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jueves, 11 de febrero de 2010

LA TEORÍA LITERARIA DE EDMUNDO BENDEZÚ


Por: Miguel Gonzales Corrales
ollantayaqp@hotmail.com

Edmundo Bendezú tiene un importante lugar en la literatura peruana como crítico y novelista. Sin embargo, me entusiasmó un libro, en especial, que leí de él: Introducción a la Teoría Literaria (2003), un texto, en suma, interesantísimo, porque aborda temas que son básicos para el análisis, interpretación y función que se debe aplicar en las obras literarias. A lo largo de sus tres partes realiza estudios sobre el Mito, la Poesía, Lingüística, Estilística, Semántica, Mímesis, Poética, Imagen, Metáfora, Símbolo, Estética y termina con el estudio de cinco poetas de diferentes partes del mundo. Para este trabajo académico se valió de una nutrida bibliografía compuesta de grandes estudiosos, que van desde Platón, Aristóteles, Baudelaire, hasta Jakobson, Spitzer, Hegel, Kayser, Mac Leish, Tindall, entre otros. Por ello, este libro no debe dejar de ser leído por los especialistas en Literatura, pues se puede obtener un marco teórico imprescindible para la aplicación en los análisis de los textos literarios y ampliar el conocimiento teórico de la Ciencia Literaria. Esto es importantísimo, sobre todo en nuestra ciudad, donde la exégesis del discurso estético- literario se limita a la mediocre reseña de datos biográficos y anécdotas pusilánimes. Nuestros maestros arequipeños deben apostar por una formación que vaya más allá de la retórica cacógrafa, y referirse, más bien, a la reflexión dialéctica junto a sus discípulos.

El escritor y crítico EDMUNDO BENDEZÚ (Huanta, 1929) estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Universidad de Santiago de Chile, Universidad de Chicago y Universidad Central de Madrid. Ha sido docente en la Universidad de San Marcos, en University Nebraska-Lincoln. Se graduó de doctor en 1967 con una tesis sobre La teoría poética y la poesía de Martín Adán. Ha sido destacado Visiting Professor en Knox College (Illinois), y en las universidades de Bonn, Liverpool y Pennsylvania. Autor de libros de crítica como La poética de Martín Adán (1969, Premio Nacional de Fomento a la Cultura en 1968), Literatura quechua (1980; 2da. ed., 2003, Universidad Ricardo Palma), El delirio de los coribantes (Es­tudios de poética (1981), La otra literatura peruana (1986), Literatura, ideología e historia en la biografía de Francisco Pizarro (1992), La novela peruana. De Olavide a Bryce (1992). Como también sus novelas Tres de octubre: crónica de fugitivos (1976; Segundo Premio en el Concurso de Novela de la Editorial Universo), Niebla en la isla (1978) y Las huellas de Melibea (2003).

lunes, 8 de febrero de 2010

Fabulación literaria en “Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú” de Pedro Pizarro






Por Henry Rivas

revistanaufrago@yahoo.es





El presente trabajo tiene como propósito esencial describir los elementos literarios de la crónica “Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú”, escrito por Pedro Pizarro, el último sobreviviente de la estirpe conquistadora. Para ello basaremos nuestro discurso en la diferenciación de los semas o componentes del concepto: Crónica.




También abordaremos los elementos de la narración estético- literaria sobre lo que se denomina “escritura oral”, en aplicación, claro está, a la crónica estudiada. La estructuración de nuestra investigación estará comprendida por tres elementos fundamentales:




1. La diferenciación de la crónica como género descriptivo-histórico y fabulador.
2. Los elementos constitutivos del discurso oral en la crónica de Pedro Pizarro.
3. Alcances connotativos sobre la crónica como elemento descriptivo histórico (consideraciones finales).







1. La diferenciación de la crónica como género descriptivo histórico y fabulador
1.1 La crónica: Verdad o fabulación



Antes de entrar en problemas semánticos habríamos de preguntarnos ¿Qué es la crónica? Es historia (verdad, o aproximación de verdad) o literatura (fabulación, creación). La denominación crónica, como todos los sustantivos, presenta diversas interpretaciones en un espacio diacrónico. Así entendemos que la evolución o adaptación de significados debe entenderse como un proceso común en las historias de las distintas culturas.


Habría que precisar que la crónica no es solo un instrumento histórico, sino que muchas veces en mayor grado sirve como expresión fabuladora literaria. Es cierto que la historicidad o el historicismo comprenden “Un principio del conocimiento de las cosas y de los fenómenos del desarrollo en su formación, en su nexo con las condiciones históricas concretas que lo determinan. (Diccionario Filosófico- M.M: Rosental. Ediciones Pueblos Unidos). En base a esta concepción del historicismo como ciencia de la historia, cómo podríamos complementar la crónica con la historia. La pregunta es ¿Los cronistas estarán en condiciones de sujetar su discurso con las bases del historicismo?, ¿Los cronistas presuponen admitir que las cosas cambian con carácter irreversible? Pensamos que no, en realidad la crónica está más lejos de la historia de lo que se ha tomado antes en cuenta, la crónica es un antecedente de la novela realista en Latinoamérica, que desde le siglo XIX hasta hoy, ha ejercido una intención mimética y crítica de nuestra realidad. Entonces debemos situar las crónicas que se escribieron sobre América más cerca de la literatura que de la historia. Su visión fabuladora, intencionada o no, deviene a la creación de un discurso que utiliza elementos de creación y conjetura para tratar de retratar y explicar lo desconocido, aquel mundo fantástico, y seguramente mágico, que no existía en su historia ni perspectiva filosófica de los que la escribieron (cronistas europeos).

2. Los elementos constitutivos del discurso oral en la crónica de Pedro Pizarro “Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú”



Las crónicas de la conquista poseen innumerables elementos prestados de la oralidad para colegir la idea de verdad. Los autores participan, en muchos casos como el de Pedro Pizarro, de testigos extraordinarios de la épica española. Su participación entonces supondrá un elemento de validez que reclaman por encima de los cronistas filólogos, estudiosos de fuentes o curiosos que no presenciaron el hecho. El valor de la memoria constituirá un aporte supuestamente infalible, pero en realidad bastante débil. Así, la oralidad del relato contado, la que proviene del recuerdo del testigo-héroe, servirá para la elaboración de una memoria que intenta trasladar el discurso oral al escrito. Una fabulación de oralidad. Para ello, se basará en los elementos clásicos de la oralidad, que describiremos a continuación de la anotación argumental.



2.1 Argumento y anotaciones sobre la crónica de Pedro Pizarro



Refiriéndonos a la crónica de Pedro Pizarro, entendemos que el principal hecho es la captura de Atahualpa. Cabe considerar el fenómeno literario que se logra en estas líneas, que a pesar de haber sido escrito por un español sin mucho oficio literario ni culto, pues la formación de Pedro Pizarro fue más bien empírica; aún así por la claridad y la soltura en que está narrado su texto; logra una intimidad y una penetración a ese mundo que contraponía todo lo que ellos consideraban como cultura, desde su reino de España.



El lazo genealógico de Pedro Pizarro, primo del Marqués, le servirá como hito integrador a un clan que se reclama fundador y heroico. Pedro Nuestro cronista llega al Tahuantinsuyo siendo casi niño. Será el último sobreviviente de su estirpe y vecino y alcalde de la ciudad de Arequipa.



El texto fue concluido el año de 1571. Es decir casi cuarenta años después de los sucesos (una versión temporal parecida a la de Garcilaso).

Esta crónica presenta, como casi todas, una secuencia cronológica; comienza en la ciudad de Panamá. Francisco Pizarro se encuentra ansioso a causa de la situación de su proyecto. Culminado los preparativos con Diego de Almagro y Hernando de Luque. Pedro Pizarro hace un recuento del porqué esa unión de socios fracasa, y muestra la actitud protagónica y mezquina de Almagro, quien no acepta que el rey haya dado solo una gobernatura para todos esos reinos, Almagro quería una gobernación par, equitativa, con poderes exactos para Francisco Pizarro y para él.

Francisco Pizarro explica que su nombramiento como gobernador es voluntad del rey y no ambición propia. A esto se suma el que tampoco haya logrado el Obispado para Hernando de Luque. La sociedad entra en crisis. Pero Francisco Pizarro no está decidido a terminar con el proyecto, ha traído a sus hermanos desde España, entre ellos a Hernando Pizarro, el de carácter más fuerte e hijo legítimo (a diferencia de Francisco que era bastardo), para proteger su liderazgo de cualquier traición.

El cronista nos va contando los problemas del Marqués para emprender la conquista, la sociedad con Hernán de Ponce y Hernando de Soto. Cómo esa sociedad rescata el proyecto del derrotismo y pesimismo de Almagro.

La travesía es penosa, llena de enfermedades, de enfrentamientos con los indios y de poco oro para el Rey de España, la soldadesca está desmotivada, y el Marqués apela a su argucias y mentiras (algunas son verdades) para convencer a la gente de que el proyecto es viable; pero ya tiene el descrédito entre su propia gente, todos saben que miente y la operación se torna sumamente difícil. E incluso estando en Tumbes, donde poco a poco van encontrando nuevos territorios, y pequeñas cantidades de oro, el Marqués se entera de la situación política del lugar y sabe la lucha fratricida de los hermanos monarcas: Huáscar y Atahualpa.

Aquí Pedro Pizarro pormenoriza lo temerario que fue enfrentarse a un ejército de casi cuarenta mil hombres para secuestrar al Inca, también el carácter extraordinario del Marqués para sacar con provecho la empresa. Se destaca entonces, la idealización del soldado español, subordinando la acción de los otros indios que participaron en la lucha, la de esos aliados naturales que conocían bien a los incas y que fueron pieza fundamental para la batalla.

El hecho más extraordinario, en esta crónica, está referida al secuestro del Inca. Dentro de esta narración, encontramos la descripción propia de la crónica. La descripción detallada de la riqueza de sus vestidos, el carácter íntimo con el cual describe Pedro Pizarro la fisionomía de Atahualpa. La forma como el último Inca manipulaba los hechos, cómo lloraba y cómo le tenía gran estima a Hernando Pizarro, y su reacción cuando supo que éste había partido con parte del tesoro del rescate para el rey. El cronista revive las lágrimas del Inca, pues cree que éste sabía que estaba solo y suerte estaba echada. Ese tipo de conclusiones sirven para reafirmar la tesis sobre la culpabilidad del asesinato de Atahualpa. Siendo Francisco Pizarro el líder, su responsabilidad es natural. El trabajo de este cronista, perteneciente a su estirpe, contrastará con esta versión, endosando el crimen a la maledicencia y presión de Almagro y su grupo. Para Pedro Pizarro, la escritura de esta crónica le servirá para la desacreditación del enemigo político y la honorabilidad de su familia. Su propósito, como buen soldado español, estará en el restablecimiento del honor para su familia con referencia a un crimen criticado por la memoria pública.

Nos aclara Pedro Pizarro que tanto Hernando de Soto como el Marqués, tenían la idea de no matar al monarca inca, su intención era enviarlo a España para que conociese a los otros nobles y reyes; y que fue la cizaña del indio Felipillo y la presión de Almagro y su gente, el elemento que presionó de sobremanera a Francisco Pizarro para matar al monarca por la pena del garrote y quemarlo después.

Cabe señalar la actitud del Inca de bautizarse para no ser quemado, con la esperanza de resucitar y volver a gobernar.

Pedro Pizarro, analiza los hechos desde el punto de vista del clan de los Pizarro. Justifica la conquista por estar los españoles construyendo un orden en un reino que estaba mal gobernado y tiranizado, que el gobierno de Atahualpa era ilegal, como sus actitudes (incesto, asesinato, etc.)

Es decir, Pedro Pizarro jamás se aparta de su perspectiva crítica desde el punto de vista español, a pesar que siente cierta simpatía por el Inca y por esa cultura nueva descubierta, por la riqueza del reino y la belleza de sus mujeres.

La visión de la religión será para Pedro Pizarro también un descubrimiento, el culto a los muertos le parece sobrenatural, la conversación con los demonios, la riqueza de sus templos. También mitifica el que existan tesoros que no llegaron a Cajamarca para el rescate del Inca.

Pedro Pizarro sabe que la visión que tenía el Inca sobre los españoles era desde el comienzo negativa, pues éste sabe que son ladrones de sus tierras y que son pocos, y que tienen miedo; pero allí también reside el éxito de la conquista, el Inca subestima a sus potenciales enemigos.

Lo curioso es como Atahualpa desde su prisión sigue gobernando el reino y cómo sus generales siguen actuando: Calcuchimac sobre todo. Pedro Pizarro se detiene para describir su muerte; este general posee un carácter déspota y guerrero, a la razón de no temerle a los caballos a la hora de su muerte.

Pero la crónica (ya vista como épica guerrera) tiene como eje central la muerte de Atahualpa, este acontecimiento se convierte así, en la ruptura de un proceso. La captura había sido solamente una primera parte, una parte en la que las decisiones están por tomarse y donde no se pueden profetizar sobre el futuro, los españoles temen en todo momento por su muerte. Saben que la conquista no está del todo ganada y esperan a que los hechos se vayan desarrollando por si solos.

A la muerte de Atahualpa queda tomar el Cusco y actuar con prudencia y arrojo. Allí se inicia otra etapa de la conquista, la de consolidación; ellos, los españoles, de ahora en adelante irán sentando las bases para un supuesto mejor gobierno. Cogobernando con la aristocracia incaica y para sus señores, los reyes de España.

Pedro Pizarro destaca el carácter épico de Hernando Pizarro y Hernando de Soto. Y descalifica la actitud de los almagristas. (Habría que anotar que Pedro Pizarro estuvo cambiando de bando una y otra vez por conservar la vida, entre esas guerras intestinas entre españoles, ese hecho está reflejado en su teñida reputación).


Después de la narración central como punto temático, que es la captura y muerte de Atahualpa, el cronista narra las guerras civiles que acaecieron y casi al final una descripción de algunas frutas, vegetales, de algunos animales de este reino descubierto.



2.2 La escritura oral en la crónica de Pedro Pizarro “Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú”

Debemos entender que el discurso oral tiene un carácter mediático, es decir, su importancia es el momento y da pie al debate para encontrar una verdad. El discurso de Platón, en el Fedro, nos delata la preocupación por el abarcamiento del discurso escrito y la discriminación del discurso oral. Cuando nos referimos a esta última, no queremos imbuirnos en la contracción de lo oral, carácter mediático; y lo escrito, carácter espacial. Sino a que lo que denominamos escritura oral, es un recurso literario que fabula una oralidad en la escritura. Es decir, el receptor del discurso tiene la sensación íntima de la conversación oral. Si nosotros grabamos una conversación y la trasladamos al papel de manera directa, no tendremos mediante la lectura la misma sensación que la de la conversación. Es decir, para lograr un efecto oral en la escritura hay que utilizar algunos recursos que alimenten nuestro objetivo. Esa, creemos es la forma como muchos discursos en las crónicas intentaban lograr sus propósito de ser reconocidos como tesis de verdad. Y ese es también el caso de Pedro Pizarro.






2.2.1 Propiedades de la oralidad en la crónica de Pedro Pizarro: Repetición de palabras, frases, expresiones formulaicas:

En este caso, la repetición de la preposición:”De”. Esta la encontramos en casi todos los títulos de los capítulos para dar una continuidad al texto.

De la Ida de don Francisco… (pág. 7)
De la llegada a Nombre de Dios… (pág10)
De cómo se embarco don Francisco… (pág. 13)
De la salida de Quaque… (pág.17).

2.3 Expresividad aditiva en lugar de subordinativa y analítica
Cuando Pedro Pizarro narra sus crónicas, casi no se detiene en a analizar los hechos sino a contarlo casi orgánicamente y sumando elementos a la narración a veces anecdóticos y parcializados, omitiendo nombres o cambiándolos, figurando él y su raza como los adalides de la conquista y menospreciando a los almagristas de la hazaña.
-Pues partido Almagro, Soto tuvo nueva de cómo yua, y por seguir su yntinción fue doblando xornadas, finxendo con la gente/que llevava que se daua prisa para tomar este pasote Vilcaconga. (Pág 79)
- Pues he contado lo que sucedió dende Xauja a VIlcaconga, diré ahora del oro y plata que en este camino hallamos… (Pág. 80)

2.4 Estilo redundante y copioso

La redundancia no solo está en las preposiciones y frases sino también en el tema. La cuestión del honor es algo clave para entender su época y la crónica soldadesca (muy distinta a la anticrónica a la que se refiere Porras). La narración pierde hilaridad y continuidad al tratar de proporcionar información que deje claro al posición de los Pizarro frente a los Almagro. La posición de los que conquistaron esta tierra y los que llegaron luego como burócratas.
-En este tiempo fue quando don Diego de Almagro dixeron mató a los hermanos de Mango Ynga, como ya tengo dicho, por fauorescerse dél para sus malos fines y propósitos que tenía, y si Juan Pisarro no tuuiera tantos amigos como tuuo, se entendió Almago se aposesionara en el Cuzco… (pág. 119).

Alcances connotativos sobre la crónica como elemento descriptivo histórico (consideraciones finales).

A lo que podemos llegar finalmente, es al carácter altamente literario que nos aporta la crónica de Pedro Pizarro. Si bien es cierto dará mucho trabajo a los historiadores para corregir los errores sustanciales en que cae (véase fechas, nombres, batallas, lugares, denominaciones, etc.) es el móvil y la riqueza para la formación de una nueva cultura y claro está, una nueva literatura.

A esta crónica se añade la fabulación literaria como un acto de memoria, tratando de encontrar en el recuerdo la explicación de lo que realmente sucedió, o quizás de lo que hubiese sucedido. La crónica de Pedro Pizarro nos permite a través de su ingenuidad militar, de la dureza de su estilo, de lo contradictorio de sus palabras, tener en cuenta no una copia de la realidad de ese entonces, sino la de una aproximación de la realidad. Vargas Llosa llama al proceso creativo La verdad de las mentiras, Bryce dice que es un mentiroso que dice siempre la verdad, y en ellos la crítica literaria debe busca, mas que la mimesis de la realidad peruana y su problemática un proceso creativo y fabulador. Ese argumento es totalmente válido para la crónica de Pedro Pizarro, que comienza junto a Garcilaso y a otros, a mostrarnos los primeros pasos de la literatura peruana.