Los desocupados, de Ricardo Carpani
Las
elecciones y los derechos laborales
Por Henry Rivas Sucari
“En una sociedad basada en la explotación
y la servidumbre, la naturaleza humana se degrada”.
Piotr Kropotkin
Es curioso que en estas elecciones el panorama
de promesas se circunscribe al populismo barato, la demagogia estéril y la
mentira o la calumnia disfrazada de crítica; no obstante, no se dice nada, en
lo absoluto, sobre una reforma positiva al sistema que comprende los derechos
laborales de los trabajadores peruanos.
Los adversarios, PPK y
Keiko Fujimori, solo discuten sobre pequeñas costuras al modelo neoliberal. Las
reformas que proponen, más que mejorar la condición, derecho y dignidad del
trabajador peruano, siguen la lógica y filosofía de Alan García y su “cholo
barato” con que intentaba, según él, animar a los inversionistas extranjeros.
Por ejemplo, debaten en una forma irrisoria
sobre la CTS y el seguro de desempleo. PPK y su equipo proponen el segundo para
los nuevos trabajadores. En consecuencia, entonces, el empresario peruano
despedirá, paulatinamente, a sus empleados[1] para recontratarlos después
con el denominado seguro de desempleo. Este es más barato y reduce los costos laborales. Por lo tanto,
para el equipo de PPK, ese es un incentivo mayúsculo para la empresa privada
peruana, ya que, según ellos, los altos costos laborales peruanos alejan las
inversiones.
¿Estará enterado PPK o Keiko que el Perú es uno
de los países que presenta el mayor número de violaciones sistemáticas a los
derechos laborales?[2] Sí, estamos en la misma categoría, 4, con
Nepal, Nigeria, Irán, Irak, Sierra Leona, entre otros. La descripción de esta
categoría implica la participación de las empresas privadas y el Estado para no
reconocer los derechos laborales de su población.
¿Estarán
enterados que en el 2013 seis empresas trasnacionales de confecciones le
escribieron al presidente Humala sobre su preocupación debido a que el Decreto
Ley 22342 permite la violación sistemática de los derechos de los trabajadores
textiles?
Por
supuesto que están bien enterados, pero no se manifiestan. Esta norma viola los
derechos de libre sindicación, negociar colectivamente, derechos por
antigüedad, cobertura médica, retiro, etc. Además, permite a las grandes
empresas textiles peruanas emplear operarios por corto tiempo, inclusive a solo
un mes; es decir, ponen en práctica la
gran filosofía de desarrollo humano denominada como la del “cholo barato”,
patentada por García.
Pero a
nuestros candidatos más les importa negociar con los mineros informales o
bailar en los programas de televisión basura que proponer medidas contra la
explotación de los trabajadores.
No se han
pronunciado, tampoco, sobre la necesidad
de una nueva ley sobre las utilidades de las empresas mineras. La ley Yanacocha
(como la denominan por el increíble lobby congresal que la hizo aprobar) limita
a 18 sueldos el derecho de los trabajadores sobre este ingreso. Esta
medida no solo es injusta, sino arbitraria. ¿Con qué criterio se limita el
derecho del trabajador minero a una plusvalía que le corresponde por su
trabajo? ¿Acaso existe o hubo límites de ingreso por regalías a las empresas
mineras?
Por ello,
creo que es necesaria una nueva ley de reparto de utilidades para los
trabajadores mineros. Se ha desvirtuado la misma con el tope de 18 sueldos y la
entrega de los remanentes a los gobiernos regionales, esos que construyen
estadios en pueblos pequeños o hacen monumentos a la maca.
Pero
nuestros políticos son bastante tontos, o demasiado corruptos. No entienden que
no existe mejor política que el dinero en los bolsillos de la gente.
Pero eso
parece no importarles a nuestros candidatos, cuya preocupación máxima es la
tranquilidad y “confianza” de los empresarios.
Por eso, jamás piensan en la “confianza y tranquilidad” del pueblo
peruano. No toman en cuenta que los representantes de este sistema, o
mayordomos, mejor dicho, como Toledo, García, Ollanta, terminan bajo el
desprecio de sus votantes.
Lo peor es que la mayor parte de la población,
que no tiene derechos laborales, CTS, vacaciones, etc., votará feliz por alguno
de estos dos candidatos, pues cree que los representan. Los explotados eligen a sus verdugos: la primera,
Keiko, representante del gobierno cuya nueva constitución acabó con la
estabilidad laboral y las conquistas de los trabajadores que costaron tantas
muertes y sacrificios de ilustres peruanos; el segundo, PPK, aquel que apoyaba
la denominada Ley Pulpín, que no es otra cosa que una explotación juvenil
disfrazada legalmente.
Esta elección se ha convertido en una competencia por quién elimina los pocos
derechos laborales que quedan. A nuestros candidatos no les importa la salud,
la vivienda, la solidaridad, la educación, las vacaciones, el descanso o la
participación de utilidades para los trabajadores peruanos. Solo les importa
agacharse y ponerse de espaldas a las grandes corporaciones para obtener el
favor de su capital. Por ello, las utilidades de las mineras tienen un tope (18
sueldos) para sus trabajadores, pero no para ellos. Y con el sobrante se dona,
a veces, a las regiones o localidades para hacer creer que esas obras son la
“caridad” de las empresas y no el sudor de sus empleados.
Nuestros candidatos no están interesados en
resolver las injusticias de los trabajadores que en las tiendas por
departamentos laboran 14 horas y cobrar por 8, porque les están haciendo un
favor al darles un empleo.
Por ello, también, no nos sorprende que
contribuyan a la idea de colonizar nuestro pensamiento para tomar como normal
la idea de que está prohibido formar sindicatos. Y lo aceptamos muy bien,
felices, creyendo que nos hacen un favor al enriquecerse con nuestro trabajo,
que como decía Marx, es vida, y convertirlo en unas utilidades cuyas plusvalías
no nos corresponden, porque hemos aprendido que es “normal” que nos compren la
vida de nuestro trabajo por los centavos que nos hacen el favor de regalarnos.
A estos candidatos no les interesa defender los
derechos laborales de sus electores ni la salud de su pueblo. No les interesa
nada. Es más, compiten por ver quién es
el más fujimorista, y colaboran porque no quede ya un atisbo de dignidad en el
trabajador.
Luego, aludirán a que ese eufemismo denominado
“colaborador” disfrace su verdadero significado, por el de “esclavitud”, o la
nueva categoría creada por García para el aplauso de los corifeos neoliberales,
la del “cholo barato”.
¿Cuándo
dejaremos de verles la cara a nuestros verdugos para enfrentarnos a ellos, a
esos canallas que parasitan al Perú? Yo creo que pronto. La dictadura
empresarial ha recobrado su “confianza”, pues cualquiera de sus dos candidatos
no moverá un alfiler para defender los derechos laborales; sin embargo, lo que
no entienden es que somos la mayoría, y así como los pusimos, los podemos
sacar. No en vano vivieron aquí un Vallejo y un Mariátegui, y ese tayta
Arguedas que soñaba feliz con un país que rompa los grilletes de la
explotación, donde uno pueda vivir feliz
todas las patrias.