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CÉSAR VALLEJO, EL POETA METAFÍSICO
Hay un
vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar;
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar;
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
César Vallejo
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EL TÓPICO METAFÍSICO EN LA POESÍA DE VALLEJO
Por Henry Rivas
EL TÓPICO METAFÍSICO EN LA POESÍA DE VALLEJO
Por Henry Rivas
El 15 de
abril de 1938, fallecía, en París, el poeta peruano César Vallejo. Dejaba,
quizás sin estar convencido, una de las obras más originales en la poesía del
siglo XX.
Para entender la temática ejercida por Vallejo, habría que entender, también, algunos conceptos básicos referidos al orden metafísico[1] de su poesía[2]. La estética planteada por Vallejo no obedece a la consecución del canon de su época ni a los moldes celebratorios de la poesía modernista, sino a la superación de este modelo y la búsqueda insidiosa de una poética propia. Esa lucha transformaría la forma de concebir la poesía y la propuesta de asumir el compromiso del intelectual no solo con su obra sino con toda su realidad.
Denominamos "Metafísica" a toda construcción sistemática doctrinal, a
toda idea, &c., que, partiendo, sin duda, de un fundamento empírico lo
transforma en una dirección, preferentemente sustancialista, tal que la unidad
abstracta (es decir, «no-dramatizada», como ocurre en el caso de las
construcciones mitológicas) así obtenida queda situada en lugares que están más
allá de toda posibilidad de retorno racional al mundo de los fenómenos
(ejemplos de ideas metafísicas, en este sentido, son los siguientes conceptos:
Alma, Dios, Mundo como realidad total, Materia en el sentido del monismo,
Espíritu Absoluto, Entendimiento Agente, Nada, &c.)[3]
El término
de “metafísica” (1980: 403)[4]
surgió en el siglo a. n. e. para designar una parte de la herencia filosófica
de Aristóteles y significa literalmente, “lo que sigue después de la física”.
El propio Aristóteles había denominado a esta parte de su doctrina filosófica—
en opinión suya, la más importante—“filosofía primera”, que investigaba los principios
superiores de todo lo existente, a juicio de Aristóteles inaccesibles a los
órganos de los sentidos, comprensibles tan solo intelectivamente y necesarios
para todas las ciencias. En ese sentido, el término de “metafísica” se utilizó
en la filosofía subsiguiente. En la filosofía medieval, la metafísica se
subordinó a la teología. Aproximadamente, desde el siglo XVI, junto al término
de “metafísica” se aplicó con el mismo significado el de “ontología”. En
Descartes, Leibniz, Spinoza y otros filósofos del siglo XVII, la metafísica aún
aparecía en íntima conexión con los conocimientos de las ciencias naturales y humanísticas.
En el siglo XVIII, este nexo se perdió, sobre todo en la ontología de Christian
Wolff. En la filosofía burguesa actual el término “metafísica” se usa muy a
menudo precisamente en este sentido.
2. La idea
de la metafísica como modo antidialéctico de pensar, como resultado de la
unilateralidad, y del subjetivismo en el conocimiento, como manera de ver las
cosas y los fenómenos considerados acabados e invariables, independientes unos
de otros, negando las contradicciones internas en calidad de fuente de
desarrollo en la naturaleza y en la sociedad, surge en la Época Contemporánea. Ello estaba condicionado
históricamente por el hecho de que el conocimiento científico y filosófico —que
en la Antigüedad y el Renacimiento concebía la naturaleza formando muna
totalidad y en movimiento, que llevaba al desarrollo—, al profundizarse y diferenciarse
el saber científico, descompuso la naturaleza en varias esferas aisladas,
vistas fuera de toda conexión entre ellas. Hegel fue el primero en emplear el
término “metafísica” en el sentido de antidialéctica, pero no lo investigó ni
lo fundamentó en la debida forma. Esto fue obra de Marx y Engels, quienes
generalizando los datos de las ciencias y del desarrollo social pusieron de
manifiesto la inconsistencia científica del pensamiento metafísico y le contrapusieron el método de la
dialéctica materialista. Lenin demostró que el carácter metafísico conduce a la
absolutización de varias facetas y momentos del proceso del conocimiento.
Por otro
lado, Francia Andrade nos propone algunas preguntas típicas de orden
metafísico:
La Metafísica estudia lo inmaterial en oposición
al marxismo que lo niega. Aquí entonces, es donde cabe preguntarse si realmente
existe un mundo inmaterial, donde también sean posibles las cosas, tal y como
se realizan en el mundo material e
histórico? La metafísica entonces, plantea las preguntas que nos hacemos todos
los seres humanos acerca del mundo que nos circunda y al que no le hallamos explicación
como por ejemplo: ¿Por qué es el ser y no más bien la nada? ¿Existe Dios? ¿Cómo es Dios? ¿Cuál es la
diferencia entre materia y espíritu? ¿Existen cosas invariables a pesar de los
cambios?[5]
César Vallejo, a diferencia de otros poetas
nuestros y extraños, no confiere a su verbo una sola causa, sino muchas, y cada
una de ellas ligadas a una filosofía metafísica, sobre todo a la relación del
hombre con Dios; y al mundo como
realidad total. Cada libro es un intento y consecución nuevos en el orden de
establecer la búsqueda de una poética que satisfaga algunos elementos de su
experiencia vital. El primero, por
ejemplo, “Los heraldos negros” trae a la luz la herencia del modernismo, pero, apartada
del elemento estetizante y purista, aborda también el pensamiento
metafísico en la condición del hombre. Los versos de “Los dados
eternos” o de “El pan nuestro” resuenan en nuestros sentidos por la profundidad
y dramatismo de su planteamiento. Su Dios, el Dios idealizado por Vallejo,
muestra todas las caras de su humanidad y su ambivalencia: es poderoso y
cruel, emblemático y prodigioso, injusto y triste. Al final, será
el dolor el que redima la orientación del hombre y lo convoque a ser su propio
Dios.
Los heraldos negros (1919)
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Los dados
eternos (1919)
Para Manuel González Prada esta
emoción bravía y selecta, una de
las que, con más entusiasmo me
ha aplaudido el gran maestro.
Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado...
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.
Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.
emoción bravía y selecta, una de
las que, con más entusiasmo me
ha aplaudido el gran maestro.
Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado...
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.
Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.
Espergesia[6]
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
Todos saben... Y no saben
que la luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
Todos saben... Y no saben
que la luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.
Otro de los
tópicos vallejianos es la muerte. Es el poeta que más le canta a este y sus
subtemas, al dolor, al hastío, al fracaso; sin embargo, los supera todos en
torno a la esperanza, al amor, a la solidaridad y su humanismo:
La aparición
de “Trilce” constituirá para América la concretización de un proceso
vanguardista que no estaba solo ligado a Europa, sino, también, al espacio
americano, más precisamente peruano. Para Vallejo, los vanguardistas que
experimentaban en las formas de acuerdo a sus maestros europeos, copiando
modelos, arquetipos y abstracciones, no constituían un vanguardismo en sí, sino,
por el contrario, un reflejo de la postura estridentista y marcadamente
enajenada. Por esta razón, Vallejo constituía en su discurso poético frases
hilvanadas de su contexto serrano, temas universales con aderezos localistas:
Trilce I
QUIÉN HACE TANTA bulla y ni deja
Testar las islas que van quedando.
poco más de consideración
en cuanto será tarde, temprano,
y se aquilatará mejor
el guano, la simple calabrina tesórea
que brinda sin querer,
en el insular corazón,
salobre alcatraz, a cada hialóidea
grupada.
España aparta de mí este cáliz
La ideología
política en Vallejo lo llevó a participar intelectualmente en la Guerra civil
española. Apoyó decididamente al Ejército Republicano. Sus cantos de
solidaridad son considerados, junto a los versos de Neruda de “España en el
corazón”, como los más grandes escritos hacia el pueblo español. “España,
aparta de mí este cáliz” constituye, sin duda, la perfecta armonía entre la
poesía comprometida y el concepto estético. El tema de la solidaridad está
presente no como un mero objeto de contenido e ideología, sino, además, como el
carácter vital de un humanismo frente al poder totalitario y criminal. Es el
amor al hombre, a todos los hombres, cantado desde un libro de poesía el que
busque una respuesta y una propuesta a la guerra fratricida de una nación que
Vallejo quería tanto como a la suya.
Masa (1939)
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...
Poemas humanos
La muerte de nuestro vate estuvo bajo la sombra de la miseria y la enfermedad. Su compañera Georgette Philippart y su amigo Raúl Porras Barrenechea publicaron los póstumos “Poemas humanos”. No es un título que Vallejo construyó, pero sí puede mostrar un todo orgánico en los poemas en verso y los compuestos en forma de prosa. Además, se puede analizar casi todas las etapas artísticas de su poesía en poemas tan disímiles como Piedra negra sobre una piedra blanca. El mejor homenaje que podemos hacerle los peruanos es disfrutar de sus versos y reflexionar sobre sus ideas.
Piedra
negra sobre una piedra blanca (1939)
Me moriré en París con
aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
[2] Según Gustavo Flores, esta nueva interpretación es la siguiente.
Quienquiera se aproxime a Vallejo se dará con la convicción central que el tema
básico del poeta peruano es la situación límite de la condición humana. En
otras palabras, si Vallejo es un poeta metafísico, cristiano y existencial no
es por su interés en la metafísica, en la teología o en la existencia, sino
porque es un poeta de la situación límite de la condición humana.
[http://www.librosperuanos.com/autores/articulo/00000002106/Cesar-Vallejo-Poeta-de-la-situacion-limite-de-la-condicion-humana]
[3](definición adaptada del Diccionario filosófico de Pelayo García Sierra, http://filosofia.org/filomat)
[4] Definición adaptada del
Diccionario filosófico , bajo la dirección de M.M. Rosental, Editora Humbolt,
Lima, 1980
[5] Francia Andrade UNIVERSIDAD SIMON BOLÍVAR CONHISREMI, Revista Universitaria Arbitrada
de Investigación y Diálogo Académico, Vol. 6, No.2, 2010
[6] Para comenzar,
es bueno aclarar que Espergesia es la combinación de dos palabras: esperma y génesis,
las dos vinculadas con el concepto de vida. Lo primero que
se observa en este poema son
los significantes que remiten al origen de un ser humano y los que remiten a la muerte, que en el caso del poema se refiere a la propia voz poética.