Por Miguel Gonzales Corrales
Escritor
1. PREÁMBULO
Uno de los poemarios más vastos que jamás se han escrito
sombre un continente entero fue «Canto General» (1) de Pablo Neruda. Desde siempre
ha escrito poemas cuyos versos han estado cargados de sentimentalismo y
visiones subjetivas del Yo-poético del autor.
En otros casos se han versados sobre hechos y hazañas de épocas grandiosas
cuyos protagonistas eran héroes de leyenda según la concepción y el espacio
socio cultural de un determinado pueblo. Sin embrago, «Canto General» (CG)
aborda una temática complicada, pues su distintos estratos poéticos reflejan
una amalgama de visones que abordan planos históricos, sociales, chilenos, oceánicos,
arqueológicos, étnicos, regionales y urbanos que compromete a todo un pueblo unánime
llamado América. Esta globalización del continente refleja la visión, de alguna
manera, filantrópica del autor, de unir un solo pueblo grande regidos por sus
conflictos que comprometen a todos y a través de sus versos, como dice: «Libro
común, pan abierto/ es esta geografía de mi canto» (P. 380). Es decir, es un poemario,
que a través de la expresión escrita de la literatura, Pablo Neruda hace hincapié
que su libro publicado en 1950 debe ser leído, no como una obligación, sino
como una noticia que el hombre bueno debe conocer, aprender y vivir en armonía
con todo lo que tenemos sin que haya conflictos raciales ni culturales y menos
sociales, un absurdo que el poeta chileno lo da a comprender en su texto, y
quien lee atento, colegirá esa intensión.
CG es un
poemario extenso, no diré una obra total como se suele decir en el caso de la
novela y un término, en mi opinión mal empleado, sino preferiré a decir que es
una obra monumental por su complejidad social que nos permite ver a través de
un lenguajes sencillo, pero cargado de retruécanos y connotaciones que deben ser
comprendidas como una unidad versátil para el buen lector quien debe aprender
que nuestro continente es un común denominador de nuestras culturas e idiosincrasias
propias del placer que nos da el autor para sentirnos más hermanos y no
pelearnos por situaciones absurdas. Claro está, que el poemario escrito a
mediados del siglo XX tuvo situaciones sociales y culturales distintas a las
actuales, pues por esa época reinaban ciertas dictaduras latinoamericanas que
el propio Neruda vivió en carne propia con Allende y luego Pinochet. Es
producto de esas desavenencias sociales que nace CG, un libro humano para el
ser humano y, sobre todo, americano. Es obvio que hay que destacar, que si el
libro fue escrito hace ya tantos años, pienso que esa identidad debe mantenerse
hoy en día , puesto que, dados los conflictos actuales, Neruda escribió un
poemario no para el momento de lo que sentía él como ser sensible y apto para
difundir su sentimiento, sino dejó una obra enorme para la posteridad; quizá
pensó así cuando publicó CG, pero su
poemario es el baluarte de una identidad que no debeoms perder como americanos
y que nos debe unir como tal. Ese fue el sentir de Neruda al dejar estos verso
llenos de sentimiento solidario para nosotros: «Y nacerá de nuevo esta
palabras/ tal vez en otro tiempo sin dolores» (P 381).
2. LA ÉPICA AMERICANA
Cuando aludo a la épica americana, me refiero a la
estructura cómo está compuesto el poemario, desde su formación por capítulos y
la diversidad de poemas que completan el todo del macrotexto desde lo más
antiguo en el tiempo y espacio hasta lo más reciente hasta antes de esa época en el momento de la publicación,
1949. Partamos de la acepción de la Real Academia de la Lengua (2) cuando dice
que épica es: perteneciente o relativo a la epopeya o a la poesía heroica.
Entonces, CG trata de hechos, de alguna manera heroica, por los contenidos que
trata al referirse en sus XV capítulos cuyos títulos daré a conocer y se tenga
que inferir el porqué de lo epopéyic que menciono según el significado de la
RAE:
I. La
lámpara de la tierra.
II.Alturas
de Machu Pichu.
III.Los
conquistadores.
IV.Los
libertadores.
V.La
arena traicionada.
VI.América,
no invoco tu nombre en vano.
VII.Canto
general de Chile.
VIII.La
tierra se llama Juan.
IX.Qué
despierte el leñador.
X.El
fugitivo.
XI.Las
flores de Punitaqui.
XII.Los
ríos del canto.
XIII.Coral
de Año Nuevo para la patria en tinieblas.
XIV.El
gran Océano.
XV. Yo
soy.
Cada uno de estos capítulos
muestra una riqueza verbal como informativa sobre cada tema del que aborda,
pues el poemario por cada sub capitulo, anuncia un subtítulo que indica la
alusión al personaje, al río, al lugar, a la zona, al tema que se refiere en
esta inmensa gama de versos que pereciera fueran infinitos, pero que culmina con
la nostalgia del autor, en el último capítulo.
Esos subtítulos ya nos hace deducir a lo que se referirá el poeta en sus
versos, los cuales están descifrando la información de tal persona o sitio o
lugar al que alude con metáforas, hipérbaton, sus connotaciones y los aspectos
sociales y espaciales en los que envuelven a esa descripción: «Besa conmigo las
piedras secretas» (p. 30, VIII, cap. II). Es una muestra cómo el Yo-poético siente
un sabor enorme de misterio, alegría y orgullo por pisar tierra de los incas en
las alturas de Cuzco, Macchu Pichu; se percibe su encanto por cada palabra que emplea.
«A la tierra sin nombres y sin números/bajaba el viento desde otros
dominios/traía la lluvia hilos celestes…» (p. 11, I, cap. I), o también cuando
en la presentación expresa en el subtítulo muy original «Amor América»: «Yo
estoy aquí para contar la historia./Desde la paz del búfalo/ hasta las azotadas
arenas/ de la tierra final/en las espumas/ acumuladas de la luz antártica,/y
por la madrigueras despeñadas/ de la sombría paz venezolana,/te busqué padre
mío,/joven guerrero de tiniebla y cobre,/ o tú planta nupcial, cabellera
indomable,/madre caimán, metálica paloma» (p. 9), como se observa en esta
quinta estrofa de la presentación, el poeta menciona de lo que tratará toda su
obra; cabe mencionar que las demás estrofas anuncian descripciones del hombre,
la tierra, los animales, algo del clima y de su insinuación que América es toda
una, de ningún país que exija fronteras: «Tierra mía, sin nombre, sin América…»
(p. 10), este es el mensaje real que ofrece Neruda en su grandioso CG.
Sin embargo, este poemario lo puedo considerar como una
crónica de viaje (la crónicas generalmente son en prosa), ya que él alude: «Y
si Pablo Neruda, el cronista, de todas las cosas te debía, / Uruguay, este
canto…» (p. 102, XXVI, Cap. IV). Ante esto, la capacidad lírica en toda su
forma amplia de todo cifra un contenido arduo cuyo mensaje está en sus referencias específicas de cada viaje que realizó. Se
entiende que él, Neruda, fue una persona que transitó por muchos lugares del
continente americano lo que le permitió memorizar de modo fotográfico cada
paraje por el que paso y al que le dedicó gran parte de sus versos. Incluso, se
puede pensar que este bardo chileno empelo su capacidad literaria, poética,
para dejar marcado cada impresión que le dejó los lugares que tan bien conoció
y fue testigo. Sabemos que Neruda, constante viajero por muchas partes del
mundo como sus contemporáneos literatos, se desprende un rico material de constatación
autóctona, oriundo de América, que para la época, 1950, fue desbordante, pues
las comunicaciones no eran tan buenas como las de hoy en día, por lo tanto,
este enorme poemario valió un ícono de información de un continente que emprendía
el adelanto de lo que se venía –el crecimiento de las grandes capitales
americanas. Ante esta venida irrefrenable, CG retrata aun el continente de
antaño rememorando una autenticidad que no deseaba que se pierda, es decir, su
autenticidad, antes que la modernidad termine con lo que en el futuro ya no se recordaría.
Es la más notoria de las transparencias del poemario porque en ninguno de los capítulos
ni subcapítulos se menciona a una sola capital o ciudad americana mostrando su
gloria capitalista, monopolio, catastros, nacionalidades ni dictaduras u
oprobios sociales como la xenofobia, el racismo o la discriminación de credos o
ideas. De ninguna manera. CG, si uno lo lee completo, no es más que el deseo de
humanizar a la gente de nuestro continente y si pudiera de otros lados, a entender
la prístina originalidad de lo que hizo a América un continente sabio,
histórico y único a través de sus etapas y los siglos que su gente convirtió
hasta antes de mediados del siglo XX, pues las industrias y metrópolis llegaron
después antes de los albores de 1960. Neruda retrata esa simpleza, belleza,
nostalgia de un continente puro, heredero de la trascendencia que la hizo única
y que sus hechos históricos, sus naturalezas y sus personajes importantes,
hicieron de ella un surgimiento inesperado, pero sui generis, con las naciones que la conforman hoy en día. Así
habla desde los capítulos III, Los conquistadores; IV, Los libertadores; V, La
arena traicionada, de los primeros españoles que llegaron a Cuba, México, Cortés
y la conquista de los Aztecas, Guatemala, Panamá, Perú, Cajamarca y la captura
de Atahualpa, ultimo Inca, los pizarristas y almagristas, Chile y los Araucanos
y cómo Ercilla publica luego «La Araucana»,
y Magallanes dando una vuelta por el sur del continente, junto a un Balboa
quien descubrió el Océano Pacífico (Capitulo III, XXV subcapítulos); todo lo describe
de un modo tan informativo, bien elaborado y con descripciones detalladas de
cada suceso, gracias al empleo de
retruécanos, hipérbaton, prosopopeyas, metáforas, símil, y sobre todo,
epítetos, concatenaciones en una métrica con versos consonantes, cuya eufonía
penetra incluso cuando se lee a los hombres que libertaron América de los
españoles y bien lo define de modo alegórico con metáforas e hipérboles.
En cuanto al capítulo
de «Los Libertadores» iniciaremos con los siguientes versos: «Aquí viene el
árbol del árbol/ de la tormenta, el árbol del pueblo./ de la tierra suben sus
héroes/ como las hojas por la savia/ y el viento estrella los follajes/ de
muchedumbre rumorosa/ hasta que cae la semilla/ del pan otra vez en la tierra»
(p. 65, cap. IV), así esta estrofa de introducción al mencionado capítulo nos
da luces de lo que significará comprender una América libre sin ataduras y
vicios que nos condenaron a casi cuatro siglos de oprobio español, inglés, holandés,
portugués y francés. Se nota que habla de Fray Bartolomé de las Casas, un cura
español que en sus crónicas empezaba a favorecer a los indígenas del maltrato
de sus compatriotas. En las páginas de sus escritos se percibe bastante énfasis
cuando defendía a los indios. Habla del líder araucano Caupolicán, menciona a
Lautaro y como el conquistador Valdivia entabla la primera amistad con esta
tribu feroz a través del maíz y el
caballo, describe la acción de Manuela Beltrán y sus insurrección en contra de los déspotas de Nueva Granada (hoy Ecuador
y Colombia), enaltece la rebelión de Túpac Amaru II y toda su fuerza incaica en
su rebelión hasta su muerte en Perú, de O’Higgins en Chile quien pedía a gritos
una patria y no un cacicazgo explotador, capitula la aparición de San Martin y
su gesta liberadora desde Argentina, la arremetida de Miranda en contra de los
estadounidenses en el Golfo de México, describe el fusilamiento de José Miguel
Carrera quien con la primera imprenta en América publicaba escritos pidiendo
libertad hasta que los fusilaron en Mendoza, Argentina. Loa al capitán Artigas,
el héroe uruguayo, soldado valiente que enfrentó
a la muerte, incuestionable, hace referencia a Sucre y su papel en la historia
de Sudamérica, además de la controvertida entrevista de San Martín y Bolívar,
la mención de Castro Alves en Brasil y cómo defendió a los aborígenes maltratados
por los blancos portugueses, enaltece la figura de Toussaint en Haití,
luchador a favor de los nativos en contra
de los franceses y como lo mataron en secreto, habla de la labor incomparable de
Abraham Lincoln y su decisiva labor en Virginia, exhorta a una Cuba libre y la labor
de Balmaceda en Chila, aplaude la lucha de Emiliano Zapata en México y su acertada
revolución en contra de la dictadura, a Sandino en Nicaragua y su deseo de
Libertar a Nicaragua de Estados Unidos, habla de Recabaren, el héroe chileno,
que recorría las calles de su pueblo con panfletos para liberarse de dictaduras
que asesinaban sin piedad. De Prestes, el poeta del pueblo, que fue silenciado
en una cárcel para que sus versos no levanten ánimos de verdad. Finalmente,
termina con una alegoría a Brasil donde alienta a hombres, mujeres y niños a
seguir adelante con sus vidas dando lo mejor de sí para afrontar y esperar la
libertad que desean, además de una oda a los Los Libertadores donde exclama:
«LIBERTADORES, en este crepúsculo/ de América, en la despoblada/ oscuridad de
la mañana/os entrego la hoja infinita/ de mis pueblos/ del regocijo de cada
hora de la lucha» (p. 135, XLIII, cap.
IV). Como se observa este itinerario de héroes, hombres que hicieron de América
un continente tal como lo hemos visto en la historia y ha descendido en el
valor unánime que hemos aceptado a lo largo de muchos siglos, cuya herencia no
ha hecho americanos únicos, ya que sin importar la nacionalidad de cada héroe,
al fin y al cabo somos un sola raza de idiosincrasias similares y es lo que en
este capítulo de CG se aprecia, tal como su autor lo dejó descrito para su
época y la generaciones venideras.
En el caso del capítulo V, «La arena traicionada»,
menciona a los dictadores que hicieron estragos en la América libertada, como
dice esta introducción: «Tal vez, tal vez el olvido sobre la tierra como una
copa/ puede desarrollar el crecimiento y alimentar la vida/ (puede ser), como
el humus sombrío en el bosque.» (p. 1319, cap. V); también alude al llamarlos:
«SAURIA, escamosa América enrollada…/ hijos terribles/ con venenosa leche de
serpiente, /tórridas cuna incubaron/ y cubrieron con barro amarillo, / una
progenie encarnizada» (p. 140, I, cap.) Como se entiende, en estas primeras estrofas
de la introducción a dicho capitulo y el primer subcapítulo, el poeta trata de olvidar
la etapa más feroz que ha tenido que sufrir el desarrollo americano, Las dictaduras,
que fueron sinónimo de muerte, abuso, desapariciones, asesinatos, ultrajes y genocidios,
algo, indudablemente que nos retrasó y puso en terror a varios países de
nuestra América. Es así que comienza a enumerar y describirlos con sus términos
y adjetivos denotativos con tal fuerza y urdimbre bien manejada dentro del Yo-poético
que cualquier denuesto en estos versos es alusión alegórica a la maldad de
estos ruines personajes tal como debe decírseles Así comienza esta lista
nefasta con el Doctor Francia de Paraguay, Rosas de Argentina, García Moreno de
Ecuador, a los brujos de América, es decir, del centro, como: Cabrera Estrada
de Cuba, Ubico, Gómez de Venezuela, Machado de Cuba, Melgarejo y Belzú de
Bolivia, Martínez de El Salvador, Trujillo de Republica Dominicana, a quienes
describe con adjetivos vituperables con el más sentido pésame del infortunio el
cual no evita su dolor. Esas emociones se deja entrever en medio de su fluir
literario y la realidad constante que al poeta no lo dejó vivir en paz, como
los tipifica en estos versos, por ejemplo: «Máquinas hambrientas de
dólares,/manchadas en el sacrificio/de sus pueblos martirizados, prostituidos mercaderes/del
pan y aires americanos/cenagales, verdugos, piara/de prostibularios caiques/sin
otra ley que la tortura/y el hambre azotada del pueblo» (p. 149, I, cap. v),
descripción más clara no hay de lo que pretendió decir en todos los versos de
este capítulo V. Así mismo, continúa con otros detalles que acompaña a este
grupo de seres insensibles y maquiavélicos. Los tipifica como sátrapas, oligárquicos,
quienes inventan leyes a su antojo y decide sus propias elecciones sin contar
con la opinión del pueblo al que gobiernan, explotadores, sádicos, abogados de
los dólares, los diputados que seleccionan a su antojo por conveniencia, así
como lo dice durante: «Pero si usted nace tonto en Chile,/ pronto lo harán
embajador»; no deja de referirse a los burdeles, antros de los dictadores, como
en las procesiones del Perú los ricos e hipócritas gobernantes se persignan y
hacen creer a todos que son buenos devotos cuando el mal reina en sus vidas, la
Anaconda Cooper Mining co y una serie de petroleras norteamericanas de la época
de mediados del siglo XX que comían con sus abusos a todos los pazguatos que
despendían de ella y lo dictadores recibían todas las ganancias, sobre los
mendigos y su poca influencia en la vida social de un pueblo, los jueces
corruptos que dependen de las dictaduras y emiten sentencias injustas, de los traidores
cono Gonzales Videla de Chile a quien no le perdona, según sus información
lírica, se burló de la honestidad de la gente y sus vidas que no le importo
deshacer y dejarlos en la miseria. Y en el poema que pertenece al subtitulo Los válidos, en los siguientes versos
retrata perfectamente lo que es el pueblo oprimido que enfadó el pensamiento
del poeta: «Por eso, pueblo, antes que a nadie,/busca al gusano, rompe su alma/
y que su líquido aplastado,/su oscura materia viscosa/sea la última escritura,
la despedida de una tinta/que borraremos de la tierra» (p. 158), nada más parecido
y exacto del desprecio que siente Neruda al respecto de decir de los tiranos.
Los capítulos restantes desde el VI al XIV solo son la
emoción y la semblanza de los que es el continente americano en su esencia,
pues para ello, como incansable viajero, como antes lo mencionara, al
contemplar los muchos lugares que visitó, reflejan en cada uno de sus versos
ese sentir de amor e ilusión que lo forjan para escribir esta enorme obra,
desde el capítulo II, Alturas de Macchi Pichu, donde su emoción intima refleja
el sentir sideral que lo remontan hasta las imágenes más hondas donde cree que
las voces del pasado le hablan como a un elegido que tendrá que contar las
maravilla de las que los antiguos incas le quieren decir. En el capítulo VI, «América,
no invoco tu nombre en vano», refiere sus sentimientos acerca de los momentos
más intensos que tiene el continente. Sus poemas que no son más que glosas que enaltecen
la labor del continente desde el aire hasta la tierra que pisamos como climas,
estaciones, floresta, noches intensas en el caribe que se entremezclan con la
gente joven, los malsanos dictadores, los ríos y los marineros de las costas
que buscan su trabajo en la pesca, por eso el poeta no invoca el nombre de América
en vano porque «sujeto al corazón la espada» (p. 198), por la fuerza con que
retrata los elementos que hacen de la América una estirpe de gente , naturaleza
y situaciones una sola. El capítulo VII, «Canto general de Chile», es una muestra
personal y sensible de lo que fue el mundo de Neruda cuando vivió en su propia
tierra y las impresiones como ser sensible que retrata de ella con dolor,
alegría y devoción. Allí muestra los elementos, los recursos con que se trabaja
en su tierra y de lo que produce su gente, a quien va dirigido este poemario,
sobre todo este capítulo muy chileno. Alude a la artesanía, pesquería,
talabartería, atacama., los terremotos, la botánica, la Antártida y los lugares
de la Araucanía, la producción de azúcar y la riqueza de su litoral. En el capítulo
VIII, «La tierra se llama Juan», describe a personas que recorrieron el continente
y en cuyos viajes dejaron testimonio de lo importante y hermoso del continente,
una especie de peregrinaje donde el poeta se incrusta en sus propios versos
cuando alguien le dice: «Usted es Neruda?» (p. 234, XI, cap. VIII). Ese
peregrinaje que poco a poco se va confundiendo hace que el poeta muestre una intensión
de hablar por la gente humilde y pobre que no sabe cómo hacerlo para el resto
del mundo y sepan cómo es la verdadera necesidad de las personas. Con esos versos de dicho capítulo, Neruda siente
que es una especie de Libertador de los más necesitados «Soy pariente de todos los
que mueren, soy el pueblo, /y por toda esta sangre que cae estoy de luto» su metáfora
y anáfora es más que notoria al escribirla y la intención a la que se refiere. El capítulo IX, «Que
despierte el leñador», es una alegoría a la América salvaje e inhóspita donde
los hombres van en busca de territorios nuevos para poblar todo el resto de
tierra que falta. Cada verso está dedicado al hermano leñador que en su
rudimentaria forma humana va en busca de un progreso, quizá, utópico, pero
pujante para su desarrollo humano. El capítulo
X, «El fugitivo», no es más que una alusión al exilio que tiene Neruda y sus
experiencias personales en tierra ajenas donde describe, en su soledad, la
tristeza, nostalgia y escenas que le rodean mientras su destierro lo deja
vagando por varios lugares desconocidos de las que sabe aprender lo que le muestran.
Caro que no menciona país alguno, sino referencias generales de su fugitiva
persona cando los dictadores chilenos lo quieren encarcelar. Recuerda lo malos
tratos que le hace en Valparaíso de quien tiene un recuerdo bello de la ciudad,
pero de su gente no. En el capítulo XI, «Las flores de Punitaqui», es una remembranza
alegórica, bella del territorio natural de Punitaqui, una nostalgia de ese
valle con su flora, fauna, clima helado y la formación de su ancestral
geografía que lo atrae mucho. En el capítulo XII, «Los ríos del canto», son un
himno a todos los ríos importantes que surcan el continente americano y de los poetas amigos que comparten ese
sentimiento hondo como el propio Neruda y los retribuye con poemas elegiacos.
Menciona a sus colegas amigos: Miguel Otero Silva, Rafael Alberti, González
Caballero, Silvestre Revueltas y a Miguel Hernández, una semblanza de aquellos
que no volverán y que él los recuerda con sentida emoción. Por eso al referirse
al poeta mexicano Silvestre Revueltas,
explica en dos versos lo que significan sus amigos: «Ahora son las estrellas de
América tu patria/y desde hoy tus casa sin puerta es la tierra». En el capítulo
XIII, «Coral de año nuevo para la patria en tinieblas», es una expresión
simultanea de la vivencia del poeta en
su tierra, entre la dictadura de Gonzales Videla y las tristezas, alegrías, los
años nuevos que pasó en su Chile, un antes y después de los exilios que sufrió,
la tendencia de su tiempo cuando fue joven y el sentimiento de su interés por
la política la que nunca abandonará hasta su muerte, por ello, el poemario escribe
su nombren todo es tiempo de antaño que el poeta lo evidencia como el porvenir
que le tocará más adelante. En el capítulo XIV, «El gran océano», es una alegoría
inmensa que describe con puro lirismo las aguas y costas de los océanos que rodean
América: Pacífico, Atlántico Ártico, y
las playas más hermosas como Punta Arena, Acapulco, Guayaquil, Mollendo, con
sus características y bellezas notables. El capítulo XV, «Yo soy», es el pensamiento
genuino de Neruda porque expresa sus idea claras y notables de una vida como
ser humano, una confesión hasta ese entonces autobiográfica que lo expresa en
versos sobresalientes donde si lenguaje fluye al más propio surrealismo, ya que
su escritura refleja la condición se ser humano pobre hasta sus peripecias
juveniles y la forma más intensas de amor que lo hizo el poeta que es hoy
(hasta ese entonces de 1950). Una semblanza que retribuye sus primeros
aprendizajes y su vida intensa con gente de su entorno que le enseñaron a ver
lo que era la realidad misma, no tan bella, que Neruda supo entender. Menciona
sus primeras lecturas y los poetas del Renacimiento español que le enseñaron a
amar la literatura, la poesía y el semblante de la susceptibilidad que le permitieron
aprender a ser poeta. Por eso finaliza CG más Neruda que nunca cuando afirma:
«Este libro termina aquí. Ha nacido/ de la ira como una brasa, de los
territorios/ de bosques incendiados/ y deseo que continúe como un árbol
rojo…/Por fin soy libre adentro de los seres…/Libro común de un hombre, pan abierto/en esta geografía
de mi canto…y nacerá de nuevo esta palabra,/tal vez en otro tiempo sin
dolores…/aquí dejo/ mi Canto General escrito/en la persecución cantando bajo/
las alas clandestinas de mi patria» (pp. 380-381).
3. LA FORMALIDAD TEXTUAL
La formación de los versos en
CG son disimiles y están orientados en distintas formas, dirigidos a una o varias
personas, lo que se llamaría Actitud Enunciativa (3), es decir que el Yo
poético (se entiende que el propio Neruda, pues el con su nombre propio aparece
como quien cuenta todo con la gente que se encuentra en el camino) que hala en
segunda persona del hablante porque de todo el poemario se colige que los
distintos planos de versificación van señalados a un Tú. Esa familiaridad que
se desprende de los distintos versos del poemario tiene como finalidad la
confianza y el aprendizaje del poeta con su lector:
Pablo
Neruda ---------- Profesor
Lector--------------------
Alumno
Esa era la idea para 1950, el
poeta estaba vivo y maduro con lo mejor de su poesía, por ello dejaba CG como
una doctrina de aprendizaje. No así cuando el poemario muestra un bagaje lingüístico
muy arduo en cuanto a epítetos, puesto estos son un instrumento valiosísimo en
los innumerables calificativos en relación a los momentos que describe en capítulos
y subcapítulos. Este elemento es necesario para entender su sentimiento
admirable o deleznable en relación a quien se dirige. Es así que en cada parte,
según sus temas de explicación somete al lector a las distintas facetas de los
términos a los que alude. Allí se observa, en medio de cada recurso adjetival, la
diferente manera de entablar relación con los elementos estilísticos que no se
hacen esperar mientras se avanza en la lectura. Así notamos una Anadiplosis (4),
es decir que hay palabras recurrentes que nos remonta a un espacio-tiempo:
«Cuando», «Cuanto». Estas dos expresiones que se leen a lo largo de los versos que
nos da a entender «Cuando»= episodio que se refiere a los hechos históricos en determinadas
fechas e historias especificas; «Cuanto»= relaciona las consecuencias de los
hechos históricos. Esta fórmula lo emplea ya sea para los dictadores,
Libertadores o las descripciones que se refieren a las regiones como Chile,
Macchu Pichu o al mismo poeta del capítulo XV. Pero se debe entender que para
continuar con los elementos estéticos del poemario, hay que comprender que la
métrica de los más de mil versos que tiene, como dije anteriormente, son
disimiles porque si es cierto que empela rima en algunos como en el capítulo
VI, «América, no invoco tu nombre en vano», ya que lo poemas son de estrofas de
seis versos hasta 51 (el más largo, el último del capítulo) que permite
entender la magnitud de los horizontes por donde quiere lirizar el poeta. Realmente
todo CG es una amalgama de odas, sonetos, elegías, prosopopeyas (en el caso de
Alturas de Macchu Pichu que cada subcapítulo está formada por odas, tienen en
su tema elementos admirativos a los incas y su Imperio) «La poderosa muerte me
invitó muchas veces:/era como la sal invisible en las olas…» (p. 28, VI, cap. II), «Entonces en la escala de la
tierra he subido/entre la atroz maraña de las selvas perdidas/ hasta ti, Macchu
Pichu» (p. 28, V, cap. II), «A través del confuso esplendor,/a través de la
noche de piedra déjame hundir la mano/ y deja que en mí palpite, como un ave
mil años prisionera,/el viejo corazón del olvido!» (p.34, X, cap. II). Encontramos
además metáforas como en «Húsares infortunados, alhaja ardiente,/zarza
encendida en la patria nevada.» (p. 97, XXIV, cap. IV). Abundan las Perífrasis porque repite varias
expresiones cuando lo podría decir en una oración; pero a veces es necesario
esta fórmula poética para que la métrica de los versos encuentre su concatenación:
«Paz para los crepúsculos que vienen/paz para el puente, paz para el vino/paz
para las letras que me buscan… paz para la ciudad en la mañana/cuando despierta
el pan, paz para el río/Mississippi, río de las raíces:…» (p. 257, VI, cap.
IX), así como estos versos que se perciben la aliteración por la repetición del
vocablo, «paz», así encontramos más ejemplos a lo largo de los versos. Emplea
mucho la Topografía por la enumeración de elementos a los que alude, según el
tema de los capítulos y dentro los subcapítulos. Lo mismo sucede con la enumeración
que es una constante en todo el poemario.
Emplea interrogaciones retóricas porque muchas veces el poeta Neruda=Yo
poético (ambos inmersos en el texto lírico) se pregunta inquietudes que no
tienen respuesta: «Quién puso el techo hundido, quién dejo las paredes/
abiertas con un ramo/de papeles pisados?» (p. 210, VII, cap. VII), «Y sobre la
construcción cristalina del pólipo habéis/barajado, sin duda/una pregunta más,
desgranándola ahora?/Quieres saber la eléctrica materia del país del fondo?» (p.
344, XVII, cap. XIV).
En todo sentido, CG, es un poemario que despierta el entusiasmo
(en mí provocó gran interés y seducción para entender una América histórica
contada en Poema épico) lo que Juan Villegas llama “Temple de ánimo” (5), ya
que todos los versos despierta el interés y la sabiduría expresada en distintos
contextos, donde se pone la intuición y el deseo de aprendizaje como lo anote
anteriormente en la relación Neruda-lector. Ese interés didáctico que nos
muestra el Yo poético es un tarea inmensa de nunca acabar. Ni el propio Neruda
se lo creyó, pues él dijo: «Mi primera idea de Cato General fue solo un canto a
Chile, un poema dedicado a Chile. Quise extenderme en la geografía, en la
humanidad de mi país, definir sus nombre
y productos, la naturaleza viviente. Muy pronto me sentí complicado, porque las
raíces de todos los chileno se extendían debajo de la tierra y salían en otros
territorios.» (Villegas, ob. Cit. p. 35). La grandeza de CG, radica justamente que
todos los americanos tenemos vínculos de una u otra forma sea en la geografía,
en la sociedad, en los giros lingüísticos, en la religión, historia, política y
dictaduras, en fin. Canto General es un texto que nos muestra los orígenes y
todo su devenir circunstancial de hechos que nos hicieron como somos hoy en día
y continuaremos siendo.
Finalmente, hay que resaltar un detalle específico, la
relación de Neruda con el Perú, la que parece fue muy estrecha y admirada por
el vate chileno. Esta situación se repite a lo largo de varios poemas en
distintos capítulos. Empezaremos por resaltar el muy afamado poema Alturas de
Macchu Pichu. A lo largo de la histórica epopeya resalta la labor del Perú en
Lima, Cuzco, la historia de Atahualpa, Túpac Amaru II, el Amazonas, la relación
de los dictadores de otros países con Perú, menciona los puertos del Callao y
Mollendo, el Señor de los Milagros, Pizarro y su conquista de los Incas, la
cucha de este con Almagro en Lima, alguna geografía de la sierra peruana. No
ensalzo al poeta, sino que constato lo que sus versos exploran dentro de su
sentimiento artístico.
4. CONCLUSIÓN
Canto General es un poemario
que resalta la labor grandilocuente de lo que es y fue el continente americano. Es una respuesta de lo que nunca se ha dicho y que su narración
lírica invoca a amar esta tierra de grandes proezas epopéyicas que nos hace
únicos en relación a otros continentes y su historia. Nunca antes se
escribió un poemario tan enorme que
evoque muchas razas, ciudades, gente y sociedades al mismo tiempo, quizá aquí
radique la grandeza del poemario. No es justo que solo se destaque Alturas de Macchu
Pichu, pues recorrer todo el itinerario de los demás capítulos de CG, es
aprender culturalmente una riqueza insuperable en nuestro ámbito americano y se
conozca algo más de lo que ignoramos. Canto General es un ícono que parte de la
posibilidad de trasmitir la emoción de leerlo desde el hablante hasta el oyente
construyendo imágenes que podemos interpretar por nosotros mismos y así enseñar
a los jóvenes que vienen después de nosotros.
REFERENCIAS BIBLIGRÁFICAS
1. NERUDA, Pablo, (1987) Canto General, Editorial Oveja
Negra, Colombia.
2. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, (2014) 23.a Edición, Madrid,
España.
3. PÉREZ, Julián, (2010), Teoría Literaria, una propuesta
didáctica, Lima-Perú.
4.
CÁCERES CUADROS, Tito, (2005), Análisis de textos literarios. Editorial UNSA, Arequipa-Perú.
5.
VILLEGAS, Juan, (1976), Estructuras míticas en el Canto General de Neruda,
Edit. Planeta, Barcelona.