Por: Miguel Gonzales Corrales
Hablar de la literatura del escritor
yugoslavo Ivo Andric es de alguien desconocido, generalmente, hoy para los lectores, excepto para los
especialistas. Este autor, que nació en la antigua Yugoslavia, (hoy Bosnia y
Herzegovina), en Bosnia, en 1892 y Premio Nobel de literatura en 1961, es ,en mi
opinión, adentrarnos en la narrativa de unos de los autores más densos e
indagadores de su pueblo, así como también uno de los escritores más
interesantes del siglo XX. Su literatura está orientada a entretejer muchas
historias de su país que lo han intrigado, al descubrir aspectos que eran
hechos que merecían ser contados, pero en la literatura. Por ello, este
literato, a lo largo de sus varias historias, ha narrado acontecimientos, desde
los más antiguos, hasta la época de la Segunda Guerra Mundial, documentándose
de lo que conocía muy bien. A través de su obra, se puede aprender y conocer
conflictos de la Europa del sur, cerca a Rusia. En medio de los más
sobresalientes escritores europeos de mediados del siglo XX, aparece Ivo
Andric, dando a conocer lo más valioso de su literatura, cuando en 1945,
aparece su trilogía formadas por novelas épicas, de coyuntura social, cultural
e histórico: “La joven dama”, “La crónica de Travnik” y “El puente sobre el
Drina”.
Esta historia cuanta sobre un puente
que se construyó sobre el río Drina, al sur este del país, hoy Bosnia y
Herzegovina. Una obra maestra, igual a las muchas que han aparecido y dejado su
huella en la literatura mundial. El tratamiento que induce su narración es de
un estilo oral, por un lado; y por otro, es descriptiva, con muchos aportes de
historia, desde la fundación y construcción de esta mole de puente, sobre el Drina, en el siglo XVI, junto a la localidad
de Vichegrado, en la región bosnia. Dicho puente, fue ideado por un visir turco
llamado Mahomed Pachá, quien tenía el deseo de unir a los turcos con los bosnios
y el resto de Europa. El personaje central de la obra es el mismo puente que
tiene ocho arcos, a lo largo de su recorrido, y que en el transcurso de los
cuatro siglos que se sigue su historia, es testigo mudo de una honda y
prolífica prosperidad, según las necesidades de la gente, hasta mencionar los
motivos que originaron la Primera Guerra Mundial, en la que se menciona la
muerte del duque de Austria, producto de la guerra. En los primeros días der la
guerra el puente es bombardeado, sufriendo un poco de deterioro en su mampostería.
Toda la historia que se cuenta en la novela es una amalgama de hechos,
conflictos, reyertas, protestas y disconformidades, como cuando al inicio hubo atentados
por destruir la edificación del puente y cuando se hallaron a los culpables,
fueron sentenciado a muerte y empalados, ya que éstos tenían la superchería que
el puente era un camino para una invasión de salvajes. La novela, cuando se la
lee, uno se percata de la gran información que el autor muestra y hace conocer
cómo fue la gente, la cultura, las festividades de aquellos siglos XVI, XVII,
seguramente ignorados por muchos, pero rescatados por Andric. En medio de los acontecimientos
reales y la fábula ficticia de la narración, podemos encontrar que es una
recapitulación de la historia de las regiones de Bosnia, Sarajevo, los
Balcanes, todo ello, como un símbolo de la condición humana de la antigua
Yugoslavia.
El puente sobre el río Drina, se
muestra como un ente vivo, porque uno percibe como esta mole, de algún modo, intima
con los personaje, que a lo largo de años caminan por su piso, la gente que se
para a contemplar desde arriba el caudal del mismo río, incluso los romances
que se dan en algunas noches, alrededor del puente, hasta la construcción de un
gran hotel que fue propiedad de una mujer emprendedora llamada Lotika, para
trasladarnos con cierta pena a los bombardeos que sufre en los inicios de la
Primera Guerra. A estos eventos, más allá de la mitad de la obra, camino al
final, podemos encontrar otros personajes que la dan realce al devenir de la
trama. Personas como Alí Hodja, el anciano Tesle, Lotika, Mihailo, los vigías
de la famosa garita llamada Kapia, así como su héroe legendario Karegeorges, quienes
mira pasar los años y gente que viene y va, con una pasividad tan desganada,
que sólo a veces les quedaba de bueno las fiesta que organizaba Lotika en su hotel,
que poco a poco va decayendo. También podemos entender el fervor patriótico que
relaza la intensión del autor, a través de sus personajes, que quieren seguir
viviendo en sus tierras, aunque difíciles, pero es la que les tocó vivir. Todo
lo detalla con una objetividad, como si estuviera
contando una crónica, motivo por el cual entra a tallar la oralidad de la cual
ya hablé al empezar esta crítica. Esta técnica oral, Andric la maneja con una asertividad
propia de quien nos quiere remontar a un pasado olvidado, pero gracias a la argucia
del narrador (a la vez el autor) que con su lenguaje corrido, saca a la luz un
aprendizaje que no debemos olvidar: el alma del la gente yugoslava. Esto me
hacer recordar un poco a las novelas y cuentos de Nicolai Gógol, cuyos
personajes idealizaban y retrataban la historia social de su pueblo ucraniano.
Otro aspecto que llamó mi atención, en
la novela, es el tiempo (los años, la época que narra, los siglos) porque si
observamos este elemento en todo el discurso literario del mismo relato (lo
histórico), todo esta presentado en una cronología ordenada por un narrador omnisciente
que ve a sus personajes con énfasis, ya que si el narrador disponía de una
información amplia por la documentación que posee, puede ordenar su historia,
como Dios, que todo lo sabe. Tanto el discurso literario y la trama son descollantes
e importantes, como elementos que fusionan la novela y adopte la talla de épica y sea fácil de mencionar los
dilemas que sufrirá en los siglos venideros, desde el XVI. Por ello, a la
novela pude considerarle en cuatro partes, en relación a Vichegrado y la
construcción del puente:
Cap. I – IV Fundación.
Cap. V – XV Crecimiento.
Cap. XVI – XXII Modernidad.
Cap. XXIII – XXIV. (Siglo xx) 1°
Guerra Mundial.
Por tal, cada vez que se inicia un
capítulo, uno va entrando a una etapa distinta de lo que acontece en Vichegrado
y alrededores. Es decir, que cada uno de los 24 capítulos de la novela, es una
entrada a un periodo específico, en
medio de los distintos clímax que se encuentran en sus personajes, en los acontecimientos
históricos y en el mismo puente. Por esto es interesante leer la novela por capítulo
y entender el microtexto que es Vichegrado, en un macrotexto europeo, que es la
guía de lo que después será llamado Yugoslavia.
Finalmente, puedo concluir, que
ingresar al mundo de “Un puente sobre el Drina”, es conocer un nuevo estilo de
escritura, una perspectiva grandilocuente que el escritor Ivo Andric muestra en
la literatura de Europa, como en su tiempo lo dieron a conocer los escritores
más difundidos de ese periodo. Hoy por hoy, no se puede escatimar preferencias
conocidas y reconocidas, ya que, indefectiblemente, se puede encontrar otros
escritores tan intensos, interesantes y con gran capacidad intelectual, que a
veces, nuestra ignorancia, no nos permite conocer ni indagar, porque siempre va
a ver obras y escritores que van a engrandecer la literatura, cualquiera sea su
procedencia u origen. Por ello, siempre es bueno encontrar nuevos escritores,
que quizá nunca se difundieron o llamaron nuestra atención y que a la larga, pueden
mostrar buenos temas. Así como se lo hizo saber a Andric, la denominación que
quedó inscrita en su diploma, dada por la Academia de Letras: “Por la fuerza
épica con que ha sabido describir los
temas históricos y los destinos humanos de su país”.
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