FRANKENSTEIN, LA IDEA DE LA
SOLEDAD
Por Miguel Gonzales
1. LA SOLEDAD
La soledad es un factor tan
humano en la existencia y triste que perjudica la salud que compromete, a
veces, el conflicto social. Se trata de un existencialismo de tal medida que a
uno lo desespera y frustra los ideales; aunque también trasciende en los pensamientos
filosóficos. Una muestra de ello es «Así habló Zaratrustra» de Nicztche, un
personaje que asqueado por la sociedad humana, desde el plano filosófico, prefirió aislarse en un cerro
donde se puso a reflexionar sobre las condiciones en la que vivía el ser
humano, propio del pasamiento del filósofo alemán.
La literatura no
dista mucho, casi nada del pensamiento filosófico. Cuando se lee una obra
literaria sea poesía, narrativa o teatro y el tema de la solead es el leiv motiv que guía todo el texto se
descubren variadas formas de pensamiento que conllevan a la meditación de tal
aspecto humano como es la soledad. Cualquier persona del mundo ha tenido, de una y otra manera, un
encuentro de soledad quizá muy doloroso y en otras, no tanto, pero allí está
plasmado. Sin embargo, la soledad es más intensa, más prolija cuando se da en
la literatura y los personajes o narradores se encuentran con ella y se
deslindan las muchas posibilidades que tiene el ser humano para enfrentarse a
ese aspecto de existencia que, a veces, vivimos.
Dije humano, pero
cuando no se es humano, realmente o se pretende serlo fuera una sociedad real,
la pregunta fluye instintivamente… ¿qué siente un ser anormal cuando cree
rodearse de la soledad? Ese el caso de «Frankenstein», obra de la inglesa Mary
Shilley. Es decir, una criatura que no puede poseer los sentimientos
propiamente humanos, entonces ¿puede sentir la sensación frustrante de la
soledad? Es cierto, que la literatura por ser ficción puede plantear infinidad
de casos sobrenaturales que en la realidad no pueden existir, pero que
conmueven y hacen sentir sensaciones que se puede vivir, según la fábula y
conflictos de los personajes o las emociones subjetivas de versos. En cambio,
la especificidad del tema de la soledad centrada única y exclusivamente en un
personaje que no es humano, es curioso, incluso para la época del siglo XIX,
aun para una Inglaterra conservadora.
«Frankenstein», una
obra de la literatura mundial que aborda al monstruo deforme y construido por
partes humanas harto conocido por todos e incluso el cine lo hace ver así.
Además de la fiereza que esta criatura acomete con quienes lo rodean, como si
se tratara de un asesino en serie solo porque se da cuenta que es humano.
Cuando leí la obra, más que pensar en la monstruosidad y crueldad de este
personaje de ficción, me pareció entender a un ser soledoso que lo único que
deseaba era tener compañía y vivir con alguien con quien compartir
experiencias, anécdotas y pertenecer a comunidad como un ser humano normal. Solo
su venganza lo hace feroz con su creador Víctor Frankenstein porque no le da
una compañera con quien convivir, que
era lo único que anhelaba. De aquí se desprende que uno nace –o creado como
este personaje- con bondad, pero la sociedad y sus defectos hacen que la
persona o esta criatura actúen de un
modo malsano porque hay personas que con sus egoísmos, mala voluntad o
el daño que provocan, cambien a uno igual o peor que ellos. Esta es la
perspectiva que me causó cando leí
«Frankenstein».
La obra empieza en
con las cartas de Robert Walton a su hermana Margaret Saville en Londres. Son
cuatro cartas, a modos de capítulos, que le envía. En la última encuentra a
Víctor Frankenstein naufrago en la gélida agua del Ártico, por regiones de
Rusia como se entiende. Antes de este encuentro, el narrador que viajaba en un
barco ve, en la distancia, en medio del terreno de hielo, una figura horrorosa
que se pierde en un trineo que se deslizaba y se pierde por algún lado. Luego
del rescate de Víctor, ya recuperado de sus heridas, en el camarote, después
que Víctor se recupera, se hace buen amigo del narrador, es decir Walton, por
salvarle vida y le cuenta su historia. En fin, los detalles no interesan mucho,
incluso cuando habla de la obsesión de Víctor por las partes humanas en la
Facultad de Medicina donde estudia. Nació y vivió en Ginebra y luego se
traslada a Londres a estudiar. Conoce los trabajos de dos investigadores acerca
de la energía que tiene el cuerpo humano y su relación con la electricidad. En
el capítulo IV solo se hace a una breve descripción donde va a un cementerio y
cava con sus uñas tumbas y extrae las partes de cadáveres, más detalles no hay.
Pero la escena más intensa de la historia comienza cando le da vida a su
creación con la electricidad, luego que los miembros estaban cosidos. Realmente
a partir de aquí comienza el tema sobre la soledad. La criatura indaga el mundo donde vive y luego busca a su
creador para recriminarle por qué lo creo y la soledad que lo consume. Desde
luego, la historia muestra anacronías en el desarrollo de la historia y antes
de buscarlo para recriminarle su soledad, la criatura había ido por varios
lugares de buena manera a compartir con las personas que pudieran aceptarlo,
pero lo que encontró fue miedo, rechazo, odio y desprecio por todos los humanos
con quienes se encontraba. Incluso, la criatura, oculto en una cabaña por días
estudia el comportamiento de un anciano y sus dos hijos: como se expresaban,
qué idioma pronunciaban, cómo se desenvuelven como seres humanos, los modales,
etc. Al final de la esta parte acontecen sucesos de tensión cuando la criatura
aparece. Todo eso lo aprende solo con la finalidad de acercarse a ellos para
que lo acepten. Solo cuando se queda solo con el anciano después que los hijos huyen ante el especto del
visitante, la única persona que lo trata con benevolencia es el anciano que no
lo ve por ser ciego. Esta tentativa nos muestra que a veces los ojos ven la
realidad tal como es y no más allá de lo que hay. Es una idea filosófica que
décadas más tarde lo propondría Heidegger. Ese impulso, esa necesidad de no
sentirse solo hace que él, la criatura, haga hasta lo imposible por ser
aceptado en una sociedad donde nadie lo quiere. Por otros lados donde va se
asustan, lo apedrean, aunque él va con buenos modales y de un modo sumiso para
que lo acepten. Aun así, nadie lo quiere, la soledad y el abandono lo
desespera, lo frustran y lo hace infeliz. Esto hace que derive su bondad en
odio solo a una persona que es su creador quien no le creo una compañera como
él, así de monstruosa, que es lo que pidió. Víctor no podía volver a crear a
otro ser, ahora femenino, de dos metros y medio, con ojos amarillentos, piel
muy blanca, pies y manos grandes y una cabeza semiaplanada. Pensó que lo peor
sería si se apareaban sus vástagos poblarían el mundo, serían monstruos como
ellos y que heredaran la crueldad de asesinar. Para esto, la criatura había ya
matado al hermano menor de Víctor. Así lo hará después con un amigo, su novia y
una amiga cercana. Entonces, se colige que de la esperanza y la fraternidad,
nace el odio que, finalmente, decae en venganza por parte de los dos
Creador=Víctor y Creación =Frankenstein. Pues ambos se odian a muerte. El
primero lo persigue para acabarlo y eliminarlo de la faz de la tierra y el
segundo es infeliz asesinando a los que más allegados de Víctor. En una de esas tantas persecuciones
éste cae al mar porque su trineo choca con un monte y es allí donde el narrador
lo encuentra, aun cuando días antes había visto la aparición que se perdía por
unos cerros de hielo.
Es así que esta
obra muestra el pensamiento de su autora y la deducción es más clara. Se sabe
que ella fue amante del poeta inglés Percy Shilley, íntimo amigo del afamado
Lord Byron. Pero ella creo una historia donde reflejaba la situación de la
soledad que ella sentía; no por pertenecer a una clase social alta, sino porque
su vida fue vacía. Ella no era literata, solo compartía la afición de Shilley y
Byron. Por eso un verano «húmedo y desapacible» como dice la autora (no especifica
el año, pero debió ser antes de 1817 de acuerdo al prefacio de la primera
edición) decidieron los tres, más la amiga que acompañaba a Byron, en que cada
uno escribiría una obra de terror. Solo Mary ocultó sus profundos sentimientos
en la figura de una criatura que es ella misma y que la soñó. Desde luego, no
imaginó que su relato sería, en la posteridad, un clásico de la literatura
gótica, como más tarde lo serían
«Drácula» y el «Golem».
Por lo tanto,
«Frankenstein» es un símbolo de la soledad reflejando el más innato sentimiento
que los seres humanos poseemos y que esa misma soledad no trae nada bueno
porque abruman los recuerdos y las nostalgias de momentos agradables o
desdichados, que se puede perder por senderos insospechados que quizá no tengan
retorno. Ese es el emblema general de esta novela que es muy humana.
2. LA NARRATIVA
Esta obra es una novela que
se ubica dentro de la tipología gótica. Aunque muchos afirman que es un tipo de
novela de Ciencia Ficción, yo no estoy de acuerdo por esta afirmación. Pues he
leído la novela al detalle y aunque menciona hechos de ciencia solo de pasada
porque sus escenas son descriptivas y reparan en otros aspectos de la trama, no
creo que sean para catalogarla de Ciencia Ficción. Es enteramente Gótica. Por supuesto que tiene las características
desde los modos de creación de una criatura que es hecha por partes humanas lo
que la autora describe de un modo breve y en un párrafo cuando Víctor va a los
cementerios y rasga la tierra para extraer pocas partes humanas. Pero la
narración es tan detallista que cuenta la historia y emociones intensas entre
el protagonista con su creación, lo que está muy lejos de ser siquiera Ciencia
Ficción.
Ahora bien, la narrativa de este texto muestra en su
discurso literario es enteramente una emisión, lo que se denomina en términos
de Van Dick Acto Ilocutivo (Van Dick,
58) porque el narrador (Robert Walton) solo se centra en su historia para darla
a conocer, además es quien recoge al personaje Víctor Frankenstein de las aguas
árticas para que luego él sea dueño de la situación narrativa e incluso en sus
odios más intensos cuando emplea un lenguaje mordaz en sus escrúpulos por
acabar y destruir a la criatura que creo y le hizo mucho daño. Pues ese
lenguaje lo hace apoderarse de toda la situación a su alrededor que no da pie
para que nadie intervenga. Incluso, el lector tampoco tiene participación de
opinar o dilucidar otra idea adicional porque la narración de Víctor está
presente en todo hasta el final de su historia, cuando después de recuperado
abandona el barco de Walton. Todas esa intrigas solo son dadas por un emisor:
Víctor Frankenstein. Por tal motivo entramos al terreno de la pragmática que
nos lleva a entender solamente las emisiones del habla por tratarse de un
narrador en primera persona del singular, esto, ligado a forma personal,
univoca de contar la historia ya que se pretende que estos hechos sean
conocidos por muchos lectores y sepan la crueldad de la criatura. Esa es la
intención de Víctor, esa es la intención de su autora. En consecuencia, es una
historia para la humanidad que está ligada a la soledad de la que ya hablé.
Todo este contexto del acto del Habla
Ilocutivo tiene que ver con el aspecto semántico desde el inicio hasta el
final porque solo en todo el texto, al margen de lo que ya explique
anteriormente, tiene un solo hecho significante: Soledad y frustración. En base
a estos dos elementos gira toda la obra. Además de los macro actos (Van Dick, 72) del habla que son concatenaciones que se
hilvanan unas con otras dentro de la historia y dan secuencia a su trama. Como
así, cuando Robert Walton envía misivas a su hermana Margaret Saville en
Londres y luego se empalma la historia con el rescate de Víctor Frankenstein y
éste continúa la historia de su desventura hasta cuando decide abandonar el
barco en busca de la criatura a la que más odia. Este aspecto de continuar al historia es
fundamental porque el narrador nos hace participe de lo que está sucediendo y
nos hace creer, en la ficción, un hecho trascendental nunca antes conocido por
el hombres hasta el siglo XIX.
Otro aspecto fundamental es que dentro del discurso
literario se encuentra la cognición,
porque el relato se muestra como una caja china, es decir, una historia dentro
de otra y la cognición está allí presente en el entendimiento a corto plazo y a
largo plazo para volver a retomar la historia desde el punto antes de que pase
a la otra historia que se cuenta como
parte de los hechos que le suceden a Víctor y a su criatura. Primero, Robert Walton encuentra a Víctor;
segundo, Víctor cuenta lo que le sucede; Tercero, la criatura cuenta su
historia desde que sale del laboratorio de Víctor cuando lo secuestra en una
montaña de Suiza; cuarto, la criatura termina de contarle su historia y
desaparece; quinto, Víctor retoma su decisión de perseguirlo; sexto, Robert
Walton vuelve a su conversación con Víctor en el barco hasta que éste se va.
Entonces, observaos que la historia tiene varios cortes, pero que tienen una
sola idea: acabar con la criatura. Pero en medio de esto aparece la cognición
ya sea a corto o largo plazo. Con este aspecto, del lector dependerá cuánto
puede recordar de la lectura para manipular la información y esté atento a los
hechos que suceden y así entender lo distintos plano que la novela tiene en la
narración literaria. Así deslindará la verdad de los hechos que el cine nos hizo creer con otras
historias e imágenes, de lo que ya hablaremos después. Entonces, mencionaremos
que esta novela pertenece a un texto metadiegético
(Beristáin, 30) donde hay historias dentro de otras, pero sin romper la
idea fundamental del tema de la obra.
En un plano
estructural, tenemos entonces, según las normas de la Narratología, los narremas
en la forma estructural un una persona que trata de enmendar el mal que hizo destruyendo a la
criatura; un destinador que se encargará de dar a conocer lo que le sucedió a
Víctor Frankenstein; un oponente que está en contra de su creador que es la
criatura; un sujeto/agente que es Víctor Frankenstein y Robert Walton porque son
participes de la historia sin proponérselo, pero son los que recogen la
información; un objeto, la criatura a quien hay que destruir; y ante todo, la
aberración que atenta contra lo natural, pues es una aberración construir un
humano con partes de muertos. Entonces, los hechos, dentro de la historia, son
del siguiente modo:
ABYUVANTE
|
DESTINADOR Creación contra lo
natural |
SUJETO/AGENTE
|
DESTINATARIO Margaret Savile. |
OPONENTE La criatura |
OBJETO Destruir a la criatura |
3. CONCLUSIONES
En primer lugar, la obra
«Frankenstein» es una obra clásica que por su contenido no perderá el valor
literario de la literatura fantástica, gótica y sentimental que engloba el
personaje Víctor Frankenstein. Que por su estructura y su funcionalidad temática
muestra los sentimientos más hondos de la desesperación, la angustia y el mido
profundos que explora el ser humano.
Por otro lado y
fundamentalmente, hay que reconocer que la obra no es aquella falseada que nos
ha hecho ver el cine y que gracias a él ha llegado la historia de este
personaje gótico. Realmente hay que leer la novela para saber qué es
exactamente lo que nos da a conocer y entender de qué trata, pues es totalmente
distinta a lo que el cine no ha hecho creer, más por taquilla, que por lo literario.
Finalmente, leer «Frankenstein» es adentrarnos en un
mundo muy subjetivo para explorar la tensión que nos ofrece el relato y la
magia que esta obra literaria ofrece dentro del maraco de la literatura
mundial.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CÁCERES CUADROS, Tito,
(2005), Análisis de textos literarios, Edit. UNSA, Arequipa.
BERISTÁIN, Helena, (1996),
Análisis del discurso literario, Noriega Editores, México D.F.
SHILLEY, Mary, (2013),
Frankenstein, Ediciones Plutón, Barcelona, España.
VAN DICK, Teun (1998),
Estructuras y funciones del discurso, Siglo XXI Ediciones, Madrid, España.
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