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miércoles, 28 de enero de 2015

EVOCACIÓN LITERARIA DE SIMÓN RODRÍGUEZ

Por: Miguel Gonzales Corrales.
ollantayaqp@hotmail.com

Uno de los autores venezolanos, quien dentro del marco de la literatura hispanoamericana, ha escrito sobre la figura de Simón Bolívar y también sobre descubrimientos históricos que envolvieron a América en el pasado, fue Arturo Uslar Pietri (Caracas 1900 – 2001). Todo este panorama se muestra en obras como Las Lanzas coloradas, El camino del El Dorado, Estación de máscaras, Oficio de difuntos, La isla de Robinson, La visita en el tiempo y su trilogía Laberinto de fortuna. Toda esta producción novelesca ha hecho que la obra de Uslar Pietri sea importante, y a la vez trascedente, para comprender los intrincados históricos que tuvo Sudamérica en determinados momentos de su evolución. Sin embargo, el tema que más sobresale en la literatura de este autor venezolano es la mistificación y redescubrimiento de Simón Bolívar a través de historias biografiadas para saber quién fue realmente el Libertador. Así, en personajes del siglo XIX, se descubre por cometarios e identificaciones, cómo era realmente Simón Bolívar, cómo la gente lo quería y respetaba por lo que fue, sobre todo, en su novela Las lanzas coloradas. Pero, mi interés se centra en otra obra, La isla de Robinson, ya que, cuando la leí, me causó profundo entusiasmo porque iba enterándome de detalles y hechos sobre la vida de Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, así cómo su sensibilidad de profesor que lo hizo mejor persona para entender una sociedad de comienzos siglo XIX que andaba perdida en ideales confusos y desorientados.
La isla de Robinson (1981) cuanta la vida de Simón Rodríguez de un  modo ingenioso e intenso en el discurrir de su trama porque tiene el apoyo de elementos históricos y, a la vez, una detallada biografía, que muestra, paso a paso, en su años de vida, hechos seguramente hasta desconocidos en donde la ficción y la realidad se entremezclan perfectamente. Esta es la historia de un maestro que anda sumido en sus conocimientos de autodidacto en materias como Matemática, Historia y Cultura General de acuerdo a lo que se conocía en la época de alrededor de 1800, como se deduce  en líneas como esta: “El señor Don Carlos IV, Rey de España, allá en Madrid o en Aranjuez…” como se sabe, Carlos IV gobernó de 1788 a 1808. Se descubre, además, que Rodríguez es un ser aislado en su casa, conocido como maestro, en consecuencia, una de las primeras escenas  de la novela narra como un muchacho de ocho años, de una familia muy acomodada, de nombre Simón Bolívar y Palacios, llega a él haciendo sus berrinches ya que no quería tener maestro ni mostraba interés por estudiar. Era un niño huérfano y engreído que estaba al cuidado de una tía y albacea que quería educarlo lo mejor posible de acuerdo a su estatus económico y social.
Todo ese conglomerado de escenas y otras más rodean la figura de Simón Rodríguez quien, dentro de su mundo didáctico, pensaba que estaba en su Isla de Robinson, así como el personaje de Daniel Defoe, y a quien le llamaban el Sócrates de Caracas que tan bien Uslar Pietri ha sabido dar vida. Uno se entera, leyendo esas páginas, como Rodríguez soñaba con establecer una escuela propia donde pudiera enseñar a niños e inculcarles ideas propias y culturales como lo hizo con Bolívar a quien encontrará después en Europa. Pero la carencia de dinero no le permitía realizar ese deseo que lo frustra porque sabe que nunca cumplirá ese sueño ya que nadie apostaba por la educación del siglo XIX, aun peor, cuando los comienzos de esa época, América estaba gobernada por los españoles, los cuales, no hubieran permitido que instale su magisterio. Esta fue la razón por la que abandonó Caracas y se trasladó a Europa.
Llegó primero a España creyendo que podía educar y formar una escuela lo cual le fue negado. Luego se trasladó a Londres y de allí a París alrededor de 1812. En esos años se encuentra con su alumno Bolívar con quien comparte ciertos  momentos de alegría y bohemia. En París, Rodríguez conoce a muchas personas hispanoamericanas a quienes habla de sus ideas para implantar una educación tal como él creía debía ser. En una de tantas tertulias, Rodríguez lleva a un Bolívar de 21 años a donde una familia peruana, la del general Mariano Tristán, quien tenía a una parisina como su mujer de nombre Teresa Laisnay, aun siendo él casado en Perú, con quien tuvo una bebita de nombre Flora, quien sería después la autora de Peregrinaciones de una Paria. En esta parte de la historia, el General Mariano, cuenta cómo era la vida en Perú y Arequipa ante el dominio total de los españoles. Es en estos momentos que Bolívar toma en serio la libertad de América, cuando en un primer momento, se lo negó a su maestro Rodríguez.
Esta novela biográfica es un compendio del valor y el deseo del aprendizaje sensato que el ser humano debe aprender para mejorar como persona lo cual deja como moraleja la buena enseñanza y dedicación de Simón Rodríguez en el aspecto educativo (no solo académico sino moralizante) para forjar hombres de buen corazón como lo hizo con Bolívar, así como reza el epígrafe de la novela, en palabras del mismo Rodríguez: «Ha llegado el tiempo de enseñar a las gentes a vivir». Por esto, pienso que la funcionalidad de la  novela radica en la detallada información, investigación histórica que el autor dedicó para la creación de esta obra literaria y poner en ella la gran vida que tuvo y vivió Rodríguez como personaje importante para la liberación de América, aunque esto sea ignorado por muchos.
La idiosincrasia y las convicciones de Rodríguez se ven entorpecidas hasta el final de la trama ya que le comenta a Bolívar el deseo de crear una escuela en Caracas a lo que el Liberador le propone que hará su sueño realidad en alguna localidad de la América liberada. Es así, que se inicia el periplo de Rodríguez, acompañando a Bolívar, por los lugares de Perú, que gozaban de su libertad. Salieron de Lima, llegaron a Arequipa, Cuzco, Tacna y Potosí (en aquella época a los lugares de Bolivia se le llamaban Alto Perú). Después de tan extenso recorrido por el Sur, Rodríguez incita al Libertador a que cumpla con su palabra, la cual, al final, Bolívar accede, dejándolo en Potosí. Le compra una casa para que la ambiente como escuela y continúe con sus proyectos de maestro. Rodríguez le confiesa que hubiera preferido otro lugar y  no este sitio, después de habérselo pedido en otras ciudades por donde anduvieron.
Al final, acepta y despide a Bolívar. Después de todo, se da cuenta que todo lo que había soñado le llegó tarde y en el lugar equivocado y todo lo que había soñado en su mundo al que llamaba Isla de Robinson, lo vio otra vez frustrado porque se dio cuanta que había perdido mucho tiempo siguiendo a Bolívar, además, de que ya estaba viejo. Entonces, prefirió regresar a Caracas. Se había quedado en Potosí dos años y después de dejar todo en orden, volvió a su casa, la misma que se lee al comienzo de la novela. Su vejez transcurre tranquila, sumergido en sus ideas y lecturas. En ese lugar recibe la noticia de la  muerte de Bolívar en Colombia y se conforma con su vida hasta su fallecimiento como lo resalta la última línea de la historia: “Robinson había dejado la isla”.

CONCLUSIÓN
La narración resalta ese ímpetu de un  discurso literario histórico como es la característica de la obra de Uslar Pietri. Pero lo fundamental es la conciencia honesta, la importancia y la dedicación por la enseñanza en personas como Rodríguez, quien como él, hay pocas. Así, nos hace entender que la enseñanza debe ser dedicación exclusiva de quienes tienen ese verdadero fervor y no de aquellos que la usufructúan,  ven en la educación algo lucrativo o pretenden ser algo mucho más en la enseñanza con supuestas capacitaciones y papeleos burocráticos como para decir: «Sí cumplimos», cuando en el fondo no les interesa, como sucede con el Ministerio de Educación Peruano.
A mi parecer, La isla de Robinson, es una novela que muestra el verdadero sentido de ilustración hacia los lectores en la vida de una persona, que quizá, haya sido el origen de lo que después iba a ser la libertad  Sudamericana del dominio español.
Finalmente, fuera de la simbiosis de lo real con lo ficticio para dar una obra tan verídica, esta novela muestra que vale mucho por su lectura cuyo eslabón está en mostrar, no solo la identidad de Venezuela como patria chica, sino de Hispanoamérica, como las demás novelas de este autor, quien pasa desapercibido dentro de los grandes de «La nueva novela Latinoamérica», y que a mi entender, tiene una literatura exquisita.






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