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viernes, 11 de diciembre de 2009

El movimiento arielista como protagonista del pensamiento político peruano







Henry Rivas

El movimiento arielista como protagonista del pensamiento político peruano




Henry Rivas Sucari



Existen pocos estudios sobre el pensamiento político peruano ligados a literatura. Sin embargo, son, en su mayoría, muchos los intelectuales, que ligados al arte literario, renovaron o impulsaron un cambio ideológico-político en nuestro país. Consideramos que el movimiento arielista del Perú, a principios del siglo veinte, forma parte importante de este proceso. El presente trabajo, presenta un panorama sobre este movimiento, tomando como referencia la crítica que se ha establecido sobre esta.



Este grupo estuvo constituido por Víctor Andrés Belaunde (Arequipa 1883-Nueva York 1966), José de la Riva Agüero (Lima 1885-1944), José Gálvez (Tarma 1885- Lima 1957) y los hermanos Ventura (París 1886-1959) y Francisco García Calderón (Valparaíso 1883- Lima 1953). Estos intelectuales provenían de una clase social privilegiada, con un prestigio, sobre todo, entre la sociedad conservadora. El nombre “arielista” proviene del libro Ariel del ensayista uruguayo José Enrique Rodó (1900), que tuvo una resonancia continental importante. No obstante, el nombre no es inventado por Rodó, sino que es tomado del personaje mitológico de la obra de Shakespeare La Tempestad. El pensador Arturo Andrés Roig resume así la trama:



“Calibán es el natural de una isla que bien puede ser, como lo han probado Roberto Fernández Retamar, una de las tantas que integran el mar del Caribe. Próspero es el conquistador que lo ha sometido y lo ha sumergido en las tareas más pesadas y burdas del trabajo. Gracias a eso, Próspero, con la ayuda de Ariel, personaje alado, puede dedicarse al ocio, es decir, a la vida propia de la cultura espiritual. El pago que recibe Calibán por sometimiento consiste no tanto en los alimentos mediante los cuales subsiste, sino en la recepción de esos valores esenciales que integran la vida del espíritu, supremos para el amo” .



Metafóricamente Ariel fue identificado, a inicios de siglo, con la cultura latina: idealista, espiritualista, afincada en valores imperecederos, mientras que Calibán terminó representando a EE.UU: materialista, tosca, sin espiritualidad, elemental.

Esa tipología de materialismo norteamericano como ideología aparecía como una amenaza para la cultura latina a comienzos de siglo XX. Debe, entonces, ocurrir una contrapropuesta de parte del hispanismo a esa ideología e idiosincrasia de los Estados Unidos. Para Carlos Real de Azua Ariel fue básicamente un escrito de propaganda del optimismo y juvenalismo .



Algunos pensadores peruanos tomaron estas ideas no literalmente, pero sí en su base general, pues la industria y al desarrollo económico no podían menospreciarse, más si el desarrollo peruano o latinoamericano no iba a la velocidad norteamericana. La gran industria no poseía en Latinoamérica la vitalidad y expansión del norte. Los arielistas peruanos asumen la lucha contra el imperio norteamericano, también el valor mestizo y la valoración del intelectualismo aristocrático de la inteligencia. Esta será la partida para el intento de un pensamiento político nacional. Eso no quiere decir que no existieron intentos individuales o colectivos importantes bajo esta misión. El trabajo que realizó Manuel González Prada es importantísimo y merece un estudio aparte. También, Bartolomé Herrera y algunos intelectuales de la emancipación como Hipólito Unanue y José Faustino Sánchez Carrión promovieron el camino para la reflexión y la crítica sobre el Estado y la Nación.



Por otro lado, debemos señalar algunas características esenciales del arielismo, como la consolidación del pensamiento hispanista y de la cultura latina en términos generales. La intención primigenia era promover un distanciamiento de la cultura pragmática y materialista de los Estados Unidos. El proyecto arielista, entonces, estaba basado en los aspectos:

a) Social: La clase educada que incluía también a la clase media

b) Política: La reforma del Estado

a) Cultural: El mestizaje

b) Ideológico: El cristianismo.



Este proyecto debía ser dirigido por una aristocracia intelectual y la orientación básica era conciliar los extremos de la sociedad. A comienzos de siglo XIX, la clase intelectual buscaba un pensamiento integracionista luego de La Guerra del Pacífico y de la amputación de nuestro territorio. El comunismo y el APRA no podían conjugar sus ideologías con los intelectuales de la clase acomodada y cristiana. La clase conservadora tenía que asumir un rol de cambio y evolución, un paradigma humanista; pero lejos de los partidos tradicionales o populares- dictatoriales, las reivindicaciones sociales propuestas por los partidos tradicionales no sedujeron a esta clase acomodada intelectual.



El periodo de mayor producción y reflexión de esta generación se dará de 1900 a 1932. Su propuesta no fue dirigida principalmente al estamento popular, sino, por el contrario, al estamento aristócrata y dirigente; no obstante, este, desconfiado del poder intelectual y con un cierto menosprecio, ya que lidiaba con sus intereses, no apreció las probables soluciones y postulados de esta brillante generación. Hugo Neyra , haciendo un balance de las ideas importantes del pensamiento político peruano, se pregunta por qué no existen propuestas ambiciosas de parte de intelectuales después de Mariátegui. Para Macera el concepto clave para entender a las generaciones es el “desclasamiento”, que podría ser entendido como la negación de su origen de clase por parte de los intelectuales y la búsqueda de otras clases que no son las suyas, buscando representarlas. Esta trasmutación a veces suele ser positiva, como en el caso de Haya de la Torre, pero también ridiculizada si el intelectual o político sufre las veleidades de la frivolidad o el poder. La crítica que le hace Mariátegui al grupo, y, particularmente, a Riva Agüero, tiene una carga principalmente ideológica. El desdén es construido, principalmente, a la posición de clase, considerando a los arielistas pensadores tradicionales y feudales.



“Aunque es un trabajo de su juventud, o precisamente por serlo, el Carácter de la Literatura del Perú Independiente traduce viva y sinceramente el espíritu y el sentimiento de su autor. Los posteriores trabajos de crítica literaria de Riva Agüero, no rectifican fundamentalmente esta tesis. El Elogio del Inca Garcilaso por la exaltación del genial criollo y de sus Comentarios Reales podría haber sido el preludio de una nueva actitud. Pero en realidad, ni una fuerte curiosidad de erudito por la historia inkaica, ni una fervorosa tentativa de interpretación del paisaje serrano, han disminuido en el espíritu de Riva Agüero la fidelidad a la Colonia”.



Para Pedro Planas, el arielismo peruano ha sido tradicionalmente relegado de los análisis intelectuales y políticos hasta hace muy poco. Esto se da luego de la irrupción violenta de los centenaristas por Leguía y por la valla que representó la propia oligarquía, que los obligó a retroceder hasta desvirtuar y desechar sus planteamientos iniciales. Desde ese momento, son reemplazados por figuras como Mariátegui y Haya. Podemos entender esta situación como un veto para los pensadores de principios de siglo.



Para Julio Cloter , “Historia del Perú” de José de la Riva Agüero, “El Perú contemporáneo”, de Francisco García Calderón y “Meditaciones Peruanas”, de Belaunde son estudios que intentan, por parte de una burguesía ilustrada, insertar definitivamente al Perú en el mundo occidental y cristiano.



Pablo Macera señala que tanto Riva Agüero como Belaunde, debido al fracaso de las clases dominantes en su intento por dirigir la sociedad peruana de su tiempo, asocian Historia y Política para “monopolizar” el descontento y la frustración que se gestaba en la sociedad.



Lo que podríamos preguntarnos entonces es si existía en realidad una relación entre la clase dominante y estos intelectuales. Para Basadre, esa relación nunca se pudo concretar, ya que el diagnóstico y la imagen, que retrataron estos, fue duramente criticada por los núcleos de poder. Basadre cree que los intelectuales fueron más allá de la clase y allí reside su fracaso histórico: fueron prescindibles dentro de una manera de entender el poder, sostenido más en la violencia que amparado el consenso y la persuasión, son intelectuales “socialmente desligados”.



Sinesio López también intenta una revaloración de la generación arielista; detalla en un ensayo su agudeza para percibir la necesidad de preguntarse por sobre la identidad nacional y los análisis de ciertos aspectos de la realidad peruana. Luis Loayza , centrando su punto de vista en el aspecto literario, afirma, con justa razón, que los intelectuales de izquierdista deberían leer a Riva Agüero y García Calderón.



El proceso del pensamiento político en el Perú es muy complejo. Sin embargo, se ha menospreciado y desdeñado a los grupos intelectuales que provienen de la derecha sin conocer sus propuestas ni examinar críticamente sus lecturas. La interpretación mayor de este tipo de pensamiento es el silencio. No existe una derecha, sino un abanico de propuestas: unas demasiado arcaicas y conservadores, otras, con intentos liberales y modernos. La izquierda, por otro lado, ha desarrollado muchas propuestas valiosas tomando como eje a Mariátegui, pero no ha procesado una escuela crítica y, por el contrario, ha seguido como una biblia propuestas anquilosadas y creadas para otras sociedades y contextos. Un estudio cartográfico mayor, tomando como referencia todas las propuestas establecidas sin prejuicios ideológicos, sería muy útil para intentar comprender el complejo proceso peruano.



BIBLIOGRAFÍA



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— Vich Víctor: Vicisitudes trágicas: territorio, identidad y nación en los Paisajes Peruanos de José de la Riva-Agüero y Osma. Revista Andina. No34, enero 2002.























2 comentarios:

Unknown dijo...

MUY BUENA LA INFORMACIÓN

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.