas formas de escritura e información,
lo consideraba como una forma de género
dentro de la Literatura, pues cuando un periodista detalla la información que
están diciendo, cuenta historias, según la noticia, pues hay un narrador,
personajes involucrados en la información, lugares, escenarios y descripciones,
elementos propios de la narrativa como si contaras una historia breve –cuento-.
Cuando me puse a meditar esta idea, desde luego, tiene razón. ¿Quién no ha
leído una noticia es un medio escrito, sea periódico o revista y ve en ella una
historia, cualesquiera sean los sucesos? Claro, uno encuentra una noticia como
si te contaran un cuento, claro que la diferencia está que la noticia no
exagera, sino refiere lo acaecido en la vida real, hechos lamentables que el periodista informa.
Pero de una u otra forma, es Literatura por el mecanismo y la estructura de la
redacción, claro que lo es.
Otro detalle que me
llamó la atención fue cuando Vargas Llosa denominó, según su punto de vista,
Novela Total a la obras literarias que son voluminosas y abarcan un extenso
campo en la narrativa porque engloban muchas situaciones del orbe de lo que
cuentan en personajes y sus diálogos, las diferentes escenas que se entrecruzan
para desarrollar una trama tan amplia de un aspecto elucubrado que entejen
ciertas situaciones cualquiera que sea. Por lo que la novela cobra demisiones
enormes. Incluso Vargas Llosa creo algunas Obras Maestras como «Conversación en
la Catedral», «La guerra del fin de mundo», «Paraíso en la otra equina».
Pienso, desde mi perspectiva, no estoy de acuerdo que una novela de esas
proporciones sea llamada Total, pues Vargas Llosa alega que le llama total
porque en ese tipo de narraciones, según explica, se abordan muchos temas de la
sociedad que se describe como pobreza, riqueza, oligarquías, clases sociales dictaduras,
aventuras, escenas escabrosas y fantasía desbordante, propio de los autores.
Todos esos elementos están presentes allí, por lo que le llama Novela Total.
Pero yo pienso que no es una novela total como lo iré explicando. En primer
lugar, lo que Vargas Llosa dice Novela Toral, para mí sería Obra Maestra porque
engloba en una sola novela escenas desbordantes de muchas situaciones que
retratan un mundo especifico en la trama y la fábula del mismo texto,
incluyendo a los muchos personajes que intervienen para desarrollar la historia
desde los puntos de vista que trata el tema general, incluyendo los aportes del
manejo del lenguaje y la elaboraciones de escenas por capítulos y la cronología
de épocas que pueda tener una determinada historia, así como las anacronía y
las situaciones pasado, presente y futuro que desarrolla para entender el por
qué la historia tiene sentido de ser. Esto es para mí una Obra Maestra. En
segundo lugar, me parece que podría, yo, llamar una Novela Total a la secuencia
de obras que siguen un ritmo de continuación que desarrollan temas afines
porque las historias y los personajes se suceden unos a otros de obras en
obras. Casos como las de Balzac y «La comedia humana», Zolá e «Historia natural
y social de una familia bajo el segundo imperio», sobre la familia de Rougon
Macquart, Pérez Galdós y «Episodios Nacionales», Marcel Proust, «En busca del
tiempo perdido», Tolkien en «Historias de la Tierra Media», entre otros. Obras
de este tipo en conjunto sí podrían llamarse Novelas Totales porque engloban
más aspectos de la vida social de lo que Vargas Llosa creía que podría darse en
una sola novela, lo cal lo dudo. Sin embrago, las novelas que forman una
asociación grupal donde se prosigue con el desarrollo de la historia y contar
mucho más que un simple aspecto social donde abarca más allá de la simple
realidad que se quiere contar porque la idea es mostrar muchos aspectos que en
una obra no basta. Ese aspecto de los escritores ya mencionados, me parece sí
cumple el canon de llamarle, con justa razón, Novelas Totales. Hay que
reconocer que a lo largo de la Literatura Mundial aparecieron monumentos de
novelas que tienen un mérito grandilocuente por su estructura formal, el manejo
en el lenguaje, la incursión de los personajes, el trasfondo social que quiere
representar, uso y manejos de los tiempos espaciales, dentro de épocas
ficticias o históricas, enseñanza y tensión en la historia según el discurso
literario, y nadie se los puede quitar porque así es. Pero Novela Total es
crear mundos de los cuales seguirán hablando, no solo en una obra, sino en
varias para ahondar más detalles de las sociedades a la que se refiere un
escritor.
VI
Un aspecto que debo tocar de modo imprescindible, pero no creo que sea
necesario, es sobre la Crítica Literaria. Para saber si una obra literaria
tiene la calidad necesaria de los parámetros que se requiere para su óptima
apreciación y los lectores sepan cuán importante es la obra que van a leer, es
el punto de vista de los Críticos. Algo que me causó curiosidad es un caso
interesante. Víctor Hugo, en el siglo XIX, un escritor muy querido, apreciado y
respetado por su amplia cultura y decisiones literarias, según su opinión,
podía encumbrar o aplastar el valor que podía tener una obra literaria. Y lo
que este autor decía se cumplía y religiosamente era respetado como su última
palabra. Así era el peso literario que tuvo este autor francés para toda la
Europa dieciochesca. Ahora, bien, en un plano general, a mi parecer, la Crítica
Literaria puede tener un valor importante con comentarios acerca de la forma y
estructura de una obra –narrativa, lírica, dramática- para opinar si las obras
tienen esa inteligencia en los argumentos y el trato de los personajes,
siguiendo una secuencia temática acorde cómo se plantean las ideas a través de
un leguaje preciso y bien dominado de la esencia del texto. He leído varias
críticas literarias sobre diversos textos y me parece que son una insinuación a
lo que se pretende llegar, según lo que plantea el autor. Estas opiniones a
favor por el tratamiento de la obras y las argucias literaria u observaciones
que se pretenda hacer con la finalidad de desvalorar algunos aspectos, también
de las mismas obras, no son tan decisivas como para fundamentar si el valor es
más o menos y mantener a la expectativa al lector que desea leer un buen texto.
Obviamente que las Editoriales escriben comentarios apropiados en la obras que
veden para preferenciar a escritores noveles o de trayectoria con la finalidad
de ver el marketing y producción de sus ventas. Pero detrás de todo esto, ¿cuán
verdadero es el valor que pude tener el texto literario en realidad? Esta es
una opinión subjetiva que se puede formar el lector.
No obstante, pensó que
las obras se miden por el valor del tema, sobre todo, y las apreciaciones que
de ellas se pueden deslindar en la consecuencia del manejo del lenguaje, la
trama y la intensidad de la vida de los personajes que el autor les da. Pero,
aun así, la Crítica Literaria tiene un papel preponderante en el análisis y la
fundamentación de obras literarias. Es así que se han escrito y continúan
escribiéndose Análisis y Crítica Literaria de muchas obras literaria, incluso
yo he escrito algunas, dándoles el valor literario que merecen los libros que
leí. La opinión de la Crítica es fundamental para entender el valor, la forma y
el tratamiento de un texto, cualquiera que sea, para que el lector común tenga
una idea de lo que se trata cualquier texto literario. Pero no es la última
palabra como vimos en el caso de Víctor Hugo. Las opiniones de la Crítica son
fundamentales para saber un poco más de las causas e ideas que permitieron al
autor escribir su texto. Son valederas, importantes, hasta yo me valgo de ella,
incluso cuando leo textos académicos de la valoración de un libro determinado.
Fundamentalmente, si la obra literaria cobra el
valor necesario porque cumple los requisitos de obra literaria como se
la conoce y satisface las expectativas del lector, agradables o no, la obra
literaria habrá vencido las opiniones negativas o positivas de la Citica
Literaria porque el lector disfrutará mucho de lo que lee. Un caso raro es el
siguiente. Por el año de 1917 César Vallejo publicó «Trilce» y cuando salió a
la luz nadie lo entendió y creyeron que era un vate que no sabía escribir
poesía. Celemente Palma, hijo del gran tradicionalista peruano, Ricardo Palma,
bien reputado en esos años como gran personaje ilustre de la época, incluso
opinó que «Los heraldos negros» era un conjunto de imbecilidades que no tienen
sentido de ser. Al mismo tiempo, aplaudía, en la misma época, la gran labor
poética de José Santos Chocano que era reconocido en Hispanoamérica como el
“Cantor de América”. No obstante, Vallejo siguió escribiendo más poesía desde «Trilce»
hasta «Poemas humanos» que se publicaron después de su muerte por su esposa
Georget. Han pasado los años y el poeta que es más famoso de quien se lee más
su poesía, de quien se conoce más los títulos de las obras que escribió,
incluso el popular cuento «Paco Yunque», es de Vallejo; además, su imagen está
en los billetes de diez soles. En el caso de Chocano nadie lo recuerda, si es
que no lo enseñan en un curso de Literatura Peruana. Pero aun así, el nombre
que resuena en la mente de los escolares y adultos peruanos, es César Vallejo.
Pregunto: la crítica en su tiempo vapuleó a Vallejo y ensalzó a Chocano, ambos
poetas tienen una lírica muy excelsa en el manejo del lenguaje, pero queda en
la mente del lector los libros que más se leen y son más promocionados, ¿la
Critica tuvo una influencia en dar a conocer a Vallejo?, sí, pero quien lo
popularizó fue las muchas personas que lo leyeron. La Crítica Literaria opina
bien de ambos autores, pero de quien hacen más estudios literarios es sobre
Vallejo porque su poesía es más atrayente que la de Chocano por las palabras
más sonoras e intensas que escribe. Entendemos, que el lector tiene una gran
importancia para decidir qué obra es agradable y cual no, a la expectativa de
lo que la Crítica Literaria puede o no engrandecer.
Al margen de todo, la Crítica literaria, es
positiva para entender mejor el papel de un escritor dentro del marco de la
Literatura que escribe, ya sea del pasado y la actualidad. Por esta razón, mi
parecer es que más cabida tiene el lector que los críticos, pues el lector
disfruta la obra y la recomienda o no, según los gustos. El crítico analiza la
obra desde un plano académico para los entendidos e interesados, aun cando los
lectores que es un grupo masivo no saben de Crítica Literaria. Entonces, por un
lado los lectores disfrutan lo que leen para difundir el texto literario; y por
otro, el crítico analiza la obra con los cánones propios de la ciencia
literaria. Ambos son un complemento indivisible que fomenta el interés por la Literatura.
En cambio hay otro aspecto que alimenta la
literatura, aunque más comercial, al estilo de los thriller norteamericanos.
Aunque desde antes de los años de 1990 ya había los llamados concurso
literarios. Estos alimentas la gran masividad
para que los lectores accedan a los libros que os autores, ya sean de
trayectoria y los contemporáneas hasta este 2020. Los concursos literarios son
un gran incentivo para las obras inéditas que muchos autores pretenden mostrar
y acceder a ellos como una puerta enorme para pertenecer al ámbito literario.
Es una manera simple y de azar para quienes logren acceder a los galardones y
así su obra pueda ser publicada y reconocida por la gente que los leerá. Es un
juicio muy personal y aparte que os jurados adoptan para seleccionar obras
ganadoras de los cientos que se presentan para tener, llamémosle así, un cupo
nacional o internacional. Es una buena forma para que un lector inédito, a
veces los consagrados, puedan mostrar el manejo de las técnicas, la trama, los
argumentos y las formas novedosas que la literatura aneja dentro del arte
estético que puedan mostrar.
Por otro lado, los
concursos literarios son un aporte fundamental para la literatura en todos los
ámbitos posibles, pues la misma Literatura no conoce fronteras ni límites que
le permita estancarse en el olvido, ¡esto jamás! Sin embargo, los logros que
dejan a los autores premiados, aparte del incentivo económico que varía de
muchas formas, es que se difunde nuevas obras literarias que nos heredarán para el deleite y el placer de buenas obras.
También dependen los juicios críticos que el Jurado aporta para seleccionar las
obras ganadoras y el porqué de ellas. Así, los autores premiados, poco
conocidos o de trayectoria, suben los peldaños a escala como muchos autores ya
han dejado su legado a lo largo de años y es el aporte cultural que un autor en
serio quiere para demostrar de qué trata la Literatura que escribe. Cualquiera
sea su nacionalidad, las obras literarias recorren un amplio periplo y la
difusión por el hecho de ser galardonado
con un premio, ya en mucho. Las publicaciones de un autor premiado es ya
bastante y se sucederán más de sus obras que llevaran el sello Editorial del
concurso al que accedió como ganador. Este aporte sobre los concurso literarios
es importante, aunque juega de por medio el azar, pero los logros son
productivos y los lectores que ignoraban a los autores contempéranos, aparte de
los clásicos que nos enseñaron en los curso de Literatura en el colegio, es un
merecimiento ya grande. Incluso cundo hablamos del Premio Nobel de Literatura
que es el más grande en todo el mundo, cuyos miembros del Academia Nobel en
Suiza seleccionan, a su parecer, a un literato sin importar su nacionalidad.
Hablar de premios
internacionales en lengua castellana existen varios desde lo que premia, por la
trayectoria o por las obras de un concurso determinado. Desde antes ya se
premiaba con el Rómulo Gallegos en honor a este escritor, en Venezuela. El
Cervantes que premia en España a autores de amplia trayectoria a nivel
internacional en países de habla hispana y España. El premio Planeta el más
conocido, el más aspirado. Sin embargo, continua Alfaguara quien selecciona a
autores que desarrollan tramas de misterio al estilo de los Thrillers que mencioné. Y con el aporte
de la tecnología de Internet, hasta en Escritores. Org, hay una gama de
inserciones donde se publica una infinidad de concursos literarios por mes a
nivel de habla Hispana y así la secuencia es inagotable. Al final, los
escritores que logran un incentivo
ganador cumplen un papel fundamental en el ámbito de la Literatura. Hay casos
donde los autores son galardonados con un premio y después, inesperadamente, ya
no se vuelve a saber de ellos por ningún lado, pues su aporte, aunque efímero,
también es un logro para el autor y la Literatura en toda su magnanimidad.
En el caso de Perú, hay
premios que se mantienen estables a lo largo de los años como son el que
promocionan Petro Perú con el Cope de
cuento, poesía, novela y ensayo; El
concurso de novela corta Julio Ramón
Ribeyro que patrocina el Banco de Reserva del Perú; está además, el Premio
Nacional de Literatura. Sin embargo, cuando se acceden a estos premios
nacionales los autores son poco conocidos y pasan desapercibidos, pues nadie
los promociona, excepto en Lima, donde tiene algo de acogida. Esto se debe,
como dije antes, al poco interés en nuestra patria por la Literatura y la
cultura, que en realidad, a ninguno de los pobladores le interesa, excepto a
pocos. Así es el caso de la Literatura en Perú, aun teniendo un Premio Nobel
como es Vargas Llosa en 2010. Pero este literato arequipeño es reconocido a
nivel internacional, un caso aparte, dentro de nuestra sociedad. Como se sabe
hay autores peruanos, aparte de los premios mencionados y otros menores que por
allí se promocionan por Instituciones o Asociaciones, que no son más que
esbozos de remedo para alentar una ilusión banal para aspirantes ingenuos. Pero
debo resaltar que hay escritores que publican en Editorial o artesanalmente en
serio (no hablo de aficionados) que dan un realce interesante a nuestra letras
nacionales, aunque no aspiren a logros internacionales, pero en Perú se logra
eso y se observa la gama de escritores que sí muestran su capacidad para el
arte literario. Es un buen punto para entender la capacidad de autores, en
cualquier género literario, que desarrollan su autonomía cultural y literaria
dentro del mundo subjetivo que desean promover y demostrar. Por todos los lados
que fui en Perú y me relacioné con otros escritores menores ya sea de
Universidades o empíricos, la capacidad de raciocinio y entendimiento de las
letras es buena porque se percibe que son personas que leen y se empapan de la
Literatura que prefieren. Igualmente es mi caso, lo que nos da a entender que
no somos menos que los más laureados, la diferencia es que vivimos en nuestras
provincias de origen, otros van a la capital, Lima, pero siempre estamos
inmerso en aprender más de Literatura. Esto es lo más importante y lo que nos
hace soñar y creer en este arte antiquísimo sin haber conseguido un galardón en
un concurso literario, usando el manejo del lenguaje, prístino de la humanidad.
Otro aspecto fundamental que llenó mi vacío
literario fue aprender y conocer todo lo relacionado a la Teoría Literaria. La
Literatura hoy por hoy es una Ciencia Humanística que aborda el estudio
completo de la obra literaria desde el aspecto de la narratología, la
estructura de la poesía y los elementos que competen al teatro hasta la puesta
en escena. La Teoría Literaria es un amplia conocimiento de las obras literarias,
no desde el punto de la crítica, sino el abordaje desde el plano del lenguaje,
herramienta fundamental de toda obra literaria. El plano del lenguaje desde el
punto de vista del Discurso, los factores que implican el análisis de
circunstancias que envuelven a la obra desde un análisis objetivo y subjetivo,
desde los puntos de vista del autor y las diferentes formas que promulgaron los
primeros análisis humanísticos que una obra, cualquiera sea el género, promueve
como conciencia del escritor y la formación que insinúa dentro de su realidad
que conmueve, aliente, apasiona, odia o divulga cualquiera sea la situación que
se escriba desde los primeros aportes de los Formalistas Rusos y las escuelas
críticas que se dedicaron a estudiar de manea detallada y exclusiva una obra
literaria, de los cuales aparecieron muchos teóricos que difundieron sus ideas
al respecto. Los personajes son factores fundamentales que desarrollan el
esquema estereotipado de lo que se desea expresar. La Teoría Literaria estudia todos esos detalles que escapan al
lector común y que un estudioso lo promueve para identificar qué clase de obra
está describiendo.
La Teoría Literaria es
el elemento que desglosa y ahonda los pormenores de una escena, un detalle que
centra toda la obra dentro de su temática y describe el porqué de ser del
texto, según el pensamiento del autor. La idiosincrasia y el dictamen implícito
que se escribe son esenciales porque de ello depende cómo va a desarrollarse el
texto. De esto se desprenden los innumerables ensayos académicos que muchos
teóricos hacen de una obra literaria y los casos de críticos son muchísimos.
Entonces, desprendemos que la Teoría Literaria es más que todo un proceso
académico que un estudioso con la capacidad y preparación suficiente puede
hacer del análisis de un texto en mención.
Y como la Literatura, como Ciencia Social, abarca todo un esquema
profundo de análisis donde las ideas que se desglosan en la lectura de una
novela, poesía o drama son muchas y las variantes que de esas ideas se pueden
desprender son inagotables, pues el teórico siente la necesidad de extraer
muchas más ideas, una dentro de otra, según pueda mostrar más aportes de otros
teóricos anteriores que plasmaron en sus trabajos. Por ende, de allí la gama infinita de encontrar ideas de las obras
literarias clásicas (las muy conocidas) hasta las de autores más modernos en
este siglo XXI. Pues la Historia de la Literaria muestra que el proceso
literario es mucho más que un simple
argumento de un texto y biografía del autor. Es, en consecuencia, una amplitud
avasalladora de ideas como iba diciendo, donde el pensamiento literario no
tiene fin, pues un Teórico, también es un escritor que fomenta sus ideas de
análisis como un novelista, poeta o dramaturgo. Solamente que el Teórico aborda
los planos de estudio desde el lenguaje y las forma del texto: paratexto,
macrotexto, microtexto, contexto, y la novedosas formas estructurales que hacen
de la obra literaria un esquema de la que hay mucho que detallar para
comprender su formación prístina y aparejamiento con el pensamiento de un
autor, cualquiera sea su entorno social de formación emotiva que la hace
producir obras de todo tipo como ya se vio cuando hablé sobre los Géneros Literarios.
La Teoría Literaria, en suma, es el
estudio más completo que se tiene del texto literario dentro de la Ciencias Sociales
en la Literatura que nos hace entender cuan importantes es ella y saber que sin
la Literatura no podremos comprender muchos aspectos de la vida del ser humano
a nivel mundial, pues sin el arte literario habría un vacío donde solo nos
dedicaremos al trabajo mecánico fijado por horarios que atosigan de los que
dependemos y jornales que solo buscan la manufactura de trabajadores simples.
En cambio, con la Literatura uno sueña, goza, aprende, disfruta, se apasiona,
se conmueve y siente que es un placer máximo cerrar la última página de un
libro porque lo disfrutó. Y gracias a esto los lectores en el mundo conocen
como hay personas que describen con el lenguaje (incluyendo las traducciones)
tierras que no se conocían y se deduce cuán maravilloso puede ser leer
«Conversación en la Catedral» de Vargas Llosa, «De la tierra a la luna» de Verne o las historias de
Corsarios de Emilio Salgari. Cualquiera sea el tipo de historia que se lea
siempre hay un mundo especifico por época que nos hacen vivir intensamente y la
Teoría Literaria se encarga de hacernos comprender aún más profundamente esos
pensamientos hondos y didácticos que solo la Literatura posee; donde la
imaginación de un autor, hechos lenguaje, nos lleva al final de lo último de
nuestro pensamiento. Como siempre he dicho: leer es aprender. Con todo, la Literatura
nos hace aprender mucho más como lo he ido mencionando a lo largo de estas
líneas. Además, La Estética de la literatura no se da por el lenguaje culto
como mucho se suele decir. Desde mi
punto de vista, La Estética se encuentra en el desarrollo del lenguaje y sus
infinitas posibilidades de explicar muchas experiencias. Así se escriba en un
Barroco elaborado, en un lenguaje de palabras rebuscadas, en jerga juvenil o en
jerga vulgar, la riqueza de la Estética está en retratar con inteligencia
historias sociales que solo se producen en la mente y que forman parte de
nuestra vida social, sea Ciencia Ficción, queda claro el Quijote o sino las
historias del lunfardo argentino en las obras de Roberto Arlt y la jerga en «Al
final de la calle» del limeño Óscar Malca. Cualquier situación nos lleva a una
sola posibilidad: Escribir arte literario con el lenguaje… lo que es
simplemente belleza o La Estética como se suele llamar en la Teoría Literaria.
VII
Finalmente, siempre se nos enseñó en los estudios escolares la
Literatura clásica de los primeros tiempos; incluso, por cada país, sus
orígenes como materia fundamental en cualquier currícula undial. Sin embargo,
la Literatura nunca va a perecer mientras haya una mente humana que pueda crear
este arte a través de lenguaje escrito y recobrar memorias del pasado a través
de la oralidad que tampoco perecerá mientras la inteligencia humana pueda
desarrollarse desde el presente y avanzar en el futuro.
Así, puedo tomar
ejemplos, en el caso de Perú. Siempre nos enseñaron la Literatura incaica desde
sus poemas cantados como el harawi, waño, ayataqui, ayamoray, jaylli, qhashua o
el wanka, así como sus leyendas, etc., a través de la Literatura virreinal y la
aparecieron del drama «Ollantay». Con la conquista se dieron a conocer las
crónicas de muchos españoles hasta los fundamentales de los mestizos Garcilaso
de la Vega con «Comentarios reales de
los incas» y Guamán Poma de Ayala con «Nueva crónica y buen gobierno», cuya
aparición fortuita es un caso único. Los primeros literatos de la República de
las corrientes literarias, tenemos el Costumbrismos, Realismo, Modernismo,
Romanticismo, Vanguardismos, Indigenismo y las literaturas de los años 50, 60,
70 y en adelante, hasta hoy en día. En este orden, los más conocidos son Manuel
Ascencio Segura, Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carbonera,
Ricardo Palma, Manuel Gonzales Prada, José Carlos Mariátegui, Abraham
Valdelomar, José Santos Chicano, César Vallejo (el poeta más leído en el
mundo), José María Arguedas, Ciro Alegría (el narrador más importante en
Hispanoamérica, antes que Vargas Llosa), Manuel Scorza y los diferentes
literatos de las generaciones que ya mencioné. Después apareció en
Hispanoamérica la tendencia del Boom y el que fue más leído hasta ahora y no
decae es Mario Vargas Llosa. Seguido
de él hay una gama de escritores que siguieron
(pues algunos ya fallecieron) y siguen cosechando fama mundial como Bryce,
Julio Ramón Ribeyro, Alonso Cueto, Miguel Gutiérrez, Fernando Ampuero, Oswaldo
Reynoso, Niño de Guzmán, Rodolfo Hinostroza, Scoza, Rivera Martínez, Calos
Eduardo Zavaeta, Oscar Colchado, Blanca Varela, Whesphenn, Watanabe, Romualdo,
Eielson, entre otros.
Los ya antes citados
están en el ocaso de sus vidas y su producción literaria quedará en los anales
de la literatura, de eso no hay duda. Hoy, en 2019, hay escritores que siguen
con esa acogida internacional y que pasan ya de los cuarenta años, desde las
populares noveles de Jaime Baily, Iván Thais, Peter Elmore, Teresa Ruiz Rosas, Fernando
Iwasaki, continuando con Santiago Roncaglolo, Renato Cisneros, Jeremías Gamboa,
Daniel Alarcón, Jorge Eduardo Benavides, Alfredo Pita, Fátima Carrasco, Gabriela
Winner, Sergio Galarza, Gustavo Rodríguez, etc. Además, hay que considerar a
los escritores locales que por cada región de Perú publican sus libros por
propia cuanta (artesanales) o con el apoyo de Editoriales, de igual modo locales,
que hacen posible difundir a sus literatos para promocionar su cultura y
Literatura, incluyendo con presentaciones de libros. Como se conoce, de alguna
manera, se hace Literatura, aun sabiendo, como dije antes, que este oficio es
muy asiduo por todos los ámbitos donde se sabe de Literatura y el resultado un
Premio Nobel peruano: Vargas Llosa. Esperemos que no sea el único y que con los
años venideros sean galardonados con este Nobel otros literatos nuestros,
nuestros porque leemos su obras.
Así como este caso en
Perú, lo mismo sucede en otros lados del mundo por eso escribí este ensayo que
es producto de mis experiencias que dan fe lo importante que es la Literatura
para el ser humano. Ya se están publicado obras literarias de peruanos en las Editoriales
más grandes y así puedan difundirse las obras de muchos escritores para que más
lectores se unan al apasionante mundo de la lectura.
Diciembre de 2019
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