Por Henry Rivas Sucari
Fisher Heredia
Fisher Heredia nos sorprende con un nuevo proyecto poético, pero no es el primero. Su trayectoria literaria tiene más de una década. Esta se desarrolló principalmente en la escuela de Literatura de la Universidad San Agustín desde finales de los 90. En este contexto, los 90, la producción literaria e intelectual se vio muy afectada a raíz de la toma de las universidades en la capital y la persecución feroz en las universidades de provincia a los miembros o simpatizantes de los grupos subversivos. La escuela de Literatura de la UNAS ,que tuvo en su pasado una tradición intelectual continental, ( los hermanos Cornejo Polar, Raúl Bueno, Enrique Ballón Aguirre, solo para citar algunos) de pronto se convirtió en un páramo humanista. No existía debates, ni crítica ni polémica; el cuestionamiento ético desde las humanidades se convirtió en un tema prohibido y las creaciones literarias apenas asomaban hacia el público para desaparecer pronto.
A finales de los 90, el circuito creativo volvió a dinamizarse, como en los 80, y la escuela de Literatura de la UNSA se convirtió en el centro de ebullición constante de muchas revistas de creación. Un animador efectivo de esa época fue Fisher Heredia. Como otros poetas que publicaban, no era natural de Arequipa, pero su actividad y trayectoria lo hacían partícipe de ese nuevo movimiento múltiple creativo que se estaba construyendo y que alcanzaría su clímax en los siguientes años con colectivos de distintos colores y estéticas disímiles. Así surgió “Triángulo”, un colectivo singular que reunía a tres poetas jóvenes (Luis Rodríguez, Juan Yufra y Fisher Heredia),cuya obra estético literaria es tan distinta entre sí. Si bien Juan Yufra sigue la tradición experimental en el lenguaje de la generación arequipeña de los 80 y Luis Rodríguez sigue una prosa poética casi oral, Fisher Heredia viaja un poco más a la interrogante postmoderna sobre fondo y forma, la metaliteratura crítica sobre el fin mismo de la poesía y la palabra, el significado y el sentido de construcción. Su poética está muy vinculada a Extramuros del Mundo de Enrique Verástegui.
La búsqueda de nuevas posibilidades y la urgencia de intentar (una vez más para la poesía) una innovación, una superación de la tradición lleva a Fisher a publicar, en el 2002, su primer libro TZolkien, un poemario cuya construcción es simbólica y a la vez heredera de la ahora vieja vanguardia de comienzos de siglo XX. La poesía no puede estar atada a camisas de fuerza en el verso o la métrica, sus posibilidades rompen con la tradición y experimentos en otros circuitos comunicativos: colores, dibujos, signos, figuras, tamaños. Es el lector el que construirá una nueva poesía, como la praxis de movimiento lúdico ejecutado desde el razonamiento canónico hacia el caos y la abstracción.
Ahora Fisher Heredia inicia una nueva búsqueda para la ejecución de su estética, y para ello, al igual que Alfredo Quizpez Asín (César Moro), busca otra nominalización no solo para su pelea endiablada con el lenguaje, sino también para la construcción de su identidad. El poeta ahora se presenta como Intih Heredia. Encontramos un valor simbólico en la apostura y la rebeldía. El artista busca en su propia individualidad el nexo con el mundo a través de la creación de su propio yo, poético y natural.
Intih Heredia, entonces, nos ofrece las poéticas de Síndrome de la palabra, que puede colegirse desde el significado basal correspondido hacia la búsqueda del sentido o a través de un cuadro clínico. Y la poesía, en este caso, es exactamente eso, una búsqueda por hallar, encontrar, formular, proponer nuevos significados a través de un trabajo coherente y a la vez conflictivo.
La elaboración de este poemario distingue el juego del fondo y la forma. Las palabras no solo pueden leerse de arriba hacia abajo u horizontal y verticalmente, sino que a veces se alterna la continuidad de las sílabas para encontrar el sentido a pequeñas frases u oraciones nucleares que nos conduzcan a la elección de un significado mayor. Este no solo lucha por encontrar un sentido, sino que propone múltiples, dependiendo del juego que un lector paciente pueda construir.
Pareciese que las palabras de Rimbaud calzarían perfecto aquí: “no me importa los lectores, me importa la poesía misma, ni siquiera su publicación, sino el momento de su escritura, de su construcción”. Intih Heredia podría ser la prolongación de ese compromiso con el arte, uno que está prefijado en la eterna construcción, el eterno revuelo de sentidos convulsos y trepidantes, que nos dirigen hacia los espejos de una época que casi no cree en ningún Dios o Tótem, y solo la tecnología y la actitud pragmática guía a la colectividad en forma de rebaño.
Quizás el verso de la sección Síndrome X: “Un cuchillo respira en mi pecho”, podría hacernos entender el propósito de la poesía para Intih Heredia. La intensidad de la creación es una evasión, pero también una búsqueda compulsiva por comunicar.
Más adelante los otros versos…
H a b l o
Para que me respondan los m u e r t o s
El yo poético dirige su proyección a una totalidad y un desencanto similar al de Poemas Underwood de Martín Adán. Hay un espacio silencioso y vacío en torno a la confianza hacia el lector.
La vida no es sueño el tiempo es una calle que ya no existe ni gira
Por otro lado, también encontramos referencias culturales urbanas y literarias. El juego se inicia por la inversión o el cambio de la nominalización básica. Un aterrizaje forzoso a una época posmoderna que cuestiona a sus dioses e ideologías. La perspectiva filosófica es ambiciosa, pues de la actitud crítica surgen los versos más efectivos.
La otra parte, los versos de Síndrome de la palabra presenta, en su inicio, una imagen, casi un trazo de oscuro similar a una constelación de estrellas en forma de sistema solar o galaxia. Los círculos presentan palabras o conceptos. Estos a su vez muestran una relación que invoca al tiempo y la resistencia del ser humano.
En estos versos el yo poético confía en las posibilidades de la creación…
Vuelto de ser Dios
a l c i e l o c i b e r n é t i c o d e l a s b e s t i a s
La divinidad aparece por momentos, pero prefijadas en el “YO”. El Dios poetizado, al igual que para Vallejo, es el hombre, pero el creador, el poeta, el que propone toda una performance de arte y de sentidos. Las referencias alcanzan la divinidad canónica para traspasar la ideología cristiana y la del hombre.
i/o tu eternidad
con tus manos rotas de tus ídolos
en el tiempo de los n a d i e s
Con esta publicación de Intih Heredia, la poesía sigue estando en pie para intentar sacudir el cerebro de los incrédulos y arrancarle una costilla al Dios que una extraordinaria literatura nos confió. La proyección y ambición del este libro es inmensa. Creemos que nuestro poeta ofrece una realización formidable en la poesía peruana actual. Quizá este sea su mayor mérito; su trascendencia se deliberará cuando los discursos poéticos mueran por enésima vez y la poesía le retuerza el cuello a la gramática y la forma ondulada como los poetas de hoy estiman su estética.
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