Por: Miguel Gonzales Corrales.
![La Frontera](http://www.librosperuanos.com/public_files/N11-173.jpg)
Hace algunos años publique en le
diario Noticias de Arequipa, en mi denominada “Serie de escritores
arequipeños”, un artículo que habló sobre hasta la entonces obra de Juan
Alberto Osorio (1), quien fue mi profesor en la Universidad Nacional de San
Agustín, y ahora es un amigo. Al final de ese artículo mencioné que sería
interesante leer la novela que estaba escribiendo: “La Frontera”. Recuerdo
bien que esta obra la fui conociendo todavía
allá por 1996, cuando Juan Alberto, me entregó unos borradores para que
los leyera, se trotaba de sus primeros capítulos. Hace poco, fui por su casa, y
de un a forma muy literaria, intercambiamos obras, es decir, él me entregó un
ejemplar de su novela y yo le di a cambio la mía, que ya había publicado meses
atrás.
Esta novela aborda, en primer lugar,
una magia implícita, que se da a través de una de un lenguaje poético, inmersa
en la fábula de la narratología que emplea, es decir, escenas que se dan en la historia,
mezclada con el estilo de contar la misma historia. Ese lenguaje poético
muestra una eufonía acústica (2), porque si una va leyendo los párrafos descriptivos,
se da cuenta que la sonoridad de las oraciones son gratas al oído. Además hay que
resaltar, que dentro del discurso literario, aparece la narración oral, contado
a través de un narrador testigo en primera persona, que aparece
esporádicamente, inmerso en la historia, ya que se mantiene al margen de
algunas observaciones que la misma historia fabuladora se abre paso sola, en medio de los diversos acontecimientos
que ocurren en la ciudad San Juan de la Frontera, y en especial, en la
Universidad de La Frontera. Por ello, la fluidez oral, en las oraciones que van
tejiendo el relato, muestra una sintaxis con toque de barroquismo por la
densidad que sume al lector en la historia, similar a lo de Gabriel García
Márquez en “Cien años de Soledad” o “El
perfume” de Patrick Shuskin. Quizá, por ese elemento Barroquista, se leen
adjetivos necesarios para ampliar la descripción de la novela, aunque haya poca
caracterización de los personajes, pero esto no desmerece el aporte literario
de toda la novela en su conjunto.
Como ya dije, la narración de “La
Frontera”, es meramente descriptiva en
la totalidad de su discurso literario, ya que su estructura textual coincide en
la misma praxis de a escritura en sintaxis más intimista y un a semántica que a
veces lleva connotaciones cargadas de vagos recuerdos (3). En medio de todo
esto, los personajes que entras y salen de la historia, se ve retratados por
años idos, que sólo quedan en recuerdos, y justamente, aquí aparece la fragmentariedad
de la novela porque hay diálogos de situaciones específicas que rompen con la
cronología de la obra, donde personajes secundarios comparten ese ámbito
social, aislado y vacío, que a veces se percibe en la historia. Amén, hay que agregar
que en todo este marco que hasta ahora
se ha caracterizado, también La Frontera presenta elementos históricos
que señalan el origen de una universidad “El primero de lo rectores de su
primera fundación” (4). Con este inicio y lo que se retratas en algunos pasajes
más, ya no da una idea de su marció histórico.
Si analizamos un poco con más amplitud
lo que se da en esta novela, uno se da cuenta, que todo es ámbito que describe,
es en alguna parte de la sierra del Perú, ya que la ciudad de San Juan de la
Frontera es una metáfora de un pueblo del Perú que el escritor, a través de su
narrador testigo, emplea para mostrar una nostalgia y realidad de experiencias
vividas. Todo esto lo vemos, entonces, del siguiente modo: el Macrotexto ser el
Perú y el microtexto estaría representado del siguiente modo:
San Juan
de la Frontera = Ayacucho
U. La Frontera = U. Nacional de Huamanga
Inausis
= Anagrama de Sicuani (5)
Ciudad el Centro del Mundo = Cuzco (por su
etimológico quechua.)
Por lo que se puede
inferir, son elementos personales que aparecen en la novela, incluso, rememorando
la nostalgia de fundación de la Universidad La Frontera, dese los siglos XVI,
XVII y XIX. En todo este lapso de tiempo, van apareciendo situaciones curiosas
que se supone el narrador encontró en unos folios antiguos y que dan realce a
todo el esplendor de lo que aconteció en esa Universidad. Esta vistosidad, hace
que coherentemente, la entrada y salida de los personajes en la trama, sea bien
justificada e incluso, no se vuelve a mencionar a otros personajes que quedan
en el olvido.
En el caso de la anacronía,
se confunden el pasado con el presente, como cuando se cuenta en las explosiones
inciertas que azotan en un momento la ciudad de San Juan de la Frontera
(aludiendo al terrorismo) o los balazo de delincuentes, en otra época, que
aterran a los pobladores (sucesos más recientes). A esto se suma de los avances
más recientes de que goza toda universidad como pizarras acrílicas y el
recuento de años específico, en determinados periodos, como 1980 a 1982. Todo
ese pasado y presente, se fusionan en
una simbiosis para alertar la añoranza de tiempos idos que no volverán, en medio
de un vacío y soledad agradable, pero a la vez triste, que es lo que al final
sucede. Todo esto es una coyuntura social, política, académica, cultural, cuyos
elementos se fusionan para dar vida a San Juan de la Frontera (Huamanga), un
pueblo que cobra vida, a través de retrospecciones de retazos de historias que
los une el propio narrador, evocando en toda la novela una imagen, un paraje prístino en el país, que sigue con fidelidad
sus giros lingüísticos como huaynos en quechua y traducidos, resaltando siempre
el folklore peruano.
Sin embargo, si se
quiere resaltar a un personaje principal en la historia, se tiene al doctor
Ibarra, profesor de la Universidad de La Frontera, que como un ente milenario,
parece conocer el pasado, como si hubiera estado presente en cada época. Llegó
al pueblo, joven, por unas horas en la Universidad, se instaló con su familia
en el pueblo, afrontó los problemas subversivos, muriendo en tal acto, algunos
de sus hijos, sobreviviendo con sus hijas, para luego vivir su ancianidad en
paz. Pero los más sorprendente y real maravilloso que se encuentra en esta obra,
es el final, cuando el doctor Ibarra se metamorfosea y se convierte en un ave (Cóndor,
quizá) y vuela por los aires de la ciudad San Juan de la Frontera, junto a su
esposa, hijas, y se encuentra con sus hijos muertos en ese atentado de su
juventud. Esta hipérbole, no refiere el futuro, donde todo puede suceder y
creerse a la vez, en un lugar de la sierra del Perú, donde la fantasía del
gigantismo, es constante.
CONCLUSIÓN FINAL
Todo este análisis lo
fui armando, de acuerdo a la obra anterior de Juan Alberto, es decir, sus
cuentos del “Hijo mayor” y sus poesías de “Inausis”, y de alguna conversación
que recuerdo tuve con él, por lo que pienso, se ve reflejado en el contenido y mensaje
de su novela “La Frontera”, en la que muestra sus experiencias en un mundo ficticio
y cronográfico de lo que pudo ver, oír y conocer
NOTAS
1.
Diario Noticias, Arequipa, lunes 26 de enero
de 2009, Series Escritores Arequipeños, “Literatura desde dentro, una lectura
la literatura de Juan Alberto Osorio Ticona.
2.
Boris Tomachevski, “La teoría de la literatura”,
Akal Editores, España, 1982.
3.
Teun Van Dick, “Estructuras y funciones del
discurso”, Siglo XXI Editores, España, 1998.
4.
Juan Alberto Osorio, La Frontera, Edit. San
Marcos, Lima, 2011, pág. 7.
5.
Anteriormente, Juan Alberto, publico un libro
de poesía, llamado “Inausis y otros poemas”, 1999, en cuya presentación aclaró
que Inausis era el anagrama de Sicuani, su tierra natal.