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miércoles, 6 de marzo de 2019

LA ÉPICA AMERICANA DE CANTO GENERAL

  
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Por Miguel Gonzales Corrales

            Escritor


1.        PREÁMBULO
Uno de los poemarios más vastos que jamás se han escrito sombre un continente entero fue «Canto General» (1) de Pablo Neruda. Desde siempre ha escrito poemas cuyos versos han estado cargados de sentimentalismo y visiones subjetivas del  Yo-poético del autor. En otros casos se han versados sobre hechos y hazañas de épocas grandiosas cuyos protagonistas eran héroes de leyenda según la concepción y el espacio socio cultural de un determinado pueblo. Sin embrago, «Canto General» (CG) aborda una temática complicada, pues su distintos estratos poéticos reflejan una amalgama de visones que abordan planos históricos, sociales, chilenos, oceánicos, arqueológicos, étnicos, regionales y urbanos que compromete a todo un pueblo unánime llamado América. Esta globalización del continente refleja la visión, de alguna manera, filantrópica del autor, de unir un solo pueblo grande regidos por sus conflictos que comprometen a todos y a través de sus versos, como dice: «Libro común, pan abierto/ es esta geografía de mi canto» (P. 380). Es decir, es un poemario, que a través de la expresión escrita de la literatura, Pablo Neruda hace hincapié que su libro publicado en 1950 debe ser leído, no como una obligación, sino como una noticia que el hombre bueno debe conocer, aprender y vivir en armonía con todo lo que tenemos sin que haya conflictos raciales ni culturales y menos sociales, un absurdo que el poeta chileno lo da a comprender en su texto, y quien lee atento, colegirá esa intensión.

            CG es un poemario extenso, no diré una obra total como se suele decir en el caso de la novela y un término, en mi opinión mal empleado, sino preferiré a decir que es una obra monumental por su complejidad social que nos permite ver a través de un lenguajes sencillo, pero cargado de retruécanos y connotaciones que deben ser comprendidas como una unidad versátil para el buen lector quien debe aprender que nuestro continente es un común denominador de nuestras culturas e idiosincrasias propias del placer que nos da el autor para sentirnos más hermanos y no pelearnos por situaciones absurdas. Claro está, que el poemario escrito a mediados del siglo XX tuvo situaciones sociales y culturales distintas a las actuales, pues por esa época reinaban ciertas dictaduras latinoamericanas que el propio Neruda vivió en carne propia con Allende y luego Pinochet. Es producto de esas desavenencias sociales que nace CG, un libro humano para el ser humano y, sobre todo, americano. Es obvio que hay que destacar, que si el libro fue escrito hace ya tantos años, pienso que esa identidad debe mantenerse hoy en día , puesto que, dados los conflictos actuales, Neruda escribió un poemario no para el momento de lo que sentía él como ser sensible y apto para difundir su sentimiento, sino dejó una obra enorme para la posteridad; quizá pensó así cuando  publicó CG, pero su poemario es el baluarte de una identidad que no debeoms perder como americanos y que nos debe unir como tal. Ese fue el sentir de Neruda al dejar estos verso llenos de sentimiento solidario para nosotros: «Y nacerá de nuevo esta palabras/ tal vez en otro tiempo sin dolores» (P 381).

2.        LA ÉPICA AMERICANA
Cuando aludo a la épica americana, me refiero a la estructura cómo está compuesto el poemario, desde su formación por capítulos y la diversidad de poemas que completan el todo del macrotexto desde lo más antiguo en el tiempo y espacio hasta lo más reciente hasta antes  de esa época en el momento de la publicación, 1949. Partamos de la acepción de la Real Academia de la Lengua (2) cuando dice que épica es: perteneciente o relativo a la epopeya o a la poesía heroica. Entonces, CG trata de hechos, de alguna manera heroica, por los contenidos que trata al referirse en sus XV capítulos cuyos títulos daré a conocer y se tenga que inferir el porqué de lo epopéyic que menciono según el significado de la RAE:
    I. La lámpara de la tierra.
   II.Alturas de Machu Pichu.
  III.Los conquistadores.
 IV.Los libertadores.
  V.La arena traicionada.
 VI.América, no invoco tu nombre en vano.
VII.Canto general de Chile.
VIII.La tierra se llama Juan.
 IX.Qué despierte el leñador.
  X.El fugitivo.
 XI.Las flores de Punitaqui.
XII.Los ríos del canto.
XIII.Coral de Año Nuevo para la patria en tinieblas.
XIV.El gran Océano.
XV. Yo soy.
Cada uno de estos capítulos muestra una riqueza verbal como informativa sobre cada tema del que aborda, pues el poemario por cada sub capitulo, anuncia un subtítulo que indica la alusión al personaje, al río, al lugar, a la zona, al tema que se refiere en esta inmensa gama de versos que pereciera fueran infinitos, pero que culmina con la nostalgia del autor, en el último capítulo.  Esos subtítulos ya nos hace deducir a lo que se referirá el poeta en sus versos, los cuales están descifrando la información de tal persona o sitio o lugar al que alude con metáforas, hipérbaton, sus connotaciones y los aspectos sociales y espaciales en los que envuelven a esa descripción: «Besa conmigo las piedras secretas» (p. 30, VIII, cap. II). Es una muestra cómo el Yo-poético siente un sabor enorme de misterio, alegría y orgullo por pisar tierra de los incas en las alturas de Cuzco, Macchu Pichu; se percibe su encanto por cada palabra que emplea. «A la tierra sin nombres y sin números/bajaba el viento desde otros dominios/traía la lluvia hilos celestes…» (p. 11, I, cap. I), o también cuando en la presentación expresa en el subtítulo muy original «Amor América»: «Yo estoy aquí para contar la historia./Desde la paz del búfalo/ hasta las azotadas arenas/ de la tierra final/en las espumas/ acumuladas de la luz antártica,/y por la madrigueras despeñadas/ de la sombría paz venezolana,/te busqué padre mío,/joven guerrero de tiniebla y cobre,/ o tú planta nupcial, cabellera indomable,/madre caimán, metálica paloma» (p. 9), como se observa en esta quinta estrofa de la presentación, el poeta menciona de lo que tratará toda su obra; cabe mencionar que las demás estrofas anuncian descripciones del hombre, la tierra, los animales, algo del clima y de su insinuación que América es toda una, de ningún país que exija fronteras: «Tierra mía, sin nombre, sin América…» (p. 10), este es el mensaje real que ofrece Neruda en su grandioso CG.
            Sin embargo, este poemario lo puedo considerar como una crónica de viaje (la crónicas generalmente son en prosa), ya que él alude: «Y si Pablo Neruda, el cronista, de todas las cosas te debía, / Uruguay, este canto…» (p. 102, XXVI, Cap. IV). Ante esto, la capacidad lírica en toda su forma amplia de todo cifra un contenido arduo cuyo mensaje está en sus referencias  específicas de cada viaje que realizó. Se entiende que él, Neruda, fue una persona que transitó por muchos lugares del continente americano lo que le permitió memorizar de modo fotográfico cada paraje por el que paso y al que le dedicó gran parte de sus versos. Incluso, se puede pensar que este bardo chileno empelo su capacidad literaria, poética, para dejar marcado cada impresión que le dejó los lugares que tan bien conoció y fue testigo. Sabemos que Neruda, constante viajero por muchas partes del mundo como sus contemporáneos literatos, se desprende un rico material de constatación autóctona, oriundo de América, que para la época, 1950, fue desbordante, pues las comunicaciones no eran tan buenas como las de hoy en día, por lo tanto, este enorme poemario valió un ícono de información de un continente que emprendía el adelanto de lo que se venía –el crecimiento de las grandes capitales americanas. Ante esta venida irrefrenable, CG retrata aun el continente de antaño rememorando una autenticidad que no deseaba que se pierda, es decir, su autenticidad, antes que la modernidad termine con lo que en el futuro ya no se recordaría. Es la más notoria de las transparencias del poemario porque en ninguno de los capítulos ni subcapítulos se menciona a una sola capital o ciudad americana mostrando su gloria capitalista, monopolio, catastros, nacionalidades ni dictaduras u oprobios sociales como la xenofobia, el racismo o la discriminación de credos o ideas. De ninguna manera. CG, si uno lo lee completo, no es más que el deseo de humanizar a la gente de nuestro continente y si pudiera de otros lados, a entender la prístina originalidad de lo que hizo a América un continente sabio, histórico y único a través de sus etapas y los siglos que su gente convirtió hasta antes de mediados del siglo XX, pues las industrias y metrópolis llegaron después antes de los albores de 1960. Neruda retrata esa simpleza, belleza, nostalgia de un continente puro, heredero de la trascendencia que la hizo única y que sus hechos históricos, sus naturalezas y sus personajes importantes, hicieron de ella un surgimiento inesperado, pero sui generis, con las naciones que la conforman hoy en día. Así habla desde los capítulos III, Los conquistadores; IV, Los libertadores; V, La arena traicionada, de los primeros españoles que llegaron a Cuba, México, Cortés y la conquista de los Aztecas, Guatemala, Panamá, Perú, Cajamarca y la captura de Atahualpa, ultimo Inca, los pizarristas y almagristas, Chile y los Araucanos y cómo Ercilla publica luego «La Araucana»,  y Magallanes dando una vuelta por el sur del continente, junto a un Balboa quien descubrió el Océano Pacífico (Capitulo III, XXV subcapítulos); todo lo describe de un modo tan informativo, bien elaborado y con descripciones detalladas de cada suceso, gracias al  empleo de retruécanos, hipérbaton, prosopopeyas, metáforas, símil, y sobre todo, epítetos, concatenaciones en una métrica con versos consonantes, cuya eufonía penetra incluso cuando se lee a los hombres que libertaron América de los españoles y bien lo define de modo alegórico con metáforas e hipérboles.
             
En cuanto al capítulo de «Los Libertadores» iniciaremos con los siguientes versos: «Aquí viene el árbol del árbol/ de la tormenta, el árbol del pueblo./ de la tierra suben sus héroes/ como las hojas por la savia/ y el viento estrella los follajes/ de muchedumbre rumorosa/ hasta que cae la semilla/ del pan otra vez en la tierra» (p. 65, cap. IV), así esta estrofa de introducción al mencionado capítulo nos da luces de lo que significará comprender una América libre sin ataduras y vicios que nos condenaron a casi cuatro siglos de oprobio español, inglés, holandés, portugués y francés. Se nota que habla de Fray Bartolomé de las Casas, un cura español que en sus crónicas empezaba a favorecer a los indígenas del maltrato de sus compatriotas. En las páginas de sus escritos se percibe bastante énfasis cuando defendía a los indios. Habla del líder araucano Caupolicán, menciona a Lautaro y como el conquistador Valdivia entabla la primera amistad con esta tribu feroz a través del maíz y  el caballo, describe la acción de Manuela Beltrán y sus insurrección en contra  de los déspotas de Nueva Granada (hoy Ecuador y Colombia), enaltece la rebelión de Túpac Amaru II y toda su fuerza incaica en su rebelión hasta su muerte en Perú, de O’Higgins en Chile quien pedía a gritos una patria y no un cacicazgo explotador, capitula la aparición de San Martin y su gesta liberadora desde Argentina, la arremetida de Miranda en contra de los estadounidenses en el Golfo de México, describe el fusilamiento de José Miguel Carrera quien con la primera imprenta en América publicaba escritos pidiendo libertad hasta que los fusilaron en Mendoza, Argentina. Loa al capitán Artigas,  el héroe uruguayo, soldado valiente que enfrentó a la muerte, incuestionable, hace referencia a Sucre y su papel en la historia de Sudamérica, además de la controvertida entrevista de San Martín y Bolívar, la mención de Castro Alves en Brasil y cómo defendió a los aborígenes maltratados por los blancos portugueses, enaltece la figura de Toussaint en Haití, luchador  a favor de los nativos en contra de los franceses y como lo mataron en secreto, habla de la labor incomparable de Abraham Lincoln y su decisiva labor en Virginia, exhorta a una Cuba libre y la labor de Balmaceda en Chila, aplaude la lucha de Emiliano Zapata en México y su acertada revolución en contra de la dictadura, a Sandino en Nicaragua y su deseo de Libertar a Nicaragua de Estados Unidos, habla de Recabaren, el héroe chileno, que recorría las calles de su pueblo con panfletos para liberarse de dictaduras que asesinaban sin piedad. De Prestes, el poeta del pueblo, que fue silenciado en una cárcel para que sus versos no levanten ánimos de verdad. Finalmente, termina con una alegoría a Brasil donde alienta a hombres, mujeres y niños a seguir adelante con sus vidas dando lo mejor de sí para afrontar y esperar la libertad que desean, además de una oda a los Los Libertadores donde exclama: «LIBERTADORES, en este crepúsculo/ de América, en la despoblada/ oscuridad de la mañana/os entrego la hoja infinita/ de mis pueblos/ del regocijo de cada hora de la lucha» (p. 135, XLIII,     cap. IV). Como se observa este itinerario de héroes, hombres que hicieron de América un continente tal como lo hemos visto en la historia y ha descendido en el valor unánime que hemos aceptado a lo largo de muchos siglos, cuya herencia no ha hecho americanos únicos, ya que sin importar la nacionalidad de cada héroe, al fin y al cabo somos un sola raza de idiosincrasias similares y es lo que en este capítulo de CG se aprecia, tal como su autor lo dejó descrito para su época y la generaciones venideras.
           
En el caso del capítulo V, «La arena traicionada», menciona a los dictadores que hicieron estragos en la América libertada, como dice esta introducción: «Tal vez, tal vez el olvido sobre la tierra como una copa/ puede desarrollar el crecimiento y alimentar la vida/ (puede ser), como el humus sombrío en el bosque.» (p. 1319, cap. V); también alude al llamarlos: «SAURIA, escamosa América enrollada…/ hijos terribles/ con venenosa leche de serpiente, /tórridas cuna incubaron/ y cubrieron con barro amarillo, / una progenie encarnizada» (p. 140, I, cap.) Como se entiende, en estas primeras estrofas de la introducción a dicho capitulo y el primer subcapítulo, el poeta trata de olvidar la etapa más feroz que ha tenido que sufrir el desarrollo americano, Las dictaduras, que fueron sinónimo de muerte, abuso, desapariciones, asesinatos, ultrajes y genocidios, algo, indudablemente que nos retrasó y puso en terror a varios países de nuestra América. Es así que comienza a enumerar y describirlos con sus términos y adjetivos denotativos con tal fuerza y urdimbre bien manejada dentro del Yo-poético que cualquier denuesto en estos versos es alusión alegórica a la maldad de estos ruines personajes tal como debe decírseles Así comienza esta lista nefasta con el Doctor Francia de Paraguay, Rosas de Argentina, García Moreno de Ecuador, a los brujos de América, es decir, del centro, como: Cabrera Estrada de Cuba, Ubico, Gómez de Venezuela, Machado de Cuba, Melgarejo y Belzú de Bolivia, Martínez de El Salvador, Trujillo de Republica Dominicana, a quienes describe con adjetivos vituperables con el más sentido pésame del infortunio el cual no evita su dolor. Esas emociones se deja entrever en medio de su fluir literario y la realidad constante que al poeta no lo dejó vivir en paz, como los tipifica en estos versos, por ejemplo: «Máquinas hambrientas de dólares,/manchadas en el sacrificio/de sus pueblos martirizados, prostituidos mercaderes/del pan y aires americanos/cenagales, verdugos, piara/de prostibularios caiques/sin otra ley que la tortura/y el hambre azotada del pueblo» (p. 149, I, cap. v), descripción más clara no hay de lo que pretendió decir en todos los versos de este capítulo V. Así mismo, continúa con otros detalles que acompaña a este grupo de seres insensibles y maquiavélicos. Los tipifica como sátrapas, oligárquicos, quienes inventan leyes a su antojo y decide sus propias elecciones sin contar con la opinión del pueblo al que gobiernan, explotadores, sádicos, abogados de los dólares, los diputados que seleccionan a su antojo por conveniencia, así como lo dice durante: «Pero si usted nace tonto en Chile,/ pronto lo harán embajador»; no deja de referirse a los burdeles, antros de los dictadores, como en las procesiones del Perú los ricos e hipócritas gobernantes se persignan y hacen creer a todos que son buenos devotos cuando el mal reina en sus vidas, la Anaconda Cooper Mining co y una serie de petroleras norteamericanas de la época de mediados del siglo XX que comían con sus abusos a todos los pazguatos que despendían de ella y lo dictadores recibían todas las ganancias, sobre los mendigos y su poca influencia en la vida social de un pueblo, los jueces corruptos que dependen de las dictaduras y emiten sentencias injustas, de los traidores cono Gonzales Videla de Chile a quien no le perdona, según sus información lírica, se burló de la honestidad de la gente y sus vidas que no le importo deshacer y dejarlos en la miseria. Y en el poema que pertenece al subtitulo Los válidos, en los siguientes versos retrata perfectamente lo que es el pueblo oprimido que enfadó el pensamiento del poeta: «Por eso, pueblo, antes que a nadie,/busca al gusano, rompe su alma/ y que su líquido aplastado,/su oscura materia viscosa/sea la última escritura, la despedida de una tinta/que borraremos de la tierra» (p. 158), nada más parecido y exacto del desprecio que siente Neruda al respecto de decir de los tiranos.
            
Los capítulos restantes desde el VI al XIV solo son la emoción y la semblanza de los que es el continente americano en su esencia, pues para ello, como incansable viajero, como antes lo mencionara, al contemplar los muchos lugares que visitó, reflejan en cada uno de sus versos ese sentir de amor e ilusión que lo forjan para escribir esta enorme obra, desde el capítulo II, Alturas de Macchi Pichu, donde su emoción intima refleja el sentir sideral que lo remontan hasta las imágenes más hondas donde cree que las voces del pasado le hablan como a un elegido que tendrá que contar las maravilla de las que los antiguos incas le quieren decir. En el capítulo VI, «América, no invoco tu nombre en vano», refiere sus sentimientos acerca de los momentos más intensos que tiene el continente. Sus poemas que no son más que glosas que enaltecen la labor del continente desde el aire hasta la tierra que pisamos como climas, estaciones, floresta, noches intensas en el caribe que se entremezclan con la gente joven, los malsanos dictadores, los ríos y los marineros de las costas que buscan su trabajo en la pesca, por eso el poeta no invoca el nombre de América en vano porque «sujeto al corazón la espada» (p. 198), por la fuerza con que retrata los elementos que hacen de la América una estirpe de gente , naturaleza y situaciones una sola. El capítulo VII, «Canto general de Chile», es una muestra personal y sensible de lo que fue el mundo de Neruda cuando vivió en su propia tierra y las impresiones como ser sensible que retrata de ella con dolor, alegría y devoción. Allí muestra los elementos, los recursos con que se trabaja en su tierra y de lo que produce su gente, a quien va dirigido este poemario, sobre todo este capítulo muy chileno. Alude a la artesanía, pesquería, talabartería, atacama., los terremotos, la botánica, la Antártida y los lugares de la Araucanía, la producción de azúcar y la riqueza de su litoral. En el capítulo VIII, «La tierra se llama Juan», describe a personas que recorrieron el continente y en cuyos viajes dejaron testimonio de lo importante y hermoso del continente, una especie de peregrinaje donde el poeta se incrusta en sus propios versos cuando alguien le dice: «Usted es Neruda?» (p. 234, XI, cap. VIII). Ese peregrinaje que poco a poco se va confundiendo hace que el poeta muestre una intensión de hablar por la gente humilde y pobre que no sabe cómo hacerlo para el resto del mundo y sepan cómo es la verdadera necesidad de las personas.  Con esos versos de dicho capítulo, Neruda siente que es una especie de Libertador de los más necesitados «Soy pariente de todos los que mueren, soy el pueblo, /y por toda esta sangre que cae estoy de luto» su metáfora y anáfora es más que notoria al escribirla y la intención a  la que se refiere. El capítulo IX, «Que despierte el leñador», es una alegoría a la América salvaje e inhóspita donde los hombres van en busca de territorios nuevos para poblar todo el resto de tierra que falta. Cada verso está dedicado al hermano leñador que en su rudimentaria forma humana va en busca de un progreso, quizá, utópico, pero pujante para su desarrollo humano.  El capítulo X, «El fugitivo», no es más que una alusión al exilio que tiene Neruda y sus experiencias personales en tierra ajenas donde describe, en su soledad, la tristeza, nostalgia y escenas que le rodean mientras su destierro lo deja vagando por varios lugares desconocidos de las que sabe aprender lo que le muestran. Caro que no menciona país alguno, sino referencias generales de su fugitiva persona cando los dictadores chilenos lo quieren encarcelar. Recuerda lo malos tratos que le hace en Valparaíso de quien tiene un recuerdo bello de la ciudad, pero de su gente no. En el capítulo XI, «Las flores de Punitaqui», es una remembranza alegórica, bella del territorio natural de Punitaqui, una nostalgia de ese valle con su flora, fauna, clima helado y la formación de su ancestral geografía que lo atrae mucho. En el capítulo XII, «Los ríos del canto», son un himno a todos los ríos importantes que surcan el continente americano  y de los poetas amigos que comparten ese sentimiento hondo como el propio Neruda y los retribuye con poemas elegiacos. Menciona a sus colegas amigos: Miguel Otero Silva, Rafael Alberti, González Caballero, Silvestre Revueltas y a Miguel Hernández, una semblanza de aquellos que no volverán y que él los recuerda con sentida emoción. Por eso al referirse al poeta mexicano  Silvestre Revueltas, explica en dos versos lo que significan sus amigos: «Ahora son las estrellas de América tu patria/y desde hoy tus casa sin puerta es la tierra». En el capítulo XIII, «Coral de año nuevo para la patria en tinieblas», es una expresión simultanea de la  vivencia del poeta en su tierra, entre la dictadura de Gonzales Videla y las tristezas, alegrías, los años nuevos que pasó en su Chile, un antes y después de los exilios que sufrió, la tendencia de su tiempo cuando fue joven y el sentimiento de su interés por la política la que nunca abandonará hasta su muerte, por ello, el poemario escribe su nombren todo es tiempo de antaño que el poeta lo evidencia como el porvenir que le tocará más adelante. En el capítulo XIV, «El gran océano», es una alegoría inmensa que describe con puro lirismo las aguas y costas de los océanos que rodean América: Pacífico, Atlántico Ártico,  y las playas más hermosas como Punta Arena, Acapulco, Guayaquil, Mollendo, con sus características y bellezas notables. El capítulo XV, «Yo soy», es el pensamiento genuino de Neruda porque expresa sus idea claras y notables de una vida como ser humano, una confesión hasta ese entonces autobiográfica que lo expresa en versos sobresalientes donde si lenguaje fluye al más propio surrealismo, ya que su escritura refleja la condición se ser humano pobre hasta sus peripecias juveniles y la forma más intensas de amor que lo hizo el poeta que es hoy (hasta ese entonces de 1950). Una semblanza que retribuye sus primeros aprendizajes y su vida intensa con gente de su entorno que le enseñaron a ver lo que era la realidad misma, no tan bella, que Neruda supo entender. Menciona sus primeras lecturas y los poetas del Renacimiento español que le enseñaron a amar la literatura, la poesía y el semblante de la susceptibilidad que le permitieron aprender a ser poeta. Por eso finaliza CG más Neruda que nunca cuando afirma: «Este libro termina aquí. Ha nacido/ de la ira como una brasa, de los territorios/ de bosques incendiados/ y deseo que continúe como un árbol rojo…/Por fin soy libre adentro de los seres…/Libro común  de un hombre, pan abierto/en esta geografía de mi canto…y nacerá de nuevo esta palabra,/tal vez en otro tiempo sin dolores…/aquí dejo/ mi Canto General escrito/en la persecución cantando bajo/ las alas clandestinas de mi patria» (pp. 380-381).

3.       LA FORMALIDAD TEXTUAL
La formación de los versos en CG son disimiles y están orientados en distintas formas, dirigidos a una o varias personas, lo que se llamaría Actitud Enunciativa (3), es decir que el Yo poético (se entiende que el propio Neruda, pues el con su nombre propio aparece como quien cuenta todo con la gente que se encuentra en el camino) que hala en segunda persona del hablante porque de todo el poemario se colige que los distintos planos de versificación van señalados a un Tú. Esa familiaridad que se desprende de los distintos versos del poemario tiene como finalidad la confianza y el aprendizaje del poeta con su lector:

Pablo Neruda ---------- Profesor
Lector-------------------- Alumno

Esa era la idea para 1950, el poeta estaba vivo y maduro con lo mejor de su poesía, por ello dejaba CG como una doctrina de aprendizaje. No así cuando el poemario muestra un bagaje lingüístico muy arduo en cuanto a epítetos, puesto estos son un instrumento valiosísimo en los innumerables calificativos en relación a los momentos que describe en capítulos y subcapítulos. Este elemento es necesario para entender su sentimiento admirable o deleznable en relación a quien se dirige. Es así que en cada parte, según sus temas de explicación somete al lector a las distintas facetas de los términos a los que alude. Allí se observa, en medio de cada recurso adjetival, la diferente manera de entablar relación con los elementos estilísticos que no se hacen esperar mientras se avanza en la lectura. Así notamos una Anadiplosis (4), es decir que hay palabras recurrentes que nos remonta a un espacio-tiempo: «Cuando», «Cuanto». Estas dos expresiones que se leen a lo largo de los versos que nos da a entender «Cuando»= episodio que se refiere a los hechos históricos en determinadas fechas e historias especificas; «Cuanto»= relaciona las consecuencias de los hechos históricos. Esta fórmula lo emplea ya sea para los dictadores, Libertadores o las descripciones que se refieren a las regiones como Chile, Macchu Pichu o al mismo poeta del capítulo XV. Pero se debe entender que para continuar con los elementos estéticos del poemario, hay que comprender que la métrica de los más de mil versos que tiene, como dije anteriormente, son disimiles porque si es cierto que empela rima en algunos como en el capítulo VI, «América, no invoco tu nombre en vano», ya que lo poemas son de estrofas de seis versos hasta 51 (el más largo, el último del capítulo) que permite entender la magnitud de los horizontes por donde quiere lirizar el poeta. Realmente todo CG es una amalgama de odas, sonetos, elegías, prosopopeyas (en el caso de Alturas de Macchu Pichu que cada subcapítulo está formada por odas, tienen en su tema elementos admirativos a los incas y su Imperio) «La poderosa muerte me invitó muchas veces:/era como la sal invisible en las olas…» (p. 28,  VI, cap. II), «Entonces en la escala de la tierra he subido/entre la atroz maraña de las selvas perdidas/ hasta ti, Macchu Pichu» (p. 28, V, cap. II), «A través del confuso esplendor,/a través de la noche de piedra déjame hundir la mano/ y deja que en mí palpite, como un ave mil años prisionera,/el viejo corazón del olvido!» (p.34, X, cap. II). Encontramos además metáforas como en «Húsares infortunados, alhaja ardiente,/zarza encendida en la patria nevada.» (p. 97, XXIV, cap. IV).  Abundan las Perífrasis porque repite varias expresiones cuando lo podría decir en una oración; pero a veces es necesario esta fórmula poética para que la métrica de los versos encuentre su concatenación: «Paz para los crepúsculos que vienen/paz para el puente, paz para el vino/paz para las letras que me buscan… paz para la ciudad en la mañana/cuando despierta el pan, paz para el río/Mississippi, río de las raíces:…» (p. 257, VI, cap. IX), así como estos versos que se perciben la aliteración por la repetición del vocablo, «paz», así encontramos más ejemplos a lo largo de los versos. Emplea mucho la Topografía por la enumeración de elementos a los que alude, según el tema de los capítulos y dentro los subcapítulos. Lo mismo sucede con la enumeración que es una constante en todo el poemario.  Emplea interrogaciones retóricas porque muchas veces el poeta Neruda=Yo poético (ambos inmersos en el texto lírico) se pregunta inquietudes que no tienen respuesta: «Quién puso el techo hundido, quién dejo las paredes/ abiertas con un ramo/de papeles pisados?» (p. 210, VII, cap. VII), «Y sobre la construcción cristalina del pólipo habéis/barajado, sin duda/una pregunta más, desgranándola ahora?/Quieres saber la eléctrica materia del país del fondo?» (p. 344, XVII, cap. XIV).

            En todo sentido, CG, es un poemario que despierta el entusiasmo (en mí provocó gran interés y seducción para entender una América histórica contada en Poema épico) lo que Juan Villegas llama “Temple de ánimo” (5), ya que todos los versos despierta el interés y la sabiduría expresada en distintos contextos, donde se pone la intuición y el deseo de aprendizaje como lo anote anteriormente en la relación Neruda-lector. Ese interés didáctico que nos muestra el Yo poético es un tarea inmensa de nunca acabar. Ni el propio Neruda se lo creyó, pues él dijo: «Mi primera idea de Cato General fue solo un canto a Chile, un poema dedicado a Chile. Quise extenderme en la geografía, en la humanidad de mi país,  definir sus nombre y productos, la naturaleza viviente. Muy pronto me sentí complicado, porque las raíces de todos los chileno se extendían debajo de la tierra y salían en otros territorios.» (Villegas, ob. Cit. p. 35). La grandeza de CG, radica justamente que todos los americanos tenemos vínculos de una u otra forma sea en la geografía, en la sociedad, en los giros lingüísticos, en la religión, historia, política y dictaduras, en fin. Canto General es un texto que nos muestra los orígenes y todo su devenir circunstancial de hechos que nos hicieron como somos hoy en día y continuaremos siendo.

            Finalmente, hay que resaltar un detalle específico, la relación de Neruda con el Perú, la que parece fue muy estrecha y admirada por el vate chileno. Esta situación se repite a lo largo de varios poemas en distintos capítulos. Empezaremos por resaltar el muy afamado poema Alturas de Macchu Pichu. A lo largo de la histórica epopeya resalta la labor del Perú en Lima, Cuzco, la historia de Atahualpa, Túpac Amaru II, el Amazonas, la relación de los dictadores de otros países con Perú, menciona los puertos del Callao y Mollendo, el Señor de los Milagros, Pizarro y su conquista de los Incas, la cucha de este con Almagro en Lima, alguna geografía de la sierra peruana. No ensalzo al poeta, sino que constato lo que sus versos exploran dentro de su sentimiento artístico.

4.       CONCLUSIÓN

Canto General es un poemario que resalta la labor grandilocuente de lo que es y fue  el continente americano. Es una respuesta  de lo que nunca se ha dicho y que su narración lírica invoca a amar esta tierra de grandes proezas epopéyicas que nos hace únicos en relación a otros continentes y su historia. Nunca antes se escribió  un poemario tan enorme que evoque muchas razas, ciudades, gente y sociedades al mismo tiempo, quizá aquí radique la grandeza del poemario. No es justo que solo se destaque Alturas de Macchu Pichu, pues recorrer todo el itinerario de los demás capítulos de CG, es aprender culturalmente una riqueza insuperable en nuestro ámbito americano y se conozca algo más de lo que ignoramos. Canto General es un ícono que parte de la posibilidad de trasmitir la emoción de leerlo desde el hablante hasta el oyente construyendo imágenes que podemos interpretar por nosotros mismos y así enseñar a los jóvenes que vienen después de nosotros.
REFERENCIAS BIBLIGRÁFICAS
1. NERUDA, Pablo, (1987) Canto General, Editorial Oveja Negra, Colombia.
2. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, (2014) 23.a Edición, Madrid, España.
3. PÉREZ, Julián, (2010), Teoría Literaria, una propuesta didáctica, Lima-Perú.
4. CÁCERES CUADROS, Tito, (2005), Análisis de textos literarios. Editorial UNSA, Arequipa-Perú.
5. VILLEGAS, Juan, (1976), Estructuras míticas en el Canto General de Neruda, Edit. Planeta, Barcelona.







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