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viernes, 25 de enero de 2019

El bilingüismo en la literatura peruana actual





 Por Miguel Gonzales Corrales
         Escritor
El texto, como medio de comunicación masivo, tiene la facultad de ilustrar e informar las realidades de cualquier parte del mundo, según la vivencia de quien escribe. Esto constituye una formación cultural que nos hace convivir más como seres humanos en un planeta donde la misma comunicación es tan rápida y amplia. Una de estas formas de interactuar en la convivencia social y cultural la he encontrado en el libro de poesía «El dolor de mi corazón» (2017), pues lo más atrayente para el aprendizaje cultural de un país como el nuestro, Perú, es la intención de su autor, Fidel Almirón,  de no desmayar en la visión de la idiosincrasia de su formación quechua-español.
 Es así, que este texto  de veinticuatro poesías tiene su primera parte la escritura en quechua y la segunda, su traducción al español. Pues este libro, aparte de demostrar su valía en el proceso literario de Perú, tiene su aporte de aprendizaje en la lengua materna del autor, el quechua, para ilustrar a la gente que no sabe el idioma incaico, una manera insinuadora de aprenderlo, desde la numeración del uno (huk) hasta el veinticuatro (ishkay chunka tawayuq).
     Este texto quechua-castellano nos reseña la vivencia del Yo poético a través del tema del amor que es una constante en el pensamiento andino, ya sea en la música, en el folklor en general, en la danza, en la poesía y los carnavales. En este caso, Fidel Almirón nos remite a ese amor no correspondido de ausencia, quizá tan lejana al rememorar a su amor a quien llama constantemente Palomita (urpi, en quechua): «Palomita mía, ¿tú estarás recordándome/ no podré olvidar los momentos que pasamos, cogidos de la mano,/ en los cerros desérticos» (poema UNO); «Y tu corazón/ duro como la piedra/ palomita mía» (poema CUATRO); «Regresa, palomita mía,/ con tu sonrisa riega mi corazón, alivia mi tristeza» (poema CINCO); «No seas así,/ corazón de piedra, palomita mía» (poema ONCE).

     En todo este discurso del Yo poético, encontramos la recurrente forma de un microtexto que se centra en la visión subjetiva del autor quien nos refleja el sentimiento complicado e inefable del amor cuando se añora y no lo tiene presente. Esa forma descriptiva que retrata la soledad de narrador poético es la visión conflictiva que lo asocia a la naturaleza de su entorno andino, al empezar, metafóricamente, aludiendo al amor como: Acompañados por el frío y el viento; Caminos por los cerros y portillos buscando tu amor ( 49); El cielo de tanto mostrar tu enojo/ se dispone a llorar (51); Estoy en la cumbre del Willkallama/ dentro de un refugio/ el viento aún azota sin piedad, (51); y así varios casos a lo largo de texto poético.
     Las referencias de las figura literarias como Metáforas: Carita de Farisa/ no deseo tu olvido .65);  Tus ojitos de estrella/ alumbran mi camino ( 61); tu amor/ para juntarlo/  con las piedras en el río (9).  Elementos de antítesis como: Detrás de ti/ estoy avanzando ( 59);  algún día volverás mi amor/… querrás amar a otros hombres ( 63); te ríes/ mi corazón florece. / Lloras / mi corazón/ se derrite. ( 56); Con tu sonrisa riega mi corazón, / alivia mi tristeza (53). También el Hipérbole es muy constante en los versos, son la intensidad de casi todo el poemario: Cómo entender la permanencia en tierras lejanas/ tal vez sea el castigo de Dios. (p. 49); Hasta las flores/ se compadecen de mi sufrimiento,… ( 53); Dirijo la mirada al cielo; mi respirar desaparece/ en medio de las nubes negras.  ( 55); En medio de las lágrimas, / estoy flotando sin sendero/ (  64); Sin tu sonrisa/ estuviera dentro de mi corazón,/ se aliviaría mis sufrimientos. ( 57). Hay Sinécdoque cuando el poeta exclama: El viento aún azota sin piedad;/  el cielo me dirige su mirada de furia, (51), aquí vemos la ausencia de conjunciones y  cada verso es enlazado por signos de puntuación; Regresa palomita mía,/ con tu sonrisa riega mi corazón ( 53). En algunos casos se encuentra el Oxímoron cuando se expresa en los versos lo siguiente: El rostro oscuro, oscuro, muy oscuro/ ni el astro rey aparece (p. 51), se nota la repetición de sonidos en la misma expresión contextual de dichos versos. Lo más recurrente es la abundancia de Polisíndeton en varios de los poemas como en los siguientes casos: Hablaría también con las nubes/ para que suelten sus lágrimas/ y así pueda suavizar tu corazón ( 60); Y tú sin presagiar nada/ me dejas en medo de esta ciénaga (p. 51); Y mi corazón , como el barro hervido/ empieza a llorar (p. 55); Y ando como el ichu/ en los cerros desérticos (65); Y sino vienes/ mi corazón terminará secándose (66), entre otros, así se ve la recurrencia de la conjunción copulativa «y».
     Sin embrago, me gustó el último poema que se muestra como una fábula, la conversación en entre el zorro y el poeta cuando el animal le pregunta sobre si ha buscado a la amada para hablar con ella. Es un estilo clásico de la literatura infantil, pero con el retoque del sentimiento humano y maduro del amor ausente, propio del romanticismo. El poeta arequipeño  Mariano Melgar empleó ese estilo en sus fábulas, el español Tomas de Iriarte, de igual  modo. Por lo que se muestra, también, como una parábola para sintetizar el significado del amor, el dolor y la manera inexplicable que ese sentimiento carcome la ansiedad y el pensamiento de hombre que no lo deja vivir con tranquilidad.
     Finalmente diré que este poemario alude a la esperanza de un poeta que anhela el amor de una mujer, que tácitamente, también lo espera en algún lado y que el amor, en la distancia, siempre está presente en el pensamiento, pues cuando hay sinceridad, el sentimiento amatorio puede esperar el tiempo necesario. Estos versos están inscritos en la bases del Romanticismo, ya que cada uno de ellos nos lleva y conlleva al amor desesperado, ausente y romántico de un devenir incierto, pero seguro en el espacio de la distancia.


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