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miércoles, 19 de agosto de 2020

MEDITACIONES LITERARIAS

 

Por Miguel Gonzales Corrales

Meditaciones - CAMINANDO EN SU PALABRA


 

I

Cuando conocí el verdadero significado de la palabra Literatura en su contexto amplio, tal como es la ciencia literaria, me cambió el concreto que yo tenía respecto a ella. Cuando enseñan el concepto de Literatura en el colegio uno piensa que leer un relato, una novela o poesía, incluso teatro, es lo único que cuenta porque se tiene que entender, una actividad inútil y parca para los estudiantes en Perú que se sienten presionados por una calificación en el curso, lo que nadie desea (hay algunas Excepciones). Por eso cuando se actúa de este modo inapropiado y si el profesor que enseña no lee, peor aún, no hay entrega para enseñar el curso de Literatura uno piensa que ya tiene idea del valor significativo de los diez caracteres que forman la palabra. Es mucho más que un signo lingüístico en nuestra habla española. Los profesores te dicen que Literatura proviene del latín Literae que es Letra, indican una serie de preguntas de acuerdo a lo entendido o señalan registros teóricos, retóricos estéticos que el alumno no entiende, pues no está acostumbrado a leer... pero lo que uno no sabe es el profundo análisis y conocimiento que encierra toda eta ciencia humanística, pues, pienso que es una ciencia que aborda todos los esfuerzo de comprender las creaciones literarias que fueron la primera manifestación escrita que el hombre conoció desde sus tiempos antiguos. En estos escritos el hombre puso de manifiesto sus emociones, cualesquiera que sean, desde sus miedos más incomprendidos hasta las emociones y veneraciones de sus deidades.

            Este trabajo no pretende ser un ensayo académico que aspira a demostrar un objetivo respecto a algún texto literario, mucho menos ilustrar pedagógicamente a unos estudiantes en particular. No es así. Solo deseo expresar mis ideas desde un plano subjetivo que a lo largo de varios años fui aprendiendo el valor de la expresión literaria en todos sus aportes, hasta hoy en día.  También el papel del escritor, en sus diversas formas de trabajo literario, como una profesión, la dedicación que merece este esfuerzo y el arduo trabajo a través de ideas y planteamientos que enriquecen el valor de esta manifestación escrita. No como un oficio que mucha gente dice: «tienes tu inspiración» para  crear algo literario. No es un estro que permita iluminar para crear algo nimio; al contrario, es inventar, ficcionalizar una obra literaria que tiene un cimiento en una idea y culmina  con una edificación, breve o extensa, de expresiones descriptivas, dialogadas y retóricas como fin último de lo que fue un trabajo de meses. Esa es la labor de un escritor que dio origen, posteriormente, al estudio profundo de obras literarias como lo ideo al comienzo Aristóteles con su «Arte poética» cuando analizó las obras de los primeros poeta griegos, aun con las ideas iban dedicadas a sus doses como se creían en aquellos tiempos antiguos. Pero ya allí estaban los cimientos del análisis literario. Y si agregamos las cartas de que el romano Catón envió a un tal Pisón sobe algunas observaciones de poetas latinos de la época.

            Siguiendo la historia de la Literatura, seguramente, un especialista sabrá al respecto para explicar una clase. Pero uno se pegunta ¿Cuán beneficioso es la literatura para el saber humano?, ¿por qué se lee libros que al final son una simple lectura y luego queda en el olvido? y ¿para qué te sirve la literatura? Son cuestionamientos que los peruanos suelen decir a menudo y uno lo escucha con tanto desdén que se queda asombrado por tales expresiones y es aquí, justamente, donde reparo cuando dije inicialmente hay personas que no conocen el valor verdadero de una obra literaria. Y si tengo que responder a las tres interrogantes anteriores, tendría que poner en boca de todas esas personas que no tienen idea de lo que dicen. La expresión bien cierto el aporte del escritor Ucraniano Ilva Eremburg, cuando dice: «La literatura educa al lector, lo ayuda a vivir mejor, perfecciona sus sentimientos, hace al hombre más atento hacia su prójimo, a sus camaradas, a todos los hombres. Las novelas, los relatos, las poesías, son, por así decirlo, el cimiento emocional de la sociedad». Es una reflexión verdadera, pues uno lee para sensibilizarse con el mundo que le rodea y entender el valor de la vida misma en muchas circunstancias, done uno se encuentre. No es leer y dejar atrás una historia que te cautivó o no. Se lee para encontrar el valor que una sociedad tiene y te muestra. Justamente te educa para que se aprenda a vivir y saber quiénes son las mejores personas que pueden ofrecer una amistad. Penosamente en Perú muchas personas carecen de este aporte que la Literatura ofrece para quienes leen. Y si sumamos que la literatura fortalece tu cultura, pues a través de ella se aprende muchos temas que en tu escolaridad, quizá, nunca enseñaron, pero la literatura lo hace, a nivel mundial. Todos estos aportes, a los que puedo llamar valores, hacen que la Literatura sea fundamental en la vida y coexistencia del ser humano. Así se respondería a las tres preguntas que muchos suelen decir sin saber exactamente qué significa leer una obra literaria.

 

II

¿Que hace de especial una obra literaria cuando se abren las primeras páginas y el lector se queda subyugado por una historia que te atrapa de principio a fin? Así sucede cuando se lee «Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez. La magia y el esfuerzo radican en el manejo del lenguaje que a través de su neobarroquismo engalana la historia con un manejo de expresiones ricas en metáforas e hipérboles tan fastuosas de una realidad llena de mitos y creencias populares que son llevadas a la Literatura. Pero no solo es esto, es ubicar en el espacio temporal de la historia una trama sorprendente cuyos personajes, los nombres, los lugares y la fantasía sean elementos únicos e imprescindibles en la historia que jamás se han contado. Lo mismo sucede con «Pedro Paramo» de Rulfo, «El reino de este mundo» de Carpentier o la simpleza mística de «Hombres de maíz» de Asturias. Acaso este misticismo social, estas creencias tan populares de gente de precaria educación, no sirvieron para engrandecer la Literatura en un mundo globalizado de guerras, imperialismos y espejismo que la conducta humana no fue creando en épocas y siglos. Y si vemos un caso más alejado, en el siglo XIX, en el otro lado del mundo, Gógol ¿no creo historias tan sobrenaturales del pueblo ucraniano, de su gente en «Veladas en la granja de Dikanka» o su famosa «Almas muertas»? Así también lo hizo con descripciones de una sociedad francesa del siglo XIV el alemán Patrick Süskin en «El perfume». Leyendo nos damos cuenta la importancia que la Literatura registra en muchas escenas cualquiera sea el siglo para demostrarnos que existen sociedades – mundos- distintos que cada escritor crea dentro de su papel interno, envuelto en una vorágine de ideas que sacan a flote lo que jamás nadie imaginó. Otro caso es Tolkien con su trilogía «El señor de los anillos» o su fastuosa «Sarmarilion» que dio origen a la creación de la Tierra Media basando sus historias en mitos y creencias germanas para dar vida a esas novelas que no son más que el producto de imaginación basada en hechos creados por los hombre en pasados remotos. Estas obras literarias son unos ejemplos  de lo que son capaces los escritores de crear, pues es un trabajo de varios años, obras que quedarán en la posteridad de la humanidad hasta siempre… y si ya no se imprime en papel como una vez lo pronosticó Bill Gates por el avance de la tecnología, también quedarán registrados en las memorias de los ordenadores o de cualquier aparato digital. Aunque más bello y artístico es leer una obra con el esplendor de los empastados y compaginaciones que son producto desde que apareció la imprenta en 1492. Aunque con el desarrollo de la tecnología no se puede competir, igualmente, se seguirá almacenando Literatura para que culturice y eduque al ser humano, aunque haya algunos insensatos que no prefieran aspirar un poquito más de lo que pueden hacer.

            Hay un aspecto fundamental en el desarrollo de una obra literaria que tiene que enfrentar el escritor cuando emprende la tarea de escribir contenidos precisos. Es decir, sin importar la magnitud de la obra literaria, tiene que expresar las ideas las cuales se han planteado y tienen que desarrollar para quedar satisfecho de lo que desea. Aunque hay quienes dicen que no quedan complacidos con lo que terminan al final. Borges decía que no escribía novelas porque eran muy tediosas y para que contar en muchas páginas lo que podía hacerlo en pocas, por tal razón solo se dedicó, exclusivamente, al cuento. A veces compartía historias con su inseparable Bioy Casares como «Crónica de Bustos Domeq», «Nuevos cuentos de Bustos Domeq» y «Seis problemas para Isidro Parodi». Así mismo, el mismo Bioy Casares escribió novelas cortas como «La invención de Morel» o «Dormir al sol», las cuales no eran difíciles de escribir y cómodas para que el lector las lea de un tirón. En otros casos, hay escritores que explican que escribían obras de más de mil páginas y durante la corrección iban descartando hasta quedarse con seiscientas u ochocientas. Es el caso Vargas Llosa en novelas como «Conversación en la Catedral» o «La guerra del fin del mundo» de las cuales dijo había escrita como mil páginas en ambos casos. Lo mismo pasó con el argentino Tomas Eloy Martínez cuando escribió su  obra «La novela de Perón». Según él explicó que esa obra iba ser de más de mil páginas, pero cuando se la dio a un compañero para que la lea, este le dijo que sea condescendiente con los lectores, por lo que la redujo a casi seiscientas, según la editorial de publicación. Un caso curioso (seguramente no es el único) fue «Lord Jim» de Conrad, cuando exprsó que su obra realmente era un cuento, pero mientras la iba escribiendo se fue alargando hasta que terminó en una novela extensa. Las circunstancias que cada escritor tiene cuando escribe una obra son disimiles, pues la explicación de ello radica que cada quien tiene una concepción distinta de su mundo subjetivo. Sin importar la extensión de una obra literaria sea cuento, nouvelle o novela, poesía o teatro, el escritor cumple su objetivo de contar, poetizar sus impresiones de acuerdo a sus ideas y experiencias en su vida, las realidades que tiene que decir a través del lenguaje y si sus expresiones literarias van más allá de lo que expresa forma parte de su ideología y de la finalidad que desea que el lector sepa. Y que más que una obra literaria exprese mundos distintos, leyes distintas y formaciones distintas (sin importar si el escritor fue o no a una Universidad), lo que cuenta es el manejo del lenguaje y expresar de un modo coherente las ideas que son infinitas. Es aquí donde se percibe, no la capacidad de narrar de un autor, sino la forma cómo contar la historia, larga o breve, y a través de ella hilvanar las escenas que tienen una concatenación secuencial para que la historia bien armada, como un rompecabezas, pueda fluir y, al final, los personajes muestren ese conflicto social que tiene la sociedad en muchos casos y que la literatura repara en ellos con tanto detalle, gracias a la observación de los escritores cuyas cesibilidades son especiales y más hondas que las personas comunes que solo viven y se centran en sus trabajos arduos, mecánicos y egocéntricos. El escritor no, el indaga las conciencias de los hombres y su pensamientos más nobles  o siniestros. Un caso así es ver conciencias como «Frankenstein» de Shilley, un monstruo creado con partes humanas, pero de sentimientos nobles que buscaba compañía y amistad en un mundo donde la gente lo despreciaba. No sucede lo mismo con «Drácula» de Stocker, pues ese personaje siniestro buscaba maldad y aprovecharse del débil para gobernar y vivir. Es por ello que la literatura nutre de sensibilidad los pensamientos del hombre en sus aspectos Psicológicos, sin importar el tipo de narración que se emplee, siempre los personajes de una obra narrativa cobran vida porque existen y no hay nada que se les pueda contradecir en sus diferentes formas de vida y conciencia que se descubre al leerlos. Y tienen vida porque así queda grabado en la mente de la gente que leyó a personas como Julian Sorel, Chichikov, Ema Bobary, Cuasimodo, Jean Valjean, Andrei, Raskolnikov, Aungust Dupin, el viejo pescador Santiago, Quijote, don Juan Tenorio, Filleas Fogg, el capitán Nemo, Frodo, Oliver Twis, el doctor Jekil y Mr. Hayde, Dorian Gray, entre los europeos. En Hispanoamérica tenemos el Conselheiro, Pedro Páramo, la familia Buendía, José Cemi, Juntacadaveres, Artemio Cruz, el niño Ernesto, Efraín y María, Johnny Carter, el mudito, Erdosain y el Astrologo, María y Efeain, Víctor Huges, Makandal y la lista es muy enorme. Todos estos personajes de distintas novelas son seres que ya tienen vida y los encontraremos en todas las épocas y siglos venideros porque siempre van a vivir y que han sido productos de la creación humana, de escritores que, como dioses, los inventaron para que las obras literarias pervivan siempre y los lectores, nosotros, disfrutemos de los que les sucede.

            El teatro tiene una secuencia similar a la narrativa, no obstante, la diferencia radica en la forma de escritura, ya que entre narrativa y teatro hay diferencias, pero la trama e intriga son semejantes. Sin embrago, el caso de la poesía es distinta porque el poeta explora sentimientos tan hondos, tan místicos y una intrincada red de psicologismos propios de cada autor que explora los sentimientos inagotables que posee el ser humano. La poesía se escribe en versos, pero la fusión de emociones cuando se las plasma en el papel es amplísima. Según la percepción del poeta, uno escribe en todos los sentidos posibles, sin dirección alguna, siguiendo una métrica, un ritmo  y una eufonía que el poeta explora en dimensiones tan íntimas, sorprendentes que tiene las emociones humanas y apelando al lenguaje con un léxico, por lo general, amplísimo que logre sensibilizar al lector para conmoverlo porque el poeta pone la palabra necesaria en el verso adecuado para impactar con el significado correcto la emoción que quiere expresar y doblegar la insensibilidad, para dar paso a la armonía y encontrar oculto los sentimiento que un lector no sabía que tenía y los descubre porque el poeta es un indagador del alma y pensamiento humanos. Esto es estética. A mí siempre me sucede lo mismo cuando enseño en clases. Los estudiantes confunden hablar bonito (estética) con la forma correcta de expresar el castellano. Y siempre les explico la diferencia: que yo pronuncio y expreso bien mis ideas de acuerdo al manejo correcto de la gramática española, en su buena sintaxis, ortografía y acentuación. En cambio, el manejo de la estética en la poesía es distinto porque se elabora un rubro preciso en eufonía, ritmo y concatenación lírica que dan armonía al poema, eso es hablar (declamar) bonito. Esta diferencia, por lo general, las personas no lo saben y suelen confundirlo como expliqué. Y cada vez que enseño Literatura o Lingüística pongo en claro esta diferencia que notan los estudiantes cuando comparto con ellos trabajos de exposición y declamación. Porque notan la sensibilidad lírica y las emociones que despierta el poeta en los versos que siente. No importa el poemario al que se aluda, las emociones están allí, así sea un «Canto general» de Neruda, «Trilce» de Vallejo o «Una temporada en el infierno» de Rimbaud, «Azul» de Rubén Darío, incluso los poemas de Borges. La poesía en sus diferentes vertientes emocionales, cualquiera sea el pensamiento del autor, tiene un solo propósito: conmover con la palabra precisa.

 

III

La producción literaria es inagotable. Es fuente de aprendizaje porque lo ha sido siempre en cualquier tiempo y época.  La Literatura ha enseñado un conocimiento discreto para aprender el pensamiento de la humanidad. A través de ella un lector atento puede entender las muchas posibilidades de adentrarse en formas distintas de enseñanza. Incluso, personas que no terminaron siquiera el colegio en una Educación Básica Regular, aprendieron mucho de novelas, cuentos y teatro, porque no decir también de la poesía, como manantial cristalino de la enseñanza del lenguaje. Un caso particular fue José Carlos Mariátegui, quien no terminó la Educación Primaria, lo hizo solo hasta Segundo Grado. Sin embargo, a través de lecturas pudo conocer el manejo del idioma español, aprendió a leer correctamente e incrementó el proceso deductivo y la fuerza de la razón crítica, se convirtió en un clásico del pensamiento peruano de la primera mitad del siglo XX. Su incursión en el ensayo y el teatro lo hicieron uno de los pensadores más importantes de Perú en Hispanoamérica. Solamente por estudiar solo, un autodidacto, y con recomendaciones de Manuel González Prada y su gran amigo Abraham Valdelomar. Así, desde muy joven incursionó en las letras de nuestro país. Fue creador de la revista más importan de todos los tiempos en la cultura americana, «Amauta», además del libro de ensayos más importante,  «7 ensayos de interpretación de la realidad peruana», influyente en el pensamiento de Perú, lo que lo puso a la altura de otros pensadores de la época quienes eran académicos. Mariátegui no lo fue, pero todo ese proceso que he mencionado lo logró gracias a la Literatura que él solo leyó. Seguramente, como Mariátegui hay muchos casos.  Ese es el papel e influencia que la Literatura muestra en el pensamiento y la educación de quien quiere aprender. Muchas personas no lo notan de este modo, por eso a veces su desdén. En nuestra sociedad, piensan que la Literatura no sirve para nada, expresión literal de nuestra gente que muestra su desprecio. Sin embrago, la literatura cobra un desenvolvimiento tan grande y majestuoso en todo esto, que incluso tenemos un Premio Nobel, justamente en Literatura en 2010, en la persona de Mario Vargas Llosa quien le dio la importancia de lo que estoy hablando. No así, hay otras profesiones en Perú que son disputadas por los estudiantes como las mejores y más entables como Medicina, Derecho, Economía, Matemática, cualquier Ingeniería, pero ninguno de las personas que han salido de esas profesiones tienen un logro Nobel como en Medicina, Química, Física Economía.  En cambio sí en lo literario, la profesión que nadie acepta, excepto los que tienen aspiraciones humanísticas. Así en Hispanoamérica el logro mejor que hay es en Literatura y no en las ciencias que ya mencioné. Así notamos los pocos elegidos con este galardón en Hispanoamérica: Gabriela Mistral (1945), Miguel Ángel Asturias (1967), Pablo Neruda (1971), Gabriel García Márquez (1982), Octavio paz (1990).

            En estos tiempos tan importantes donde la tecnología avanza a pasos agigantados, el papel humanista de la Literatura cobra mayor importancia. Ya se celebran eventos importantes, pero aún hay gente reacia a esto y justamente quienes asisten a estos eventos son personas que tienen un cierto nivel cultural hacia arriba. Debemos agradecer a Vargas Losa quien dio inicio al Hay Festival en Arequipa, un evento magno de las letras que cobra mucha importancia a través del pensamiento libre, ideas novedosas y filosofías que estudia el pensamiento real de distintas sociedades y donde se reúnen muchos pensadores, incluyendo literatos.

Los tiempos han cambiado, es cierto desde las primeras manifestaciones literarias, desde el «Gilgamech», los vedas, «Ramayana», «La Biblia», desde el teatro griego y sus epopeyas, los cantares de gesta y las obras que revolucionaron la Literatura desde el Renacimiento hasta las corrientes literarias desde el siglo XVI al XX, en donde aparecieron escritores que dieron a conocer obras maestras que marcaron la Literatura y que siguen siendo  un muestrario para generaciones venideras hasta este XXI. Y aún sí, la Literatura sigue siendo la misma: educar, enseñar, difundir ideas, defender cánones para que los lectores sigan aprendiendo y que influyen en los bisoños literatos que después crearán sus obras, en cualquiera de los tres géneros literarios. Ese es el papel fundamental de la Literatura. Desde sus orígenes nadie imaginó que esto pudiera suceder, pero se ha logrado porque la inteligencia del ser humano lo ha desarrollado, aun cando en siglos pasados las mujeres eran vedadas de escribir, pero inclusive con seudónimos, hacían oír su voz que las letras les ha otorgado. Es así, a lo largo del tiempo nadie les ha quitado mérito, al contrario, han revolucionado con sus escritos. Un caso trascendental es  Flora Tristán quien con «Peregrinaciones de una Paria» y  «La Unión Obrera», da inicio a las ideas de la labor de la mujer  obrera para trabajar en fábricas y ganarse el sustento como los hombres. En su tiempo fue indigna de ello, en Francia, cuyo libro se publicó después en Londres.  Todo esto fue producto del pensamiento de personas (Literatos) que nos han enseñado lo que podemos hacer, decir, opinar y defender nuestras posiciones ideológicas. «En Paraíso en la otra esquina», Vargas Llosa pinta muy bien el retrato de una mujer pujante, luchadora, que sola, aprendió a darle valor a la mujer como ser humano, ante el machismo y autoritarismo masculino en un siglo XIX, donde imperaba este pensamiento, sobre todo cuando lo comprobó en su estadía, en Arequipa. Así de fundamental fue la repercusión de la literatura y, es seguro, que lo será hasta que exista el último hombre sobre la tierra (apelando un poco a la Ciencia Ficción).

            En mi caso personal, puedo agradecer a la literatura, aparte de ser escritor y publicar mis novelas y cuentos, la enseñanza que me dio para mi preparación. A través de muchos libros que he leído, fui descubriendo distintas sociedades que no pensé que existieran, incluso, en el pasado. Aprendí un poco de la historia medieval que los libros de la misma historia no muestran, conocí formas distintas de conocer las sociedades en épocas alternas de varios países de Europa y América, solo con leer a los autores que reflejaban sus sociedades, sus pensamiento, describían sus pueblos y ciudades, un retrato variado de todo un conglomerado de personas de muchos lugares, incluyendo la lejana Rusia. Cuando estoy en clase, a veces, los alumnos me preguntan si yo he salido de Perú. Yo les respondo que no. Entonces, ellos preguntan cómo sé de esos lugares. Es allí donde les respondo todo lo que la Literatura me enseñó, tal como lo estoy diciendo. Es tan grato apreciar este aprendizaje que enseña la lectura que no tiene precio en el mundo, jamás lo tendrá y será inmortal para las mentes que deseen aprender y que los libros literarios te demostrarán, si es que no exagero mi opinión.

            Desde este punto de vista, aparecieron las obras literarias de Compromiso Social, justamente porque a lo largo de muchas épocas el ser humano, a parte de ficcionalizar una historia, lo hace también con la Literatura Comprometida, con la sociedad a la que pertenece. En teatro, poesía y novela hay casos donde se escribe con tal furor para denunciar en las distintas sociedades, lo que no marcha bien, desde los gobernantes, la política y la gente misma.  Hay muchas novelas que desde el pasado han repercutido en este modelo de literatura que no es corriente literaria y menos es un factor que quiera ofender a nadie. No, solo se cuenta la verdad y el literato cuenta su verdad. Lo que muchos no dicen, la Literatura te lo hace saber, te lo explica y te hace reflexionar para que las personas que lean tomen conciencia del papel que juegan en una sociedad. Una obra literaria bien armada te muestra descripciones especificas donde su fábula es desentrañar lo que está oculto y los personajes completan la acción para saber cuál es el papel que le corresponde a un individuo en una sociedad determinada. Vargas Llosa en un empecinado en este tipo de literatura con novelas como «La ciudad y los perros», «Conversación en la Catedral», «Lituma en los Andes», «Elogio de la madrastra», «La guerra del fin del mundo», «La fiesta del Chivo», «El sueño del celta». Así como él, en el pasado, en Hispanoamérica, hubo muchos escritores que hablaron al respecto. Desde México, sino veamos algunos casos como «Los de debajo» de Azuela, «Pedro Páramo» de Juan Rulfo, «El águila y la serpiente» de Martín Luis Guzmán, «La región más transparente» de Fuentes, «El señor presídete» de Asturias, «El otoño del patriarca» de García Márquez, «Yo el supremo» de Roa Bastos, «El recurso del método» de Carpentier, Vargas Llosa en «Conversación en la Catedral» y «La fiesta del chivo»; incluso en la poesía, «Canto General» de Neruda es una muestra de ello, imprescindible por su vastedad americana, pero en el capítulo V, “La arena traicionada”, el titulo lo dice todo, los dictadores son una mezcla de traición al pueblo que los vio crecer. Pero este tema ya viene desde tiempo atrás, con el mismo Azuela, «El matadero» de Echevarría, «Amalia» de Mármol, «Civilización y barbarie: vida de Facundo Quiroga» de Sarmiento.

            Así entendemos la resonancia de la Literatura de compromiso, incluso las que llegan de las esferas europeas. La novelas de Balzac, de Zolá, de Benito Pérez Galdós, de Dickens, Tanckeray, Wells, Jane Austen, los escritores de la Generación de 98 española, la generación italiana del Verismo; contempráneos, Joyce, Sartre, Camus, más adelante, Camilo Cela, Saramago, Kertez, Grass, Hesse y muchos otros. Pero también la literatura nuestra, la peruana, es un conglomerado de escritores quienes desde sus inicios han marcado un hito en la literatura, sobre todo, de compromiso social, marcada por los infortunios que nuestra sociedad ha ido formando a los largo de siglos. Lo que ha tenido soportar, al menos, la gente que habita en los sectores más populares de nuestra orbe, sea cualquiera, de los veinticuatro departamentos de la que está constituida nuestra patria. Si nos remontamos hasta la época del virreinato encontramos las crónicas dejadas por los primeros conquistadores españoles quienes describieron todo lo que ellos vieron en unas tierras desconocidas y la que pintaban con exageraciones tremendas; como fuere, todo empieza con este nuevo tipo de escritura narrativa que fue cobrando vida para que, finalmente, llegara a convertirse en una especie literaria dentro de la Género Narrativo: La crónica. Todo esto en el siglo XVI cuando en Europa, en pleno Renacimiento, ya existía la Novela, Poesía y Teatro. Las crónicas del Inca Garcilaso y Guamán Poma de Ayala fueron el pináculo de esta narrativa que contaba historias de creación del mundo místico andino, divinidades, culturas, costumbres, ritos y hábitos carniceros, en unos casos, que impresionaron para conocer un poco más el origen de los pueblos aborígenes de una América ignota. Solo para contar el conflicto social de la época en la que se escribían.

            Desde esos años lejanos ya había el compromiso social, pues las Crónicas (aparece como una nueva forma literaria en cuanto a narrativa se refiere, en el siglo XVI) mostraron esas culturas que no eran más que el conflicto social que tenían los aborígenes en una sociedad primitiva. América tuvo un desarrollo lento, pero en todo ello, los escritores más se dedicaron a destacar los conflictos que fueron desarrollando a lo largo de su historia hasta este siglo XXI.  Así en los siglo XVII y XVIII la producción literaria se había anquilosado por causa de la Corona Española, pues solo se permitieron libros que venían de España y los escritores que fueron desarrollando Literatura lo hicieron a escondidas a través de panfletos y poesías llamadas pasquines. Hasta la llegada de la Independencia que tuvo su antecedente en la revista Mercurio Peruano. Pero ya en el siglo XIX, libre de cualquier presión española, más allá  de 1850, aparecen novelas de escritores que defendieron el origen de nuestro pueblo que se vio arrastrada desde la época de la conquista cuando los españoles diezmaron la raza india de los incas, pero descrita en un tiempo más moderno: la inagotable lucha e imposición del gamonal mestizo en contra de los indios que siempre han sido maltratados. Cuando uno lee novelas como «Aves sin nido» de Turner o «El padre Horán» de Aréstegui o las novelas más refinadas como las de Mercedes Cabello de Carbonera, María Nieves y Bustamante o las tradiciones de Ricardo Palma, fueron de uno y otro lado, la forma más elocuente de retratar el Perú dieciochesco. En lo que más se centraron fueron en observar y meditar las revueltas de las nuevas clases sociales que se fueron formando, disuelto el Virreinato y lo que quedó de ella. Las nuevas clases sociales se retrataron tal como fueron en ese momento. Es aquí, tomando estos modelos e ideas que se desarrolló una Literatura más densa y elaborada, de rigor profundo, en describir diversa sociedades del Perú, ya que este es multicultural en todos sus aspectos. Es así, cuando llega el siglo  XX y los literatos que aparecen, su producción literaria fue más intensa y profunda dando vida a personajes que vivían en mundos tan disimiles. Grandeza - no creo exagerar- fueron las narraciones que dejaron Palma, González Prada, Mariátegui, Valdelomar y las narraciones de Vallejo. Luego el Indigenismo con obras magistrales dejadas por Arguedas, López Albújar, Alegría. Lo que ellos retrataban eran las injusticias bien sabidas por nosotros si hemos leído novelas como «Yawar Fiesta», «Todas las sangres» o la fascinante «El mundo es ancho y ajeno». Así hasta la llegada de la generación del 50  donde la migración de los pobladores de la sierra se fue asentándo en las capitales de los departamentos, ciudades en proceso de crecimiento. Escritores como Vargas Llosa, Ribeyro, Bryce, Gálvez Ronceros, Zavaleta, Vargas Vicuña, Scorza, Congrais, Miguel Gutiérrez, dieron inicio a una literatura intensa y profunda, en la que apareció una mezcla de personas en las ciudades: gente pobre, andina y los mestizos blanquiñositos que los discriminaban, quienes a su vez sufrían sus propios conflictos personales como tan bien los narra Bryce en sus novelas. Lo mismo en la poesía de estos años, dejada por Varela, Heraud, Belli, Rose, Sologuren, Eielson, Corcuera, Delgado, Pollarollo, Cisneros, Watanabe, entre otros.

            A partir de este momento todo es una eclosión literaria porque los escritores que llegan después vienen siguiendo una línea muy distinta a los escritores antes mencionados, pero tienen un encuentro coincidente: retratar la realidad social del Perú, cualquiera sea la década en la que comienzan a publicar. Mencionaría a muchísimos escritores actuales partiendo desde Alonso Cueto, Peter Elmore, Cronwel Jara, Oswaldo Reynoso, Thais, Baily, Pimentel, Roncagliolo, Cisneros, Requifo, Gamboa… Hay algunas novelas actuales que muestran los rezagos que dejaron las matanzas del terrorismo en más de diez años. Algunas novelas bien logradas de ese retrato interno que sacude hasta los tuétanos quienes recuerdas esa etapa oscura de nuestra vida social. Social y de compromiso asumido por algunos literatos en sus obras literarias. Ahora, este factor trascendental que heredamos y que ha sido analizado por diversos críticos literarios mayores de distintas épocas, hasta ahora, nos muestran la idea de lo fundamental que es la Literatura, una vez más, en nuestra vidas, tan arraigado a nuestros pensamientos, que ese compromiso es tan nuestro que lo entendemos, lo sentimos y lamentamos que solo la Literatura nos lo hace reflexionar a través de personajes tan humanos que están inmiscuidos en ese asunto este es un factor social  que ha ido llenando nuestra Literatura de obras muy interesantes que muestran los defectos y los errores que ha tenido nuestra vida política y la gente de nuestro pueblo, en muchos casos muy ignorante, hasta analfabeta, que hemos registrado, y nos ha sumido en un balance unitario: escribir sobre nuestra patria del pasado y presente. Análisis muy concienzudos que nuestras letras nos están heredando en los anales de la historia cultural. De ningún modo serían hechos desvalorados, pues esa narrativa y poesía la puede leer cualquier peruano que se identifica con nuestra gente que bien pudiera ser cualquier persona que pudiera ser conocido de alguien en la esquina de un barrio cualquiera de Perú. Esa es la idea que hemos tenemos cuando un lector atento entiende con mesura y buen juicio lo que la Literatura siempre ha hecho: ficcionalizar hechos tomados de la realidad para que nos haga meditar sobre nuestra existencia.

            Hemos estado tan enfrascados en tomar en cuenta la Literatura de compromiso con nuestro pueblo como ya lo he venido anotando, que no hubo espacio para que autores se dediquen a escribir obras literarias sobre Ciencia Ficción o Fantásticas. Nuestra influencia sobre la realidad tan como se palpa en el día a día ha hecho que muchos escritores noveles continúen la herencia de los mayores y así sucesivamente. El caso de literatura fantástica que se rastrea en sus orígenes son los cuentos escritos por Clemente Palma con «Historietas malignas» y «Cuentos malévolos» que son una influencia de Allan Poe. Desde allí la literatura fantástica se inicia en Perú. Pero a lo largo del siglo XX no hubo mucha importancia a este tipo de narración imbuidos por el realismo comprometido con el que se siguió escribiendo. Hubo algunos escritores por allí que se dedicaron a este tipo de escritura. Yo también he publicado libros de cuentos, muchos de ellos fantásticos y de Ciencia ficción. Pero la verdad, todo no debería quedar centrado en lo comprometido. La tónica de la Literatura fantástica y de Ciencia Ficción es muy exigente, sobre todo, en el manejo del lenguaje y la temática sobrenatural y futurista de las historias. Esta literatura es básicamente el pilar de las hipótesis e ideas insinuadoras de lo que podría ser un futuro, pero que retratan la idea de la ciencia. En Perú, los críticos y los escritores en general, no ven como buena alterativa los libros que tienen esta temática. En cambio para mí que me dedico a la Literatura como especialista es muy consolidada como la comprometida, porque, no solo entretiene, sino nos muestra visones de lo que podría suceder en el futuro, ya que la mente humana puede pensar e imaginar profundamente estos aportes que no serían del todo descabellados, sino un aspecto intelectual que nos ofrece todo escritor, quizá visionario, cuando un ve que en una planicie se formará una ciudad y surge luego Nueva York. Quizá alguien observó desde su cabaña la tierra gélida donde habita e imagina que surgirá una ciudad y aparece posteriormente Moscú. Así alguien imagina que puede vivir en una isla flotante y están los Uros del lago Titicaca o escrutar unas montañas imponentes e inaccesibles y surge Macchu Pichu. El papel del escritor es similar, analiza, razona, observa y ejecuta su obra de lo que en algún siglo podrá ser. ¿Julio Verne no hizo eso? «De la tierra a la luna» (1865), «Alrededor de la luna» (1870) no fueron una antesala de la Era Espacial en la vida del ser humano, primero con Yuri Gagarin quien dio la vuelta a la luna en 1950 y el primer hombre que pisó la luna con Neil Angstrom en 1969. Obviamente, se percibe la distancia de años entre literatura y la realidad. Así mismo, «Veinte mil leguas de viaje submarino» (1869) menciona al poderoso submarino Nautilus con su inmortal capitán Nemo, ¿acaso no antecedió a los submarinos que aparecieron durante la Segunda Guerra mundial? Este papel intelectual, fundamental como el de Verne, favorece a cualquier escritor que apele en la literatura de Ciencia Ficción. Lo mismo con la literatura fantástica, de lo contrario no hubiera parecido «Drácula» de Stocker, «Frankenstein» de Shilley o «El Golem» del austriaco Gustave Meyrink. O quizá la crítica fantástica de la sociedad inglesa que hizo Jonathan Swift con «Los viajes de Guliver». Estos son claros ejemplos de la Literatura Mundial, ¿por qué no se daría en nuestro país? Porque la crítica peruana está equivocada en valorar solamente nuestra literatura de compromiso social, por cierto que es muy valiosa como ya lo anoté anteriormente. No obstante, también puede haber casos para escritores de este ingenio literario, pero la demasiada influencia de compromiso no da pie a pensar en lo fantástico o Ciencia Ficción, a excepción de algunos cuantos literatos que lo hacen con devoción, según sus ideales literarios. Incluso, en los concursos literarios que se organizan en Perú un escritor que presente obras de valor fantástico o Ciencia Ficción tiene la seguridad que no será valorado como las otras de compromiso social. Este aspecto es para pensarlo y entender que sí puede tener cabida la Ciencia Ficción o el Fantástico en nuestra literatura nacional.

 

IV

Otro tema en la literatura que descubrí cuando estaba en la Universidad y que un lector común no percibe, es acerca de las técnicas literarias. Todo escritor cuando se enfrasca en la redacción de un texto y recrea una historia en su totalidad, piensa en el modo cómo escribir las diferentes escenas que dará curso a la trama y fija un tiempo y espacio en el que desarrolla toda su historia. Justamente esto tiene que ver con lo años, fechas  y siglos que nos remontan a lugares distintos del pasado, presente y futuro. Es aquí donde las técnicas literarias cumplen na función predominante y las diversas formas de atrapar la historia es a través de esos recurso técnicos que nos trasladan a épocas inimaginables que solo el poder de la literatura posee.

            Cuando estuve en la universidad se hablaba de técnicas de los escritores que más se leían en ese año de 1994 cuando fui descubriendo a autores que ignoraba que existían como el caso del Boom latinoamericano y los que, según Emir Rodríguez Monegal, llamaba La nueva novela latinoamericana. De todos ellos solo conocía a Vargas Llosa y solo a través de la «Ciudad y los perros», pero solo por la película de 1984. Fui conociéndolos poco a poco. Escuchaba a algunos compañeros que hablaban de ellos e  incluso de alumnos de años superiores que los mencionaban con deleite como si fueran venerados. Fui comprando los libros de esos autores y comencé a leerlos en el verano de 1995. Solo me bastó tres meses para leer dichas obras: «La casa verde» de Vargas Llosa, «Cambio de piel» de Fuentes, «Rayuela» y «El perseguidor» de Cortázar, «Cien años de soledad» y «El otoño del patriarca» de García Márquez, «Juntacadaveres» y «El astillero» de Onetti, «Paradiso» de Lezama Lima, «Ficciones» de Borges, «El siglo de las luces» y «El reino de este mundo» de Carpentier, «El señor Presidente» de Asturias, «Pedro Páramo» y «El llano en llamas» de Rulfo, «Abadón, el exterminador» de Sábato, «Yo, el supremo» de Roa Bastos, «Los de debajo» de Yáñez. Menciono a estos autores que fueron fundamentales en mi formación literaria porque entendí de las técnicas literarias que todos hablaban. Aprendí que había técnicas como El Flash Back donde los tiempos se alternan del pasado al presente, según la historia que se cuenta. Eso lo aprendí leyendo «La casa verde», «Cien años de soledad» y «Cambio de piel». Los vasos comunicantes, una historia conlleva a otra, muy usada en los cuentos de Borges y Cien años de soledad. Las caja china, en la que una historia conlleva a la otra y así sucesivamente, el monólogo interior y el fluir de la conciencia de muchos de esos personajes lo que se encuentra en casi todas las novelas que antes mencioné. Aún Vargas Llosa, el más meticuloso de todos estos autores en la escritura perfecta de las novelas, escribió «Cartas a un novelista», donde explica todo estos detalles. Sin embargo, eso me pareció lo más interesarte, los tiempos disimiles y las diacronías que emplean todos esos textos; además, no importaba de qué país de Hispanoamérica fueran estos autores, el vínculo que los unía fue el exilio, el reproche de la sociedad injusta y autoritaria, el lenguaje común (castellano) y sus giros lingüísticos (habla coloquial, jerga, la cual parecía que era la misma que yo hablaba con personas que me rodeaban en el barrio por donde vivía y que nos une) que me hicieron comprender que Hispanoamérica en un solo pueblo, sin fronteras, seducido por sus creencias y mitos que nos heredaron nuestros antepasados y que los escritores muy bien supieron darle forma literaria. Luego aprendí que estos autores emplearon y aprendieron esas técnicas de otros autores anteriores, estadounidenses y europeos, de comienzos del siglo XX como Faulkner, Virginia Woolf, Hemingway, Dos Pasos, Marcel Proust, Flaubert, Kafka, Joyce de quienes, según oí a varios de ellos (Vargas Llosa, García Márquez, Fuentes), estudiaban las obras de esos autores al mínimo detalle, con lápiz, para que no pudiera olvidárseles nada. En fin, las técnicas literarias ayudan a que el manejo del escritor, a través del lenguaje, sea importante porque es un recurso fundamental en la estructura y armazón de la novela para darle cuerpo, belleza estética, funcionalidad y sentido de ser en los escenarios que se describen. Si la novela se escribe de un modo cronológico, también lo es y han resultado muy buenas historias. Una que recuerdo con mucho cariño es «María» de Jorge Isaacs cuyo lenguaje es poético, lleno de artificios retóricos y con una cronología tal cual es la historia de los personajes Efraín y María y la distancia que los separa como Inglaterra y el valle del cauca. Siempre he leído novelas, en su mayoría, aparte de estas latinoamericanas, que a través de segmentos textuales o capítulos, la trama es atractiva, pues la secuencia temporal omitida por el desarrollo del clímax y la fábula que se da a través de las descripciones y el conflicto que sufren los personajes. El tiempo solo se hace referencia de acuerdos a las circunstancias que acontecen en la historia. Al final de cuentas, entendí que las técnicas literarias son meros recursos reemplazables que no son importantes, quizá oportunos en momentos que se quiera emplear en la historia, según preferencia del autor, pero el discurso literario de una obra es fundamental y si la historia es bien contada, atrayente porque tiene los elementos narrativos propios de convencer con lo que se cuenta, la obra será un triunfo para la Literatura. Pero si no convence, pues lo que recrea es harto conocido por los lectores incluso, por los más simples, habrá fracasado, ni siquiera como novela de entretenimiento. Conozco un caso como es del mexicano Carlos Cuatemoc Sánchez, cuyas novelas son tan simples, casos de la vía real que fracasan en este aspecto de contar lo ya sabido. Vende muchos ejemplares porque son historias que todos quieren por su contenido conocido. Pero si los lectores leyeran de igual modo «El lobo estepario» de Hesse, «Rayuela» de Cortázar, «Ulises» de Joyce, «Paradiso» de Lezama Lima, «Terra Nostra» de Fuentes los cuentos de Borges o, finalmente, «La náusea» de Sartre, muchos de esos lectores desecharían estas obras desde el inicio. Ahí radica la diferencia cuando uno se pregunta cuando ¿qué debería leer por mejor literatura? En el primer caso, porque el lenguaje es sencillo y las historias son sencillas, porque gustan los amoríos y experiencias de jóvenes cuyos conflictos los encuentra a la vuelta de la esquina. En el segundo caso,  no lo aceptarían porque el trabajo del leguaje es más artificioso, más artísticos que el otro caso de lenguaje prosaico, y al verse el lector (no todos) enfrentado a este monumento tiene duda porque no entenderá, porque le resultará aburrido y no disfrutara de la simpleza que quisiera porque prefiere lo simple. Ni qué decir del barroquismo. Quizá a esto se refiera Cortázar cuando hablaba de los lectores Hembra y Macho: Hembra, aquellos que no participaban de la lectura porque leen por leer; Macho, porque analizaban y participaban de la lectura. He aquí el papel fundamental del lector, lector cuando lee, analiza, interpreta, infiere, conoce el lenguaje de su idioma en los distintos significados del léxico y en aprender lo que el texto puede enseñar. Yo aprendí a leer así y de este modo me sumerjo en las historias que hasta ahora leo.

            Quiero mencionar otro aspecto fundamental que entendí a la perfección y me sedujo mucho. Me refiero a las obras literarias históricas, sobre todo en la narrativa y el teatro. Cuando comencé a dedicarme por entero a la lectura y de todas las obras que iba leyendo, llegaron a mi poder, sobre todo, novelas que tenían un carácter histórico. Digo un carácter porque no son, obviamente, tratados de historia ni mucho menos libros conceptuales que abordan la historia desde un punto de vista académico o científico. Lo que me arajo de las obras histórica fue el manejo de la documentación que los autores tienen para crear una novela, a través de personajes ficticios y llegar a una trama en un periodo especifico de una determinada historia que detalla aspectos fundamentales que la misma historia en su derrotero no lo hace, pues apela a los hechos generales y explicaciones históricas de un periodo determinado. En cambio la obra literaria, como ficción, nos introduce en un mundo tan lleno de detalles como específicamente son: la gente que vive en un lugar durante una época especifica retratando todo lo que rodea esas circunstancias; también los instrumentos, maquinarias y seres que intervienen en un periodo determinado señalado por fechas que la historia no registra, pero que la concienzuda labor de un escritor indaga hasta en los periodos más añejos que pueda encontrar para elucubrar una historia interesante, intensa y precisa de los hechos que quiere contar. El crítico francés Gerard Genett señaló alguna vez en su libro «Ficción y Dicción» que todos los elementos históricos, reales, cuando pasan al plano de la literatura, se convierten en ficción. Desde luego, tiene razón, pues en este caso la Literatura recrea, reinventa, otra vez la historia que se quiere contar, pero la diferencia de esta reinvención radica que las fechas y acontecimientos existieron en alguna época detallada. Es aquí donde la labor del escritor entra fundamentalmente para crear concatenadamente una labor titánica de estudio, aprendizaje, concepción de la época que quiere citar, investigar sucesos de diferentes modos que no desea dejar pasar por alto para que el lector atento conozca hechos de lugar alguno, de su país o región que la historia lo escribe de un  modo general. Es aquí donde la Literatura va más allá de su  poder artístico porque entran a tallar los personajes que le dan esa vida a la historia de la que ya hablé anteriormente. Los personajes son quienes comienzan a vivir esa parte de la historia que especifican en modo total toda una gama de sucesos que confrontan sus sentimientos, emociones, conflictos, guerras, política, amores, dudas, episodios truculentos que se mezclan en todo, ambiciones y poderíos intensos que en este tipo de novelas son la fundamentación del quehacer literario. Digo esto, porque cuando escribí mi novela histórica de mi tierra, «Arequipa, perdida en la niebla del pasado», me demandó todo esto que estoy explicando. Pero no hablaré de lo mío. Comencé a leer novelas históricas de toda índole que iniciaron a gustarme demasiado, tomándolas como preferidas en mi itinerario lector. Así descubrí, en primer lugar, aquellas que retratan la Edad Media como «Ivanhoe» de W. Scott que me hizo entender la idiosincrasia de un pueblo tan lejano y cercano a la vida actual y sobre todo, «Weverley». «El Hereje» de Delibes, una mirada para saber cómo es la Edad Media en España y la forma cómo la Santa Inquisición castigaba y perseguía a los condenados. Las novelas de Alejandro Dumas que retratan la Alta Edad Media desde el siglo XIII con su Trilogía de los Mosqueteros y «El conde de Montecristo» y la visión de los palacetes y la vida cortesana de la gente de la nobleza parisina de esa época. Y un contemporáneo suyo, Víctor Hugo, escribió dos Joyas de la literatura «Los miserables» y «Nuestra señora de París», vivencias de la gente y miserias de un pueblo que lucha por sus derechos ante una sociedad corrompida e injusta. Y en el otro caso, el amorío paupérrimo de un Jorobado que no aspira a nada más que una ilusión y la vida en sociedad de la gente pobre, supersticiosa, el aspecto religioso y una clase alta imbuida por lujos y banalidades, todo enfrascado en el reinado de Luis XI. O la visión histórica de los monjes dedicados a una vida plena de devoción como «El nombre de la rosa» de Eco. También me encantaron «Los idus de marzo» del norteamericano Wilden Torton  que relata los últimos días del emperador Julio César, antes de su muerte. Igualmente «La catedral del mar» de del barcelonés Idelfonso Falconés quien retrata la Barcelona de la edad media durante la construcción de la Catedral de la Virgen del Mar. «La flecha negra» de Stevenson quien se enfoca en retratar las diversas formas de la edad media en una sociedad inglesa donde el conflicto y la devastación social son producto de la delincuencia.  En Hispanoamérica, tenemos novelas históricas de Vargas Llosa como  «La guerra del fin del mundo», «La fiesta del Chivo» o «Paraíso en la otra esquina». Tomás Eloy Martínez con «La novela de Perón», que no es más que la vida del dictador argentino, sus anhelos, recuerdos con Eva Perón y el último mitin que dirá cuando llegaba a Argentina después de un largo exilio en Madrid. Augusto Roa Bastos con «Yo, el supremo», ambientada en la época del dictador José Gaspar de Francia con personajes ficticios que emulan y especifican todo su pensamiento imperioso ante los demás, ayudado por su servidor zalamero Patiño. «Las lanzas coloradas» y «La isla de Robinsones» de Uslar Pietri, ambas retratan la época alrededor  en la vida de Simón Bolívar durante sus peregrinaciones de libertad en el norte de Sudamérica. Otro autor que habla históricamente de Bolívar, García Márquez, que cuenta los últimos días del libertador en Santa Marta, Colombia, en su novela «El coronel en su laberinto». Una novela que me gustó mucho también es de la escritora María Nieves y Bustamante, «Jorge o el hijo del pueblo», sobre la vida social y mestiza de Arequipa y la revuelta acaecida en 1858 donde se mezclan amor, política, costumbres y guerra civil que dejaron muchos muertos en el centro de la ciudad. Así, la lista es grande… Entonces, entendemos que la novela histórica es fundamental para el aprendizaje de los lectores que buscan ir más allá de los detalles simplemente históricos. Pues una novela histórica engloba el panorama de nuestra vida cultural envuelta en un marco de detalles que descifran nuestra vida en todos los aspectos que el hombre ha dejado huella por su paso en el mundo y lo seguirá haciendo mientras halla Literatura que escribir y escritores que se dediquen a la investigación para ser de ella perdurable.

 

V

Ahora voy a referirme a los Género Literarios. Realmente la primera forma de escritura que el hombre aprendió a escribir, antes que cualquier otra forma de pensamiento, fue Literatura. El hombre comenzó a escribir sobre la concepción del mundo que le rodeaba, luego que dejó atrás la literatura oral. Escribió, primero sobre las creencias que comenzaba a descubrir de los fenómenos que no tenía idea de dónde provenían. Todos los elementos que no entendía y que lo atemorizaba se lo atribuían a seres superiores a los que comenzó  adorar (dioses). Y la primea forma de escribir  que concibió y entendió, según su invención, fue el verso. Claro que no había clases de Géneros en aquellos tiempos primitivos.  Esa forma lírica, fue la génesis de la literatura que contaba hazañas y fenómenos sobrenaturales de personajes y monstruos que seguramente imaginaba o criaturas de aquellas épocas remotas que hubieron existido. Pero el elemento que agregó a esas hazañas fantásticas fue la exageración de lo que veía y contaba, la primera forma de Hipérbole y Metáfora antigua. Objeto de esto son las primera historias como «Gilgamesh», «El libro de los muertos», las poesías yámbicas y épicas de la antigua Grecia, «El Ramayana», lo libros «Mahabarata» y Vedas hindúes, la «Biblia», las historia de los sumerios en lengua cuneiforme “emegir”, en el sexto milenio A. d. C. La única aparición diferenciadora en este tipo de escritura fue la aparición del Teatro en Grecia y el antiguo Japón, distintas maneras de abordar el teatro, pero, también se las escribía en verso. En fin, incluso Aristóteles desarrolló la primera forma de crítica y análisis de la poesía en su «Arte poética». Por esa razón esta lírica primitiva forma parte del primer momento histórico que tuvo a Literatura antigua, lo que algunos llaman Clásica. Hasta la llegada de Roma donde aparece la termología literaria y aun así se continuaba escribiendo en verso. En la Edad Media de igual modo. Todos los textos medievales fueron escritos en versos. Hasta la llegada del Renacimiento donde apareció una amplitud de formas de escritura, no solo versales.

            En el Renacimiento se desarrollaron las Humanidades y en la Literatura aparecen distintas formas de escritura. Se rescató el teatro Greco - Latino que en la Edad Media fue vedado por ser pagana. Apareció la primera forma de novela en cuentos cortos y largos: «El Decamerón» de Boccaccio, «Cuentos de Canterbury» de Chaucer, «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha» y «Novelas ejemplares» de Cervantes, «El criticón» de Gracián,  «Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos» de Quevedo. Aparece gran número de obras literarias en verso, siguiendo un esquema de rima y el teatro comenzó a desarrollarse como una fuente de distracción popular y las Crónicas con la llegada de la conquista europea en América. En medio de todo esto ya fueron apareciendo, tímidamente, los distintos géneros literarios, aun no clasificados dentro de la Teoría literaria, que vendrá siglos después. Mi punto de vista, solo considero tres formas de Géneros Literarios: Narrativo, Lírico y Dramático. Eso pienso y cada uno con sus respectivas Especies Literarias. Jamás he estado de acuerdo que agreguen a la Épica como otro Género. La razón es que la Épica es un tema dentro de las historias de cada género antes mencionado, que haya Etopeya, Epopeya o Cantares de Gesta, son, también temas dentro de las hazañas de los personajes que desarrollan una historia, incluso, dentro de la Poesía Épica. Por este motivo, no estoy de acuerdo que la Épica sea género. Es como decir que lo Real Maravilloso en la Literatura Hispanoamérica sea un Género Literario, cuando solo es un tema telúrico en varias obras como «El reino de este mundo», «Hombre de maíz», «Cien años de Soledad» o las novelas de Scorza en su ciclo «La guerra silenciosa», ya que son un conglomerado de hechos exagerado que la fantasía literaria puede crear. Aun cuando la Épica fue dada como Género por Aristóteles, pues, solo se conocía la lírica confundía las acciones con el tema del texto. Pero Hegel fue quien, siglos después, reconocería los tres géneros ya por la forma de redacción que los diferenciaba.

            Sin embrago, debo acotar un aspecto más que me pareció interesante dentro de la literatura y los Géneros Literarios. El asunto es que alguna vez le oí a Gabriel García Márquez explicar que el Periodismo, en sus distintas formas de escritura e información, lo consideraba  como una forma de género dentro de la Literatura, pues cuando un periodista detalla la información que están diciendo, cuenta historias, según la noticia, pues hay un narrador, personajes involucrados en la información, lugares, escenarios y descripciones, elementos propios de la narrativa como si contaras una historia breve –cuento-. Cuando me puse a meditar esta idea, desde luego, tiene razón. ¿Quién no ha leído una noticia es un medio escrito, sea periódico o revista y ve en ella una historia, cualesquiera sean los sucesos? Claro, uno encuentra una noticia como si te contaran un cuento, claro que la diferencia está que la noticia no exagera, sino refiere lo acaecido en la vida real,  hechos lamentables que el periodista informa. Pero de una u otra forma, es Literatura por el mecanismo y la estructura de la redacción, claro que lo es.

            Otro detalle que me llamó la atención fue cuando Vargas Llosa denominó, según su punto de vista, Novela Total a la obras literarias que son voluminosas y abarcan un extenso campo en la narrativa porque engloban muchas situaciones del orbe de lo que cuentan en personajes y sus diálogos, las diferentes escenas que se entrecruzan para desarrollar una trama tan amplia de un aspecto elucubrado que entejen ciertas situaciones cualquiera que sea. Por lo que la novela cobra demisiones enormes. Incluso Vargas Llosa creo algunas Obras Maestras como «Conversación en la Catedral», «La guerra del fin de mundo», «Paraíso en la otra equina». Pienso, desde mi perspectiva, no estoy de acuerdo que una novela de esas proporciones sea llamada Total, pues Vargas Llosa alega que le llama total porque en ese tipo de narraciones, según explica, se abordan muchos temas de la sociedad que se describe como pobreza, riqueza, oligarquías, clases sociales dictaduras, aventuras, escenas escabrosas y fantasía desbordante, propio de los autores. Todos esos elementos están presentes allí, por lo que le llama Novela Total. Pero yo pienso que no es una novela total como lo iré explicando. En primer lugar, lo que Vargas Llosa dice Novela Toral, para mí sería Obra Maestra porque engloba en una sola novela escenas desbordantes de muchas situaciones que retratan un mundo especifico en la trama y la fábula del mismo texto, incluyendo a los muchos personajes que intervienen para desarrollar la historia desde los puntos de vista que trata el tema general, incluyendo los aportes del manejo del lenguaje y la elaboraciones de escenas por capítulos y la cronología de épocas que pueda tener una determinada historia, así como las anacronía y las situaciones pasado, presente y futuro que desarrolla para entender el por qué la historia tiene sentido de ser. Esto es para mí una Obra Maestra. En segundo lugar, me parece que podría, yo, llamar una Novela Total a la secuencia de obras que siguen un ritmo de continuación que desarrollan temas afines porque las historias y los personajes se suceden unos a otros de obras en obras. Casos como las de Balzac y «La comedia humana», Zolá e «Historia natural y social de una familia bajo el segundo imperio», sobre la familia de Rougon Macquart, Pérez Galdós y «Episodios Nacionales», Marcel Proust, «En busca del tiempo perdido», Tolkien en «Historias de la Tierra Media», entre otros. Obras de este tipo en conjunto sí podrían llamarse Novelas Totales porque engloban más aspectos de la vida social de lo que Vargas Llosa creía que podría darse en una sola novela, lo cal lo dudo. Sin embrago, las novelas que forman una asociación grupal donde se prosigue con el desarrollo de la historia y contar mucho más que un simple aspecto social donde abarca más allá de la simple realidad que se quiere contar porque la idea es mostrar muchos aspectos que en una obra no basta. Ese aspecto de los escritores ya mencionados, me parece sí cumple el canon de llamarle, con justa razón, Novelas Totales. Hay que reconocer que a lo largo de la Literatura Mundial aparecieron monumentos de novelas que tienen un mérito grandilocuente por su estructura formal, el manejo en el lenguaje, la incursión de los personajes, el trasfondo social que quiere representar, uso y manejos de los tiempos espaciales, dentro de épocas ficticias o históricas, enseñanza y tensión en la historia según el discurso literario, y nadie se los puede quitar porque así es. Pero Novela Total es crear mundos de los cuales seguirán hablando, no solo en una obra, sino en varias para ahondar más detalles de las sociedades a la que se refiere un escritor.

 

VI

Un aspecto que debo tocar de modo imprescindible, pero no creo que sea necesario, es sobre la Crítica Literaria. Para saber si una obra literaria tiene la calidad necesaria de los parámetros que se requiere para su óptima apreciación y los lectores sepan cuán importante es la obra que van a leer, es el punto de vista de los Críticos. Algo que me causó curiosidad es un caso interesante. Víctor Hugo, en el siglo XIX, un escritor muy querido, apreciado y respetado por su amplia cultura y decisiones literarias, según su opinión, podía encumbrar o aplastar el valor que podía tener una obra literaria. Y lo que este autor decía se cumplía y religiosamente era respetado como su última palabra. Así era el peso literario que tuvo este autor francés para toda la Europa dieciochesca. Ahora, bien, en un plano general, a mi parecer, la Crítica Literaria puede tener un valor importante con comentarios acerca de la forma y estructura de una obra –narrativa, lírica, dramática- para opinar si las obras tienen esa inteligencia en los argumentos y el trato de los personajes, siguiendo una secuencia temática acorde cómo se plantean las ideas a través de un leguaje preciso y bien dominado de la esencia del texto. He leído varias críticas literarias sobre diversos textos y me parece que son una insinuación a lo que se pretende llegar, según lo que plantea el autor. Estas opiniones a favor por el tratamiento de la obras y las argucias literaria u observaciones que se pretenda hacer con la finalidad de desvalorar algunos aspectos, también de las mismas obras, no son tan decisivas como para fundamentar si el valor es más o menos y mantener a la expectativa al lector que desea leer un buen texto. Obviamente que las Editoriales escriben comentarios apropiados en la obras que veden para preferenciar a escritores noveles o de trayectoria con la finalidad de ver el marketing y producción de sus ventas. Pero detrás de todo esto, ¿cuán verdadero es el valor que pude tener el texto literario en realidad? Esta es una opinión subjetiva que se puede formar el lector.

            No obstante, pensó que las obras se miden por el valor del tema, sobre todo, y las apreciaciones que de ellas se pueden deslindar en la consecuencia del manejo del lenguaje, la trama y la intensidad de la vida de los personajes que el autor les da. Pero, aun así, la Crítica Literaria tiene un papel preponderante en el análisis y la fundamentación de obras literarias. Es así que se han escrito y continúan escribiéndose Análisis y Crítica Literaria de muchas obras literaria, incluso yo he escrito algunas, dándoles el valor literario que merecen los libros que leí. La opinión de la Crítica es fundamental para entender el valor, la forma y el tratamiento de un texto, cualquiera que sea, para que el lector común tenga una idea de lo que se trata cualquier texto literario. Pero no es la última palabra como vimos en el caso de Víctor Hugo. Las opiniones de la Crítica son fundamentales para saber un poco más de las causas e ideas que permitieron al autor escribir su texto. Son valederas, importantes, hasta yo me valgo de ella, incluso cuando leo textos académicos de la valoración de un libro determinado. Fundamentalmente, si la obra literaria cobra el  valor necesario porque cumple los requisitos de obra literaria como se la conoce y satisface las expectativas del lector, agradables o no, la obra literaria habrá vencido las opiniones negativas o positivas de la Citica Literaria porque el lector disfrutará mucho de lo que lee. Un caso raro es el siguiente. Por el año de 1917 César Vallejo publicó «Trilce» y cuando salió a la luz nadie lo entendió y creyeron que era un vate que no sabía escribir poesía. Celemente Palma, hijo del gran tradicionalista peruano, Ricardo Palma, bien reputado en esos años como gran personaje ilustre de la época, incluso opinó que «Los heraldos negros» era un conjunto de imbecilidades que no tienen sentido de ser. Al mismo tiempo, aplaudía, en la misma época, la gran labor poética de José Santos Chocano que era reconocido en Hispanoamérica como el “Cantor de América”. No obstante, Vallejo siguió escribiendo más poesía desde «Trilce» hasta «Poemas humanos» que se publicaron después de su muerte por su esposa Georget. Han pasado los años y el poeta que es más famoso de quien se lee más su poesía, de quien se conoce más los títulos de las obras que escribió, incluso el popular cuento «Paco Yunque», es de Vallejo; además, su imagen está en los billetes de diez soles. En el caso de Chocano nadie lo recuerda, si es que no lo enseñan en un curso de Literatura Peruana. Pero aun así, el nombre que resuena en la mente de los escolares y adultos peruanos, es César Vallejo. Pregunto: la crítica en su tiempo vapuleó a Vallejo y ensalzó a Chocano, ambos poetas tienen una lírica muy excelsa en el manejo del lenguaje, pero queda en la mente del lector los libros que más se leen y son más promocionados, ¿la Critica tuvo una influencia en dar a conocer a Vallejo?, sí, pero quien lo popularizó fue las muchas personas que lo leyeron. La Crítica Literaria opina bien de ambos autores, pero de quien hacen más estudios literarios es sobre Vallejo porque su poesía es más atrayente que la de Chocano por las palabras más sonoras e intensas que escribe. Entendemos, que el lector tiene una gran importancia para decidir qué obra es agradable y cual no, a la expectativa de lo que la Crítica Literaria puede o no engrandecer.

Al margen de todo, la Crítica literaria, es positiva para entender mejor el papel de un escritor dentro del marco de la Literatura que escribe, ya sea del pasado y la actualidad. Por esta razón, mi parecer es que más cabida tiene el lector que los críticos, pues el lector disfruta la obra y la recomienda o no, según los gustos. El crítico analiza la obra desde un plano académico para los entendidos e interesados, aun cando los lectores que es un grupo masivo no saben de Crítica Literaria. Entonces, por un lado los lectores disfrutan lo que leen para difundir el texto literario; y por otro, el crítico analiza la obra con los cánones propios de la ciencia literaria. Ambos son un complemento indivisible que fomenta el interés por la Literatura.

En cambio hay otro aspecto que alimenta la literatura, aunque más comercial, al estilo de los thriller norteamericanos. Aunque desde antes de los años de 1990 ya había los llamados concurso literarios. Estos alimentas la gran masividad  para que los lectores accedan a los libros que os autores, ya sean de trayectoria y los contemporáneas hasta este 2020. Los concursos literarios son un gran incentivo para las obras inéditas que muchos autores pretenden mostrar y acceder a ellos como una puerta enorme para pertenecer al ámbito literario. Es una manera simple y de azar para quienes logren acceder a los galardones y así su obra pueda ser publicada y reconocida por la gente que los leerá. Es un juicio muy personal y aparte que os jurados adoptan para seleccionar obras ganadoras de los cientos que se presentan para tener, llamémosle así, un cupo nacional o internacional. Es una buena forma para que un lector inédito, a veces los consagrados, puedan mostrar el manejo de las técnicas, la trama, los argumentos y las formas novedosas que la literatura aneja dentro del arte estético que puedan mostrar.

            Por otro lado, los concursos literarios son un aporte fundamental para la literatura en todos los ámbitos posibles, pues la misma Literatura no conoce fronteras ni límites que le permita estancarse en el olvido, ¡esto jamás! Sin embargo, los logros que dejan a los autores premiados, aparte del incentivo económico que varía de muchas formas, es que se difunde nuevas obras literarias que nos heredarán  para el deleite y el placer de buenas obras. También dependen los juicios críticos que el Jurado aporta para seleccionar las obras ganadoras y el porqué de ellas. Así, los autores premiados, poco conocidos o de trayectoria, suben los peldaños a escala como muchos autores ya han dejado su legado a lo largo de años y es el aporte cultural que un autor en serio quiere para demostrar de qué trata la Literatura que escribe. Cualquiera sea su nacionalidad, las obras literarias recorren un amplio periplo y la difusión  por el hecho de ser galardonado con un premio, ya en mucho. Las publicaciones de un autor premiado es ya bastante y se sucederán más de sus obras que llevaran el sello Editorial del concurso al que accedió como ganador. Este aporte sobre los concurso literarios es importante, aunque juega de por medio el azar, pero los logros son productivos y los lectores que ignoraban a los autores contempéranos, aparte de los clásicos que nos enseñaron en los curso de Literatura en el colegio, es un merecimiento ya grande. Incluso cundo hablamos del Premio Nobel de Literatura que es el más grande en todo el mundo, cuyos miembros del Academia Nobel en Suiza seleccionan, a su parecer, a un literato sin importar su nacionalidad.

            Hablar de premios internacionales en lengua castellana existen varios desde lo que premia, por la trayectoria o por las obras de un concurso determinado. Desde antes ya se premiaba con el Rómulo Gallegos en honor a este escritor, en Venezuela. El Cervantes que premia en España a autores de amplia trayectoria a nivel internacional en países de habla hispana y España. El premio Planeta el más conocido, el más aspirado. Sin embargo, continua Alfaguara quien selecciona a autores que desarrollan tramas de misterio al estilo de los Thrillers que mencioné. Y con el aporte de la tecnología de Internet, hasta en Escritores. Org, hay una gama de inserciones donde se publica una infinidad de concursos literarios por mes a nivel de habla Hispana y así la secuencia es inagotable. Al final, los escritores  que logran un incentivo ganador cumplen un papel fundamental en el ámbito de la Literatura. Hay casos donde los autores son galardonados con un premio y después, inesperadamente, ya no se vuelve a saber de ellos por ningún lado, pues su aporte, aunque efímero, también es un logro para el autor y la Literatura en toda su magnanimidad.

            En el caso de Perú, hay premios que se mantienen estables a lo largo de los años como son el que promocionan Petro Perú con el Cope de cuento, poesía, novela y ensayo; El concurso de novela corta Julio Ramón Ribeyro que patrocina el Banco de Reserva del Perú; está además, el Premio Nacional de Literatura. Sin embargo, cuando se acceden a estos premios nacionales los autores son poco conocidos y pasan desapercibidos, pues nadie los promociona, excepto en Lima, donde tiene algo de acogida. Esto se debe, como dije antes, al poco interés en nuestra patria por la Literatura y la cultura, que en realidad, a ninguno de los pobladores le interesa, excepto a pocos. Así es el caso de la Literatura en Perú, aun teniendo un Premio Nobel como es Vargas Llosa en 2010. Pero este literato arequipeño es reconocido a nivel internacional, un caso aparte, dentro de nuestra sociedad. Como se sabe hay autores peruanos, aparte de los premios mencionados y otros menores que por allí se promocionan por Instituciones o Asociaciones, que no son más que esbozos de remedo para alentar una ilusión banal para aspirantes ingenuos. Pero debo resaltar que hay escritores que publican en Editorial o artesanalmente en serio (no hablo de aficionados) que dan un realce interesante a nuestra letras nacionales, aunque no aspiren a logros internacionales, pero en Perú se logra eso y se observa la gama de escritores que sí muestran su capacidad para el arte literario. Es un buen punto para entender la capacidad de autores, en cualquier género literario, que desarrollan su autonomía cultural y literaria dentro del mundo subjetivo que desean promover y demostrar. Por todos los lados que fui en Perú y me relacioné con otros escritores menores ya sea de Universidades o empíricos, la capacidad de raciocinio y entendimiento de las letras es buena porque se percibe que son personas que leen y se empapan de la Literatura que prefieren. Igualmente es mi caso, lo que nos da a entender que no somos menos que los más laureados, la diferencia es que vivimos en nuestras provincias de origen, otros van a la capital, Lima, pero siempre estamos inmerso en aprender más de Literatura. Esto es lo más importante y lo que nos hace soñar y creer en este arte antiquísimo sin haber conseguido un galardón en un concurso literario, usando el manejo del lenguaje,  prístino de la humanidad.

Otro aspecto fundamental que llenó mi vacío literario fue aprender y conocer todo lo relacionado a la Teoría Literaria. La Literatura hoy por hoy es una Ciencia Humanística que aborda el estudio completo de la obra literaria desde el aspecto de la narratología, la estructura de la poesía y los elementos que competen al teatro hasta la puesta en escena. La Teoría Literaria es un amplia conocimiento de las obras literarias, no desde el punto de la crítica, sino el abordaje desde el plano del lenguaje, herramienta fundamental de toda obra literaria. El plano del lenguaje desde el punto de vista del Discurso, los factores que implican el análisis de circunstancias que envuelven a la obra desde un análisis objetivo y subjetivo, desde los puntos de vista del autor y las diferentes formas que promulgaron los primeros análisis humanísticos que una obra, cualquiera sea el género, promueve como conciencia del escritor y la formación que insinúa dentro de su realidad que conmueve, aliente, apasiona, odia o divulga cualquiera sea la situación que se escriba desde los primeros aportes de los Formalistas Rusos y las escuelas críticas que se dedicaron a estudiar de manea detallada y exclusiva una obra literaria, de los cuales aparecieron muchos teóricos que difundieron sus ideas al respecto. Los personajes son factores fundamentales que desarrollan el esquema estereotipado de lo que se desea expresar. La Teoría Literaria  estudia todos esos detalles que escapan al lector común y que un estudioso lo promueve para identificar qué clase de obra está describiendo.

            La Teoría Literaria es el elemento que desglosa y ahonda los pormenores de una escena, un detalle que centra toda la obra dentro de su temática y describe el porqué de ser del texto, según el pensamiento del autor. La idiosincrasia y el dictamen implícito que se escribe son esenciales porque de ello depende cómo va a desarrollarse el texto. De esto se desprenden los innumerables ensayos académicos que muchos teóricos hacen de una obra literaria y los casos de críticos son muchísimos. Entonces, desprendemos que la Teoría Literaria es más que todo un proceso académico que un estudioso con la capacidad y preparación suficiente puede hacer del análisis de un texto en mención.  Y como la Literatura, como Ciencia Social, abarca todo un esquema profundo de análisis donde las ideas que se desglosan en la lectura de una novela, poesía o drama son muchas y las variantes que de esas ideas se pueden desprender son inagotables, pues el teórico siente la necesidad de extraer muchas más ideas, una dentro de otra, según pueda mostrar más aportes de otros teóricos anteriores que plasmaron en sus trabajos. Por ende, de allí la  gama infinita de encontrar ideas de las obras literarias clásicas (las muy conocidas) hasta las de autores más modernos en este siglo XXI. Pues la Historia de la Literaria muestra que el proceso literario es mucho más  que un simple argumento de un texto y biografía del autor. Es, en consecuencia, una amplitud avasalladora de ideas como iba diciendo, donde el pensamiento literario no tiene fin, pues un Teórico, también es un escritor que fomenta sus ideas de análisis como un novelista, poeta o dramaturgo. Solamente que el Teórico aborda los planos de estudio desde el lenguaje y las forma del texto: paratexto, macrotexto, microtexto, contexto, y la novedosas formas estructurales que hacen de la obra literaria un esquema de la que hay mucho que detallar para comprender su formación prístina y aparejamiento con el pensamiento de un autor, cualquiera sea su entorno social de formación emotiva que la hace producir obras de todo tipo como ya se vio cuando hablé sobre los Géneros Literarios.

            La Teoría Literaria, en suma, es el estudio más completo que se tiene del texto literario dentro de la Ciencias Sociales en la Literatura que nos hace entender cuan importantes es ella y saber que sin la Literatura no podremos comprender muchos aspectos de la vida del ser humano a nivel mundial, pues sin el arte literario habría un vacío donde solo nos dedicaremos al trabajo mecánico fijado por horarios que atosigan de los que dependemos y jornales que solo buscan la manufactura de trabajadores simples. En cambio, con la Literatura uno sueña, goza, aprende, disfruta, se apasiona, se conmueve y siente que es un placer máximo cerrar la última página de un libro porque lo disfrutó. Y gracias a esto los lectores en el mundo conocen como hay personas que describen con el lenguaje (incluyendo las traducciones) tierras que no se conocían y se deduce cuán maravilloso puede ser leer «Conversación en la Catedral» de Vargas Llosa, «De la tierra a  la luna» de Verne o las historias de Corsarios de Emilio Salgari. Cualquiera sea el tipo de historia que se lea siempre hay un mundo especifico por época que nos hacen vivir intensamente y la Teoría Literaria se encarga de hacernos comprender aún más profundamente esos pensamientos hondos y didácticos que solo la Literatura posee; donde la imaginación de un autor, hechos lenguaje, nos lleva al final de lo último de nuestro pensamiento. Como siempre he dicho: leer es aprender. Con todo, la Literatura nos hace aprender mucho más como lo he ido mencionando a lo largo de estas líneas. Además, La Estética de la literatura no se da por el lenguaje culto como mucho  se suele decir. Desde mi punto de vista, La Estética se encuentra en el desarrollo del lenguaje y sus infinitas posibilidades de explicar muchas experiencias. Así se escriba en un Barroco elaborado, en un lenguaje de palabras rebuscadas, en jerga juvenil o en jerga vulgar, la riqueza de la Estética está en retratar con inteligencia historias sociales que solo se producen en la mente y que forman parte de nuestra vida social, sea Ciencia Ficción, queda claro el Quijote o sino las historias del lunfardo argentino en las obras de Roberto Arlt y la jerga en «Al final de la calle» del limeño Óscar Malca. Cualquier situación nos lleva a una sola posibilidad: Escribir arte literario con el lenguaje… lo que es simplemente belleza o La Estética como se suele llamar en la Teoría Literaria.

 

VII

Finalmente, siempre se nos enseñó en los estudios escolares la Literatura clásica de los primeros tiempos; incluso, por cada país, sus orígenes como materia fundamental en cualquier currícula undial. Sin embargo, la Literatura nunca va a perecer mientras haya una mente humana que pueda crear este arte a través de lenguaje escrito y recobrar memorias del pasado a través de la oralidad que tampoco perecerá mientras la inteligencia humana pueda desarrollarse desde el presente y avanzar en el futuro.

            Así, puedo tomar ejemplos, en el caso de Perú. Siempre nos enseñaron la Literatura incaica desde sus poemas cantados como el harawi, waño, ayataqui, ayamoray, jaylli, qhashua o el wanka, así como sus leyendas, etc., a través de la Literatura virreinal y la aparecieron del drama «Ollantay». Con la conquista se dieron a conocer las crónicas de muchos españoles hasta los fundamentales de los mestizos Garcilaso de la Vega  con «Comentarios reales de los incas» y Guamán Poma de Ayala con «Nueva crónica y buen gobierno», cuya aparición fortuita es un caso único. Los primeros literatos de la República de las corrientes literarias, tenemos el Costumbrismos, Realismo, Modernismo, Romanticismo, Vanguardismos, Indigenismo y las literaturas de los años 50, 60, 70 y en adelante, hasta hoy en día. En este orden, los más conocidos son Manuel Ascencio Segura, Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carbonera, Ricardo Palma, Manuel Gonzales Prada, José Carlos Mariátegui, Abraham Valdelomar, José Santos Chicano, César Vallejo (el poeta más leído en el mundo), José María Arguedas, Ciro Alegría (el narrador más importante en Hispanoamérica, antes que Vargas Llosa), Manuel Scorza y los diferentes literatos de las generaciones que ya mencioné. Después apareció en Hispanoamérica la tendencia del Boom y el que fue más leído hasta ahora y no decae es Mario Vargas Llosa.  Seguido de  él hay una gama de escritores que siguieron (pues algunos ya fallecieron) y siguen cosechando fama mundial como Bryce, Julio Ramón Ribeyro, Alonso Cueto, Miguel Gutiérrez, Fernando Ampuero, Oswaldo Reynoso, Niño de Guzmán, Rodolfo Hinostroza, Scoza, Rivera Martínez, Calos Eduardo Zavaeta, Oscar Colchado, Blanca Varela, Whesphenn, Watanabe, Romualdo, Eielson, entre otros.

            Los ya antes citados están en el ocaso de sus vidas y su producción literaria quedará en los anales de la literatura, de eso no hay duda. Hoy, en 2019, hay escritores que siguen con esa acogida internacional y que pasan ya de los cuarenta años, desde las populares noveles de Jaime Baily, Iván Thais, Peter Elmore, Teresa Ruiz Rosas, Fernando Iwasaki, continuando con Santiago Roncaglolo, Renato Cisneros, Jeremías Gamboa, Daniel Alarcón, Jorge Eduardo Benavides, Alfredo Pita, Fátima Carrasco, Gabriela Winner, Sergio Galarza, Gustavo Rodríguez, etc. Además, hay que considerar a los escritores locales que por cada región de Perú publican sus libros por propia cuanta (artesanales) o con el apoyo de Editoriales, de igual modo locales, que hacen posible difundir a sus literatos para promocionar su cultura y Literatura, incluyendo con presentaciones de libros. Como se conoce, de alguna manera, se hace Literatura, aun sabiendo, como dije antes, que este oficio es muy asiduo por todos los ámbitos donde se sabe de Literatura y el resultado un Premio Nobel peruano: Vargas Llosa. Esperemos que no sea el único y que con los años venideros sean galardonados con este Nobel otros literatos nuestros, nuestros porque leemos su obras.

            Así como este caso en Perú, lo mismo sucede en otros lados del mundo por eso escribí este ensayo que es producto de mis experiencias que dan fe lo importante que es la Literatura para el ser humano. Ya se están publicado obras literarias de peruanos en las Editoriales más grandes y así puedan difundirse las obras de muchos escritores para que más lectores se unan al apasionante mundo de la lectura.

 

Diciembre de 2019

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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