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jueves, 28 de abril de 2016

Moral y periodismo, más que una contradicción





“Para ser periodista, hay que ser buena persona ante todo”
Ryzar Kapuscinski



Por Henry Rivas Sucari


Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos, dice que, en esta época, los canallas están envalentonados y la gente decente se ha quedado perpleja. Eso ocurre no solo en España, también en buena parte de Latinoamérica, y, cómo no,  en el Perú.

Siempre se ha creído que ese cuarto poder que es el periodismo podría ser aquel muro de resistencia que enfrente a esos canallas, aquellos dinosaurios de la política y sus socios, estos lobbistas de los grandes negocios para sus bolsillos y la patada en la boca del estómago del pueblo peruano.

Pero eso no es cierto. Al menos no buena parte de nuestros periodistas.
El trabajo que, actualmente desempeña buena parte del gremio periodístico carece de toda moral y ética a tan noble profesión; todos los días, casi sin descanso, enlodan el nombre de este oficio, y le quitan no solo la seriedad, sino, lo que es peor, lo poco de dignidad que le queda.


Después de la dictadura de Fujimori, donde vimos a los dueños de los medios recibiendo las montañas de dinero por parte de Montesinos, creímos que aquella época negra del periodismo peruano, donde había tocado fondo en cuanto a lo mediocre y lo ramplón, había llegado a su fin. Pero era solo el inicio.

Después que encarcelaron a algunos de estos dueños y que huyeron otros,todavía quedaban sus lacayos. Nos referimos a aquellos  periodistas que estuvieron a su cargo, esos que sirvieron de sicarios de la profesión, volvieron más envalentonados que nunca. Ahora trabajan para la dictadura empresarial que nos gobierna y que no teme a ningún candidato a la presidencia, pues sabe que todos mueren por ser sus mayordomos (Alan y Ollanta son los mejores ejemplos). Y se han sumado a estos cacógrafos una jauría de aprendices que se visten muy elegantes y compiten por quién distorsiona más la noticia para manipular la información de manera descarada.

Esta prensa que domina el 80 por ciento de los medios ha perdido todo el descaro y por ello pierde credibilidad. Por ello, se supone que no deberíamos temerle. Falso. Todavía puede hacer mucho daño. Lo que hicieron con el endemoniamiento de Humala y luego Villarán trae sus consecuencias. Prácticamente estos han fenecido como políticos. Nuestro presidente se asustó con un par de primeras planas de El Comercio y nunca más fue aquel militar radical que, supuestamente, dinamitaría el sistema neoliberal. Qué distinto al gran Rafael Correa, en Ecuador, que ha emprendido una lucha frontal contra la mafia periodística en su país.

Villarán no supo sumar aliados y simple y llanamente esa máquina aplanadora de prensa basura la destrozó.

Ahora que Castañeda improvisa, se esconde y destruye la ciudad de Lima, esa misma prensa con esos mismos periodistas se mantiene callada y servil. No es casualidad, tampoco, el trato diferenciado que dan a unos candidatos a la presidencia  a diferencia de otros.
Una vez dijeron que la libertad de prensa funciona gracias a nuestros medios periodísticos. Nada más falso. La libertad de prensa en el Perú funciona a pesar de nuestros medios periodísticos. En consecuencia, nos preguntamos ¿Es una vergüenza ser periodista en el Perú?


Pienso que no. Todavía está Hildebrandt y su semanario, ese lobo feroz echado de todos los canales de televisión por renunciar a vender su alma al diablo. Pienso, también, en IDL reporteros, en ese Gorriti  que publicó valientemente su poderoso libro sobre los Petroaudios, donde inculpaba a García y que sus colegas y el Poder Judicial ignoraron de forma ignomiosa. Y no olvidemos ese equipo de Perú 21 liderado por Rodrich, que trató el mismo tema que Gorriti con la consecuencia de ser echado por órdenes de ese poder ejecutivo al que todavía le huelen los pies a dictadura.

Por ello, debemos ser unos optimistas casi derrotados. Tenemos que defender la dignidad del periodista, luchar porque su voz no sea apagada por los poderosos dueños de los medios, por repudiar a aquellos que pulverizan su dignidad. Después de todo, como decía García Márquez, aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo.

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Imagen tomada de http://www.andeslibres.com/?p=187


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