Escritor
El texto, como
medio de comunicación masivo, tiene la facultad de ilustrar e informar las
realidades de cualquier parte del mundo, según la vivencia de quien escribe.
Esto constituye una formación cultural que nos hace convivir más como seres humanos en
un planeta donde la misma comunicación es tan rápida y amplia. Una de estas
formas de interactuar en la convivencia social y cultural la he encontrado en
el libro de poesía «El dolor de mi corazón» (2017), pues
lo más atrayente para el aprendizaje cultural de un país como el nuestro, Perú,
es la intención de su autor, Fidel Almirón,
de no desmayar en la visión de la idiosincrasia de su formación
quechua-español.
Es así, que este texto
de veinticuatro poesías tiene su primera parte la escritura en quechua y
la segunda, su traducción al español. Pues este libro, aparte de demostrar su
valía en el proceso literario de Perú, tiene su aporte de aprendizaje en la
lengua materna del autor, el quechua, para ilustrar a la gente que no sabe el
idioma incaico, una manera insinuadora de aprenderlo, desde la numeración del
uno (huk) hasta el veinticuatro (ishkay chunka tawayuq).
Este texto quechua-castellano nos reseña
la vivencia del Yo poético a través del tema del amor que es una constante en
el pensamiento andino, ya sea en la música, en el folklor en general, en la
danza, en la poesía y los carnavales. En este caso, Fidel Almirón nos remite a ese
amor no correspondido de ausencia, quizá tan lejana al rememorar a su amor a
quien llama constantemente Palomita (urpi, en quechua): «Palomita mía, ¿tú
estarás recordándome/ no podré olvidar los momentos que pasamos, cogidos de la
mano,/ en los cerros desérticos» (poema UNO); «Y tu corazón/ duro como la
piedra/ palomita mía» (poema CUATRO); «Regresa, palomita mía,/ con tu sonrisa
riega mi corazón, alivia mi tristeza» (poema CINCO); «No seas así,/ corazón de
piedra, palomita mía» (poema ONCE).
En todo este discurso del Yo poético,
encontramos la recurrente forma de un microtexto que se centra en la visión
subjetiva del autor quien nos refleja el sentimiento complicado e inefable del
amor cuando se añora y no lo tiene presente. Esa forma descriptiva que retrata
la soledad de narrador poético es la visión conflictiva que lo asocia a la
naturaleza de su entorno andino, al empezar, metafóricamente, aludiendo al amor
como: Acompañados por el frío y el viento; Caminos por los cerros y portillos
buscando tu amor ( 49); El cielo de tanto mostrar tu enojo/ se dispone a
llorar (51); Estoy en la cumbre del Willkallama/ dentro de un refugio/ el
viento aún azota sin piedad, (51); y así varios casos a lo largo de texto
poético.
Las referencias de las figura literarias
como Metáforas: Carita de Farisa/ no deseo tu olvido .65); Tus ojitos de estrella/ alumbran mi camino
( 61); tu amor/ para juntarlo/ con las
piedras en el río (9). Elementos de
antítesis como: Detrás de ti/ estoy avanzando ( 59); algún día volverás mi amor/… querrás amar a
otros hombres ( 63); te ríes/ mi corazón florece. / Lloras / mi corazón/ se
derrite. ( 56); Con tu sonrisa riega mi corazón, / alivia mi tristeza (53). También el Hipérbole es muy constante en los versos, son la intensidad de
casi todo el poemario: Cómo entender la permanencia en tierras lejanas/ tal vez
sea el castigo de Dios. (p. 49); Hasta las flores/ se compadecen de mi
sufrimiento,… ( 53); Dirijo la mirada al
cielo; mi respirar desaparece/ en medio de las nubes negras. ( 55); En medio de las lágrimas, / estoy
flotando sin sendero/ ( 64); Sin tu sonrisa/ estuviera dentro de mi
corazón,/ se aliviaría mis sufrimientos. ( 57). Hay Sinécdoque cuando el poeta
exclama: El viento aún azota sin piedad;/
el cielo me dirige su mirada de furia, (51), aquí vemos la ausencia de
conjunciones y cada verso es enlazado
por signos de puntuación; Regresa palomita mía,/ con tu sonrisa riega mi
corazón ( 53). En algunos casos se encuentra el Oxímoron cuando se expresa en
los versos lo siguiente: El rostro oscuro, oscuro, muy oscuro/ ni el astro rey
aparece (p. 51), se nota la repetición de sonidos en la misma expresión
contextual de dichos versos. Lo más recurrente es la abundancia de Polisíndeton
en varios de los poemas como en los siguientes casos: Hablaría también con las
nubes/ para que suelten sus lágrimas/ y así pueda suavizar tu corazón ( 60);
Y tú sin presagiar nada/ me dejas en medo de esta ciénaga (p. 51); Y mi corazón
, como el barro hervido/ empieza a llorar (p. 55); Y ando como el ichu/ en los
cerros desérticos (65); Y sino vienes/ mi corazón terminará secándose (66), entre otros, así se ve la recurrencia de la conjunción copulativa «y».
Sin embrago, me gustó el último poema que
se muestra como una fábula, la conversación en entre el zorro y el poeta cuando
el animal le pregunta sobre si ha buscado a la amada para hablar con ella. Es
un estilo clásico de la literatura infantil, pero con el retoque del
sentimiento humano y maduro del amor ausente, propio del romanticismo. El poeta
arequipeño Mariano Melgar empleó ese
estilo en sus fábulas, el español Tomas de Iriarte, de igual modo. Por lo que se muestra, también, como
una parábola para sintetizar el significado del amor, el dolor y la manera
inexplicable que ese sentimiento carcome la ansiedad y el pensamiento de hombre
que no lo deja vivir con tranquilidad.
Finalmente diré que este poemario alude a
la esperanza de un poeta que anhela el amor de una mujer, que tácitamente,
también lo espera en algún lado y que el amor, en la distancia, siempre está
presente en el pensamiento, pues cuando hay sinceridad, el sentimiento amatorio
puede esperar el tiempo necesario. Estos versos están inscritos en la
bases del Romanticismo, ya que cada uno de ellos nos lleva y conlleva al amor
desesperado, ausente y romántico de un devenir incierto, pero seguro en el
espacio de la distancia.